Muchas personas suelen
visitar Ámsterdam de pasada. Lo suelen incluir con un viaje que incluye la
visita de varias ciudades holandesas y belgas, principalmente. La proximidad y
la conexión ferroviaria animan a este tipo de turismo.
Dado el escaso tiempo que
dedican a descubrir esta ciudad se quedan con la impresión, equivocada, de que
apenas tiene nada que ver. Una vez que pasas un par de días en la ciudad todos
los canales te parecen iguales. El pintoresco barrio rojo apenas te llevará una
hora (si no deseas utilizarlo) y los coffeeshop
tampoco son un atractivo turístico tan elaborado como para pasar en ellos mucho
tiempo (salvo que éste sea el motivo de tu viaje).
En el siguiente artículo os
voy a animar a deteneros un poco más en Ámsterdam descubriéndoos un par de
agradables visitas a sus alrededores.
Prometo que en otro artículo
os realizaré una enumeración de todos los encantos que tiene esta maravillosa
ciudad. Si queréis tener una guía de la ciudad para disfrutarla como merece os
aconsejo visitar esta página.
No obstante, como visitas
imprescindibles, os aconsejo personalmente descubrir la Casa de Ana Frank,
recorrer una parte de los 75
Km. de canales que posee la ciudad, relajaros en
Voldenpark, comprar algún recuerdo en el Mercado de las flores y empaparos de
todo el arte que encierran el Rijksmuseum y el Museo Van Gogh.
Podéis imaginar que visitar
sólo lo anterior os llevará unos pocos días si no deseáis ir corriendo a todos
los lados. No obstante, visitar sólo el centro de Ámsterdam no os permitirá
descubrir la belleza de este país. Por ello os animo a dejar un par de mañanas
(o días enteros, según vuestra disponibilidad) para realizar un par de salidas
en los alrededores. Existen muchas excursiones que podéis hacer desde
Ámsterdam, pero yo os voy a recomendar dos especialmente: Zaanse Schans y Volendam y Marken.
En primer lugar hablaremos
sobre la zona de Zaanse Schans,
un lugar idílico lleno de molinos junto al río. Os aseguro que su visita no os
defraudará y en una sola mañana os podéis ver toda la zona sin problemas.
En
este lugar, el primer parque industrial del mundo, existían casi mil molinos de
viento. Pero en 1920 apenas quedaban unos 20. Por ello se decidió crear una
asociación que los conservara y difundiera su apasionante historia. Si queréis
saber más podéis visitar el Museo del Molino en la calle Museumlaan
(próximo al puente Julianabrug) o visitar la página www.zaanseschans.nl.
Para
llegar a este barrio próximo a Ámsterdam debéis coger un tren "Sprinter" en la Centraal Station con dirección Vitgeest (también sirven los que tienen dirección Alkmaar). La parada donde debéis bajaros se llama Koog-Zaandijk. Apenas son tres paradas
de tren que os llevaran unos 15 minutos. Cuando yo visité la zona el precio del
billete ida y vuelta era poco más de 5€, por lo que no es una
visita cara.
Cuando
lleguéis al andén veréis una especie de estanco donde podréis comprar un mapa
de la zona. No
caigáis en la trampa, pues un mapa bien chulo lo tenéis gratis al salir de la estación. A unos pocos
metros de la estación de tren, en la acera de la izquierda, encontraréis un
artilugio mezcla de parquímetro y tragaperras. Se trata de un dispensador de
planos automático, el cual funciona tirando de la palanca.
Yo
estaba al corriente de tal dispensador y nunca olvidaré la cara que pusieron
unos japoneses al verme utilizarlo con soltura. ¡Vaya ojazos más grandes!
En
el mapa descubriréis todos los atractivos turísticos de la zona. Existen muchos
molinos en la parte de la estación, pero creo que el verdadero atractivo turístico
se encuentra al otro lado del río Zaan.
Para cruzar el río os
recomiendo seguir recto por la calle que sale de la estación y al final girar a
la izquierda. Junto
al puente Julianabrug os toparéis con
el primer molino (dedicado al museo del molino).
