Hoy nos trasladamos a Soria, tierra de grandes poetas
y con un patrimonio arquitectónico muy rico y original. Una tierra llena de
encanto ideal para una escapada de fin de semana donde empaparnos de arte y de
la rica gastronomía castellano-leonense, destacando sus famosos torreznos. ¿Os
animáis?
Voy a mostraros un recorrido sobre todos los rincones
encantadores que posee la ciudad. Aunque está realizado de una manera continua,
lo ideal es separarlo en dos días según los intereses de cada cual por
entretenerse en algunos lugares concretos.
Comenzaremos por la Oficina de Turismo (Plaza Mariano
Granados), donde vamos a recibir información de mapas y horarios. Tras ello podemos
iniciar nuestra ruta por el próximo parque de la Alameda de Cervantes
(aunque todos se refieren a él como la Dehesa). Nos esperan paseos con bóvedas
vegetales y suelos tapizados por hojas en otoño, el famoso quiosco de música
alrededor de un árbol, románticos rincones con fuentes, una gran pradera en su
zona más alta donde tumbarse y observar el cielo azul intenso (aquí están las
famosas letras de SORIA) y una rosaleda, explosión de colores y olores, si vais
en primavera (no fue mi caso).
También existe una pequeña ermita, la de Nuestra
Señora de la Soledad, donde poder ver una imagen de la Virgen con el Cristo
muerto (como curiosidad indicar que esta Virgen sólo tiene tallada la cara y
las manos, pues es una imagen para vestir), así como, tras el altar, el Cristo
crucificado del Humilladero. Originalmente, en el siglo XVI, esta pequeña
estancia era un santuario a la entrada de Soria donde las gentes de los
alrededores rezaban los días que acudían al mercado. Más tarde fue ampliada con
la parte donde se encuentra la Virgen por parte de la poderosa familia de los
Ríos Salcedo.
En un lateral del parque podemos ver el conocido “Rincón
de Bécquer”, que recuperó su esplendor mirando de nuevo hacia las ruinas
del Convento de San Francisco. Esta plaza está dividida en varias zonas que
incluyen una zona de recreo infantil y una fuente de lámina de agua con versos
del poeta que da nombre a la plaza con un efecto de reflejo de las propias
ruinas.
En otro de los laterales del parque vamos a encontrar
el Museo
Numantino (M-S 10-14 y 16-19h. D mañanas), lugar indispensable para
adentrarnos en la historia de la provincia (desde el Paleolítico a la Edad
Moderna), con especial atención a su pasado celtibérico. Multitud de piezas
arqueológicas nos esperan, provenientes de yacimientos como Numancia, Uxama o
Tiermes, tales como cerámicas (de los guerreros o de los toros), esculturas
(Dios Saturno) o fíbulas (destacando la del icónico caballo convertido en
reclamo turístico).
En la planta baja vamos a poder realizar un recorrido
por todas las épocas históricas de Soria, desde la prehistoria hasta la edad
moderna, aunque de las últimas etapas apenas poseen cuatro vitrinas al final
del recorrido.
Las dos plantas superiores contienen lo más destacado
del museo, con piezas provenientes de yacimientos celtíberos como Numancia.
Vamos a poder admirar preciosas vasijas decoradas con motivos animales y
figurados, así como las características fíbulas de metal con la figura del
caballo, elemento esencial en aquella sociedad guerrera.
Desde aquí volvemos a la Plaza Mariano Granados,
atravesamos la plaza Ramón y Cajal y continuamos el recorrido por la calle
Caballeros, dónde encontramos a pocos metros la románica Iglesia San Juan de
Rabanera, que parece una maqueta de lo que sería una iglesia románica tipo.
Su nombre proviene de la procedencia de las gentes que repoblaron Soria a
inicios del siglo XII, Rabanera del Campo. Rodéala, contempla la portada
dedicada a San Nicolás, (tomada de la original iglesia arruinada) y admira su
curioso ábside de doble vano.
Del interior destacar el retablo plateresco de
Francisco de Ágreda y otro barroco con una imagen de un Cristo agonizante. Las
visitas sólo son posibles justo antes o después de las misas (a diario a las
19:00h).
