Todos nos hemos imaginado
alguna vez viviendo en un castillo. Y no me refiero a esos fríos y lúgubres castillos
medievales, sino a los castillos mágicos que aparecen en los cuentos, llenos de
salas enormes y luminosas, con multitud de obras de arte y habitaciones.
Muchas personas piensan que
estos castillos sólo existen en los cuentos de los niños o en los parques
temáticos de Disney, pero eso no es cierto. Existe un país que posee una gran
nómina de castillos que nos recuerdan el lujo y la pomposidad palaciega que
aparece en los cuentos infantiles. Se trata de Alemania y hoy descubriremos uno
de esos castillos. En mi opinión, el más representativo de todos ellos.
¿Te apetece descubrir un
lugar mágico?
Muchos estaréis pensando en
el Castillo de Neuschwanstein ahora mismo. Todos aquellos que habéis planeado
un viaje a Alemania seguro que, antes o después, os habéis encontrado con este
sitio y planificado una visita a él.
En mi caso yo tuve que
postergar su visita unos años, pues en mi primer viaje a Alemania el lugar que
centró mi atención fue Rothenburg ob der Tauber (aquí tenéis un artículo sobre
este maravilloso lugar si deseáis visitarlo). No obstante, me dejé la visita a
Neuschwanstein como una tarea pendiente. Y en mi segundo viaje a Alemania
conseguí, por fin, visitar el lugar.
No creo que exagere cuando
afirmo que es un sitio que merece la pena visitarlo una vez en la vida, al
menos. Resulta un sitio maravilloso, un rincón lleno de encanto, con unas
vistas impresionantes y un entorno incomparable. Y el castillo es algo mágico,
un edificio que te sorprende en cada rincón y que te devuelve al mundo de
fantasía y ensueño propio de la infancia.
Para ayudaros en la visita y
prepararos un poco sobre lo que os espera os voy a dar unos pequeños consejos.
¿Cómo llegar al Castillo de Neuschwanstein?
El Castillo de Neuschwanstein
se encuentra próximo a la localidad de Füssen, un encantador pueblo al pie de
los Alpes, junto a la frontera austríaca de Alemania.
Muchas personas realizan la
visita al lugar desde Munich, pues existe una conexión directa por tren desde
la capital del estado de Baviera. Aproximadamente cada hora salen trenes con
dirección a Füssen y el trayecto apenas dura un par de horas. Lo justo para
leeros alguna guía de viaje (y artículos como este) que os vayan abriendo boca
de lo que os podéis encontrar.
Debéis fijaros en el tren que
cogéis, pues también existen trenes que realizan un transbordo en mitad del
recorrido. Os aconsejo conocer de antemano los horarios tanto de ida como de
vuelta para llevarlo todo bien planificado. En la misma estación de tren o por
Internet podéis realizar todas las previsiones de ruta necesarias. Más
información en http://www.reiseauskunft.bahn.de/bin/query.exe/hn?S=M%FCnchen&Z=F%FCssen%20Bahnhof&timeSel=arrive&start=1&lang=es&country=ESP.
También os recomiendo
adquirir el Bayern Ticket, pues
resulta la opción más económica. Por unos 26€
podréis viajar, hasta 5 personas y entre semana, en trenes regionales entre las
9:00 a.m. y las 3:00 a.m. del día siguiente. Además, el ticket incluye el
trayecto en autobús entre Füssen y los castillos. Más información en http://www.bahn.de/i/view/ESP/es/prices/germany/bayernticket.shtml.
Dada la facilidad y cercanía,
muchas personas deciden realizar la visita en el día desde Munich. En mi
opinión eso es un error, pues de esta forma nos perdemos el encanto de
descubrir un pueblo encantador como es Füssen.
Nada más bajar del tren puede
que la estación os resulte vagamente familiar. Ello se debe a que en ella se
rodaron algunas escenas de la película La Gran Evasión.
Luego, paseando por sus
callejuelas medievales, os encontraréis numerosos edificios encantadores, con
las fachadas pintadas en distintos colores. Para visitar tenéis unas cuantas
iglesias y, principalmente, el Monasterio benedictino de de St. Mang, en lo
alto de la ciudad. En
su exterior vais a descubrir el trampantojo, una decoración pictórica que
simula ilusiones ópticas. En este caso veremos muchas ventanas con balcones que
parecen reales pero que en realidad son pintados. En el interior del monasterio
se ubica el museo de la Ciudad, donde se exponen, entre otras cosas, una gran
colección de laúdes y violines. Ello se debe a que esta zona fue una de las más
importantes en cuanto a la fabricación de instrumentos musicales en la antigüedad. También
es de destacar la iglesia del monasterio, en cuya cripta se conserva el fresco
más antiguo de Baviera (980).
