Hoy día, la celebración
conmemorativa de los sucesos ocurridos el 2 de mayo de 1808 es una de las
principales fiestas de nuestra Comunidad Autónoma. Se celebra el levantamiento del
pueblo madrileño contra el invasor francés napoleónico, quien había suplantado
a la monarquía española, representada entonces por Fernando VII. El heroico
sacrificio del pueblo madrileño fue la chispa que necesitaba el país para
levantarse en armas contra el invasor. Fue el inicio de una guerra, llamada de
independencia, que se prolongaría hasta 1814.
Como toda fecha histórica
señalada, se necesitan unos héroes y unas leyendas que asienten en la memoria
colectiva tales sucesos a recordar. En este caso, a todos nos vienen a la mente
los nombres de los soldados Daoiz y Velarde o el de las heroínas Clara del Rey
o Manuela Malasaña.
Como complemento al capítulo
de Mis Mentiras Favoritas que trata sobre este hecho histórico vamos a
descubrir la controvertida figura de Manuela Malasaña, en mi opinión, un
magnífico ejemplo de las distorsiones que ha tenido esta celebración
conmemorativa a lo largo de la Historia.
El levantamiento del 2 de
mayo de 1808 en Madrid lo podemos contextualizar dentro de una serie de
levantamientos populares contra el dominio extranjero que ocurrieron a lo largo
del siglo XIX. Se encontraría encuadrado dentro de los levantamientos
triunfantes, tales como los ocurridos en
Grecia, Serbia (contra otomanos) o México (contra los franceses). Pero estos
casos son excepciones, pues la mayoría de los levantamientos de este tipo
fueron derrotados (Argel, Italia, China…).
Al igual que en los casos
anteriores, los protagonistas que participaron en aquellos levantamientos
fueron de lo más heterogéneo, razón por la cual la explicación de tales
fenómenos no puede ser más complicada. Todas las hipótesis unicistas son falsas
per se. Ninguna explicación sencilla
encontraremos respecto a estos levantamientos, pues los participantes se movían
por motivaciones muy distintas.
En cambio, la memoria
colectiva ha fijado una explicación única al levantamiento del 2 de mayo
madrileño. Una explicación que no es inocente, históricamente hablando. Se
trata de una explicación interesada, que pretende reinterpretar esta fecha
histórica con motivos políticos. La
historiografía tradicional nos cuenta que Madrid se levantó contra el invasor
para restaurar a Fernando VII, su rey legítimo. Esta afirmación, la cual es
falsa, no deja de ser una modificación y reinterpretación interesada de la
Historia.
Y esta modificación de la
Historia no se ha dado únicamente una vez. De hecho, el 2 de mayo ha sufrido
tantos vaivenes interpretativos que hoy día es imposible acercarnos a la
realidad del suceso. Y para ironía del caso, la mayor parte de las lecturas de
los hechos pretendían, a priori, preservar la memoria del suceso. Aquí os
ofrezco un breve resumen histórico:
Los sucesos del 2 de mayo no
tuvieron gran repercusión en la época hasta que fueron politizados por los
liberales que participaron en las Cortes de Cádiz. Necesitaban un símbolo donde
el protagonismo del pueblo sustituyera a los símbolos tradicionales de la
realeza y la
aristocracia. Se invoca a la lucha del pueblo por la dignidad
del hombre libre, contra la opresión y en defensa de la legalidad.
Fernando VII continuó la
festividad una vez repuesto en el trono, pero, en cuanto se sintió seguro,
eliminó tal celebración. A la realeza le interesa muy poco conmemorar revueltas
populares. Por ello, en las celebraciones durante el reinado de Fernando VII se
va a potenciar el recuerdo de los militares y su sacrificio, más que el de los
civiles.
Tras el pronunciamiento de
Riego, en 1820, los liberales vuelven al poder y recuperan esta festividad.
Cuando Fernando VII es repuesto por los Cien Mil hijos de San Luis, se vuelve a
eliminar. Y así seguirá pasando, en los continuos vaivenes producidos en el
siglo. O se conmemora el sacrificio del pueblo en los periodos liberales o se
conmemora, a lo sumo, el de los militares, en periodos conservadores.