Junto a ella no pasa inadvertido el actual Palacio
de la Diputación (L-V de 8-15h), en cuyo interior merece la pena contemplar
el lienzo de “Los últimos Días de Numancia”, obra de Alejo Vera y Estaca
(1880), en la que nos presenta el momento en el que las tropas de Publio
Cornelio Escipión Emiliano llegaron a la ciudad de Numancia. Dicho lienzo y
otro, conservado en el Museo del Prado de Madrid, son las únicas muestras que
existen hoy en día sobre la conquista de Numancia. El Palacio desde 1971 está
escoltado por una recopilación Estatuas de bronce sobre pedestales de granito (obra
de Federico Coullant-Valera) que representan a ocho relevantes personajes
históricos vinculados a la provincia de Soria: San Martín de Finojosa , Diego
de Lainez, Sor Maria de Agreda , San Pedro de Osma, Alfonso VIII de Castilla ,
Santa Cristina de Osma , El Juglar del Cid y Francisco López de Gomara. Y, en
un lateral, existe un pebetero de fuego perpetuo dedicado a los soldados caídos
en la defensa de Numancia.
Tomando la calle San Juan llegamos a la calle El
Collado, principal arteria peatonal de Soria. Giremos a nuestra izquierda,
parándonos brevemente en la Plaza de Rosel y San Blas, cuya fuente con los
escudos de los 12 linajes de la ciudad es un icono soriano.
Desde aquí, entre los soportales del Collado, duerme y
vive como detenido en el tiempo el Círculo de la Amistad Numancia. También
conocida como la casa de los poetas, se trata de un espacio expositivo dedicado
a los grandes líricos que cantaron a Soria: Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio
Machado y Gerardo Diego. Su palabra, junto a la de otros escritores, nos guía
en un viaje por el tiempo y el espacio para ofrecernos variadas visiones de la
ciudad y de la tierra sorianas. Espacios envolventes y oníricos, audiovisuales
y grabaciones sonoras, objetos manipulables, fotografías, libros y otros
elementos vinculados a los escritores, jalonan un recorrido lúdico y educativo,
una experiencia emocional para sentir y disfrutar la poesía.
Otra excusa para visitar este espacio es admirar los
antiguos salones del edificio, anteriormente casino, como el Salón de los
Espejos, típico lugar de tertulia del siglo XIX. En los soportales junto al
acceso existe una escultura en bronce de Ricardo González, que recuerda la
figura del autor de “Soria Sucedida”, -y otra de Gerardo Diego, sentado en una
mesa, leyendo un libro y tomando café con una silla vacía que invita a los
visitantes a acompañarle.
Ascendamos ahora por la nobiliaria calle Aduana Vieja
salpicada de palacios renacentistas, como el de los Río y Salcedo (Archivo
Histórico provincial. L-V de 9-14h), el de los Castejones (ejemplo del
plateresco civil) o el de los San Clemente, y delimitada con la maciza figura
del edificio del Instituto Antonio Machado, un magnífico ejemplo de
arquitectura jesuítica despojada de adornos. Este lugar fue cátedra para el
poeta sevillano con cuyo nombre le bautizaron (impartió clases de lengua
francesa a estudiantes de bachillerato), y para el santanderino Gerardo Diego.
En el exterior del edificio, junto a la fachada del
Instituto, cabe destacar la presencia de dos esculturas, una en bronce a
tamaño natural que representa al Poeta Antonio Machado sentado en un sillón el
día de su boda, obra de Ricardo González Gil (2010) y que se complementa con la
de Leonor, ubicada en la Plaza Mayor. Y, a unos metros, en la entrada del
edificio, un busto también en bronce sobre monolito de piedra de Pablo
Serrano (1982) que simboliza la figura del poeta, en dimensiones no
naturales, con marcadas facciones y semblante serio.
En unos pocos metros más llegamos hasta la Iglesia
de Santo Domingo (L-D de 8-21h), inconfundible debido a su imponente
fachada occidental. Considerada por muchos como la mejor del románico soriano,
se ha convertido en un auténtico icono de la provincia.
