Con este artículo voy a empezar una
sección particular dentro de las mentiras históricas, el de explicar el posible
origen de algunas historias descabelladas que circulan entre la sociedad como
si fueran ciertas. En efecto, vamos a desmontar leyendas urbanas.
En este primer capítulo voy a referirme a
una de las más famosas que existen en la ciudad norteamericana de New York,
aunque su éxito ha logrado que se expanda por otros lugares del mundo. Seguro
que alguna vez habéis oído la existencia de cocodrilos en las alcantarillas de
Nueva York. ¿Os interesa saber algo más sobre el tema?
Puesto que este es el primer capítulo de
esta serie, voy a describir brevemente lo que significa una leyenda urbana.
Y, para ello, voy a recordar las palabras del folclorista estadounidense
Richard Dorson, quién realizó esta acertada definición: “una historia que
nunca ha sucedido, contada como si fuera cierta”.
En efecto, se trata de una historia,
muchas veces con moraleja de fondo, muy relacionada con teorías de
conspiración, que suele tener algún elemento real que se tergiversa, se
magnifica y se tuerce de tal forma con el boca a boca, que termina
convirtiéndose en un relato fantástico. Las más exitosas tienen distintas
versiones y podemos rastrearlas a lo largo del tiempo muchos años y siglos
atrás. Ello se debe a que responden a miedos irracionales del ser humano que
siempre nos acompañan.
Empecemos a desarrollar la leyenda urbana
de hoy: monstruos en las alcantarillas.
¿Qué nos dice esta leyenda urbana?
La versión más famosa de esta leyenda
urbana apareció a finales de la década de 1950 en la ciudad de Nueva York.
Según se pensaba entonces, la moda de tener en casa animales exóticos había
provocado un problema importante en la ciudad. Muchos turistas que visitaban Florida
solían traer pequeños caimanes como recuerdo. Ahora bien, cuando empezaban a
crecer, estos animales salvajes se volvían grandes e indomables, razón por la
cual los asustados dueños se deshacían de ellos tirándolos por el inodoro.
Tom Otterness creó esta composición (Life underground) en el metro neoyorkino en 2001
Algunos de estos caimanes lograron
sobrevivir en el alcantarillado, alimentándose de ratas y basura. Se reprodujeron
y crearon una nueva raza de cocodrilos albinos adaptados a la oscuridad del
medio donde se encontraban.
¿De dónde surgió esta leyenda urbana?
En 1959 el periodista Robert Daley
escribió un ensayo sobre historias del alcantarillado de Nueva York, en donde
reproducía testimonios de personas entendidas en el tema. Una de ellas era
Teddy May.
Teddy May trabajando en las cloacas. Su expresión no inspira mucha confianza
Este simple capataz, autodenominado superintendente
del sistema de alcantarillado, fue quién comenzó a contar la posibilidad de
existencia de cocodrilos en las alcantarillas desde hacía décadas. Las primeras
noticias las tuvo en 1935 y, tras la sorpresa inicial, decidió investigar.
Encontró colonias enteras de caimanes que vivían en el subsuelo, lo que podía
suponer una gran amenaza. Ni corto ni perezoso organizó una misión para limpiar
el alcantarillado de tan peligrosa amenaza. Por medio del uso del veneno y de
armas de fuego logró limpiar los túneles.
El relato de May era claramente falso,
pero bebía de ciertos rumores que circulaban en aquella época sobre la
posibilidad de cocodrilos en las alcantarillas. La inclusión de este relato en
el libro de Daley contribuyó a difundir la leyenda urbana de manera
exponencial.
El siguiente hito lo tenemos en 1963,
cuando Thomas Pynchon escribió su novela V. El autor imaginó un equipo especial
de operaciones, denominado Alligator Patrol, dedicado a combatir peligrosos
reptiles en el alcantarillado de Nueva York.
Desde entonces la leyenda caló entre la
sociedad, expandiéndose a otros estados de Norteamérica y a otros países del
mundo, como Italia (Florencia, 1966) o Canadá (cambiando caimanes por
peligrosos gatos salvajes).
Toda leyenda urbana tiene un sustrato
real
En este caso podemos nombrar la noticia real
del 9 de febrero de 1935, cuando en East Harlem dos jóvenes italoamericanos que
jugaban cerca de una cloaca dieron muerte a un caimán medio congelado de unos
dos metros de longitud.