Se ha dicho en muchas
ocasiones que la celebración conservadora era falsa en esencia porque daba la
impresión de un levantamiento de los soldados españoles contra los franceses. Y
lo verdaderamente cierto fue que los soldados sublevados fueron aquellos que
desobedecieron las órdenes de sus superiores. De hecho, algunos soldados
españoles ayudaron a los franceses en la represión.
Lo anterior es cierto, pero
también es falsa la visión liberal. Que el pueblo se levantara en masa, de
forma espontánea, para defender unos ideales de libertad y legalidad es algo
igualmente cuestionable. Hoy día muchos investigadores dudan que el
levantamiento fuera espontáneo. Al contrario, se defiende la versión de un
levantamiento instigado por unos pocos ideólogos, que caldearon el ambiente los
días previos y terminaron por enviar a la muerte al pueblo llano que se lanzó
al ataque contra los franceses. Más que conmemorar la valentía del pueblo
madrileño se debería conmemorar el engaño y el uso del pueblo con fines
políticos. Y, por supuesto, no todo el pueblo participó. Se piensa que fueron
unas 1.500 personas (Madrid contaba con unos 200.000 habitantes).
La reina
Isabel II volverá a recuperar la festividad. En este
caso no es por una extraña enajenación mental de la monarca. Se trataba de
un guiño a los liberales, cuya ayuda necesitaba la monarquía para combatir el
peligro carlista.
Las distintas lecturas del 2
de mayo tuvieron su momento álgido durante la Guerra Civil. Ambos
bandos se apropiaron de la festividad como aglutinante para su causa. En el
Madrid asediado por las tropas nacionales se instigaba al pueblo a resistir al
invasor tiránico y extranjero, emulando a los antepasados del 2 de mayo. En
cambio, en el bando nacional, la fecha se equiparaba con el 18 de julio de
1936, momento de la sublevación e inicio de la guerra de independencia (o de
Reconquista) contra la
“Internacional napoleónica”.
Como la victoria fue de
Franco su visión sobre el 2 de mayo se impuso y se grabó a fuego a todos los
españoles. Aquél hecho histórico conmemoraba la idiosincrasia del pueblo
español, que se levantó al unísono contra el invasor extranjero. Más tarde,
cuando llegó la democracia, los nacionalismos periféricos, tan reacios a la
idea de nación española, se dedicaron a deslegitimizar tal fecha como unión de
todos los españoles. No podía ser de otro modo según su punto de vista. Su
identidad nacional particular se basa en la anulación del nacionalismo español.
Sólo creando una nueva Historia se puede defender un estado Vasco o Catalán con
la misma antigüedad que el Español. Y en esas estamos actualmente.
Como dije anteriormente, esta
ambivalencia interpretativa que sufre la fecha del 2 de mayo puede plasmarse
perfectamente en la imagen que tenemos de algunos de sus héroes. En concreto,
hoy nos centraremos en la figura mítica de Manuela Malasaña, cuyo nombre pasó
de denominar a una calle a denominar, popularmente, a todo un barrio madrileño
(el de Maravillas).
A muchas personas les puede parecer
sorprendente que Manuela Malasaña fuera una auténtica desconocida para los
madrileños contemporáneos de los hechos. Fue unos años antes de la celebración
del centenario del 2 de mayo cuando se recuperó la figura de esta mártir de la
sublevación popular.
Concretamente, la primera
mención que tenemos de Manuela la encontramos en la Guía de Madrid. Manual
del Madrileño y del forastero (1876) escrita por Ángel Fernandez de los
Ríos.
Su versión de Manuela
Malasaña tuvo una rápida difusión gracias a dos obras de arte: Una pequeña
escultura de terracota de Antonio Moltó y Lluch titulada Malasaña a los pies de su padre el Dos de Mayo de 1808. (1880), la
cual, hoy día, se conserva en el Museo Municipal de Madrid. Y la obra pictórica
más famosa sobre Malasaña, el cuadro realizado por Eugenio Álvarez Dumont Malasaña y su hija batiéndose contra los
franceses (1887). Ambas obras van a fijar una leyenda concreta sobre la
figura de esta heroína.
Malasaña y su hija batiéndose contra los franceses (1887) |
Benito Pérez Galdós fijó la
leyenda del 2 de mayo, en unos términos que, más o menos, conservamos hoy día.
Y, aunque no aparece en su obra ninguna Malasaña, algunos han querido verla
luchando en el Parque de la Artillería de Monteleón. Este es el pasaje que se
suele citar al respecto: “La heroica
mujer calló de improviso, porque la otra maja que cerca de ella estaba, cayó
tan violentamente herida por un casco de metralla, que de su despedazada cabeza
saltaron salpicándonos repugnantes pedazos”. Malasaña sería la primera
mujer de la que nos habla Galdós, aunque también pudiera tratarse de Benita
Pastrana. La mujer fallecida sería Clara del Rey, otra heroína madrileña en
cuyo documento de defunción se indica que encontró la muerte por una “herida en la frente por el casco de una bala
de cañón”.
Otros, en cambio la ven como
una inocente víctima de la barbarie represora francesa. Representación de la
inocencia del pueblo, que muere por llevar unas tijeras de costurera. Repasemos
cuales son las versiones existentes sobre su figura.
La versión más antigua,
defendida por Ángel Fernandez de los Ríos en su obra sobre Madrid, nos indica
que Manuela Malasaña encontró la muerte mientras ayudaba a su padre llevándole
munición. Éste, Juan Malasaña, se apostó en el balcón de su casa de la calle San Andrés
y defendió el lugar, próximo al Parque de Artillería de Monteleón, ante el
ataque de los franceses. Tras morir su hija siguió peleando hasta que consumió
toda la pólvora.
Esta primitiva versión fue la
recogida por el Conde de Toreno en su Historia
del levantamiento, Guerra y Revolución de España (1837). Igualmente, con
motivo de las publicaciones conmemorativas del primer centenario de los
sucesos, la obra de Juan Pérez de Guzmán y Gallo El dos de mayo en Madrid (1908) también defiende esta versión de los
hechos. En la lista de muertos que ofrece esta obra podemos leer lo siguiente
sobre Malasaña:
“Manuela
Malasaña y Oñoro, de quince años,
natural de Madrid, bordadora, hija de Juan Malasaña y de María Oñoro; vivía
calle de San Andrés, núm. 18, cuarto segundo. El capitán de Voluntarios de
Estado, D. Rafael Goicoechea, dice en su certificación estas palabras: «Un
paisano anciano, que vivía en una casita que dominaba el Parque, ocupó una hija
única de quince años en llevarle cartuchos del Parque; en cuya ocupación fue
muerta de una bala, continuando su padre inalterable haciendo fuego, sin querer
cesar hasta la tercera orden que le envié; aunque no sé si esto ó la falta de
pólvora le hizo suspenderle.» D. Antonio García Bermejo en su Oración fúnebre
de 1817, añade: «Según he podido averiguar, este anciano, que se llamaba Juan
Malasaña, murió después víctima de la miseria durante la dominación francesa;
su mujer, María Oñoro, también ha muerto.» En el Expediente de Víctimas del
Archivo Municipal de Madrid, pidió pensión, en 1816, como parienta más cercana
de Manuela Malasaña una hermana de su madre llamada Manuela Oñoro; pero ésta
dice que Manuela Malasaña murió fusilada por los franceses á la puerta del
Parque de Artillería, donde en 12 de Mayo de 1815 existía aún una cruz que una
mano piadosa había puesto en aquel sitio para recordar su heroísmo y mover á
compasión. -(Lista del cuartel de Maravillas, número 145. -Archivo Municipal de
Madrid, 2-328-22. -Lista de víctimas, 1816.
-Certificación de B. Rafael Goicoechea, capitán de Voluntarios de Estado. -Oración fúnebre del Dos de Mayo, por García Bermejo, 1817, pág. 53.)
-Certificación de B. Rafael Goicoechea, capitán de Voluntarios de Estado. -Oración fúnebre del Dos de Mayo, por García Bermejo, 1817, pág. 53.)
En el último libro de Arturo
Pérez Reverte sobre el 2 de mayo, Un día
de cólera, publicado a raíz del segundo centenario de los hechos, también
se sigue esta versión:
“También combaten la malagueña Juana García; de cincuenta años; la
vecina de la calle de la Magdalena Francisca
Olivares Muñoz; Juana Calderón, que tumbada en un zaguán
carga y pasa fusiles a su marido José Beguí; y una muchachita quinceañera que
cruza a menudo la calle sin inmutarse por las descargas francesas, llevando en
el delantal munición para su padre y el grupo de paisanos que disparan contra
los franceses desde el huerto de las Maravillas, hasta que en una descarga
cerrada cae muerta por una bala. El nombre de esta joven nunca llegará a
saberse con certeza, aunque algunos testigos y vecinos afirman que se llama
Manolita Malasaña”.
Resulta curioso que se escoja
esta versión de los hechos cuando la versión atribuida a Manuela/Marcela Oñoro,
hermana de la madre de nuestra heroína, parece que difiere bastante de lo
contado tradicionalmente. En el Archivo de la Villa se conserva el documento
manuscrito original (Relación de victimas
en el cuartel de Maravillas) donde aparece el relato de la tía de Manuela.
Se trata de la petición de una limosna que el gobierno otorgaba a los parientes
de las víctimas del dos de mayo. El documento, fechado en mayo de 1815, nos
cuenta lo siguiente:
“Marcela Oñoro de estado viuda […] que entre las víctimas sacrificadas
por la ferocidad francesa el memorable día dos de mayo fue una su sobrina carnal
Manuela Malasaña de edad de quince años hija de Juan y de María Oñoro ya
difuntos habitantes en la calle de San Andrés nº 18 cuya joven viniendo de
bordar fue registrada y sin más motivo que haberla hallado las tijeras que
traía colgadas de una cinta para uso de su ejercicio la fusilaron bárbaramente
los soldados franceses hacia el Parque de Artillería, en cuyo sitio aún
subsiste una cruz, y siendo la exponente el pariente más cercano de la difunta
como tía carnal suya y estando constituida en la mayor miseria […] achaques,
avanzada edad y falta de vista”.
El documento original ha sido
informatizado y es posible consultarlo en la red en el siguiente enlace.
En la página número nueve del documento encontraremos el relato sobre Manuela
Malasaña.
Carlos Cambronero y Martínez
(1849-1913), biógrafo de Isabel II, desmintió la versión tradicional, defendida
hasta entonces, basándose en el certificado de defunción de Manuela Malasaña,
en el cual aparecía la consabida defunción del padre de Manuela:
“Manuela Malasaña, soltera, de edad de quince años, hija legítima de
Juan, difunto, y de María Oñoro, parroquiana de esta Iglesia, calle de San
Andrés, num. 18, murió el dos de mayo de 1808, se enterró de misericordia.
Concuerda con su original a que me remito. San Martín, de Madrid y mayo 12 de
1815. Fray Bernardo Seco”.
Juan Malasaña no podía haber
luchado aquél día porque ya estaba muerto el 2 de mayo de 1808. La historia
tradicional creada alrededor de Manuela Malasaña se resquebrajaba ante este
documento presentado por un erudito. Fue entonces cuando apareció otro relato
de los hechos, el cual tiene dos versiones.
Manuela habría ido a
trabajar, como todos los días, a un taller de costura. Cuando comenzaron los
alborotos, su maestra impidió que nadie saliera del lugar. Sólo al anochecer,
cuando el silencio volvía a reinar en Madrid, Malasaña pudo regresar a su casa.
Pero en el trayecto fue interceptada por una patrulla de franceses.
Según una versión de los
hechos, Malasaña se resistió a ser registrada por pudor, defendiéndose con unas
tijeras, propias de su labor de costurera. Ante tal resistencia los franceses
la fusilaron allí mismo. Otra versión nos cuenta que en el trayecto de vuelta a
casa fue detenida por los franceses y fusilada con el pretexto de ser portadora
de una potencial arma, unas tijeras.
Resulta inverosímil que
Malasaña fuera fusilada en plena calle, pero es la versión que escoge Antonio
Gómez Rufo en su libro El secreto del rey
cautivo. Editorial Planeta (2005):
“Manuela no entendió una palabra del discurso del francés, pero lo
observó mientras hablaba para encontrar algún sentido a aquella perorata dicha
en idioma extranjero. Y el soldado, al darse cuenta de que ella no le entendía,
sin palabras escenificó los gestos que traducían su proposición y, para acabar,
se acercó con la intención de besarla. La niña intentó separarse, pero el del
mosquetón la sujetó por los cabellos, haciéndole daño. Y cuando sintió los
labios calientes y mojados del francés sobre los suyos, en un esfuerzo supremo
sacudió la cabeza y le golpeó en la nariz, que de inmediato se puso a sangrar.
El soldado, sin pensarlo, apretó el gatillo; y la bala, envuelta en pólvora y
fuego, atravesó el cuello de la muchacha, que cayó desplomada como un fardo de
ropas viejas”
La segunda versión de este
segundo relato de los hechos parece tener más fundamento, toda vez que Benito
Pérez Galdós nos relató lo siguiente: “Repetidas
veces vimos que detenían a personas pacíficas y las registraban, llevándoselas
presas por si acertaban a guardar acaso algún arma, aunque fuera navaja para
uso comunes”.
Además, esta última versión parece
concordar con el relato de Manuela Oñoro, por lo que a todos parece dejar
satisfechos. No obstante, toda la leyenda relacionada con Malasaña parece ser
un claro ejemplo de reescritura de la Historia en base a los datos que se
disponen en cada momento.
Como hemos podido comprobar,
al igual que con el suceso del 2 de mayo, la figura de Manuela Malasaña se
pierde en el ámbito de la leyenda dada su mitificación. Actualmente no podemos
asegurar nada cierto sobre su figura. Por tanto, podemos quedarnos con la
leyenda que más nos plazca.
Como ya indicó Peyrou, las
dos leyendas están “destinadas a
glorificar, junto a las hazañas de los militares Daoíz, Velarde y Ruiz, el
papel del pueblo llano en el levantamiento madrileño, en el marco general del
proceso de construcción de un importante ‘lugar de memoria’, el Dos de Mayo”.
Lo único cierto que podemos
decir sobre Manuela Malasaña es que murió aquél funesto 2 de mayo en Madrid. Entre
los cadáveres que se registraron aquél día ocupó el número 74 y fue enterrada
en el Hospital de la Buena Dicha. Su
cuerpo ya no puede honrarse pues, con la reordenación urbanística de Madrid,
este cementerio desapareció, al igual que sus silenciosos moradores.
Y, por último, recordar a
Juan Malasaña, padre de Manuela, a quién la mitología situó erróneamente
luchando codo con codo con el resto de sublevados. Se trataba del hijo de un
inmigrante francés. De hecho, su apellido francés Malesange fue españolizado
por Malasaña. Tenemos su partida de nacimiento en Vallecas:
"En la Yglesia Parroquial
del Sr. San Pedro Advincula de este lugar de Vallecas, a once días del mes de
febrero del año de mil setecientos cincuenta y nueve: Yo, Don Miguel Rodríguez,
Cura economo de dicha Iglesia, baptizé solemnemente a un niño que nació el día
ocho de este presente mes y año de la fecha, hijo de Francisco Malasaña,
natural de Mialet, en Francia, Obispado de Clarmont, y de Bernarda Pérez,
natural de este de Vallecas, legítimamente casados, y vecinos de este lugar,
púsele por nombre Juan de Mata, fué su padrino Antonio Sasatra. Vecino de este
dicho lugar, avisele el parentesco espiritual y más obligaciones y lo firmé.
Dn. Miguel
Rodríguez."
Existía en Vallecas una
nutrida colonia de franceses. Sus padres eran panaderos y él, seguramente,
también lo fue. De hecho, se piensa que trabajaba en una panadería de la calle San Andrés,
calle donde también vivía. Aún hoy se piensa que había luchado en la revuelta
del 2 de mayo, pero el estudio de Carlos Cambronero es concluyente al respecto.
Otro mito que cae.
Tal vez por ello, la calle
nombrada inicialmente como Juan Malasaña pasó a ser llamada Manuela Malasaña.
El mito de su hija era más fácil de sostener que el del padre con un
certificado de defunción a cuestas. ¿Volverá a cambiarse algún día?
FUENTES:
·
Peña, Lorenzo: La
memoria histórica de 1808 en la fundamentación axiológica de nuestro
ordenamiento jurídico-constitucional.
·
Murado,
Miguel-Anxo: La invención del pasado: Verdad y ficción en la Historia de
España. Debate. 2013.
·
Demange,
Christian: El dos de mayo: mito
y fiesta nacional, 1808-1958. Marcial Pons. 2004.
·
Peyrou,
Florencia: Manuela Malasaña. De joven costurera a mito madrileño. En el
libro Heroínas y Patriotas. Mujeres de
1808. Cátedra. 2009.
·
Juan Malasaña.
Blog Caminando por Madrid. (http://caminandopormadrid.blogspot.com.es/2013/05/juan-malasana.html).
·
Malasaña. Blog De
Madrid al cielo. (http://piradaperdida.blogspot.com.es/2008/02/malasaa.html).
·
I.E.S. Manuela
Malasaña. (http://www.educa.madrid.org/portal/c/pub/webfactory/ver?webName=ies.malasana.mostoles).
·
Memoria de
Madrid. (http://madrid1808.memoriademadrid.es).
·
Malasaña, heroína antes que calle. (http://www.somosmalasana.com/manuela-malasana-heroina-antes-que-calle/).
·
La leyenda que
dio nombre a un barrio: Manuela Malasaña. (http://www.malasaña.es/la-leyenda-que-dio-nombre-a-un-barrio-manuela-malasana/).
·
Manuela Malasaña,
la heroína de 1808. (http://madridafondo.blogspot.com.es/2011/02/manuel-malasana-la-heroina-de-1808.html).
Solo he podido leer unas pocas líneas; qué tristes estos tiempos en que todo vale para hacerse un hueco en el carro de la fama. ¿Qué sólo participaron 1500 madrileños? ¿vd. cree qué en esa época alguien se dedicó a contarlos y escribirlo? Si es así, bien poco sabe de Historia. Y Goya un mentiroso, claro.
ResponderEliminarGracias por comentar, Enrique, aunque siento que te quedaras en la anécdota y no apreciaras el artículo completo.
EliminarLa cifra de 1.500 madrileños no es mía (soy un simple divulgador) sino de Miguel-Anxo Murado, quién la ofrece en su libro: La invención del pasado: Verdad y ficción en la Historia de España (página 178).
Al contrario que él, yo no soy tan categórico en mis afirmaciones (pues tienes razón al anotar las dificultades de la época para hacer balance real del número de contendientes), razón por la cual comienzo la frase con un, más que elocuente, SE PIENSA...
No obstante, incluí tal cifra porque ese pensamiento viene de algún sitio. Y aunque no se pueden contar los participantes, si conocemos la cifra de muertos, la cual cifró Pérez Guzmán en 409. Actualmente se tiende a considerar una cifra que ronda los 500-600 entre muertos y heridos.
Aunque le pueda parecer un cifra pequeña la de 1.500 levantados madrileños, la proporción de muertos y heridos (un 40% tomando valores generosos) es muy alta, conforme cuentan los relatos de aquel suceso. Por ello me decidí a incluirla, pues está más próxima a la realidad que las que afirman una levantamiento de todo el pueblo madrileño.
En cuanto a Goya, siento indicarle que, actualmente, la tendencia es considerar que no fue testigo presencial de los sucesos. Pero, en este caso, no soy un experto en el tema y no puedo manifestarme al respecto.
Por último, respecto a la fama, ni la busco ni la quiero. Por lo que espero no subirme nunca a ese carro y, menos, desde un lugar tan humilde como este blog.
Un saludo
Magnifico artículo.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Gracias a ti por leerme.
EliminarSe agradecen las muestras de apoyo.
Un saludo
Excelente artículo, y muy buena la documentación aportada, que ayuda a conocer aquellos oscuros días del levantamiento madrileño. Un abrazo y sigue publicando!
ResponderEliminarMuchas gracias por los ánimos Manuel.
EliminarMe alegro que te gustara.
Saludos.