Construida en el siglo XII como una sencilla iglesia
de nave única, luego fue ampliada a finales de esa centuria, configurándose con
las tres naves actuales. La portada y el tramo hasta el crucero se realizó en
estilo románico (en la nave interior veremos arcos ligeramente apuntados que ya
anuncian el gótico), mientras que el crucero y la cabecera sufrieron una
profunda reforma en el siglo XVI, configurándose en estilo tardo-gótico.
La fachada occidental, como indicamos antes, es lo más
notable de este templo, considerándose una de las más bellas del románico
soriano, e incluso, hispano. Tiene influencias francesas, tal vez, por la
nacionalidad de Leonor de Plantagenet, esposa de Alfonso VIII. Ambos fueron los
que ordenaron levantar este templo, apareciendo sedentes en la portada bajo el
rosetón.
La fachada se configura en dos pisos, compuestos por
arcos ciegos, que flanquean una excepcional portada configurada a base de
arquivoltas de medio punto que abrazan un tímpano escultórico. En la parte
superior destaca un precioso rosetón dividido en ocho secciones mediante
columnas y arcos.
La decoración se centra en la portada, donde en los
capiteles y las arquivoltas se realizó una auténtica representación de la
biblia en piedra, con el fin de acercar la religión cristiana a una población,
en su mayoría analfabeta.
En las cuatro arquivoltas de medio punto se
representan, desde el interior hacia afuera, lo siguiente: en la interior los
24 ancianos del Apocalipsis, cada uno de ellos tocando un instrumento musical.
En la segunda la Matanza de los Inocentes, tratado con gran sentido narrativo y
sin escatimarse en dramatismo (fijaos en los ángeles recogiendo las cabezas
cortadas de los niños). En la tercera se narra la infancia de Cristo, donde
podréis ver la Anunciación, la Natividad o la Huida a Egipto, entre otras
escenas. Y, en la última, escenas de la Pasión de Cristo, como el Beso de Judas
o la Crucifixión, casi en la clave.
Los capiteles que sostienen estas arquivoltas narran
escenas del Génesis, distinguiéndose de izquierda a derecha los pasajes de la
separación de las aguas, la Creación de los astros, Creación de Adán y Eva,
Pecado y Expulsión del Paraíso; para concluir con el Ciclo de Caín y Abel.
Y, por último, en el tímpano, aparece representado
Dios Padre bendiciendo. Una característica especial de esta figura es que
aparece con el Niño Jesús en sus rodillas (Trinidad Patérnitas), siendo
uno de los únicos cinco ejemplos donde aparece esta imagen (lo normal es que el
Niño Jesús aparezca sobre las piernas de la Virgen María). Flanqueando la
mandorla donde se encuentra Dios aparecen los cuatro evangelistas
(personificados con sus símbolos animales) y dos figuras (La Virgen María y el
profeta Isaías).
Antes de entrar echad un vistazo a la torre románica, de
planta cuadrada con dos pisos con arcos ciegos sin adornos.
El interior contrasta con la factura románica, pues
sus capillas son claramente renacentistas. A destacar los sepulcros de la
familia de los San Clemente o la capilla mayor, separada del templo por una
verja y que contiene un retablo barroco bajo bóveda de crucería (notar el
contraste con las bóvedas de cañón de la nave central).
Para saber más os dejo el enlace a esta página
especializada.
En el convento anexo viven monjas clarisas, las cuales
realizan sus preciosos cantos a diario a las 9:00 y a las 19:00h. Los domingos
a las 10:30h. Si tenéis oportunidad de pasar por allí a esas horas será una
bonita experiencia que os llevaréis en vuestra mochila viajera.
Regresemos ahora hacia la calle Collado por la calle
Estudios, pues tendremos ocasión de atravesar el Mercado Municipal, en
la plaza Bernardo Robles.
