Cuando comencé a trabajar en
el mundo de la Óptica, allá por 1998, esta era una de las frases que más
escuchaba por parte de los pacientes. Se extrañaban que su miopía siguiera
subiendo a pesar de tener cumplidos 25 años.
Esta afirmación tan
categórica, y sumamente falsa, se basa en la idea de que la miopía se producía
por agentes ambientales. En concreto, por los largos periodos de estudio en
cerca de los universitarios. Los oftalmólogos de la “vieja escuela” eran los
más proclives a adoctrinar a sus pacientes en esta idea. E incluso algún
compañero óptico también parecía poseído por esta absurda idea. No obstante, no
siempre fue este pensamiento el dominante. Repasemos brevemente cuales han sido
las principales teorías que han intentado explicar las causas de la miopía.
Inicialmente, la miopía se
explicaba según teorías hereditarias. Unos genes provocaban la miopía en las
personas portadoras de ellos. Y dada la rápida evolución de la misma en el
interior de las sociedades, estos genes debían tener un factor dominante. La
sola presencia de uno de ellos determinaba la presencia de miopía.
Y esta teoría, siendo la
primera de todas, tuvo un gran recorrido y predicamento. El libro “El uso de
anteojos” de D. Benito Daza Valdés es un clásico dentro del mundo de la Óptica. En el prólogo
de una reedición publicada el siglo pasado podemos leer lo siguiente:
“Al principio se usaban tan sólo los vidrios convexos para combatir la
presbicia o vista cansada, pero más tarde se pensó en el empleo de los cóncavos
para combatir la miopía o cortedad de vista. Esto último ocurrió ya hacia la
mitad del siglo XVI. Uno de los primeros documentos artísticos probatorios del
uso de vidrios cóncavos es el del Papa León X, que era fuertemente miope (como
casi todos los Médici, familia en la cual la miopía era hereditaria), pintado
por Rafael Sancio de Urbino entre 1517 y 1519, y que existe en el Palacio de
Florencia”.
Esta teoría fue rápidamente
rebatida por la investigación moderna. No cuadraban varias cosas. En primer
lugar, se descubrieron poblaciones nómadas esquimales en Alaska donde no
existían miopes. Pero que tras su sedentarización y alfabetización empezaron a
producirse casos de miopes en su seno en las siguientes generaciones. Igualmente,
se conocían casos de padres hipermétropes e hijos miopes. Y de padres miopes e
hijos hipermétropes.
Los científicos descubrieron,
mediante varios experimentos, que la miopía se asociaba con ciertas tareas
desarrolladas en ambientes cerrados. Young demostró que los simios encerrados
en cúpulas desarrollaban miopía en un alto porcentaje. Estudios militares
mostraron que la tripulación de los submarinos se miopizaban tras largas
inmersiones. Y, finalmente, la vinculación que hizo Javal, en 1905, entre la
miopía y la lectura se hizo dogma. De hecho, era muy evidente, al comparar
sociedades desarrolladas y subdesarrolladas, la mayor demanda y porte de lentes
cóncavas para miopes.
La nueva teoría sobre la
causa de la miopía fue entonces el ambiente. Las personas que pasaban muchas
horas en trabajos que exigían distancias de lectura muy cortas generaban una
miopía como efecto secundario. El proceso sería el siguiente: el trabajo en
distancia corta provocaría un estiramiento de la parte posterior de la esclerótica
debido al uso continuado de la acomodación. La acomodación continuada tendría
diversos efectos tendentes a aumentar la longitud axial del ojo, y, por tanto,
a generar miopía. Por otro lado, varios experimentos en animales han demostrado
una tendencia innata del ojo a la emetropización (estado “ideal” del ojo donde
no es necesario el uso de la acomodación para ver). Por tanto, un exceso de
trabajo en cerca provoca imágenes borrosas en la retina. El ojo, para
compensarlas, alargaría su tamaño, convirtiéndose en miope. Es la conocida
“emetropización en cerca”, aunque su extrapolación a humanos es más que
discutida.
Por este motivo, la miopía se
asoció principalmente al período universitario, donde la carga de estudio en
distancia próxima era mayor. Como sobre los 25 años se terminaban los estudios,
pues se entendía que la miopía terminaba su progresión. El hecho de que
siguiera subiendo en personas mayores de 25 años se explicó, posteriormente,
por el hecho de los nuevos hábitos laborales, esencialmente el extendido
trabajo con pantallas de ordenador.
No obstante, esta
explicación, con ser más aproximada a la hereditaria, tampoco explicaba ciertos
casos. Por ejemplo, porqué no todo el mundo que estudiaba Medicina (caso de
carrera universitaria con alta carga en cerca) se volvía miope. O porqué
aparecían miopes en carreras con poca carga de lectura, como las del INEF.
Igualmente, personas con el mismo trabajo con ordenadores no desarrollan
miopías análogas.
La solución fue unir ambas
teorías en una unificada, algo que suele ocurrir frecuentemente cuando los
científicos no saben dar una respuesta acertada a algún planteamiento teórico.
Con todo, hasta hoy, es lo mejor que tenemos.
