martes, 28 de junio de 2016

La serie Vikings muestra hechos reales (III)



Empieza a ser un clásico que cada temporada de Vikings realice una crítica histórica sobre esta serie The History Channel. En esta ocasión voy a comentar algunos aspectos de la cuarta temporada que me parecieron curiosos, históricamente hablando.

Si no vistes aún los capítulos de la serie no entres todavía, por favor.

 
Esta temporada no me gustó como empezó. Es cierto que no le faltó acción, sangre e intriga, características básicas de la serie que la han llevado a convertirse en una de las más queridas por el público. Pero no terminaban de convencerme ciertas cosillas. Minucias que para un profano pasan desapercibidas pero que para un historiador no terminan de gustarle.

Un ejemplo de lo que digo son las ballestas. Esa curiosa arma que sirve tanto para castigar a vikingos rebeldes contrarios a Lagertha como para terminar con el asentamiento vikingo próximo a París.

En todos los manuales que conozco de historia dice que el uso de la ballesta comenzó a expandirse en Europa a partir del siglo XI. Y la serie, según parece, se sitúa en la segunda mitad del siglo IX. Podemos hacer la vista gorda y, sabiendo que la ballesta se introdujo por el norte, retrasar unos cuantos años su uso generalizado. Ahora bien, según nos muestran los guionistas, eso no eran ballestas, sino unas armas diabólicas con más cadencia de tiro que un arco inglés del siglo XIV. Por ahí no se puede pasar. 

La ballesta era un arma utilizada, inicialmente, en los asedios, pues tenía una recarga complicada y lenta. Más poderosa que el arco en poder de penetración, más fácil de manejar, pero muy lenta. Y en la serie la ballesta es de todo menos lenta.  Más bien parece una especie de ametralladora medieval. Un patinazo importante, a mi modo de ver.

Luego, respecto a Rollo, tampoco me gustó la matanza que realizó entre sus hombres. Parece que el valor de Rollo es su persona y sus ideas para defender París, cuando, en realidad, el valor de los vikingos mercenarios era la fuerza de combate que representaban. No resulta lógico, por tanto, asesinar a parte de lo que realmente le permite mantener su estatus privilegiado en la corte parisina. Antes de atajar de esta forma el problema de fidelidad al líder, hubiese sido más real una negociación intentando convencer a los vikingos asentados en París de las ventajas de la vida sedentaria antes que los peligros de las expediciones de saqueo. Y, llegado el caso, dejar a los díscolos que vuelvan al norte a seguir con su vida de pirata. Su identificación con los francos es excesiva desde el primer momento. Y ya no digamos su mágico aprendizaje de su idioma. No niego que los vikingos asentados en lugares lejanos a su tierra fueron rápidamente asimilados por los pueblos a los que atacaron; pero de ahí a mostrarlo tal como lo hace la serie existe un término medio muy amplio.

Tampoco me gustó la pelea con el oso que protagonizó el hijo de Ragnar, pero en este caso se debió a tener reciente la escena similar de la película El renacido. Si comparas ambas peleas del hombre contra el oso resulta totalmente cómica la llevada a cabo por Björn Ragnarsson.



Ahora bien, no todo fue discutible. Muchos otros aspectos de la serie han sido tratados con extremada precisión y delicadeza.

El primer caso que me viene a la cabeza es el del vikingo Berseker, contratado para matar a Björn. Me gustó sobremanera que los guionistas no cayeran en el cliché de mostrar un ser enloquecido o sanguinario, más bestia que hombre.

En realidad se trataba de experimentados guerreros que infundían terror por su experiencia en el combate más que por actitudes alocadas en el campo de batalla. Eran respetados por la comunidad y, algunos, contratados como mercenarios, tal como se muestra en la serie. También solían acompañar a los jefes vikingos como su guardia de élite.

No obstante, la serie nos muestra al berseker con un halo de misterio, en medio de la nieve, en una lucha épica de supervivencia. Aunque, al final, se trata de dos hombres mortales defendiendo su propia vida. Algo que queda muy claro en la forma en la que uno de ellos derrota al oponente. Sin duda, una de las mejores formas de llevar a cabo este tipo de míticos guerreros deformados por las leyendas.

Otro punto importante que siempre aparece en tramas secundarias (aunque no desprovistas de interés) y muy bien tratado por los guionistas es el asunto de la mujer en la sociedad vikinga. Y, en este caso, su clara comparación con la mujer en la sociedad cristiana.

Aunque, en el fondo, las mujeres son dependientes del marido, la libertad de cada una de ellas es muy diferente. La mujer vikinga es capaz de vivir su propia vida, tal como demostró Lagertha, con más éxito que en otras sociedades; y, en caso de no ser feliz en su unión con su esposo, tiene maneras mucho más sencillas de escapar de la opresión de tal condición. Paradigmáticos son los casos que nos muestran en el mismo capítulo, con la llegada de Roma de un cardenal (supongo) con la misión de anular el matrimonio de Rollo, y el “rapto” de Torvi, la mujer del hijo del rey Horik. Aunque en ambos casos parece que es la mujer quién tiene el poder de decisión, en la sociedad vikinga su libertad, en este sentido, era mucho mayor. Si además comparamos tal libertad con la opresión que sufren las mujeres inglesas, cuyo único medio de conseguir algo es por medio de sus armas femeninas en el lecho, la diferencia se hace aún más palpable.

También fue muy acertado mostrar la fiesta de navidad vikinga, con el culto al solsticio de invierno y la inclusión de un tronco sagrado, antecedente lejano de nuestra arraigada costumbre del árbol de Navidad. La decoración con muérdago y las guirnaldas son pistas más que suficientes como para relacionar con estos cultos paganos ciertas tradiciones actuales que el cristianismo asumió y cambió su significado con el paso de los años.

La trama principal, el nuevo ataque a París, resulta muy sugerente. Al contrario de lo que se suele pensar, los vikingos tuvieron más derrotas que victorias en sus incursiones de saqueo. Más aún ante enemigos con buenas defensas y que estaban esperando su ataque. La inicial derrota en el ataque a la ciudad es una buena muestra de lo que les solía ocurrir a los vikingos cuando intentaban atacar grandes imperios cohesionados o lugares bien defendidos.

Me gustó especialmente la estrategia franca de utilizar una cadena para impedir el paso de las embarcaciones (algo que me recuerda poderosamente a Bizancio y el Cuerno de Oro) o la estrategia de impedir el ataque terrestre vikingo utilizando tierras pantanosas que impedía el correcto movimiento de las tropas. El único pero lo comentado más arriba, el uso generalizado de ballestas en una época tan temprana y de una forma tan poco realista.

Pero los nórdicos eran unos guerreros habilidosos y unos grandes ingenieros. Esta es una faceta que no se suele conocer de este pueblo, pero los vikingos lograron superar grandes adversidades técnicas. No fueron ingenieros romanos, pero tampoco salvajes embrutecidos.

Entre sus éxitos ingenieriles estuvieron proezas como la construcción táctica de canales (el canal de Kanhave en la isla de Sams es un buen ejemplo), barreras flotantes, fortalezas circulares (como las de Harald Diente Azul), grandes construcciones defensivas (como la muralla con foso que se extiende por toda la base de la península de Jutlandia, el famoso Danevirke) o el traslado de embarcaciones por tierra, tal como aparece en la serie. Una magnífica forma de mostrar que los vikingos eran mucho más que simples saqueadores itinerantes.

Un aspecto positivo que merece también la pena destacar es la manera de mostrar la evolución psicológica de cada uno de los personajes. Centrándonos en los protagonistas vikingos, el caso peor llevado es el del propio Ragnar. Hacerle adicto a la droga de su esclava china (hija del emperador, para más inri) me parece tan sorprendente como alocado. Me gustó mucho más la transformación de  Björn Piel de Hierro, quién no solo parece entender que ha superado a su padre en muchos aspectos, sino que tiene el afán por superar sus hazañas emprendiendo un viaje aún más sorprendente y fascinante. El mapa que siempre consulta es un spoiler en sí mismo, pues a los tres años de atacar París se embarcará en un viaje que le llevará hasta Italia, pasando por la península Ibérica.

También resultó apropiado mostrar el “curioso” carácter de Ivar, el Deshuesado, según las crónicas el más cruel de todos los hijos de Ragnar. Las fuentes nos hablan de que fue tanto un gran sabio, que aconsejaba a sus hermanos, como un temible guerrero berseker. Los guionistas parece que quisieran potenciar esta segunda característica, mostrándonos a un asesino en potencia, sin ninguna empatía por los demás y sin escrúpulos para conseguir lo que le apetecía. También parecen seguir la teoría, ya expuesta en 1949 por el danés Knud Seedorf, según la cual sufría la enfermedad de “huesos de cristal”, la cual le impedía caminar. No obstante, dado que fue un respetado guerrero, otros investigadores afirman que, en realidad, el apodo se lo pondrían por poseer una extrema flexibilidad física.

La historia, sea como fuera, le otorga el papel de vengador de la muerte de su padre a manos de Aella de Northumbria. Por tanto, mucha atención al desarrollo de este personaje.

Cuando vuelvan los vikingos a nuestras pantallas veremos a Björn con alguno de sus hermanos viajando al Mediterráneo, mientras que Ragnar y el resto de sus hijos se tomarán venganza de los ingleses. La cosa promete, ¿no os parece?

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