Buceando por los archivos podemos
encontrar algún otro caso aislado similar, aunque en ningún caso relacionado
con el alcantarillado. Todos los escasos avistamientos (un total de seis) se
produjeron en espacios abiertos.
Ahora bien, todos estos casos eran del
todo excepcionales y, de ningún modo, justificaban la existencia de colonias
gigantescas de reptiles en las alcantarillas.
Toda leyenda urbana tiene su teoría
de la conspiración
John T. Flaherty fue el responsable del
alcantarillado de Nueva York durante casi treinta años. Y, debido a la multitud
de cartas que recibió respecto a la posibilidad de la existencia de cocodrilos
en las alcantarillas, se vio en la necesidad de manifestar que tal posibilidad
era imposible.
Según indicó de forma categórica, ni él ni
ningún empleado de la oficina municipal habían visto jamás un cocodrilo en las
alcantarillas. Entre otras cosas porque en aquel ambiente no existía
posibilidad alguna de vida para esos reptiles.
Por supuesto, los más descreídos pensaron
que se trataba de una conspiración gubernamental para ocultar los numerosos
casos de desapariciones en Nueva York.
Toda leyenda urbana se centra en
algún miedo irracional
Existe un miedo profundo en el ser humano
respecto a ese mundo subterráneo que puede existir bajo nuestros pies. Un mundo
oscuro, misterioso, poblado por desconocidos seres que se encuentra con un
acceso directo a todas nuestras casas a través de los desagües.
Existe toda una fascinación insana
respecto al alcantarillado subterráneo, una especie de Hades misterioso que
podría lanzarnos su insalubridad a través de este sistema laberíntico de
cloacas. No es casualidad que el infierno cristiano se imagine en el subsuelo,
o que el Hades griego se llamara también inframundo.
¿Existen precedentes de esta leyenda
urbana en la antigüedad?
En efecto. El más próximo lo tenemos a
mediados del siglo XIX, cuando los periódicos británicos recogieron la noticia
de la existencia de peligrosos jabalíes salvajes que habían colonizado las
alcantarillas. El caso es muy similar al del otro lado del Atlántico, pues
parte, igualmente, del relato de algunos supuestos testigos presenciales. En este
caso de los toshers: personas que removían el fango del alcantarillado en busca
de objetos de valor que vender.
Otro más lejano nos remite al Imperio
romano. Claudio Eliano nos habla de un caso similar en su tratado Sobre la naturaleza
de los animales. Eliano recoge un rumor proveniente de la antigua ciudad de
Dicearchia (Pozzuoli), en donde sus habitantes tuvieron que hacer frente a un
pulpo de dimensiones gigantescas, el cual había remontado los desagües y
saqueado un almacén donde se conservaba pescado en salmuera. Esto lo
descubrieron después de hacer guardia dentro del almacén una noche entera, pues
no se explicaban como nadie podía haber saqueado el almacén sin romper puertas
o ventanas.
La sorpresa de aquellos romanos debió ser
mayúscula cuando vieron salir del desagüe a aquella bestia y abalanzarse contra
el pescado. Armados con espadas en previsión de lo que pudieran encontrarse,
lograron dar muerte a la bestia.
Una historia similar la anotó Plinio el
Viejo, aunque cambiando la localidad a Carteia, cerca del actual Gibraltar. Lo
que evidencia que en la antigüedad romana también existía un rumor similar al
actual sobre caimanes.
Es lógico. Ambas sociedades tenemos
alcantarillado. Una condición imprescindible para la existencia de esta leyenda
urbana.
Conclusión
Aunque resulte tentadora la idea de la
existencia de monstruos en la laberíntica red de alcantarillado que recorre el
subsuelo de nuestras ciudades, la posibilidad que un organismo vivo se adapte y
sobreviva en esas circunstancias (insalubres) es casi imposible.
Es cierto que de la taza del inodoro han
salido, en algunos lugares, serpientes de pequeño tamaño. Pero son casos muy
aislados y perfectamente explicables que no pueden generar semejantes leyendas
urbanas como la que nació en Nueva York.
Una leyenda urbana que se repite cada
cierto tiempo en otros lugares. Uno de los últimos Bolonia en 2017. Una simple
inocentada que causó terror debido a la difusión de un vídeo fake.
Hasta la próxima
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