Atravesando el puente os
haréis una idea de lo que os vais a encontrar. Junto a la ribera del río se encuentran una decena de molinos, todos
diferentes y encantadores. La zona tiene unos agradables paseos para
recorrerlos a pie o en bicicleta y contiene distintas edificaciones de madera,
dedicadas cada una temáticamente a los atractivos que tiene el país.
Nada más llegar a la zona de Zaanse
Schans propiamente dicha, lo primero que os encontraréis, a
vuestra izquierda, es un conjunto de casitas de madera verde históricas que
datan del siglo XVIII. En una de ellas podréis ver una antigua fundición de
estaño, otra está dedicada a una muestra de relojes holandeses y otra es un
museo que se ubica en la primera tienda de los famosos supermercados Albert
Heijn, muchos de los cuales habréis visto en Ámsterdam.
Paseando
por la arboleda junto a las casas llegaréis al Museo de la panadería. Se trata
de un lugar que data de 1658 y podréis ver un horno auténtico de panificación.
El nombre de la panadería, duivekater,
es un popular pan dulce local que podréis probar y comprar.
Desde
aquí tenéis dos caminos a seguir. Si tomáis el camino recto alejándoos del río
llegaréis a la zona comercial. En este lugar encontraréis una tienda dedicada
al trabajo de la madera con multitud de zuecos en su museo gratuito, una tienda
de quesos holandeses, una destilería tradicional y varias de recuerdos-souvenirs. Como podéis
imaginar se trata de tiendas temáticas donde adquirir todos estos recuerdos
típicos. Los precios no son excesivos y yo recuerdo que compré varios cuchillos
para queso y unos bonitos souvenirs de las típicas casitas holandesas en
miniatura.
Los
molinos están todos junto a la orilla del río, por lo que tendréis que
acercaros hasta allí para verlos. Cada uno es diferente y nos muestra una
ocupación antigua. Por ejemplo, el primero que encontraréis se llama "De
Gekroonde Poelenburg" y era el molino del aserradero. A continuación
se encuentran “De Kat”, el molino de
la pintura, y “De Zoeker”, el molino
del aceite, entre otros.
Podéis visitar el interior de
algunos de ellos. Yo elegí “De Kat”
porque me pareció especialmente interesante, por lo que os hablaré un poco de
él:
-
Se trata de un
molino de cúpula giratoria, la cual se orientaba al viento por medio de una
rueda de madera situada debajo de la viga del timón. Primera sorpresa: no
estamos ante molinos de agua, sino de viento.
-
La velocidad de
giro de las aspas se regulaba con velas y planchas y se podía detener
totalmente gracias a un freno manual.
-
Este molino
estaba dedicado a la producción de pigmentos de colores, los cuales se
utilizaban, principalmente, para la tinción de prendas de vestir.
-
Los pigmentos se
obtenían de distintas maderas tropicales, importadas a gran escala a partir del
año 1600. Estos pesados trozos de madera se desmenuzaban en una gran cuba con
formones hasta ser convertidos en virutas. Luego, con ruedas de piedra
giratorias, de hasta 7.000 kilos, las trituraban hasta convertirlas en polvo.
Más tarde pasaban a un tambor giratorio donde se tamizaban. El último paso
consistía en pasar el producto final a toneles, que eran vendidos a los
clientes.
-
El molino actual
es una reconstrucción que data del año 1959. En ese año se construyó la parte
superior y el interior del molino de producción de pigmentos “De Duinjager”, el cazador de dunas,
sobre la parte inferior del molino de aceite “De Kat”. Así, dos restos de molinos independientes, que databan del
año 1780, iniciaron una nueva vida juntos.
-
Actualmente este
molino vuelve a producir materiales de teñido y pintura y es el único de su
tipo que se conserva en el mundo.
