domingo, 21 de julio de 2024

Dos iglesias visigodas cerca de Madrid

 


Hoy vamos a descubrir dos pequeñas joyas arquitectónicas de un periodo bastante desconocido por el gran público. Me refiero al visigodo, esas gentes germanas que se aprovecharon de la decadencia y caída del imperio romano para asentarse en la Península Ibérica.

 

Deudores de la tradición paleocristiana tardorromana, sus construcciones se datan únicamente en el siglo VII y apenas tenemos ejemplos debido a la posterior invasión musulmana a principios del siglo VIII. Por ello, visitar alguno de los pocos templos que se conservan en España es un auténtico privilegio. ¿Os animáis a visitar un par de ellos?

 

¿Dónde se encuentran los principales templos visigodos?

 

En época visigoda fueron importantes centros religiosos ciudades tales como Toledo, Mérida o Córdoba. Lamentablemente, apenas quedan restos en pie en estas ciudades.

 

Si queremos descubrir construcciones visigodas debemos dirigirnos al mundo rural, lugares donde la presencia musulmana fue escasa o poco intensa, por decirlo de alguna manera. Esto conlleva que los restos que tenemos corresponden a templos menores. Aun así veréis que guardan una especial belleza.

 

En el siguiente mapa os dejo la ubicación de las iglesias visigodas que se conservan en la península Ibérica y que se pueden visitar (Fuente: https://www.misviajesysensaciones.com/2019/10/templos-visigodos-mejor-conservados-peninsula-iberica.html).

 

 

¿Qué características tenían los templos visigodos?

 

Varias son las características principales que encontramos en este tipo de templos:

 

Los edificios se construyen mediante perfecta sillería, con aparejo de soga y tizón. Los sillares son grandes bloques perfectamente cortados y escuadrados y colocados sin unión por argamasa (a hueso). Las hiladas son irregulares.

 

El uso de macizas bóvedas de cañón conllevaba la utilización de muros anchos y escasas ventanas, lo que provocaba la existencia de interiores bastante oscuros.

 

Se suele utilizar el arco de herradura con doble dovela, sujetado tanto por columnas como por pilares. Al contrario de lo que suelen pensar las personas profanas, el arco de herradura es herencia hispanorromana y no musulmana.

 

Los capiteles de las columnas pueden ser de orden corintio muy esquemático o el de tronco de pirámide invertido.

 

El espacio interior de los templos es muy compartimentado, siendo perfectamente distinguibles las diferentes salas desde el exterior.

 

Las cabeceras de los templos suelen ser planas en la mayor parte de los casos y orientadas al este, mientras que las plantas pueden variar entre la forma basilical y la cruz griega.

 

La decoración de los muros es rica en frisos a base de elementos geométricos, florales o animales repetitivos. El resto de decoración, tal como artesonados de madera dorados, mármoles o lámparas votivas, han desaparecido.

 

Ermita de Santa María de las Viñas

 

La ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas es una de las grandes joyas de la arquitectura visigoda y una parada obligada si estáis visitando la comarca burgalesa del Arlanza (Covarrubias).

Ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas

 

Como en la mayoría de templos visigodos, su datación es controvertida, aunque se suele afirmar que fue uno de los últimos templos que se levantó antes de la conquista musulmana. Por tanto, estaríamos hablando de inicios del siglo VIII.

 

El templo original tenía grandes dimensiones, pues constaba de tres naves, y formaba parte de un conjunto monacal. Lamentablemente, las naves colapsaron en el siglo XIV y actualmente únicamente se conserva la cabecera de planta rectangular y el transepto. A pesar de estar tan disminuido, el entorno natural donde se encuentra ofrece una visita muy interesante.

 

Ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas

Aquí no tenemos centro de interpretación por lo que existe un código QR que nos lleva a una página (http://www.tierradelara.es/Abierto24h/MQ/index.html) donde poder descubrir las principales características y curiosidades de este templo. Vamos a realizar un sucinto resumen de lo más importante.

 

Esta iglesia se sitúa en las proximidades del lugar donde antiguamente se asentaba la ciudad romana de Nova Augusta. Concretamente se encuentra en un yacimiento tardorromano del siglo IV antes de cristo, donde posteriormente se construiría la iglesia de un monasterio cuyos restos son los que podemos ver. En el siglo XIV, tal como indiqué antes, el templo estaba en un estado próximo a la ruina, por lo que los féretros de los familiares del conde Fernán González se trasladaron al próximo monasterio de San Pedro de Arlanza (hoy también en ruinas).

 

Tanto en el interior como en el exterior del templo los arqueólogos han encontrado multitud de enterramientos, lo que demostró el uso funerario de este enclave. Los restos de estas tumbas es lo primero que podremos ver nada más llegar.

 


Mientras que en el interior se han encontrado enterramientos visigodos, en el exterior, justo delante de lo que queda del templo, se han encontrado tumbas medievales datadas hacia el siglo X-XIII. Se tratan de sarcófagos de grandes piedras monolíticas y tumbas de lajas conformadas por un habitáculo revestido en sus paredes con losas y otras que actuaban de cubierta, hoy desaparecida. La densidad de tumbas medievales refuerza la idea de que la ermita pudiera funcionar como parroquia durante este periodo.

 

Demos ahora la vuelta al templo hacia la cabecera plana. Aquí vamos a ver, en mi opinión, lo más destacable de este templo, los relieves en forma de frisos que recubren los muros del primer templo original. Son relieves de gran calidad técnica realizados sobre grandes piedras de arenisca, algunas de ellas de época romana que fueron retalladas.

 

Los frisos decorados son de piedra caliza y presentan distintas series de motivos de influencia oriental (bizantina y sasánida) y carácter simbólico.

 

Frisos de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas

Podemos distinguir tres frisos diferentes. En el inferior se realizó una decoración consistente en tallos ondulados que encierran hojas y racimos, relacionados bien con hojas de vid y uvas (de ahí seguramente la denominación de esta iglesia y de la cercana aldea, Quintanilla de las Viñas). Sobre el eje de la actual puerta de acceso se conserva la única concha o venera de todo el conjunto. La decoración se interpreta como el camino que conduce al triunfo.

 


El friso intermedio se compone de círculos que se entrecruzan encerrando flores de seis pétalos (hexapétalas), aves diversas y árboles de frutos que cuelgan de sus ramas. Las hexapétalas son alegorías de tipo solar y aparecen con gran frecuencia en las estelas funerarias romanas de la región de Lara. Algunas de las aves, como el pavo real y el ave fénix, son exóticas y de influencia oriental; el pavo representa la incorruptibilidad de la carne y la inmortalidad en la tradición cristiana. También se reproducen figuras estilizadas de palmeras que son alegorías de Cristo y del árbol solar en el mundo pagano.


 

También podemos observar aquí la existencia de monogramas y zonas sin tallar, lo que denota que la decoración no se llegó a completar. Las interpretaciones resultan variadas a la par que inciertas. Con carácter general se asume que el último indica f(e)c(e)r(u)n(t) (“hicieron”), por lo que para algunos autores los dos primeros encierran encriptados los nombres de los benefactores de la construcción a partir de sus iniciales. Lo importante de estos monogramas es que refuerzan la cronología visigoda del templo, puesto que este recurso solo aparece en etapas tardías de las monedas a partir del rey Chindasvinto (final siglo VII y principio siglo VIII) y no con posterioridad a la penetración islámica.

 

Por último, en el friso superior, aparecen diez medallones con bestias, algunas exóticas, como el león, leopardo, ciervo, uro (toro), antílopes y osos, y otras fantásticas como el grifo.


 

Por su parte, los muros donde se interrumpe la decoración responden a la reconstrucción medieval que originó una pequeña ermita en los restos de la cabecera.

 

Toca ya entrar al interior por una pequeña puerta realizada en un brazo del transepto original. Era la entrada que antaño utilizaban los monjes que vivían en este monasterio, pues el transepto era el lugar que ocupaban en las celebraciones litúrgicas. Los fieles, en cambio, entraban al templo por el oeste, directamente a la nave, la cual ha desaparecido. Por las excavaciones, originalmente el templo tenía cruz latina.

 

La cabecera de las iglesias visigodas era el lugar más sagrado e importante. Esta tiene planta cuadrangular y, como el resto de lo conservado, no posee la cubierta original, la cual tuvo que ser una cúpula semiesférica realizada con ligera piedra de toba.

 

Debajo del arco toral se ubicaba el altar, hoy presidido por una sencilla talla. En el suelo encontramos un par de bellos relieves decorados con sendos bustos de un varón y una mujer, también sustentados por ángeles, que se interpretan como Cristo y la Iglesia. Fueron robados en 2004 y recuperados en 2019. Aquí se localizaba la mesa eucarística en forma de T (tau) depositada actualmente en el Museo de Burgos.

 

Altar de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas

El arco de herradura que separa la cabecera y el crucero se sustenta sobre dos columnas romanas de mármol. Posee dos capiteles-cimacios decorados, al igual que lo está el arco. Ambos decorados con figuras humanas, representaciones del Sol (izquierda) y la Luna (derecha), sujetos por genios alados. En el bloque del sol existe una inscripción de la benefactora Flammola (+OC EXIGVVM EXIGVA OFF ΔO FLAMMOLA VOTVM/La modesta Flammola ofrece a Dios este modesto voto). Ambos suponen la cristianización de dioses paganos (Helios/Apolo y Selene/Diana) y una alegoría de la muerte y vuelta a la vida, como ocurre con el sol y la luna cada día.

 

Relieves en el interior de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas

Aunque se trate de una iglesia muy disminuida, la belleza de su decoración en relieve justifica la visita a este lugar y nos muestra la riqueza decorativa de los templos visigodos.

 

Iglesia de Santa María de Melque

 

La iglesia de Santa María de Melque es uno de los templos mejor conservados de la arquitectura visigoda. Es más, se trata del único en España que ha llegado completo hasta nuestros días. Del resto sólo se han conservado elementos constructivos aislados, como en el ejemplo anterior, o estructuras integradas en otras construcciones posteriores. Su visita se puede complementar, perfectamente, con una escapada a las Barrancas del Burujón.

 

Iglesia de Santa María de Melque

Nada más llegar al lugar comprobaremos que las instituciones han realizado un gran trabajo de conservación y musealización del lugar. Además de una zona de merendero con sombra, en los edificios que rodean a la iglesia se habilitó una sala para exposiciones temporales y un gran centro de interpretación donde, además de contextualizar Melque en su época, aprenderemos un montón de curiosidades interesantes sobre la civilización visigoda. Sin duda, la visita a este lugar es la mejor manera para poder hacernos una buena idea de como era Melque en su época de esplendor.

 

Entre lo más interesante del centro de interpretación destacaré la evolución que tuvo este lugar desde sus inicios visigodos. Al igual que el templo anterior, formaba parte de un conjunto monástico autosuficiente construido, seguramente, a inicios del siglo VIII. Los arqueólogos han encontrado en los alrededores presas para embalsar el agua y utilizarla en los diferentes huertos de cultivo, así como las dependencias monacales construidas junto al templo.

 

El monasterio tuvo una vida próspera hasta la invasión islámica de la Península a partir de laño 711. De esa época es la construcción de una muralla en la parte anterior de la iglesia y el cerramiento mediante muros de los huertos. A pesar de estas protecciones el monasterio fue declinando en importancia, tanto por la presión de los musulmanes como por el final de las donaciones de los señores convertidos al Islam.


 

Sea como fuera, el monasterio se terminó abandonando, surgiendo una alquería musulmana con viviendas dispersas alrededor del templo. Si por algo es original este templo es por la función posterior que le dieron los pobladores musulmanes: levantaron una torre sobre el crucero y utilizaron el templo como fortaleza.

 

Tras la reconquista de Toledo en el año 1085, Melque recuperó su función como Iglesia cristiana sin perder su condición de pequeña fortaleza, que se mantuvo hasta el final de la Edad Media. En el siglo XIII el territorio donde se situaba Melque pasó a ser administrado por los templarios, quienes potenciaron el lugar como centro religioso.  Su abolición conllevaría un nuevo declive para Melque, reducida a ermita rural de escasa importancia.

 

Así se mantuvo hasta que en el siglo XIX pasó a manos privadas debido a la desamortización de Mendizabal. En esta época fue utilizada como establo y como pajar. Sería en 1968 cuando la Diputación de Toledo adquiriera la iglesia y llevara a cabo las tareas de reforma y musealización del lugar.

 

Es hora de pasar a visitar la iglesia. Os dejo una magnífica descripción que os avisará de la importancia del lugar: “Una iglesia que por su aparejo y sus macizos se parece a lo romano; por la disposición de sus departamentos secundarios, a lo latino; por su planta, a lo bizantino; por la contextura de sus arcos a lo visigodo y a lo árabe primario; por sus bóvedas, su cúpula y sus semicolumnas, a lo románico; por el modo de ejecución, a lo bárbaro; por otros detalles, a varias de aquellas artes, Qué es?”.

 

Este es un ejemplo de iglesia de planta cruciforme, quedando la cabecera resaltadas gracias a un par de estancias que la flanquean. La arquitectura visigoda era muy volumétrica, es decir, desde el exterior podemos conocer perfectamente la compartimentación interior de los espacios, la cual, era muy marcada debido a la jerarquización de la liturgia de la época. El santuario, lugar de mayor sacralidad ocupado por el sacerdote oficiante, era aislado del resto del templo mediante una estructura física de canceles y cortinajes. La zona del transepto era dedicada al coro y en ella se situaban los clérigos. En la nave, por último, se disponían los fieles laicos.

Iglesia de Santa María de Melque

 

La Iglesia está construida en su totalidad con sillares irregulares de granito de gran tamaño, algunos reaprovechados de otras construcciones anteriores, asentados en seco y sin cimentación. Su aspecto es ciclópeo, semejando las construcciones romanas de las que era deudora.

 

Ahora bien, antes indicaba que Melque posee una mezcolanza curiosa de estilos. Los arcos de las ventanas son más bien mozárabes; mientras que el rebaje circular de las esquinas en sus cuatro fachadas es una solución original que podemos asemejar al románico normando.

 

Una vez que entramos por la puerta de la nave principal, cuyo arco de herradura fue tapiado, descubrimos un lugar fascinante dominado por las cubiertas abovedadas en la totalidad de los espacios. Bóvedas de cañón de más de siete metros de altura que explican lo macizo de la construcción.

 

Interior de la iglesia de Santa María de Melque

En la zona del crucero encontramos cuatro arcos de herradura resueltos en un espectacular cimborrio que a su vez sustenta la bóveda central. Situados en este punto debemos prestar a tención a tres lugares.

Cimborrio de la Iglesia de Santa María de Melque

 

A nuestro frente se encuentra la zona del altar. Dentro del santuario el elemento principal era el altar o mesa eucarística. En ella destacaba la decoración del pie del altar, basada en elementos apocalípticos como la cruz, el crismón con alfa y omega o el árbol de la vida.

Altar de la Iglesia de Santa María de Melque

 

Aunque en la actualidad vemos la piedra viva, Melque estaba completamente estucada y poseía un rico aparato decorativo escultórico en relieve policromado en capiteles y frisos, lo que denota una alta capacidad de inversión por parte de sus promotores. Lamentablemente son pocos los ejemplos que se conservan en la actualidad, destacando unas filigranas de estuco en los arcos torales del crucero.

 

A nuestra mano derecha (brazo sur del crucero) se abre el gran arcosolio (arco = arco; solio = sarcófago), el cual sugiere que Melque pudo ser en un principio un mausoleo destinado al enterramiento de un alto personaje del Reino Visigodo de Toledo. Es posible que el el sarcófago utilizado se hubiera reaprovechado de la época paleocristiana anterior, siendo esta una costumbre muy extendida entre la aristocracia visigoda.

Arcosolio de la Iglesia de Santa María de Melque

 

No sabemos quién fue enterrado aquí, pero Melque deriva del topónimo árabe Balatabdelmelic, que significa palacio del servidor del rey. Algunos estudiosos indican que el anónimo personaje pudo ser un tal Nicolao, un noble godo al que San Eugenio, poeta de las cortes de Chindasvinto y Recesvinto, dedicó tres composiciones poéticas. También sabemos que su hijo Evantio dedicó una magna construcción funeraria, por lo que podría cuadrar que Nicolao fuera el noble de la corte que tuvo aquí su última morada.

 

En el brazo norte del crucero encontramos una zona añadida al templo en una segunda fase posterior. Se trata de un recinto conformado por una serie de nichos cuya finalidad es objeto de debate: claustro, receptáculo de reliquias, osario del monasterio. Esta última opción es la que más seguidores tiene. La necrópolis funcionaría de pudridero, siendo los restos transportados, una vez descarnados, a los nichos de esta estancia. Una práctica muy extendida en los monasterios medievales.

 

En definitiva, una visita tremendamente interesante y en donde conocer una de las pocas construcciones visigodas que conservamos prácticamente íntegra.

 

Hasta la próxima

 


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