miércoles, 10 de diciembre de 2014

La película Exodus: Dioses y reyes muestra escenas históricas



Espero que el gran Ridley Scott me perdone, pero su última película sobre Moisés me viene ni que pintada para promocionar la próxima publicación de mi último libro electrónico: Mis mentiras favoritas. Historia Antigua.

Uno de los capítulos se ocupa precisamente de la historia de Moisés, la cual patina, históricamente hablando, por los cuatro costados. Por tanto, aunando el estreno de la película y la inminente publicación del libro voy a realizar una mezcla, algo explosiva, abriendo los ojos a todos aquellos que piensan que tal epopeya fue un hecho histórico.

A continuación tenéis la crítica de la película y el avance de uno de los capítulos de mi nuevo libro. Todo un 2x1 en plenas fechas navideñas.


Cuando decidí ver la nueva película de Ridley Scott sobre Moisés no lo hice por motivos históricos, sino por adentrarme en la vida del Egipto antiguo. Ya lo he comentado en muchas ocasiones respecto a otras películas que reproducen civilizaciones pasadas y de nuevo se repite en esta: si bien las historias el guión contienen grandes fallos históricos, los escenarios, el decorado, es una gran ilusión teatral capaz de llevarte en un viaje a través del tiempo. Y en este sentido la película no decepcionará. No obstante, debemos hacer un pequeño apunte: las dimensiones de los edificios se modificaron para ganar en grandiosidad, aspecto que desvirtúa un poco este regreso virtual al pasado.

Visualmente no tiene ningún pero. Es una película de nuestra época, deslumbrante e impactante en el apartado visual, pero coja y sin sentimiento en la parte de la narración. Porque debemos decir que estamos ante todo lo contrario a Alien: el octavo pasajero, en mi opinión la mejor película de este director (y sí, también consideré Gladiator). Aquí la historia no se come a los efectos visuales. Es más, aunque muchos me llaméis nostálgico, debo deciros que al recordar alguna escena épica de la epopeya de Moisés, lo primero que llega a mi mente es la escena de la separación de las aguas del Mar Rojo de Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille. Creo que esto es suficientemente elocuente para expresar la inútil utilización de los recursos cinematográficos actuales. 

Respecto a la historia que narra, la tan conocida huída de Egipto de los hebreos guiados de la mano de Moisés, numerosos episodios de esta leyenda tienen ocultas similitudes con historias anteriores de otros pueblos y culturas de la zona. Por tanto, los estudiosos del tema suelen coincidir al asegurar que todo este relato no deja de ser una invención basada en el clásico Ctrl+C y Ctrl+V de los estudiantes modernos. Es decir, recojo varias tradiciones de la época y las uno todas ellas en una sola historia coherente dejando a un antepasado del pueblo hebreo como héroe absoluto.

Enumeremos sólo algunos fallos históricos y coincidencias sospechosas de esta historia:

El nacimiento de Moisés y su rescate del río guarda una similitud asombrosa con la leyenda épica del soberano Acadio Sargón I. Sargón de Akkad (2270 al 2220 a.C.) creó un imperio impresionante, que se extendía desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Mediterráneo. En Ebla, una de las ciudades de su imperio, los arqueólogos encontraron una tablilla, datada hacia el 2250 a.C., que mostraba la leyenda de su nacimiento. Y ésta guarda gran similitud con el relato de Moisés: Ambos fueron concebidos en secreto; ambos fueron depositados por sus madres en una cesta de juncos y abandonados en un río; ambos fueron encontrados y criados por una nueva familia; ambos, una vez adultos, tendrán relaciones con algún dios, lo que a uno le deparará una realeza de 70 años y al otro convertirse en el liberador de su pueblo. En ambos casos tenemos una leyenda épica que pretende otorgar unos orígenes sobrenaturales al protagonista de la narración. Un recurso literario que aún sigue teniendo su público.

La película muestra la Batalla de Qadesh (1271 a.C.) como “la batalla de carros más grande de la historia”. Es posible que este enfrentamiento se hubiera producido pero, en realidad, la batalla nunca llegó a ser tal como los contendientes la planearon. Un grupo expedicionario hitita sorprendido al cuerpo del ejército egipcio RA mientras marchaban hacia el campamento, desbaratándolo y dispersándolo. Los hititas, igual de sorprendidos, decidieron atacar el campamento egipcio, donde el faraón ya estaba asentado. El ataque pudo suponer la muerte del faraón, pero su determinación y un toque de suerte (rapiña atacantes, llegada oportuna de refuerzos inesperados…) evitaron la catástrofe. Los hititas, una vez reorganizadas las fuerzas egipcias, se debieron retirar con grandes pérdidas. En verdad la batalla como tal nunca se produjo, pues al día siguiente ambos contendientes decidieron firmar la paz. Por tanto, de lo que pasó en realidad a lo que muestra la película separa un auténtico abismo. ¿Tanto costaba ceñirse a la realidad histórica, en el único episodio histórico en sí mismo? Si queréis saber mucho más sobre esta batalla os recomiendo el capítulo del nuevo libro que se ocupa en exclusiva de esta batalla.

Ridley Scott utiliza la figura de un niño para mostrar a dios cuando se dirige a Moisés. En verdad se trata de un símil muy bien utilizado. He leído que los críticos lo interpretan como la forma de encarnar ese poder cruel y caprichoso que encarna la infancia. En verdad se trata de una manera elegante de obviar el hecho de que en esta historia vemos un dios muy diferente del que nos enseña a amarnos unos a otros y poner la otra mejilla. ¿Cómo compaginar la definición de un dios “misericordioso y piadoso, lento para la ira y grande en misericordia y verdad” (Ex. 34:6) con la plagas de Egipto? ¿Era dios bipolar? No, ni mucho menos. Pero resulta que, en esa unión de historias que supuso la Biblia, las identidades de los distintos dioses de las sociedades politeístas de las que bebieron debía quedar plasmada, aunque soterradamente, de alguna manera.

En ningún lugar encontré que se criticara la designación de Ramsés II como el faraón bíblico. ¿Porqué no elegir a otro faraón? La única razón es la frase del Éxodo en la cual se dice que “los israelitas fueron obligados a trabajar en la construcción de dos emplazamientos, Piton y Ramesés”, ciudad que ha sido relacionada con Per-Ramses, capital levantada por Ramsés II. Pero esta relación no se sostiene: El Génesis habla de un depósito, mientras que se trataba de la nueva capital de Egipto; la ciudad fue levantada antes de nacer Moisés; Ramsés II no murió ahogado (otra de las muchas diferencias entre la película y el Génesis). Por tanto, el nombre es lo único que comparten la capital egipcia de Ramsés II y la ciudad que aparece en el Antiguo Testamento.

Aspectos tan sorprendentes como las plagas o abrir las aguas en dos han sido identificados en relatos egipcios más antiguos que el Antiguo Testamento. En efecto, el Papiro de Leiden contiene un texto denominado las admoniciones de Ipuwer, donde podemos ver una serie de desastres naturales que afectaron a los egipcios en el pasado. La coincidencia con las plagas hebreas es tal que en muchas ocasiones siguen el mismo orden sucesivo. Y en un cuento egipcio un mago abría las aguas de un lago para recuperar una joya. ¿Fueron estos relatos utilizados para confeccionar la Biblia?

Por último, pues no quiero alargarme mucho más, está el tema de la huída en sí misma. Ninguna fuente, salvo el Antiguo Testamento, nos ha dejado la constancia de 600.000 hebreos en Egipto. Y en el caso improbable de haber existido tal número, su huída de Egipto, sin llamar la atención de los puestos fronterizos, era totalmente imposible. Más bien parece que tomaron el relato histórico de la expulsión de los hicsos para glorificar un poco su pasado como pueblo. Eso sí, modificándolo lo suficiente como para que pareciera una historia nueva.

Dicen que el tiempo pone a todos en su lugar, por lo que todo lo anterior debería servir a los estudiantes para evitar hacer trampas en la confección de sus trabajos. Si os dedicáis a copiar y copiar, aún modificando en parte lo copiado, al final os pillarán y os suspenderán.

Lo siento Ridley Scott, pero en esta última película debo darte un suspenso. No me gustó la historia, ni me gustó la forma de contarla. Aún así, seguiré dándote el amplio crédito que ganaste con Alien y Gladiator, esperando que regreses cuanto antes a tus orígenes.

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