Aunque tiene muchos detractores, uno de los test que se siguen utilizando en las graduaciones de óptica es el llamado bicromático. Consiste en la presentación de unas letras negras sobre un fondo doble de dos colores: rojo y verde.
El objetivo de este test es
el de afinar la esfera en las graduaciones y la mala fama que posee entre los
optometristas es por la subjetividad tan grande de las respuestas (al título me
refiero). No obstante, hoy no vamos a dedicarnos a nombrar los pros y los
contras de tal test, sino a explicar su base científica.
Os aseguro que tanto a
profesionales como a profanos os interesará.
Vamos a empezar por el
principio: la visión humana.
Una manera simplificada de
explicar la visión del ojo humano es pensar que el ojo funciona como una cámara
fotográfica. Las imágenes del exterior, tras pasar una serie de lentes en el
interior del ojo, se enfocan en la retina. Es decir, los rayos de luz que provienen
de los objetos atraviesan nuestros ojos hasta llegar a la retina, que es la
parte sensible que permite poder observar lo que nos rodea. Y las culpables de
ese enfoque concreto en la retina son las diversas lentes “ópticas” con las que
cuentan nuestros ojos, principalmente córnea y cristalino.
Esta explicación de la visión
(considerar al ojo un instrumento óptico sujeto a las leyes de la física) fue
proporcionada por Kepler a inicios del siglo XVII. Por supuesto, el proceso de
visión no termina en la retina, sino en el cerebro, que es el encargado de
interpretar tales imágenes. Pero parafraseando a Kepler: “I say that vision occurs when the image of the whole hemisphere of the
world that is before the eye is fixed on the reddish white concave surface of
the retina. How the image or picture is composed by visual spirits that reside
in the retina and the optic nerve, and whether it is made to appear before the
soul or the tribunal of the visual faculty by a spirit within the hollows of
the brain or whether the visual faculty like a magistrate sent by the soul goes
forth from the administrative chamber of the brain into the optic nerve and the
retina to meet the image, as though descending to a lower court – this I leave
to be disputed by the physicists. (Johannes Keppler (1604) as translated by Lindberg DC. Al Hazen’s Theory of vision and its reception in the West)”.
La traducción sería algo así:
“Yo digo que la visión se produce cuando la imagen de todo el hemisferio del mundo que
está delante del ojo se fija en la
superficie cóncava blanca rojiza de la retina.
Como la imagen o
la imagen está compuesta por
espíritus visuales que residen
en la retina y el nervio óptico, y si se hace aparecer ante
el alma o el tribunal de la
facultad visual por un espíritu dentro de las cavidades del cerebro o si la visual
facultad como un magistrado
enviado por el alma sale de la sala
administrativa del cerebro en el
nervio óptico y la retina para
cumplir con la imagen, como si desciende
a un tribunal inferior -. esto lo dejo a ser disputado
por los físicos”.
Hoy no toca adentrarse en lo
que ocurre “por detrás de los ojos”.
Y aunque resulta muy evidente
y práctica la teoría, tanta simplificación nos lleva a no tener en cuenta
ciertos factores muy importantes para la visión. Uno de los más importantes, la refracción
y otro la visión de los colores.
Podemos definir la refracción como el fenómeno por el cual
los rayos de luz varían su dirección al atravesar medios con distintos índices.
Podemos observar este fenómeno óptico fácilmente si sumergimos un lápiz en un
vaso de agua. Si miramos el lápiz a través del vaso parece que se encuentra
quebrado. En sí, la refracción de la luz, llevada al extremo, es la causante de
los espejismos.
Por simplificar la
explicación de la refracción diremos que la luz, formada por ondas
electromagnéticas, al traspasar medios de distinta densidad, sufre un retroceso
en su velocidad de propagación. Por ello la imagen resultante no se encuentra
donde debiera. El rayo de luz sufre tanto un cambio de velocidad como de
dirección.
Ahora bien, el rayo de luz
(blanco) está formado por el conjunto de colores
que el ojo humano es capaz de captar. Y cada color se diferencia de los demás
por la longitud de onda (distancia que recorre una onda en un determinado
intervalo de tiempo). Resumiendo, que cuando un rayo de luz atraviesa un
objeto, tal como una lente, se produce el fenómeno conocido como dispersión de la luz: cada color tiene
una trayectoria de desviación diferente al sufrir la refracción.
Este fenómeno fue advertido
por primera vez por Sir Isaac Newton en 1666 al hacer pasar un rayo de luz a
través de un prisma. Newton denominó espectro a la franja
ordenada de colores desde el violeta hasta el rojo. Y para comprobar que no se
trataba de un efecto provocado por una imperfección del vidrio colocó otro
prisma, esta vez invertido, para hacer pasar esa franja de colores a través de
él. Y comprobó, para su sorpresa, que volvía a formarse un rayo de luz blanca.
Por tanto, desde ese momento sabemos que la luz está compuesta por la gama
total de colores.
Algunos ya habréis intuido
cual es el problema al que nos lleva todo lo anterior en lo referente a la visión. Si la luz, al
atravesar medios de distintas densidades, se refracta de distinta manera para
cada color, entonces, a la retina, tras pasar medios oculares con distintas
densidades, no podrán llegar todos los colores a un mismo y único punto.
En efecto, al igual que las
lentes de nuestras gafas tienen ese molesto efecto de la dispersión luminosa,
los medios oculares de nuestro ojo sufren de la denominada aberración
cromática. ¿Por qué entonces vemos las imágenes de nuestro alrededor enfocadas
con sus colores correctos si existe tal desviación?
Básicamente, la desviación de
cada color es tan sumamente pequeña que nuestro sistema visual obvia el
desenfoque producido por los colores que quedan algo por delante y por detrás
de nuestra retina.
Ahora bien, nuestro ojo,
independientemente de la graduación que tengamos, siempre se comportará igual:
enfocará los colores amarillos (centrales en el espectro) en torno a la retina,
quedando los verdes (menor longitud de onda = mayor refracción) por delante y
los rojos (mayor longitud de onda = menor refracción) por detrás.
Y gracias a esta característica
física inherente a nuestro sistema visual se ideó un test para poder
diagnosticar la graduación ocular.
El test bicromático, como
hemos indicado antes, consiste en un test con optotipos (letras a distintas
escalas) donde el fondo está dividido en dos campos bien diferenciados; a la
derecha del paciente tenemos un fondo rojo y a su izquierda verde.
Muchas personas piensan que
este test sirve para discriminar algún tipo de anomalía a los colores, por lo
que suelen advertirte, al ponérselo, que ellos ven todos los colores
correctamente. O que no pueden hacerlo porque son daltónicos. Tanto en un caso
como en otro el test es válido pues no tiene por objeto ver los colores en sí,
sino las letras de cada fondo y compararlas mutuamente.
Una vez presentado este test
pueden existir varias respuestas posibles:
-
El paciente no nota diferencia alguna. Es el caso de las personas emétropes (no tienen
graduación alguna) o los miopes o hipermétropes correctamente compensados. La
imagen de las letras se forma en la retina y la desviación del rojo y el verde,
al ser igual, pasa desapercibida.
-
El paciente ve mejor las letras sobre fondo rojo. En un miope la imagen de los objetos queda enfocada
por delante de la
retina. Ambos puntos focales, verde y rojo, quedan enfocados
por delante de la retina.
Pero como el verde enfoca antes que el rojo, éste último
estará más próximo a la
retina. Todas las personas miopes o que necesiten aumentar su
graduación de miopía (lentes negativas) verán mejor las letras de fondo rojo que
las de fondo verde.
-
El paciente ve mejor las letras sobre fondo verde. En el caso de un hipermétrope la imagen de los
objetos queda enfocada por detrás de la retina. Ambos puntos
focales, verde y rojo, quedan enfocados por detrás de la retina. Pero como el
verde enfoca antes que el rojo, el primero estará más próximo a la retina. Todas las
personas hipermétropes o que necesiten aumentar su graduación de hipermetropía
(lentes positivas) verán mejor las letras de fondo verde que las de fondo rojo.
El test bicromático forma
parte de los diferentes test utilizados por los optometristas para realizar la
graduación de la vista. Su
uso se circunscribe a la parte final de la batería de test utilizados, justo
cuando estamos afinando la graduación, pues no tiene sentido alguno hacer este
test antes.
Gracias al test bicromático
podremos descubrir si a un miope le hemos corregido correctamente (ve igual),
nos hemos quedado cortos (ve mejor en rojo = hipocorregido, necesita más
negativos) o nos hemos pasado (ve mejor en verde, hipercorregido, necesita
menos negativos). Igualmente descubriremos una hipercorrección en
hipermetropías (ve mejor en rojo) o una hipocorrección (ve mejor en verde).
Ahora bien, este test de
visión no tiene una efectividad del 100%, entre otras cosas, porque es
tremendamente subjetivo. La percepción de cada persona puede llevarnos a engaño
y su acomodación, variando la distancia focal, puede jugarnos malas pasadas.
Por ello, muchos optometristas han dejado de utilizarlo.
En mi opinión, este test
resulta válido en muchos casos, mientras que en otros es totalmente ineficaz,
bien sea porque los pacientes no entienden lo que se les pide, bien porque no
pueden discriminar diferencia alguna. Pero ello no es óbice para descartarlo
por completo. Mi consejo es utilizarlo en el ajuste final de la graduación,
valorando su utilidad según las respuestas que nos den los pacientes. Y, por
supuesto, no fiarnos única y exclusivamente de él para obtener la graduación
final. Debe utilizarse como un complemento más de la graduación, a la que
sumaremos otras pruebas que aquí no vienen al caso.
Y para que este test sea
comprensible a los pacientes debemos decirles la “fórmula mágica”, las palabras exactas con las que conseguiremos la
respuesta que deseamos:
“Ante el test que le voy a presentar a continuación quiero que me diga
si existe alguna diferencia de nitidez entre las letras de ambos fondos. ¿Ve
mejor (más nítidas o brillantes) las letras que están en el fondo de la derecha
o de la izquierda “.
Es importante no nombrar
ningún color en concreto para que los pacientes no se centren en el color, sino
en las letras, que es lo que nos interesa a nosotros.
Para terminar, un par de perlas fruto de la experiencia.
Este Test bicromático tiene una segunda utilidad no siempre conocida por todos los optometristas. Se trata de realizarlo en visión próxima a los pacientes, a la distancia de móvil. Si el paciente prefiere las letras que se sitúan sobre fondo rojo podría estar indicándonos que puede existir un exceso de acomodación. Aunque es una prueba insuficiente para concluir tal cosa, nos dará la pista sobre lo que tenemos que analizar. Un problema, el exceso de acomodación, bastante frecuente en la sociedad digital actual y que en ningún caso debemos compensar con lentes negativas, pues agravaremos el problema visual.
Y, por último, un comentario
sobre el título del artículo. Algunas personas confunden los colores del test
bicromático y nos indican que ven mejor las letras del fondo azul o del fondo
naranja. Muchos ópticos pensamos que estamos ante un problema de daltonismo,
pero puede que no sea simplemente eso. Puede que nuestro paciente sufra
diabetes o cataratas. ¡Y en la mayoría de los casos no lo saben! Por tanto, cuando alguien no vea correctamente
los colores del test bicromático tengamos en cuenta que puede sufrir algo más
que un simple problema de visión incorrecta de los colores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario