domingo, 18 de agosto de 2024

Escapada a Navarra: Ribera tudelana y zona media centroriental


Hoy os voy a proponer un largo fin de semana conociendo la zona navarra que se extiende al sur de Pamplona, una tierra con una profunda herencia medieval donde poder visitar espacios naturales sorprendentes, templos románicos y preciosos castillos.

 

¿Os apetece descubrir esta bella zona de España?

 

Tudela

 

Viniendo de Madrid, la primera gran localidad que vamos a encontrar cuando llegamos a la Comunidad Foral de Navarra es Tudela.

 

Una localidad, la segunda más poblada actualmente, cuyo nombre podría estar relacionado con la Tutela romana que nombraba Marcial. No obstante, serán los árabes los que fortifiquen la población a principios del siglo IX y le otorguen esplendor, representado por su mezquita mayor, Tierra fronteriza con los cristianos, los mismos conquistarán la ciudad en febrero de 1119 gracias a Alfonso I el Batallador. A pesar de ello, la importancia económica de la ciudad no decaerá, siendo una localidad importante para el reino navarro.

 

Entre los hitos históricos de Tudela se encuentran personajes famosos, como el viajero judío del siglo XIII, Benjamín de Tudela, el famoso pogromo antijudío de 1328 o la Batalla de Tudela, en 1808, ganada por los franceses.

 

Los atractivos turísticos de Tudela no son numerosos, pero sin duda, sí muy significativos. La Plaza de los Fueros es el centro neurálgico de la localidad, siendo una imagen inconfundible con su Casa del Reloj y el quiosco de música en el centro. En un lateral se sitúa la oficina de turismo.

 


En sus alrededores vamos a encontrar la judería, un espacio de callejuelas estrechas y silenciosas donde comprobar la importancia de esta comunidad religiosa en la localidad. Las calles que rodean la Plaza de la Judería corresponden con la judería antigua de la época árabe, denominada Vétula. En este lugar se ubica el Palacio del Marqués de San Adrián, un importante edificio representativo de la arquitectura civil renacentista de Navarra donde, con visita guiada, podemos admirar un bello patio cubierto decorado con frescos que representan diferentes diosas romanas. Tras la conquista cristiana se obligó a los judíos a trasladarse a otra zona, conformando la denominada judería Nueva en los alrededores del actual Paseo del Castillo.

 

Entre ambas juderías se encuentra el lugar más famoso de Tudela, su esplendorosa Catedral de Santa María. Levantada sobre la anterior mezquita musulmana hacia el siglo XII, pasó de colegiata a catedral en el siglo XIII. Su estilo es cisterciense, viendo la transición del románico al gótico, aunque existen muchos elementos de la mezquita árabe, como modillones, ventanas y alguna yesería arábiga.

 


En el exterior destacan la pareja de torres, una románica en la fachada de la puerta y otra renacentista construida en ladrillo, así como sus tres portadas de entrada. La más conocida es la denominada puerta del Juicio (oeste), acceso principal y única que mezcla el estilo románico con la iconografía gótica en la estructura y decoración escultórica. Su arco abocinado con 8 arquivoltas escenifica la separación de condenados y bienaventurados tras la sentencia divina de Dios. Así, la mitad izquierda (desde la posición del espectador) está destinada a los salvados en el Cielo, mientras que en la mitad derecha aparecen los réprobos en el Infierno. Deteneos un rato admirando los pecados y castigos infernales, algo único.

 


La entrada turística a la Catedral comienza en el Museo de Tudela, un lugar donde ver desde objetos prehistóricos a provenientes del culto cristiano, así como pinturas o esculturas. De las pinturas destacaría el Juicio Final por su semejanza a la particular iconografía de El Bosco o Santa Catalina de Alejandría, de Vicente Berdusán, el mejor pintor barroco del siglo XVII en Navarra. También destacar la bella Capilla del Deán, del siglo XVI.

 

Una vez visitado el museo accederemos a la joya del lugar, el claustro románico. Pasead con calma admirando sus 42 capiteles historiados, muchos dedicados a la peregrinación jacobea. A destacar la escena de la resurrección de Lázaro, donde comprobamos los recursos utilizados para crear profundidad o el detalle expresivo de los personajes, que se llevan la mano a la nariz para evitar el mal olor del muerto. Una auténtica maravilla del arte románico.


 

Desde aquí, atravesando un pequeño pasillo, accederemos al interior del templo. El mismo se compone de tres naves de cuatro tramos, un crucero de cinco y una cabecera de cinco ábsides donde el central está presidido por un magnífico retablo del siglo XV, obra de Pedro Díaz de Oviedo. En una columna entre la capilla mayor y la de San Juan se alza la bella imagen románica de Santa María la Blanca, en piedra policromada.

 

La patrona de la ciudad es Santa Ana, cuya imagen se ubica en la capilla homónima, cuya decoración barroca es totalmente deslumbrante.

 


Para más información os dejo la web oficial aquí.

 

Por último, no me gustaría dejar de nombrar las importantes fachadas de un par de palacios, como la Casa del Almirante, con elementos decorativos renacentistas o el palacio Marqués de Huarte, con una decoración al fresco de guirnaldas vegetales. Si el primero organiza exposiciones temporales, el segundo, lugar donde se alojaron personajes históricos como Fernando VII o Isabel II, es sede de la Biblioteca pública. Si podéis entrar no dudéis en admirar el patio y su magnífica escalera.

 

Y respecto a la decoración pictórica, Tudela es un centro donde muchas de sus paredes están decoradas con vistosos grafitis, lo que otorga a la ciudad un toque de color singular. No dudéis en realizar la siguiente ruta.

 


Bardenas reales

 

A escasos kilómetros de Tudela se encuentra el entorno natural de las Bardenas Reales, recientemente famosas por aparecer en la serie Juego de Tronos.

 

Se trata de un paraje desértico más típico de Arizona que de la Ribera de Navarra, donde el efecto de la erosión a lo largo de los miles y miles de años ha dado lugar a un auténtico paraíso escondido declarado Reserva de la Biosfera (UNESCO).

 

Os recomiendo dejar una mañana o una tarde para recorrer este espacio natural, el cual puede hacerse en automóvil, parando en los distintos miradores, o realizando diversas rutas de senderismo.

 

Entre los puntos clave de este lugar desértico lleno de barrancos y mesetas, destaca, especialmente, Cabezo de Castildetierra, una formación rocosa que pasa por ser la más fotografiada y compartida por Instagram.

 


Para conseguir toda la información sobre este parque os dejo su web.

 

Olite

 

Esta localidad, a mitad de camino entre Tudela y Pamplona, famosa por su excepcional castillo, es un perfecto punto de alojamiento para visitar la zona centro-sur de Navarra. Desde aquí podréis visitar tranquilamente numerosos lugares que os dejarán boquiabiertos.

 

Sin duda, esta localidad medieval es famosa por su palacio-castillo, uno de los más bellos en su género de España (en mi opinión). Una joya dentro de los catillos góticos europeos, donde mezcla influencias francesas, catalanas y británicas.

 


El conjunto consta de dos partes bien diferenciadas: la más antigua está formada por las instalaciones del actual Parador Nacional de Turismo: Un edificio de planta cuadrangular con torres prismáticas en las cuatro esquinas que no se puede visitar. La parte más moderna es la visitable.


 

Esta última ampliación fue construida tras las reformas realizadas por Carlos III en 1399. Una época donde los castillos defensivos eran algo propio del pasado y su construcción estaba destinada a combinar ese pasado nobiliario con las comodidades de los palacios. De ahí su belleza visual y su escasa practicidad defensiva.

 

Un buen lugar para admirar esta construcción lo encontramos en la Ronda del Castillo, lugar donde se ubica también una construcción con forma de huevo donde se almacenaba el hielo.

 


Las dependencias palaciegas que se abrieron en esta zona rodearon la iglesia de Santa María (siglo XIII), integrándola en el conjunto y encuadrándose como nexo de unión entre ambas. Su importancia la entendemos al descubrir que aquí se realizaron actos solemnes del reino, como Cortes, bautizos o bodas. La visita a esta iglesia se realiza aparte del castillo, junto a su entrada. Ahora bien, yo os aconsejo admirar primero su exterior. Existe un claustro (1432) gótico realizado por Doña Blanca de Navarra, que aparece junto a la Virgen María.

 


Aunque lo más destacado es la fachada, uno de los conjuntos más significativos de la escultura gótica navarra. Una risueña Virgen sedente con el Niño bajo dosel preside el tímpano, donde podemos admirar las imágenes de la Anunciación, el Nacimiento de Jesús o la Matanza de los Inocentes, entre muchas otras. En lo alto una expresiva máscara del llamado Hombre Verde. Y, a la izquierda, en los arranques de las arquivoltas podemos ver a Herodes con un diablo susurrándole al oído y, a continuación, a los Reyes Magos adorando al Niño.

 

En los capiteles de la derecha observamos a Adán y Eva y un fraile que podría ser San Francisco de Asís. En el dintel vemos una escena de la caza del ciervo, mientras que en las jambas tenemos escenas del Génesis (el pecado del hombre y la redención representada por la figura del pelícano). En las arquivoltas se extiende una decoración donde predomina la vid y hojas de roble.

 

Del interior de la iglesia voy a destacar el retablo mayor renacentista (1530), obra de Pedro de Aponte. Está dedicado a María, destacando la delicadeza de la talla gótica o los paneles donde se describen los pasajes principales, tanto de su vida como la de Jesús.

 

Una vez dentro del castillo, lo más destacado del palacio nuevo fue la colosal torre de homenaje, a la que rodean numerosas torres menores con sus tejados de pizarra característicos. Pasear por el camino de ronda, encima de la muralla, os permitirá tener vistas asombrosas del conjunto palaciego.

 


El interior del castillo está profusamente decorado con azulejos y techumbres de madera artesonada morisca. A destacar la bella Cámara de la Reina, con sus coloridas vidrieras, la Cámara del Rey, con sus amplios ventanales góticos y su enorme amplitud donde se celebraban amplias recepciones o la Cámara de los Yesos, llamada así por tener paneles de yesería que son la única decoración original conservada. También destacan las galerías, del rey y la reina, con sus arcos góticos y desde donde contemplar los jardines existentes a sus pies. En los mismos, gracias a un sistema de riego propio, crecían naranjos y limoneros.

 


Otro encanto del interior del castillo es subir a las distintas torres y admirar las vistas a altura de pájaro. Existen tres imprescindibles, dos a la derecha y una poligonal a la izquierda.

 


Por poner un pero indicaré que el interior de las salas está vacío, lo que le quita cierto encanto e impide la inmersión completa.

 

Para más información os dejo su web oficial.

 

Del resto de la localidad navarra merece la pena pasear por su entramado callejero medieval, descubriendo bellos rincones como la plaza de Carlos III el Noble, con el Ayuntamiento presidiendo, la poderosa Torre del Chapitel en un lateral y el acceso a las llamadas Galerías Medievales, un centro de interpretación de la época medieval ubicado en el subsuelo (ahora mismo cerrado por reforma).

 


Olite es la ciudad vinícola de Navarra por excelencia (comparable a Toro, en Zamora o Haro, en La Rioja) y aquí podréis visitar el Museo del vino, con degustación de los mejores caldos que produce esta tierra.

 

La judería, la plaza del Fosal, el Paseo de Doña Leonor o la Iglesia de San Pedro son algunos de esos rincones por los que merece la pena caminar tranquilos.

 

San Martín de Unx

 

A escasos 10 kilómetros de Olite encontramos esta encantadora y pequeña localidad de obligada visita llena de calles empinadas y templos románicos. La misma no nos llevará más de un par de horas máximo.

 

Tras dejar el coche en el parking habilitado de la localidad (calle San Salvador), vamos a empezar nuestro recorrido por Iglesia de Santa María del Pópolo, la cual habremos visto al llegar, pues está situada en el cruce de carreteras.

 


Su aspecto defensivo está presente en sus altos muros y poderosos contrafuertes. En el interior, con escasa decoración, destaca la imagen de la Virgen del Popolo, del siglo XV, y un bello crucificado del siglo XVI, procedente de la cercana ermita de Santa Zita.

 

No obstante, el mejor templo de esta localidad lo vamos a encontrar en lo alto del caserío, desde donde obtendremos preciosas vistas. Se trata de la Iglesia de San Martín de Tours, una pequeña iglesia parroquial de estilo románico cuyo origen se remonta al siglo XII. Su atractivo proviene, principalmente, de su buena conservación, considerándose uno de los templos románicos navarros más encantadores.

 

Del exterior destaca la enorme altura del ábside (engloba la cripta salvando el empinado desnivel), donde debemos fijarnos en los canecillos figurados situados en el alero del tejado. Encontraremos hombres y animales realizando diferentes gestos, algo típico del románico. La galería occidental, con arcada de medio punto, era antaño una nave más del templo. Aquí merece la pena pararse en la bella portada, la cual contiene capiteles figurados donde aparece San Martín partiendo su capa de legionario para compartirla con un pobre que pasaba frío o combatiendo contra monstruos. No dejéis pasar también los dos canecillos conservados, los cuales representan a un músico y una contorsionista.

 

El interior del templo destaca por sus enormes dimensiones y la luz de la cabecera, proporcionada por tres grandes ventanas abocinadas con arcos de medio punto y columnas con capiteles con decoración vegetal y animal. Una preciosa pila bautismal y la talla gótica de la Virgen de la Leche son los dos atractivos artísticos de la nave.

 


No obstante, lo que proporciona una singularidad especial a este templo es su cripta, a la que bajamos por una escalera de caracol desde el ábside. El espacio se configura en tres naves divididas por columnas con capiteles de decoración vegetal y con cabezas humanas. Seguro que la intimidad del lugar os maravillará.

 

Las visitas a este templo son guiadas: sábados, domingos y festivos, de 11:00 a 13:00 y de 16:30 a 18:30. Entre semana, llamar por teléfono para concertar cita (Javier 669 412 203).

 

Para más información sobre este templo os dejo aquí un enlace.

 

Ujué

 

La siguiente parada obligada es Ujué, la cual está a unos 20 kilómetros de Olite. Esta localidad está considerada como uno de los pueblos más bonitos de España. Se trata de una ciudad fortaleza situada en lo alto de una montaña de 815 metros de altura. Desde sus miradores es posible ver, con tiempo despejado, hasta los Pirineos. El aparcamiento de la localidad, pues en el interior sólo pueden acceder los vecinos, se encuentra siguiendo la calle de la izquierda cuando llegamos al Asador Uxue y, luego, tenemos un aparcamiento pequeño si tomamos la carretera del centro y otro, más alejado, junto a las ruinas de la Iglesia de San Miguel.

 

Callejear sin rumbo por las empinadas calles empedradas de esta localidad es una magnífica manera de descubrir rincones encantadores.

 


Todo nos irá preparando, según ascendemos, para sorprendernos con el magnífico templo fortificado de Santa María de Ujué.


 

Su nombre es una referencia a la leyenda de la paloma (Uxua en vascuence). El relato habla de un pastor que, cuidando de sus rebaños, vio a una paloma entrando y saliendo constantemente del mismo hueco de una roca. Al acercarse a curiosear, encontró la imagen de la Virgen. Con el fin de darle cobijo, los vecinos construyeron una iglesia para ella.

 

Lo primero que nos llamará la atención son sus torres almenadas, pasos de ronda y robustos contrafuertes que le otorgan un aspecto claramente fortificado. Podemos recorrer el camino de ronda, atravesando la preciosa galería, donde tendremos una impresionante vista, o visitando la cabecera románica del templo.

 


Fijaos también en el bello trabajo escultórico de los cuatro evangelistas, en los capiteles a la derecha de la entrada al templo (siglo XIV).


 

La portada gótica tiene una belleza especial, en donde en el tímpano asistimos a una escena doble que muestra la última cena (en la parte inferior) y la Adoración de los Magos (en la superior). En los capiteles veremos escenas del Génesis.

 

El interior es gótico, aunque los ábsides son románicos. Entre los objetos a destacar sobresale la Virgen de Ujué, una talla románica de madera del siglo XII a la que se la tiene una gran devoción en la zona; el corazón de Carlos II el Malo; el Retablo renacentista y el de la Vera Cruz.

 


También no dejéis pasar la visita al coro, en la parte superior, desde donde apreciar una vista impresionante de la iglesia. Aquí destaca la preciosa sillería del coro, así como una interesante pintura mural del siglo XIV.

 


Los horarios para la visita (libre) de este monumento es de lunes a domingo, de 10:00 a 19:00h.

 

Ciudad romana de Santa Criz

 

Si os gustan las ruinas, de camino a Sangüesa tenéis, muy cerca de la carretera nacional, a la altura de la localidad de Eslava, los restos de la ciudad romana de Santa Criz.

 

Se encuentra en lo alto de un cerro desde el que se divisan unas impresionantes vistas. La parte más destacada es el foro imperial, la gran plaza comercial donde se atisba el arranque de un criptopórtico.

 


La visita apenas os llevará una hora y os la recomiendo si os gustan las ruinas y el campo.

 

Sangüesa

 

Para llegar al precioso castillo de Javier, del que hablaremos a continuación, debemos pasar, obligatoriamente, por la localidad de Sangüesa. Si tenéis tiempo no dudéis en acercaros al magnífico templo de Santa María el Real de Sangüesa, el cual posee una de las portadas románicas más bellas de Navarra. Al conservarse, prácticamente, en toda su integridad, es uno de los templos más estudiados de su estilo.

 


La iglesia se levanta en el extremo oriental de la ciudad, al mismo pie de la calle Mayor (o rúa de peregrinos) y junto al estratégico puente que, desde época altomedieval, salvaba las aguas del río Aragón. La cabecera está constituida por tres ábsides semicirculares, con mayor altura del central. La factura románica la vemos en las pilastras, las pequeñas ventanas abocinadas, los capiteles decorados, los canecillos figurados o la presencia de unos óculos sobre las ventanas, influencia de la catedral de Pamplona. También es característica su torre cimborrio octogonal, levantada sobre el crucero.

 

La portada del templo seguro que os sonará, pues una de las más conocidas del románico español y se ha convertido en el símbolo de este templo. Está orientada al sur y lo más destacable es la decoración escultórica que llena todos los espacios. Es obra del maestro francés Leodegarius, tal como él mismo documentó en una inscripción situada en un libro abierto sostenido por una escultura-estatua de la portada.

 

Los capiteles tienen escenas de la vida de Jesús o temas bíblicos como el Juicio de Salomón. En las arquivoltas vemos personajes que representan los tres estamentos sociales, describiendo oficios y pecados. Y en el tímpano, lo más espectacular, veremos a la Virgen con el Niño flanqueados por los Apóstoles en la parte inferior. En la superior vemos a Cristo sedente bendiciendo en el Juicio Final, separando a un lado a los pecadores y, al otro, a los bienaventurados. Por último, en las enjutas, siguiendo el característico horror vacui románico, se situaron centenares de esculturas donde reconocemos animales, tanto reales como fantásticos, así como escenas o elementos vegetales.

 

Para conocer toda la información sobre la decoración de la portada os dejo este enlace donde lo explican pormenorizadamente.

 

Del interior destacar la maravillosa fábrica románica, en donde veremos curiosidades como la antigua ventana que dejó el arquitecto que abrió la Capilla de San Miguel, la altura a la que llegó el agua en una desastrosa inundación medieval (señal columna foto), la preciosa vidriera con la imagen de la virgen (siglo XX aunque siguiendo técnicas medievales) o el suelo, con la madera original, donde la numeración nos indica que está lleno de tumbas.

 

Respecto a la decoración, sobresale el retablo renacentista plateresco de la cabecera, obra de Jorge de Flandes. Dividido en tres pisos y coronado por la Coronación de la Virgen, preside la hornacina de honor la venerada imagen gótica de Nuestra Señora de Rocamador realizada en plata a finales del siglo XIII. La advocación de Rocamador tiene su origen en el santuario francés de Rocamadour y gozó de gran devoción a lo largo de la Edad Media. Otras piezas importantes se encuentran en la Capilla de San Miguel: son la Custodia Procesional, obra cumbre de la platería local sangüesina y el díptico de la Capilla de San Miguel, único en el mundo, con una Anunciación y una visión del Apocalipsis en el reverso.


 

En la Capilla de la Piedad tenemos un par de interesantes lienzos del siglo XVIII donde se representan la leyenda del caballero Roque Amador y un milagro de San Francisco Javier en la localidad, donde logró poner fin a una plaga de langostas. La imagen del milagro es justo la de enfrente. Para llegar a ella no debemos pasar por alto la imagen románica de la Virgen de la Nora (siglo XIII).

 


Esta localidad merece un relajado paseo para admirar sus bellezas escondidas. A destacar el Palacio de Viana (hoy biblioteca) o la fachada del Palacio de Vallesantoro, con unas figuras tallas en el alero dignas de mención.

 


Castillo de Javier

 

En este lugar nació San Francisco Javier, patrón de Navarra y cofundador, junto a San Ignacio de Loyola, de la Compañía de Jesús. Por tanto, es lógico que esté considerado un auténtico icono de Navarra, tanto por su parte histórica como religiosa. Por cierto, en marzo se celebran aquí las llamadas Javieradas, acudiendo miles de peregrinos.

 

Este castillo tiene poco que ver con el de Olite, y ello se debe a que su origen se remonta a finales del siglo X, cuando en estas tierras de frontera peleaban moros y cristianos. Su estratégica ubicación de frontera entre los reinos de Navarra y Aragón, acrecentó su sentido de fortaleza y, en torno a su inicial torre atalaya, se fueron edificando los distintos cuerpos del castillo. Ahora bien, que no nos engañe el aspecto, pues esta es una reconstrucción moderna que tiene apenas un siglo.

 


Las torres almenadas, los fosos, las murallas, llenas de saeteras, y el aspecto macizo nos dan una idea de la dificultad que debía suponer para el enemigo intentar tomar este castillo al asalto.

 

El patio de armas, parte central de la fortaleza, es el lugar alrededor se distribuyen todas las estancias del castillo, las cuales están musealizadas. A través de diversas piezas nos explicarán la vida en el castillo y todo lo relacionado con San Javier. Por ejemplo, en la bodega descubriremos la vida del santo a través de unos curiosos dioramas.

 


Y en otras salas admiraremos obras de arte, cuanto menos, curiosas, como las piezas cristianas realizadas por artistas hindúes.

 


En la Sala de Escudos descubriremos su árbol genealógico. También podremos visitar la habitación donde vivió San Francisco o la capilla del Santo Cristo, con la famosa talla en madera del Cristo de Javier. Según cuenta la leyenda, esta imagen sudó sangre cuando el Santo agonizaba en Sancián. Está rodeado de un dramático fresco medieval, única representación gótica de la danza de la muerte que existe en España.

 


La visita al castillo puede ser libre o guiada, siendo necesario reservar en este último caso en la web. El horario de la visita libre es de 10 a 18:30h y os llevará en torno a una hora. Las visitas guiadas son a las 10:30h, 12h y 16:30h.

 

Anexo al castillo se encuentra la Basílica de San Francisco Javier, a la cual se puede acceder de forma gratuita. La portada es de estilo neo-románico, contiene en el tímpano los nombres de los distintos lugares de Europa, África y Asia que recorrió Francisco. En los capiteles se han tallado diversas escenas que ilustran la vida del santo. Por su parte el altar mayor resalta la gran imagen de San Francisco Javier de J. Suñol, flanqueada por doce santos jesuitas. La cripta, construida bajo la iglesia para salvar el desnivel del terreno, contiene los monumentos sepulcrales de los Duques de Villahermosa y de la familia Goyeneche.

 


En una pequeña ermita justo enfrente de la Basílica podemos visitar el lugar donde bautizaron a Francisco Javier, así como una bella talla románica en el altar.

 


Monasterio de Leyre

 

Dentro de nuestro recorrido es obligado pararnos en alguno de los múltiples monasterios que existen en la zona. Nosotros elegimos el benedictino de Leyre tanto por su belleza arquitectónica como por ser el que tiene misas en canto gregoriano.

 

Este monasterio es el principal monumento románico de Navarra (corazón espiritual del reino) y uno de los conjuntos altomedievales más interesantes de toda España, tanto por su relevancia histórica como arquitectónica.

 

Leyre se ubica en la falda de la sierra del mismo nombre y, en sus orígenes, tenía una función de vigilancia con el próximo reino de Aragón, cuya separación se encontraba en el cercano pantano de Yesa. Se trata de un lugar aislado, sobre todo en invierno cuando nieva, lo que no fue óbice para acoger los restos de los primeros monarcas del reino de Pamplona.

 

La fecha de fundación del monasterio es desconocida, aunque se suele indicar que su origen data de mediados del siglo XI, cuando se terminó de reconstruir un antiguo monasterio destruido por los musulmanes que debía existir desde el siglo IX. Las obras continuaron de mano de los benedictinos en el siglo XII y, ya en el XIII, viviendo monjes cistercienses, se acometió una profunda ampliación gótica.

 

Toda esta historia es posible observarla si sabemos mirar. De la época románica, en el exterior, perdura la enorme cabecera triabsidial y las tres puertas de acceso. De la cabecera destacar la altura de los ábsides, los cuales engloban, en la parte inferior, la famosa cripta. En este inicial románico apenas existía decoración alguna, ni en muros ni en las angostas ventanas, siendo lo más impresionante el aparejo de grandes sillares que nos remiten al prerrománico. Sólo tendremos la excepción en los modillones del alero, decorados con cabezas humanas y animales. Estamos ante una de las primeras construcciones románicas de España y una de las imágenes icónicas de este lugar.

 


La torre tiene una forma cuadrangular, destacando las ventanas de triple arquillo en todos sus costados. Estos arquillos están sostenidos por columnas simples, sin capiteles ni decoración.

 

A los pies de esta cabecera se encuentra la entrada a la cripta, uno de esos lugares que habrás visto alguna vez en fotografía si has estudiado algo de románico, pues es el mejor ejemplo del primer románico español. Se accede a través de una ruda puerta de tres arquivoltas de aristas vivas que apean sobre grandes jambas de sillares irregulares. Pasa por ser la más antigua del monasterio.

 

Fue construida para nivelar el terreno donde se alzaría la iglesia y servir como cimiento a la misma. Tiene cuatro naves y tres ábsides. Puesto que la nave central de la iglesia superior estaba proyectada del doble de anchura que las laterales, la nave principal de la cripta hubo de dividirse en dos con el doble fin de reforzar el peso y de no ganar demasiada altura. El resultado es que la cripta cuenta con un total de cuatro naves muy estrechas y de igual anchura

 


El abovedamiento es de medio cañón con refuerzo de arcos fajones de arco de medio punto muy peraltados que, a su vez, son soportados por columnas de cortísimo fuste sin basa y grandes capiteles irregulares con labra apenas incisa (bajorrelieve). Estos capiteles de gran tamaño, todos diferentes entre sí, son los que verdaderamente mantiene el peso de la cabecera del templo.

 

Sus funciones cambiaron a lo largo de su historia funcionando como despensa, cobertizo e, incluso, como lugar de cobijo para peregrinos. Pero nunca como cripta al uso, pues no existen evidencias de enterramientos en el lugar.

 

Junto a la cripta está el túnel de san Virila que comunica con la cripta por medio de tres ventanas pequeñas y estrechas, que se abren en la pared oeste de la misma. Este túnel servía como salida del monasterio a los campos de los alrededores. En la actualidad está cegado y en su fondo hay una escultura, del siglo XVII, de San Virila, abad del monasterio durante el siglo X. La leyenda de este abad es muy curiosa, pues fue el primer hombre que viajó en el tiempo al quedarse dormido 300 años.

 


Para acceder a la iglesia debemos dar la vuelta al actual hotel y dejar a nuestra derecha el antiguo espacio que anteriormente ocupaba el claustro. De este lugar os voy a pedir que os fijéis en el solitario arbotante, del que luego hablaremos.

 


La mejor portada de acceso al templo es la occidental, llamada Porta Speciosa (Puerta preciosa). Lo más destacable su riqueza escultórica, verdaderamente espectacular y que nos avisa de los añadidos que tuvo que tener hacia el siglo XII y siguientes. Los expertos indican que aquí trabajó el maestro Esteban, autor de la puerta de las Platerías de la catedral de Santiago de Compostela, debido al tema de uno de los capiteles en el que aparecen dos aves con los cuellos entrelazados picándose las patas. Además del mismo debieron trabajar numerosos artesanos.

 


La portada tiene cinco arquivoltas de medio punto, decoradas figurativamente, que rodean un tímpano esculpido soportado por una columna parteluz. Este tímpano llevaba siete estatuas, de las que se reconocen a Cristo, María, San Pedro y San Juan y algunos apóstoles.

 


El friso también tiene decoración figurativa. En la parte izquierda aparecen como figuras bastante reconocibles: San Miguel y el dragón, Jesús acompañado de los apóstoles San Pedro y San Pablo, las santas Nunilo y Alodia, así como, posiblemente, el martirio de una de ellas. En la parte derecha los relieves están más desgastados y su iconografía es bastante más confusa, aunque podemos diferenciar a Jonás y la ballena y la danza de la muerte, así como, en una línea inferior, las escenas de la Anunciación y la Visitación.

 

En el interior, la cabecera, tal como intuíamos desde el exterior, cuenta con tres ábsides, siendo el central mucho mayor que los laterales. Esta cabecera triabsidal de San Salvador de Leyre se une a dos tramos de las naves románicas, separadas por pilares cruciformes con columnas adosadas de rudos capiteles. La falta de simetría de los ábsides (más ancho el derecho), la falta de la piedra angular de los arcos (que provocó que perdieran la forma) y lo macizo de la construcción nos remiten a ese primer románico donde levantar estos edificios era un reto mayúsculo.

 


Nos sorprenderá encontrar, en la nave central, una bóveda gótica. Fue construida en el siglo XVI y sustituía el tejado de madera a dos aguas destruido en un incendio. La construcción de la bóveda conllevó el reforzamiento de los muros exteriores mediante contrafuertes y el arbotante del claustro ya comentado.

 

En su muro norte, en un hueco cerrado por una verja de hierro del siglo XIV, se ubica el mausoleo de los reyes del reino de Pamplona. Los restos agrupados de más de quince miembros de la primera dinastía navarra se han recogido en un arcón de madera de roble con herrajes neogóticos.

 


En el muro sur se abren dos ventanales con columnas adosadas y capiteles decorados. Por este mismo muro se accede a la capilla, con bóveda gótica del siglo XV, en que se halla un retablo renacentista del siglo XVII dedicado a las santas Alodia y Nunilo.

 

Por último, no quiero despedirme del lugar sin recordaros que aquí existe aún la posibilidad de escuchar el oficio religioso en latín. Me refiero al famoso canto gregoriano. No en vano, San Salvador de Leyre fue uno de los primeros monasterios hispanos donde se introdujo el canto gregoriano (en el último tercio del S. XI).

 

El horario para visitar el monasterio es el siguiente:

A diario de 10 a 19h.

Precio: Adultos 5€ (Libre) / 7,50€ (Guiada)

Cantos gregorianos: laborables a las 9:00, 19:00 y 21:10. Domingos y festivos religiosos a las 11:30, 19:00 y 21:10.

Contacto: Teléfono 948 884 150 EMAIL visitas@monasteriodeleyre.com

WEB: https://www.monasteriodeleyre.com/turismo/visita-turistica/

 

Tafalla

 

Esta localidad se encuentra muy próxima a Olite y con sus 10.000 habitantes ejerce de capital de la Navarra Media. En su casco urbano podemos diferenciar la zona alta, que mantiene un aire medieval, y la zona centro, más moderna y enfocada al sector servicios.

 

Entre los atractivos turísticos de esta localidad destacaría la románica Iglesia de Santa María, con un impresionante retablo manierista en el altar mayor.



Otros lugares de interés son la Plaza de los Fueros, edificios señoriales, como uno modernista en la misma plaza, o el Convento de las Recoletas, una de las imágenes más icónicas y bonitas de Tafalla. Y, por supuesto, junto al convento, el imponente Palacio de los Mencos, el cual se puede visitar mediante visita guiada por los propios miembros de la familia. Necesario reservar aquí.

 


Artajona

 

Esta localidad, a escasos 20 kilómetros de Olite, posee la fortificación más importante de Navarra, una construcción del siglo XI rodeada por una doble muralla y nueve torres con almenas (originalmente eran catorce). Denominada el cerco, nos recuerda que este lugar estuvo en disputa durante muchos siglos durante los años donde moros y cristianos se partieron el cobre.

 


El aparcamiento se encuentra junto a la entrada norte a las murallas. Os aconsejo no callejear por el pueblo y entrar directos, o bien por la Calle Jerusalén, desde el cementerio, o por la calle Rufo Ayestarán.

 

La visita es libre y podréis recorrer tranquilamente esta imponente fortificación. Puede que os sorprenda que las torres están huecas en su interior. Con ello los defensores evitaban que los invasores, en caso de tomar la torre, se hicieran fuertes en ella.

 


El único lugar donde deberéis pagar entrada es la visita a la Iglesia-Fortaleza de San Saturnino, construida en el siglo XIII y que tenía tres funciones: religiosa, como es evidente, militar (servía de torre vigía y formaba parte de las murallas), y depósito de agua, algo único en el mundo. Su visión exterior es compacta, con gran altura y robustos contrafuertes. No obstante, lo que os llamará la atención será su precioso rosetón gótico, así como su peculiar portada.

 


En el interior podremos contemplar un importante retablo gótico realizado entre 1505 y 1515 que alberga una talla sedente de San Saturnino, una talla gótica de la Virgen con el Niño, y un calvario de estilo gótico hispano-flamenco. Como curiosidad indicar que aquí se representó, en uno de los paneles, el dogma de la Virgen sin pecado concebida unos 400 años antes de ser el dogma oficial.


 

El edificio es único en el mundo debido a su techumbre, denominada lomo de dragón por su similar forma. La razón de este tejado invertido era la de recoger el agua de lluvia en caso de asedio, llevada así hacia unos canalones y, luego, almacenada en un aljibe debajo del templo. Podemos pasear por la cubierta y admirar esta joya de ingeniería medieval. En el exterior es todavía visible la tubería que recogía el agua de los canalones y la llevaba al aljibe.


 

Existe una entrada donde es posible, en una hora, realizar una visita guiada donde nos mostrarán la fortaleza, torres, castillo, iglesia-fortaleza, retablo y subida al tejado. Los horarios son los siguientes:

De Noviembre a Mayo. Fines de semana y festivos, de 10 a 14 h y de 15 a 18 h.

De Junio a Octubre: martes a domingo, de 10h a 19h ininterrumpidamente.

Contacto en el tlfno 617189957 o email: info@rutasvivamus.com.

 

Artajona tiene otro encanto añadido. Se trata de un par de dólmenes prehistóricos, “Portillo de Enériz” y “Mina de Farangotea”, los cuales son una de las muestras más importantes de la cultura megalítica en Navarra.

 


Para llegar a ellos debemos dirigirnos al cementerio de la localidad, junto a la barroca Basílica de Nuestra Señora de Jerusalén. Un templo que conserva una talla de la Virgen de Jerusalén, patrona de Artajona y que, según la tradición local, fue un regalo de Godofredo de Bouillón, líder de la Primera Cruzada y protector del Santo Sepulcro, a Saturnino de Lasterra, capitán artajonés, al que quiso premiar por su participación en las cruzadas. El templo es muy bonito y os sorprenderá lo diminuta que es la imagen venerada.

 

El camino que parte de la trasera del cementerio de Artajona nos llevará, en apenas 4 kilómetros, a los dólmenes. Se trata de los dólmenes más meridionales de Navarra, situados en una cumbre próxima a un antiguo poblado de la Edad del Bronce. Se trata de dos dólmenes del tipo «corredor» integrados por piedras de grandes dimensiones (megalitos) que fueron encontrados y excavados en los años 50. Tienen una losa de separación y doble cámara, y están situados sobre túmulos de 20 metros de diámetro por 2,5 metros de altura.

 

En concreto, «El Portillo de Enériz» es un megalito en el que se pueden distinguir dos partes: la cámara mortuoria, lugar donde enterraban a los muertos, que consta de 9 grandes losas colocadas en posición vertical; y el corredor, que se compone de 6 losas más pequeñas. El dolmen de la «Mina de Farangortea» tiene la misma estructura, pero es de menores dimensiones, y en la parte posterior la losa del centro está perforada para permitir el acceso. Ninguno de los dos tenía cubierta y solían taparlos con ramas y tierra. En torno a estos dólmenes se encontraron cuentas de collar, puntas de flecha, punzones de cobre, botones, cerámica y hachas, piezas que están expuestas en el Museo de Navarra.

 

Ciudad romana de Andelos

 

Muy cerca de Artajona, a unos 8 kilómetros, encontramos las ruinas de otra ciudad romana. Andelos fue un importante centro donde destaca su acueducto y sus casas, en donde muchas tenían tuberías (no todas legales).

 

Los mosaicos encontrados aquí se encuentran en el museo de Pamplona, por lo que sólo podremos recorrer una pequeña parte de la ciudad donde adivinar calles, casas, termas y un templo.

 


En el centro de interpretación veremos un vídeo introductorio y paneles donde nos explicarán aspectos interesantes de la ciudad.

 

Una visita interesante para los enamorados de las ruinas.

 

Yacimiento arqueológico Las Eretas

 

Me voy a despedir de este gran repaso a lugares de interés en la Navarra media con un yacimiento de la Edad del Hierro desconocido por muchos y que merece mucho la pena visitar.

 

Tiene un centro de interpretación de una sola sala donde nos introducen en las ruinas a visitar, explicándonos todos los aspectos culturales de la civilización que lo creó. Se trataba de un castro muy fortificado, con muralla y casas apiñadas.

 


En el yacimiento se ha reconstruido una de ellas, así como parte de la muralla. Sin duda, un lugar que os dejará un buen sabor de boca y que se nota más actualizado que la visita a la ciudad romana anterior.

 

Espero que os gustara mi selección de lugares para pasar un largo puente en esta maravillosa zona.

 

Y no os perdáis la entrada de Pamplona, capital de Navarra.

 

Hasta la próxima.

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