La otra salida de Ámsterdam
que os propongo es la visita a los pueblos de Volendam y Marken. Son dos pueblos tradicionales de pescadores que
se vuelcan principalmente hacia el turismo. Todos los días multitud de turistas
los visitan en viajes organizados por los operadores de viajes. Yo os
recomiendo hacer la excursión por vuestra cuenta, pues es muy fácil y barato.
Aquí gastaréis un día completo si queréis ver todo con relajación.
Para llegar a Volendam debéis
coger el autobús. La salida de autobuses la encontraréis en la parte posterior
de la Centraal
Station de
Ámsterdam. Tener la precaución de atravesar toda la estación, dedicada a los
trenes, y salir por la parte posterior. Allí os encontraréis con varias paradas
de autobuses. Vosotros debéis centraros en los que tienen dirección hacia Edam
(como el queso). Os pueden valer los números 110, 116 y 118. Tienen una
frecuencia de una media hora. Una vez que os montéis en el autobús podréis
adquirir un billete para todo el día por menos de 10€, el
cual os permitirá viajar en autobús por todas las localidades de esa zona (Waterlandticket).
Nuestra
primera parada es Volendam. Este pueblo se encuentra a unos 20 Km. de Ámsterdam y se
llega en autobús en una media hora. Como el autobús suele ir bastante vacío y
casi en su totalidad lo utilizan turistas el conductor os indicará donde
bajaros. Sólo tenéis que andar un poco hacia el puerto para encontraros en el
meollo de esta localidad.
Su
principal atractivo son las numerosas casitas de colores, verdes y negros principalmente, que forman esta localidad.
Tienen tejados a dos aguas y fachada triangular. En el paseo marítimo y la zona del puerto es donde encontraréis la mayor
animación. A lo largo de la costa se aglutinan numerosas tiendas dedicadas a
restaurantes y comercios de todo tipo. Principalmente existen tiendas de
souvenirs (más baratas que en Ámsterdam), pero también hay tiendas donde encontrar trajes tradicionales y
otras donde hacerse fotos con algunos de ellos, joyerías, de productos típicos.
Disfrutar del ambiente consumista y de la belleza de este pequeño pueblo de
pescadores.
Aunque
podéis visitar Marken con vuestro billete de autobús, yo os recomiendo coger el
ferry que sale desde el puerto. El trayecto dura unos 20 minutos, la frecuencia
suele ser cada media hora y el precio unos 10€ la ida y vuelta. El viaje
lo podéis hacer en la parte baja o sobre la cubierta. Yo os
recomiendo esto último, aunque ir equipados con gorras y protector solar si no
queréis “quemaros” de verdad. Las fotos saliendo del puerto y llegando a Marken
son espectaculares.
Marken
me pareció un pueblecito más encantador que Volendam, aunque la tipología de
las casas es similar. Tal vez fue porque no se encontraba ni tan masificado ni
tan enfocado al comercio. Si tuviera que destacar algo de este lugar diría que
le define la
tranquilidad. Nosotros lo visitamos a primera hora de la
tarde y no había un alma por las calles. Por destacar algo merece la pena
cruzar sus originales puentes de madera, cada uno con el nombre grabado, o relajarse viendo pastar a las vacas. A los
cinéfilos le recordará la película Big Fish.
Y
si queréis comprar algo para comer (pues en Volendam los precios de los
restaurantes me parecieron algo abusivos) tenéis un supermercado justo a la
salida de Marken, cruzando la carretera. Podéis comprar algún bocadillo y cosas
para picar y coméroslo junto al canal de enfrente. Nosotros tuvimos la suerte
de comer con un pato muy simpático que se dejó fotografiar amablemente.
Un último apunte. Marken, antiguamente una isla aunque hoy día es una península, era la localidad protestante de la zona, cuya rivalidad religiosa con Volendam era notoria, pues éstos últimos eran de mayoría católica.
En
conjunto, ambos lugares son muy atractivos visualmente y diferentes a todo lo
que representa Ámsterdam. Pasaréis unos momentos muy agradables y podréis sacar
unas fotos maravillosas. ¿Qué más se puede pedir en unas vacaciones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario