Cuando pensamos en la primera
circunvalación al globo a todos nos viene a la mente el nombre de Magallanes y
Elcano, los marineros que dirigieron la expedición. El
relato de este viaje fue recogido por Antonio Pigafetta, autor de la famosa obra
titulada Primer viaje en torno del globo.
La
memorización sin comprensión de estos datos nos ha llevado a pensar que la
expedición de Magallanes tenía por objeto realizar una circunnavegación a
nuestro planeta, cuando la realidad era bastante más modesta.
Como
complemento al capítulo de Mis Mentiras Favoritas donde se explica
pormenorizadamente las aventuras de esta expedición vamos a comentar algunos
aspectos interesantes de la obra de Antonio Pigafetta.
Se suele indicar que la
expedición de Magallanes, formada por cinco barcos y 234 hombres, partió del
puerto de Sevilla el 10 de agosto de 1519. No obstante, la verdadera fecha de
salida la debemos retrasar hasta el 20 de septiembre de 1519, pues pasaron un
mes y medio anclados en Sanlúcar de Barrameda. La razón fue terminar de
aprovisionarse para el viaje y resolver diversas dificultades que surgieron
antes de partir. No en vano un portugués estaba al frente de la expedición de la Corona Española.
Y no era una expedición
cualquiera. Se trataba de un viaje que pretendía llegar, navegando siempre
hacia el oeste, a las Molucas. El territorio asiático estaba controlado
comercialmente por Portugal, pues tras el Tratado de Tordesillas eran los lusos
los que controlaban la única ruta posible hacia Asia conocida hasta entonces,
aquella que bordeaba África.
La expedición de Magallanes
pretendía abrir una nueva ruta, por la zona marítima controlada por la Corona Española,
que permitiera romper el monopolio portugués. En verdad, no era otra cosa que
continuar el proyecto iniciado por Colón y frustrado hasta entonces por haberse
encontrado con el continente americano.
Magallanes tenía el
convencimiento de poder encontrar una vía que cruzase el nuevo continente y
llegara hasta Asia. Luego, una vez realizados los intercambios comerciales y
asentada una relación de amistad con los indígenas de aquellas tierras,
regresaría por el mismo camino de ida, pues lo contrario sería entrar en aguas
portuguesas, algo ilegal por lo que sería arrestado.
El viaje era una auténtica
aventura, pues se viajaba a ciegas. No existían mapas muy fiables de la zona
caribeña conocida. Y, a partir de Brasil, todo lo que encontraran hacia el sur
era desconocido. Pero Magallanes, al igual que Colón antes que él, estaba
convencido del éxito de su viaje.
Compartió con el descubridor
de América otra situación más: su proyecto fue ofrecido al rey de Portugal
inicialmente, quién lo rechazó ante la imposibilidad de poder llevarlo a cabo
bajo su bandera. No podía adentrarse en aguas controladas por la Corona Española y
tampoco tenía necesidad de financiar una expedición para abrir una ruta a Asia
cuando él mismo controlaba la única existente. Carlos V, en cambio, si atendió
sus peticiones y financió el viaje gustoso. Como hiciera su abuela Isabel I antes
que él, decidió apostar por lo increíble.
Como hemos indicado
anteriormente, los pormenores de esta expedición los conocemos gracias al
relato que hizo de ellos uno de los marineros participantes, Antonio Pigafetta. Llega el momento de las
presentaciones.
Conocemos
muy pocos datos relativos a Pigafetta y la práctica totalidad provienen de sus
propias palabras. Nació en Vicenza, una localidad próxima a Venecia, en el seno
de una familia con rango nobiliario. De hecho él se autopresenta como patricio vicentino. Ello lo comprobamos
por el escudo de armas situado en el acceso de la casa familiar en Vicenza,
cuyo lema era Il n'est rose sans épine.
Ignoramos la fecha exacta de su nacimiento, si bien estaría localizada entre
los años 1480-1491.
La
posición social de su familia favoreció que tuviera acceso a una buena
educación en la
universidad. Allí estaba al servicio de Francesco Chiericati,
a quién acompañó a España en 1518. Dejemos que él mismo nos cuente sus
inquietudes de entonces:
"En el año de 1519 me hallaba
en España en la corte de Carlos V, Rey de romanos, en compañía de Monseñor
Chericato, Protonotario Apostólico entonces y predicador del Papa León X, de
santa memoria, quien por sus méritos fue elevado a la dignidad de Obispo y
Príncipe de Teramo. Ahora bien, como por los libros que había leído y por las
conversaciones que había sostenido con los sabios que frecuentaban la casa de
este prelado, sabía que navegando en el Océano se observan cosas admirables,
determiné de cerciorarme por mis propios ojos de la verdad de todo lo que se
contaba, a fin de poder hacer a los demás la relación de mi viaje, tanto para
entretenerlos como para serles útil y crearme, a la vez, un nombre que llegase
a la posteridad".
Enterado de la expedición que
estaba preparando Magallanes, decidió viajar hasta Sevilla y embarcarse en
ella. En su actitud vemos al típico hombre del Renacimiento, una persona
buscando la gloria en un momento donde cualquier cosa extraordinaria podía
pasar. El mundo se estaba transformando gracias a las hazañas de los grandes
descubridores. Y las grandes aventuras estaban en el mar, pues como bien nos
indicaba: “navegando en el Océano se observan cosas admirables”.
Aunque se suele considerar la
obra de Pigafetta como un diario de viaje, en realidad, muchas de sus
anotaciones nos dirigen al género de la crónica: existe una proyección hacia lo
religioso que tiende a justificar las conquistas, partes del relato tienen
recursos característicos destinados a mantener el interés en la narración y muchas pistas acercan el
texto al género de la epopeya más que al simple relato del viaje. Pero donde
vemos lo anterior más claramente plasmado es en la consideración de héroe que
Pigafetta otorga a Magallanes. El relato de su muerte, a la manera de las
epopeyas caballerescas, no deja lugar a dudas:
"Un isleño logró al fin dar
con el extremo de su lanza en la frente del capitán, quien, furioso, le
atravesó con la suya, dejándosela en el cuerpo. Quiso entonces sacar su espada,
pero le fue imposible a causa de que tenía el brazo derecho gravemente herido.
Los indígenas, que lo notaron, se dirigieron todos hacia él, habiéndole uno de
ellos acertado un tan gran sablazo en la pierna izquierda que cayó de bruces;
en el mismo instante los isleños se abalanzaron sobre él. Así fue cómo pereció
nuestro guía, nuestra lumbrera y nuestro sostén. Cuando cayó y se vio rendido
por los enemigos, se volvió varias veces hacia nosotros para ver si habíamos
podido salvarnos. Como no había ninguno de nosotros que no estuviese herido, y
como nos hallábamos todos en la imposibilidad de socorrerle o de vengarle, nos
dirigimos en el acto a las chalupas que estaban a punto de partir. Fue así cómo
debimos la salvación a nuestro comandante, porque en el instante en que
pereció, todos los isleños se dirigieron al sitio en que había caído”
Uno de los aspectos más
característicos de las obras de este tipo, que surgieron a la par de los
descubrimientos, es la detallada información geográfica y etnográfica que
contienen. No es algo extraño, pues en los relatos de aquellos personajes vemos
la curiosidad innata de quien está seguro de estar viviendo algo que nadie más
ha vivido. De estar tratando con naturalezas y personas que jamás otros vieron
antes.
No obstante, no todo lo que
encontramos en estos relatos es cierto. La realidad se mezcla con la ficción, y
en muchos pasajes vemos reflejados pensamientos predeterminados de aquella
sociedad. Si las fábulas aparecen en los diarios de Colón o en la obra de
Vespucio, no es ilógico encontrarlas también en la obra que tratamos. Ello
demuestra que fue realizada en ese ámbito cultural del siglo XVI.
Por ejemplo, claros ejemplos
de fábula los encontramos cuando nos habla de los patagones, cuya descripción
nos recuerda a los libros de caballería medievales. O, en sentido inverso,
cuando nos describe a los pigmeos de la isla de Arucheto nos viene a la mente
una leyenda similar ya escrita por Estrabón. Otros pasajes fabulosos son los
relatos del árbol que produce agua en Tenerife, del pájaro negro de la isla de
Cebú que se introduce en la boca de las ballenas para arrancarles el corazón o
del árbol de Borneo cuyas hojas tienen vida propia.
Pigafetta
nos describió detalladamente a todas las poblaciones que fueron encontrando,
tanto sus costumbres culturales como su vida material o sus celebraciones
religiosas.
Así,
respecto a los indígenas brasileños podemos leer: “Sus embarcaciones, que se llaman canoas, las fabrican
de un tronco de árbol ahuecado por medio de una piedra cortante, porque las
piedras reemplazan al hierro, del que carecen. Estos árboles son tan grandes
que en una sola canoa puede contener hasta treinta y aún cuarenta hombres, que
bogan con remos semejantes a las palas de nuestros panaderos”.
En
la descripción de la etnia visaya, en las islas de Samar-Leyte, la sorpresa de
Pigafetta por lo que ve es palpable: “Los habitantes de las islas cercanas
de la en que estábamos tenían tan grandes agujeros en las orejas y el extremo
de ellas tan alargado, que se podía por ellos meter el brazo”. Respecto a
sus costumbres podemos leer lo siguiente:
“Estos
pueblos son cafres, esto es, gentiles. Van desnudos, no teniendo más que un
trozo de corteza de árbol para ocultar las partes naturales, que algunos de los
jefes cubren con una banda de tela de algodón bordada en seda en los dos
extremos. Son de color aceitunado, y generalmente metidos en carnes. Se tatúan
y se engrasan todo el cuerpo con aceite de cocotero y de jengeli, para
preservarse, según dicen, del sol y del viento. Tienen los cabellos negros, y
tan largos que les pasan de la
cintura. Sus armas son machetes, escudos, mazas y lanzas
guarnecidas de oro. Usan como instrumento de pesca, los dardos, arpones y redes
semejantes a las nuestras. Sus embarcaciones se parecen también a las que
utilizamos nosotros”.
Recopiló
vocabularios de los pueblos indígenas con los que se fueron encontrando, algo
realmente difícil pero muy útil hoy día. Aunque en la expedición viajaba un
esclavo de Sumatra, su idioma malayo no sirvió de mucho, pues apenas se hablaba
más allá de las Filipinas. Pigafetta compuso, por ejemplo, un vocabulario de
160 palabras en Zubu y otro de 450 en las Molucas. Reproduzco algunas palabras
que me han parecido interesantes: ojo (oter
en patagón y matta en las Molucas),
espejo (chielamin en las Molucas),
clavo de especia (Ghianche en las
Molucas), canela (cainmana en las
Molucas), peine (chipag en brasileño
y sussri en las Molucas).
Realizó
una interesante compilación de flora y fauna, todas ellas novedosas bajo su
punto de vista. Por ejemplo, describió a
los tiburones: “Durante los días serenos y de calma, nadaban cerca de
nuestra nave grandes peces llamados tiburones. Estos peces poseen varias
hiladas de dientes formidables, y si desgraciadamente cae un hombre al mar, lo
devoran en el acto. Nosotros cogimos algunos con anzuelos de hierro; pero los
más grandes no sirven para comer y los pequeños no valen gran cosa”.
Y fue el primero en describir
al pingüino de Magallanes y el lobo marino en el siguiente fragmento:
“Costeando siempre esta tierra hacia el polo Antártico, nos detuvimos en
dos islas que sólo encontramos pobladas por pengüines y lobos marinos. Los
primeros existen en tal abundancia y son tan mansos que en una hora cogimos
provisión abundante para las tripulaciones de las cinco naves. Son negros y
parece que tienen todo el cuerpo cubierto de plumas pequeñas, y las alas
desprovistas de las necesarias para volar, como en efecto no vuelan: se
alimentan de pescados y son tan gordos que para desplumarlos nos vimos
obligados a quitarles la
piel. Su pico se asemeja a un cuerno.
Los lobos marinos son de diferentes colores y más o
menos del tamaño de un becerro, a los que se parecen también en la cabeza. Tienen las
orejas cortas y redondas y los dientes muy largos; carecen de piernas, y sus
patas, que están pegadas al cuerpo, se asemejan bastante a nuestras manos, con
uñas pequeñas, aunque son palmípedos, esto es, que tienen los dedos unidos
entre sí por una membrana, como las nadaderas de un pato. Si estos animales
pudieran correr serían bien temibles porque manifestaron ser muy feroces. Nadan
rápidamente y sólo viven de pescado”.
La
vida cotidiana a bordo es mostrada en varios pasajes como este:
“El lunes santo, 25 de
marzo, me encontré en el mayor peligro. Nos hallábamos a punto de partir y yo
quería pescar, para lo cual, para colocarme cómodamente, puse el pie sobre una
verga humedecida por la lluvia, hube de resbalarme y caí al mar sin que nadie
lo notase. Afortunadamente, la cuerda de una vela que pendía sobre el agua
estaba cerca, me sujeté a ella y me puse a gritar con tanta fuerza que me
oyeron, viniendo con el esquife en mi auxilio: lo que sin duda no debe
atribuirse a mi propio mérito, sino a la misericordiosa protección de la muy Santa Virgen”.
Una de las partes más
conocidas del relato de Pigafetta es en donde describe las penurias que sufrió
la expedición atravesando el Océano Pacífico.
"Miércoles 28 de noviembre, desembocamos por el
Estrecho para entrar en el gran mar, al que dimos en seguida el nombre de
Pacífico, y en el cual navegamos durante el espacio de tres meses y veinte
días, sin probar ni un alimento fresco. El bizcocho que comíamos ya no era pan,
sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que
además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata.
El agua que nos veíamos obligados a beber estaba igualmente podrida y hedionda.
Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de
vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera
las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos,
estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el
mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las
brasas. A menudo aun estábamos reducidos a alimentarnos de serrín, y hasta las
ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan
delicado que se pagaba medio ducado por cada una. Sin embargo, esto no era
todo. Nuestra mayor desgracia era vernos atacados de una especie de enfermedad
que hacía hincharse las encías hasta el extremo de sobrepasar los dientes en
ambas mandíbulas, haciendo que los enfermos no pudiesen tomar ningún alimento.
De éstos murieron diecinueve y entre ellos el gigante patagón y un brasilero
que conducíamos con nosotros. Además de los muertos, teníamos veinticinco
marineros enfermos que sufrían dolores en los brazos, en las piernas y en
algunas otras partes del cuerpo, pero que al fin sanaron".
No me gustaría terminar así
este artículo, pues esas calamidades fueron superadas por aquellos hombres de
esperanza inquebrantable. Terminemos, pues, con algo más agradable. La
expedición no sólo logró su objetivo, llegar a las Molucas navegando hacia el
oeste, sino que además, sin pretenderlo, lograron circunnavegar por primera vez
nuestro planeta. Si lo primero fue algo increíble por lo que pocos apostaban de
su éxito, lo segundo fue inaudito. Y por lo que nuestro narrador Pigafetta
logró pasar a la posteridad, como pretendía.
Un último apunte; este viaje
confirmó lo que hoy nos parece habitual, la existencia de los husos horarios:
“una vez en tierra,
preguntaran en qué día estábamos; dijéronle los portugueses que jueves para
ellos, y se maravillaron mucho, pues para nuestras cuentas era miércoles sólo y
no podían hacerse a la idea de que hubiésemos errado. Yo mismo había escrito
cada día sin interrupción, por no haberme faltado la salud. Pero, como
después nos fue advertido, no hubo error, sino que habiendo efectuado el viaje
todo rumbo a occidente, y regresando al lugar de partida (como hace el sol con
exactitud), nos llevaba el sol veinticuatro horas de adelanto”.
Ruta seguida por la expedición realizada por Magallanes y Elcano. Fuente: wikipedia |
FUENTES:
·
“Primer viaje alrededor del Globo” A. Pigafetta, 1522 http://convistasalmarblog.wordpress.com/2013/11/15/primer-viaje-alrededor-del-globo-a-pigafetta-1522/
·
Análisis de la
crónica de Pigafetta http://sincretismoevolutivo.blogspot.com.es/2011/06/analisis-de-la-cronica-de-pigafetta.html
·
Antonio Pigafetta y la redondez del mundo http://blucansendel.blogspot.com.es/2012/11/antonio-pigafetta-y-la-redondez-del.html
·
Antonio Pigafetta,
el patricio vicentino: http://thmagallanes.blogspot.com.es/2012/08/antonio-pigafetta-el-patricio-vicentino.html
·
Magallanes, un viaje alrededor del mundo http://geohistoria-apuntes.blogspot.com.es/2013/06/magallanes-un-viaje-alrededor-del-mundo.html
·
PIGAFETTA, A.: Primer viaje
alrededor del Globo. Barcelona. Ediciones Orbis. 1986 En la red: http://issuu.com/jldelrioluque/docs/antonio_pigafetta_-_primer_viaje_alrededor_del_glo
·
PIGAFETTA, A.: Primer viaje en torno al globo. Madrid.
Calpe. 1922. Edición del IV centenario. En la red: http://www.archive.org/stream/primerviajeentor00piga#page/n9/mode/2up
·
PRIMER VIAJE EN TORNO DEL GLOBO – Antonio Pigafetta http://www.hislibris.com/primer-viaje-en-torno-del-globo-antonio-pigafetta/
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