La miopía, según esta teoría,
se produciría por una combinación de genes y ambiente. Por tanto, las personas
que tienen ambientes similares, generarán miopía si tienen una predisposición
genética para ello. Es decir, si tenemos un sujeto propenso a sufrir, por su
genética, exceso de acomodación (una causa frecuente de miopía) y le introducimos
en un ambiente con alta carga de lectura, desarrollará miopía en cuantía mayor
que una persona en cuya genética no está presente esa tendencia al exceso de
acomodación.
Ahora bien, ignoramos que
factores tienen más o menos responsabilidad en la generación final de la miopía. Y, lo cierto, es
que apenas estamos conociendo las causas que provocan los errores refractivos.
Tan sólo tenemos ciertas consecuencias demostradas en la práctica clínica.
Los hijos de padres miopes
tienen mayor propensión a generar miopía, pues existe cierto componente
genético que determina, entre otras muchas cosas, el tamaño de nuestro globo
ocular. Y si tenemos ojos muy largos, en el eje antero-posterior, tendremos
miopía. En 2011 apareció la noticia que científicos de la Universidad de
Ben-Gurion (Néguev, Israel) habían identificado un gen que causaba una miopía
severa de inicio temprano. Era el gen llamado LEPREL1. Y en 2013 apareció la
noticia de que un grupo de científicos internacionales dirigidos por el “Kings College”
de Londres habían identificado hasta 24 genes responsables de la miopía. Aunque esto
no sirve para explicar todos los casos de miopía, si es un primer paso. Y
confirma la relación miopía y genes de forma fehaciente.
Respecto a los factores ambientales,
aunque existen muchos detractores que explican la mayor incidencia de la miopía
mundial por las mayores revisiones ópticas que nos hacemos hoy día, lo cierto
es que diversos estudios coinciden en señalar que existe una relación
importante entre la miopía y las actividades en espacios reducidos. El último
que he podido consultar fue realizado por la Fundación Rementería
en 2013. Aunque ya en el año 2008, un estudio australiano mostró menor
prevalencia a la miopía en estudiantes que pasan más tiempo al aire libre.
En esta línea de
investigación, Ian Morgan sostiene que la miopía no se produciría por los
genes, ni por un exceso de actividades realizadas en distancias cortas (como
leer, trabajo con ordenador…), sino por la falta de exposición a la luz solar.
Según su teoría, la luz solar estimula la producción de dopamina, una sustancia
química que frenaría el alargamiento excesivo del ojo en miopes.
No obstante, también pudiera
ser que pasar más tiempo al aire libre potenciara la visión lejana y ello fuera
causa de menor miopía. Como vemos, aún nos queda mucho por investigar y
descubrir respecto a la miopía.
Existen muchos tipos de
miopías diferentes (este post no es el lugar más adecuado para enumerarlas) y
algunos remedios con los que podemos evitar que su progresión sea exponencial
con los años. En el próximo artículo os mostraré que métodos utilizo y aconsejo
a mis pacientes para intentar detener la progresión de la miopía. Os advierto que
no se trata de nada nuevo ni mágico, pero seguro que os resultará interesante.
FUENTES:
Furlan, W et al: Fundamentos
de optometría: refracción ocular. 2000
Martín Mocorrea: Actualización
sobre miopía infantil y su progresión. www.intramed.net
Morgan, I.: Myopia. Revista
The Lancet. Volume 379.
Villa Collar, César: ¿Dónde
está la Miopía?. Suplemento Revista Gaceta Optica Nº296
Kanski, Jack J.: Oftalmología
clínica, 5ª edición, 2004
Noticia europapress.es:
“Identifican el gen que causa la miopía”.
Soy miope -7, detectada a los 6 años tenía -1.5 y aumentó hasta los 12 años cuando comencé a usar lentillas porque hacía muchos deportes y siempre estaba el riesgo hasta que sucedió la tragedia. Por suerte el ojo quedó intacto pero tuvieron que operar la mejilla. Con las lentillas el aumento de 1 diptría por año se frenó completamente.
ResponderEliminarLo raro es que mis padres y abuelos eran universitarios y nnguno miope así como mis bisabuelos ni hermanos, soy la única en la familia. Leía mucho desde los 6 años pero practico multiples y diversos deportes desde los 4 años, no habían computadoras ni televisores por lo que siempre estaba jugando afuera trepada a arboles o leyendo. En la Universidad no me aumentó, ni en el trabajo que empecé a usar computadoras todo el tiempo. En mi caso no habría explicación genética ni ambiental
Hola Ileana, gracias por compartir tu caso.
EliminarEl problema que existe con la miopía es que no tenemos aún del todo claro cuales son los factores que la provocan. Sabemos que un trabajo continuo en cerca favorece la aparición de la miopía, aunque no en todas las personas por igual.
En tu caso, como en el de muchos otros, la herencia genética no es directa sino que se basa en una predisposición. Es decir, si se dan ciertas condiciones ambientales tienes una predisposición genética a desarrollar miopía. Y esto es independiente de tus antepasados.
En mi caso, por ejemplo, mis antepasados no fueron miopes y yo si lo soy. A mi mujer le pasó lo mismo, siendo su caso aún más curioso, pues desarrolló un miopía mucho mayor que yo, teniendo similar carga lectiva en cerca, mientras que su hermano no la sufrió aún desarrollando una carga lectiva en cerca mucho más intensa y prolongada en el tiempo.
Como ves, aún queda mucho por investigar, pero estoy convencido que la clave está en nuestros genes.
Un saludo