Un poco más adelante, y desviándonos por la calle
Aguirre, llegamos al renacentista Palacio de los Condes de Gómara,
actual palacio de Justicia (no visitable en su interior). La enorme fachada de
líneas puras no está completa acorde a la idea original según la cual iba a ser
mucho mayor ya que, según la leyenda, Felipe II vetó el proyecto inicial para
impedir que el palacio eclipsase al de El Escorial. A destacar los ventanales
coronados por frontones herrerianos, la portada, con un escudo escultórico de
gran belleza, la galería corrida con columnas de estilo toscano y jónico, o la
robusta torre cuadrada y robusta coronada con acróteras. Todo ello nos da una
idea de la abundancia de la familia de los Río y Salcedo, que construyó el
edificio más monumental de la ciudad.
Desde aquí, la manera más sencilla de llegar a la
Plaza Mayor es atravesando el Arco del Cuerno. Plaza monumental donde las
haya, aún conserva parte de la estructura típica de plaza castellana,
rectangular y porticada, al menos en parte y con algunos tradicionales balcones
corridos.
En ella, encontremos varios edificios y monumentos a
destacar: la Casa del Común de los vecinos de Soria, la Casa Consistorial
de los 12 Linajes, el Palacio de la Audiencia (ahora centro cultural),
la Fuente de los Leones, la Torre de Doña Urraca y el románico templo de Nuestra
Señora de la Mayor (A diario en misas 19:30h), eco de alegrías y penas para
Machado, pues en esta iglesia se casó con Leonor y se ofició el funeral de la
misma pocos años después. Una escultura de la musa de Machado se encuentra en la
entrada de esta iglesia recordando tales eventos. Merece la pena visitar su
interior, lleno de riquezas artísticas.
Detrás del Ayuntamiento podemos acercarnos hasta la Iglesia
de Ntra. Señora del Espino (Misas domingos y Festivos 11:30h), patrona de
la ciudad, en cuya fachada exterior puede contemplarse una concha, un bastón y
una calabaza símbolos del peregrino, recordando el paso del Camino de Santiago
de Soria (Castellano – Aragonés). Templo muy reformado debido a un incendio a
mediados del siglo pasado, lo más destacable es la imagen negra de la Virgen
(es copia de la original destruida) y un curioso crucificado con un brazo
caído.
Junto a la iglesia, reposa un viejo olmo convertido en
el símbolo del conocido poema de Antonio Machado “A un Olmo Seco”:
“Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas nuevas le han salido…”
Y en el cementerio de la ciudad, junto al muro de esta
iglesia, descansan los restos de la joven esposa del poeta sevillano, Leonor
Izquierdo.
Una vez admirada la plaza vamos a descender hacia el
río Duero en dirección a las románticas y evocadoras ruinas de San Nicolás.
De este templo románico apenas queda parte de la cabecera, algo del muro sur y
los basamentos de la torre. En 1858, dado el mal estado del templo, se desmontó
la techumbre y se llevó el retablo del altar mayor a la iglesia del Hospital y
ex convento de San Francisco. Finalmente, en 1908 su portada principal fue
trasladada a la fachada de San Juan de Rabanera. A destacar los restos de
pinturas murales proto-góticas en una de sus capillas, aludiendo al asesinato
del arzobispo de Canterbury, Santo Tomás Becket.
Y un poco más adelante encontraremos la concatedral
de San Pedro. La eterna aspirante a templo catedralicio esconde, tras su
austero exterior, un bello interior gótico, decorado con hermosos retablos, y
un claustro anejo, exponente purista del románico internacional, con bellos capiteles
y columnas decoradas. Aquí se venera a San Saturio, patrón de la ciudad (actualmente
está cerrado pro obras. L-S de 18:30-19:30h).
Atravesando el río por el puente de piedra medieval
llegaremos, girando a la izquierda, al antiguo Monasterio de los
hospitalarios de San Juan de Duero (L-S de 10-14 y 16-19h. D mañanas).
Posee un claustro que comprime en su geometría un compendio de estilos
medievales y una sinfonía de movimiento en piedra. Si nos fijamos podemos
apreciar trazas del románico más puro, arcos apuntados tendentes a la
herradura, sin olvidar las evidentes huellas bizantinas y árabes. Los
chaflanes, con clara influencia árabe, están rematados con arcos califales. Originalmente
estaba cubierto con un techo de madera que, en el pasado, se quemó.
El aparentemente sencillo templo, de trazas románicas
y con sólo una nave, posee la singularidad de conservar dos templetes
orientalizantes decorados con bellísimos capiteles que parecen flotar en la
penumbra del interior. La razón de ser de estos dos templetes se atribuye al
tipo de ritual cristiano que realizaron los moradores originales, por lo que
perviviría de base para sostener una gran tela que haría las veces de
iconostásis. No dejéis de fijaos en los capiteles decorados con escenas
bíblicas (degollación de San Juan Bautista o Natividad de Jesús) y seres
fantásticos.
Muy cerca os recomiendo visitar el conjunto
escultórico de Gustavo Adolfo Bécquer. Levantado el año 2021, conmemorando
los 150 años de la muerte del poeta, está compuesto por una escultura de cuerpo
entero (idealizada) de Gustavo Adolfo Bécquer adulto, basado en el dibujo que
realizó sobre él su hermano Valeriano Bécquer, con la vestimenta propia del S.
XIX. Está sentado sobre un tronco caído, donde existe un espacio para
acompañarlo (cuidado de no estropearle el sombrero). Y en el camino que se abre
justo a su espalda se encuentra el llamado cementerio templario, una
recreación literaria (no histórica) que es homenaje a la leyenda “El Monte de
las Ánimas”. Este rincón posee 10 estelas funerarias que reproducen otras
tantas reales y una cruz de mármol que simboliza la tumba de los protagonistas
de la leyenda, Alonso y Beatriz.
Regresando al puente medieval y siguiendo el cauce del
río (dejándolo a nuestra derecha y caminando por una pasarela) vamos a
encontrarnos con dos espacios mágicos asomados a las aguas del Duero. Primero
con el monasterio de tradición templaria de San Polo, que en el pasado
fue cobijo de estos monjes guerreros y de los seres fantásticos surgidos de la
mente de Bécquer.
Templarios y Hospitalarios de San Juan de Duero eran
las dos órdenes militares que defendían el acceso principal a la ciudad. El
templo data de finales del siglo XII, siendo la parte más antigua el claustro,
del que apenas se conserva una puerta con arco de medio punto y dos sencillas
arquivoltas. La iglesia, de la que sólo se conserva parte, es de una sola nave,
posee arcos apuntados y bóveda de crucería que nos dan pistas sobre su
construcción tardía. En el interior hay un manantial, estelas medievales y una
leyenda que indica que el “Cristo Cillerero” de la cruz de gajos que hay en San
Juan de Rabanera estuvo en San Polo cuanto éste era templario (cuando visité el
lugar sólo se podía pasear por el exterior).
El lugar tiene una belleza romántica debido a que la
vegetación cubre gran parte de las paredes de la ermita. Por ello no nos
sorprende que inspirara la pluma de poetas tan grandes como Antonio Machado,
Gerardo Diego o Gustavo Adolfo Bécquer, quien situó en este entorno dos de sus
famosas leyendas de misterio, “El Rayo de Luna” y “El Monte de las Ánimas”.
El arco abierto bajo su templo es una puerta a uno de
los recorridos más románticos de la geografía soriana: el paseo hasta la
ermita de San Saturio, nuestro último destino.
Cuenta la tradición que en el siglo VI el noble
soriano Saturio tras fallecer sus padres, repartió sus riquezas entre los
pobres y marchó a vivir a unas cuevas junto al Duero. Allí en un sobrio y
místico oratorio, en honor a San Miguel Arcángel, viviría durante treinta años
de forma eremítica. Los primeros datos que dejan constancia de la existencia de
un oratorio de San Miguel que luego pasó a llamarse San Saturio, datan del año
1148. La devoción hacia el eremita, al que se le atribuyeron varios milagros creció
hasta el punto de construir la ermita en su honor y nombrarlo patrón de la
ciudad, por aclamación popular en 1628. Entre los milagros que están en su
haber destaca la ayuda a un joven llamado Pruedencio, al que ayudó con su capa
a cruzar el río para llegar a su lugar de retiro, llegando totalmente seco.
El conjunto está formado por unas grutas naturales
sobre las que se construyó un edificio dedicado a uso religioso. Existen
diferentes salas, como la del Cabildo de los Heros, con una imagen del santo
con predicamento entre las personas con problemas para andar, la sala de la
Vivienda del Santero, recreando la vida eremita, la Sacristía, con una talla
gótica de un Cristo crucificado, la Capilla de San Miguel, con una talla de
Santa Ana y una vidriera que narra otro milagro del santo, cuando salvó a un
niño que se cayó por la ventana de ese lugar, y, por supuesto, la iglesia, de
planta central octogonal con altar barroco y bóveda y paredes decoradas con
frescos que narran pasajes de la vida del Santo.
Este lugar fue inmortalizado, cantado y sublimado por
la pluma de Machado:
«… He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio…».
En el camino descrito por Machado y que hemo seguido
fielmente podremos observar, a un lado, el Puente de Hierro, estructura hoy
en día en desuso que data del año 1929 y por donde atravesaba la antigua línea
de ferrocarril. Y, al otro lado del cauce, existe un bello paseo plagado de
estatuas que nos volverá a llevar a la ciudad.
No obstante, si aún tenéis suficientes fuerzas, podéis
dirigir vuestros pasos, para terminar la jornada, hasta el Parque del
Castillo. Situado en el cerro del mismo nombre, es un mirador ideal de la
ciudad y posee las ruinas románticas de la antigua fortaleza. En este parque se
encuentra el Parador Nacional Antonio Machado y una original galería expositiva
en el antiguo depósito de aguas.
Para tener toda la información actualizada respecto a
monumentos y horarios os dejo un par de enlaces:
https://www.turismosoria.es/que-ver/monumentos/
https://www.turismosoria.es/folletos/horarios-monumentos.pdf
¿Os parece poca cosa para un fin de semana? Pues os
voy a recomendar tres salidas muy próximas a la ciudad que os pueden servir
para complementar este viaje.
En primer lugar, como no podía ser de otro modo,
debéis visitar el Yacimiento arqueológico de Numancia. Símbolo de la
resistencia a ultranza de los celtíberos contra el imperio romano, paseando
entre sus ruinas podremos hacernos una idea de cómo vivían aquellas gentes,
cómo fue su epopeya ante un enemigo infinitamente superior y su trágico final.
Luego, los romanos edificarían una nueva ciudad con sus innovaciones de
ingeniería urbana, pudiendo encontrar calles, termas y nuevas casas más
grandes.
Os dejo su Web para consultar horarios y poder
reservar entradas: https://entradas.numanciaonline.es/
Y si deseáis más información sobre lo que os vais a
encontrar os dejo esta web: https://numanciasoria.es/
En segundo lugar, os recomendaría visitar la Villa
romana La Dehesa. Se trata de una amplia mansión (4.000m2)
construida en el siglo IV, cuando los más ricos decidieron marcharse de las
ciudades para pagar menos impuestos. Posee más de treinta habitaciones,
presentando la mayoría suelos magníficamente pavimentados con mosaicos
teselados decorados con múltiples motivos geométricos realizados con piezas de
diversos colores, que muestran la suntuosidad con la que se construyó el
edificio. En muchos de ellos aparece un monograma que nos proporciona el nombre
del dueño, un tal Irrico. Un nombre de tradición celtíbera, por cierto.
Para conocer toda la información y horarios os dejo su
web: https://www.villaromanaladehesa.es/
Por último, realizando un itinerario cronológico, os
recomiendo acercaros al pequeño y encantador pueblo medieval de Calatañazor.
Una villa que ha logrado mantener la esencia del medievo en sus casas y que
dispone hasta de un castillo en ruinas visitable.
En los siguientes meses iré colgando información de
cada uno de estos tres lugares de manera más pormenorizada.
Hasta la próxima
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