En sus alrededores podréis
hacer numerosas rutas de senderismo o visitar los numerosos lagos que rodean la
localidad e incluso bañaros en ellos si el tiempo acompaña.
Aunque os podéis dar la
paliza de ver Füssen y los castillos próximos en el mismo día, yo os aconsejo
pernoctar una noche al menos en este lugar. De esta forma podréis apreciar su
encanto mucho mejor y disfrutar realmente de este lugar. Yo me alojé en el Altstadt-Hotel
Zum Hechten, situado en Ritterstraße 6, y acabé contento. Está limpio, tiene una bonita
decoración, las habitaciones, sin ser espaciosas, tienen lo suficiente y el
desayuno es más que correcto. Además, se encuentra muy céntrico.
Para todos aquellos que ya
estéis nerviosos por llegar al Castillo de Neuschwanstein os debo decir que
Füssen se localiza a unos 4
kilómetros, por lo que os aconsejo coger un autobús para
llegar. Tenéis dos autobuses que os pueden llevar y yo os aconsejo estudiar los
horarios y sacar el billete de ida y vuelta (aunque no hay descuento por ello
os evitaréis perder tiempo en el regreso).
Los autobuses son:
RVA/OVG 73, en dirección a
Steingaden / Garmisch-Partenkirchen y el autobús RVA/OVG 78, en dirección a
Schwangau hasta la
parada Hohenschwangau / Alpseestraße.
Los autobuses los podéis
coger en la estación, su precio es muy modesto (1,55€ por trayecto) y el viaje apenas dura 10 minutos. Más
información en http://www.rvo-bus.de.
Los autobuses os dejarán en
el Ticket Center, donde deberéis comprar las entradas.
¿Dónde puedo sacar las entradas?
Cuando llegáis a
Hohenschwangau, la localidad al pie del Castillo de Neuschwanstein, os
llevaréis una sorpresa. Existe otro castillo más en esta localidad y no tiene
mala pinta. Se trata del Castillo de Hohenschwangau, el cual reconoceréis
inmediatamente por sus tonos amarillos.
En el Ticket Center (Alpseestraße
12, 87645 Hohenschwangau. Teléfono +49 (0) 83 62 - 9 30 83 - 0, www.ticket-center-hohenschwangau.de)
podréis adquirir las entradas para visitar ambos castillos, así como también
para el Museo de los Reyes Bávaros.
Existen todo tipo de
combinaciones para visitar cada monumento por separado o combinados. Para
haceros una idea el billete combinado que permite visitar ambos castillos cuesta
unos 25€
(King’s Ticket).
Al sacar los billetes tenemos
que tener una importante precaución. Las visitas se realizan en horas fijadas,
por lo que tendremos que contar con el trayecto para llegar a los castillos y
visitarlos.
¿Cuánto puedo tardar en llegar y visitar los
castillos?
Llegar al Castillo de Hohenschwangau
apenas requiere un cuarto de hora andando, pues se encuentra muy próximo a la localidad. Mientras
subimos hasta donde se encuentra podremos admirar las vistas maravillosas del
lago Alpsee. En su visita podemos perder alrededor de una hora, pues además de
pasear por sus murallas y jardines a nuestro aire la entrada incluye una visita
guiada por su interior (con audioguía incluida para los castellano-hablantes) de
treinta minutos, donde podremos ver numerosas habitaciones con decoración
antigua. Sin duda, la sala más destacada es el gran salón de baile, por su
magnitud y preciosa decoración mural, aunque personalmente me gustó la Habitación Oriental, decorada con motivos árabes
en recuerdo del viaje que el rey Maximiliano II hizo por Grecia y Turquía, y el
dormitorio real, Tassozimmer, con su
cielo estrellado representado en el techo. También, al salir por las murallas
en varios puntos, podréis tener las primeras panorámicas del Castillo de Neuschwanstein.
Llegar al Castillo de
Neuschwanstein nos llevará algo más de tiempo, pues se encuentra algo
alejado de la zona donde adquirimos los tickets. Existen tres formas de llegar:
-
Una es andando,
lo que supone un trayecto de subida de unos tres cuartos de hora. El paisaje
que atravesamos es muy bonito pero podéis admirarlo a la bajada si aún os
quedan fuerzas.
-
La segunda opción
es coger un autobús enfrente del Hotel Lisl, el cual os acercará al castillo
por otro camino. El viaje de ida cuesta 2€ y
tras un breve trayecto os dejará a unos diez minutos de la entrada, en la zona
del Puente de María (Marienbrücke),
desde donde tendréis unas vistas maravillosas del castillo. El trayecto hasta
la entrada del castillo es corto pero pedregoso, por lo que no es aconsejable
para personas con problemas de movilidad.
-
La última opción,
y la más pintoresca, es coger un coche de caballos enfrente del Hotel Müller.
Por 6€ os dejan a 300 metros de la entrada al castillo.
Junto a la entrada del
Castillo de Neuschwanstein tendréis unas maravillosas vistas del Castillo de
Hohenschwangau y de su entorno, idílico al estar junto al lago Alpsee. Hasta
que se haga la hora de entrar podemos disfrutar de los detalles decorativos que
encierra el castillo en su exterior y en el patio de entrada.
Al igual que en el anterior
castillo, las visitas son guiadas y duran poco más de treinta minutos. Una
audioguía nos permitirá conocer las salas que nos vayan mostrando en nuestro
idioma. Las fotos no están permitidas en su interior, pero siempre podremos
luego comprar una guía o postales. Dedicaros a admirar lo que tenéis delante.
Como adelanto a la visita os
voy a mostrar unos cuentos datos curiosos sobre este castillo y algunas de las
salas que podréis visitar.
Datos curiosos sobre el Castillo de Neuschwanstein
-
El castillo tiene
una superficie construida de 2.557 metros
cuadrados. Tiene un largo máximo de 130 metros y una altura
máxima de 79,16 metros
(torre principal).
-
Si no os gustan
los escalones será mejor que no visitéis este lugar. En una visita estándar
tendréis que subir 169 escalones y bajar 183. Es decir, tenéis un total de 352
escalones.
-
El castillo era
propiedad del rey Luis II quién lo habitó muy poco. Primero del 27 de mayo al
28 de junio de 1884. Luego, en los dos últimos años de su vida, apenas pasó en
él 172 días.
-
El personal a
cargo del castillo constaba de 60 personas cuando estaba presente el rey y de
la mitad en los periodos de ausencia.
-
El rey Luis II no
despilfarró el dinero estatal en la construcción de sus castillos, sino que
fueron financiados mediante su patrimonio personal y su asignación anual (su
sueldo). Cuando fue necesario también pidió créditos, los cuales fueron pagados
por él y por sus familiares tras su muerte. En total, este castillo costó 6.180.047
marcos de oro de la época.
-
Los planos del
castillo fueron modificados constantemente por el rey, por lo que el resultado
final es una creación original suya.
-
La primera piedra
se colocó el 5 de septiembre de 1869. Los planos eran obra del arquitecto Eduardo
Riedel. Mientras que el pintor Christian Jank fue el encargado de realizar los
dibujos. Las obras no terminaron hasta 1884.
-
Los materiales de
construcción fueron transportados mediante tiros de caballos y yunques de
bueyes hasta el lugar, aunque también existía una grúa a vapor para elevar las
piedras más pesadas.
-
En 1880
trabajaban en el castillo 209 picapedreros, albañiles, carpinteros y ayudantes.
Y a ello se debía sumar a todos los conductores, agricultores, comerciantes,
suministradores y hoteleros que vivían indirectamente de los trabajos. En
resumen, toda la comarca vivió de la construcción del castillo y, hoy día, la
mayoría viven de la explotación turística del mismo.
-
La muerte del rey
supuso la suspensión de las obras y parte del proyecto planificado no pudo ser
acabado. Así, el segundo piso del Palacio (que debía tener una sala mora tipo
Alhambra) y el edificio de los caballeros quedó en bruto. El edificio de
dormitorios destinado a las damas se construyó, posteriormente, de forma
simplificada. La terraza oeste no se construyó, ni tampoco el baño del
rey.
-
Richard Wagner
nunca estuvo aquí, pues murió (13/02/1883) antes de tener las habitaciones
acondicionadas (1884).
-
El castillo se
abrió al público el 1 de agosto de 1886, tan sólo unas pocas semanas después de
la muerte del monarca. Entrar en el castillo costaba 2 marcos y durante el
primer semestre hubo 18.000 visitantes.
-
Es el monumento
más visitado de Alemania, con más de un millón de visitas anuales.
-
Los cisnes son
uno de los motivos decorativos más repetidos en las habitaciones del castillo.
Ello se debe a que era el animal preferido del rey, pues representaba la pureza. Además,
jugaba un papel muy importante en la ópera de Wagner Lohegrin y era parte del escudo de los Señores de Schwangau.
-
La famosa sala de
los cantores, sala de fiesta del castillo, nunca fue utilizada. La primera
fiesta que se realizó en ella fue en 1933 con motivo del quincuagésimo
aniversario de la muerte de Wagner.
A continuación os voy a
realizar un pequeño paseo turístico por el interior del castillo de
Neuschwanstein.
En el tercer piso, dedicado a
los hombres, lo primero que veréis es la Antesala
a las habitaciones del Rey. Impresiona la bóveda de crucería. Y si os
fijáis en los cruces de los nervios descubriréis dibujados los escudos de
Schwangau, Baviera y Wittelsbach. Además de lo anterior, la belleza de este
lugar se encuentra en las paredes. Acostumbraros a verlas recubiertas de
pinturas de gran tamaño y colorido. Entre las escenas representadas veremos
partes de la Leyenda de Sigurd, el
relato más antiguo del cántico de los Nibelungos, que Richard Wagner, gran
amigo del Rey Luis II, utilizó para su Anillo
de los Nibelungos. Me gustó especialmente la escena de “Sigurd en lucha con el dragón”, tal vez
por su parecido a nuestro San Jorge.
La siguiente sala es la más
impresionante de todas las existentes en el castillo. Se trata del Salón del trono. Aquí Luis II deseaba
glorificar el Reinado de la gracia de Dios y, por ello, la sala tiene forma
basilical y posee una especie de ábside para el trono, como en una iglesia. Sin
duda se deseaba aludir a la unión religiosa entre el Rey y Dios. Pero en el
siglo XIX alemán este tipo de ideas antiguas no tenían cabida. No os sorprenda,
por tanto, la falta del trono en sí, pues la muerte del monarca impidió
realizarlo. Tampoco hubiera podido usarlo como lo hacían los reyes medievales.
En el ábside podremos ver a
Cristo, con la Virgen a su derecha y San Juan a su izquierda. Debajo, entre palmas, se representan a seis
Reyes canonizados: Casimiro de Polonia, Esteban de Hungría, Enrique II de
Alemania, Luis IX de Francia, Fernando de España y Eduardo de Inglaterra. También
reconoceréis a los doce apóstoles en los laterales de la escalera. En el resto
del salón veremos cuadros sobre distintos aspectos de los Reyes canonizados y
un curioso Cuadro de San Jorge y el Dragón. Dejando a un lado el significado
simbólico de la lucha del bien contra el mal, si nos fijamos en la parte
superior izquierda veremos la representación del castillo que se debía haber
levantado en Falkenstein y que la muerte del rey impidió. En el suelo está
representado, mediante un mosaico, el círculo terrestre, simbolizando la vida
de los animales y las plantas. Y en la cúpula se representa un cielo
estrellado. También es de destacar la gran araña de latón chapado en oro que
tiene piedras de cristal y 96 velas.
Desde el salón del trono
podemos asomarnos al exterior en el balcón
cubierto, pudiendo admirar el lago Alpestre, el lago de los cisnes, el
castillo de Hohenschwangau y la localidad anexa donde sacamos las entradas. Una
vista realmente preciosa.
En el Comedor veremos que los cuadros representan escenas del castillo de
Wartburg en el contexto de la Guerra de los Cantantes (1207). De nuevo este fue
un tema escogido por R. Wagner para una de sus óperas. Aquí es de destacar la
estufa oculta realizada en latón simulando el revestimiento de madera de la sala. Esta estufa era
cargada por su parte posterior, por lo que el Rey no era molestado por sus
criados.
En la siguiente sala, la alcoba, veremos el recargado estilo
postgótico en los muebles de madera que componen la sala. Destaca la
gran cama, debido a que el Rey medía 1,91 metros. Las
pinturas murales representan escenas de Tristán
e Isolda, otra famosa obra de Wagner. Las telas de las cortinas, la cama y
las sillas fueron bordadas en color azul, el preferido del Rey, y con el cisne
y el león de los Wittelsbach. Por último, indicar que en el lavabo había agua
corriente.
Junto a la alcoba se
encuentra la Capilla, lugar de
oración del Rey. La decoración de esta sala muestra escenas de la vida de Luis
IX de Francia.
En el Vestíbulo vamos a encontrar la única sala donde el techo de madera
ha sido sustituido por una pintura que simula un ambiente de vegetación. Las pinturas
murales representan distintas escenas del trovador Gualterio de la Pajarera y
sobre la estufa vemos otro tema relacionado con Wagner, Los Maestros Cantores de Nuremberg. Si os fijáis bien en esta
pintura podréis reconocer, en el fondo, al pintor Alberto Durero (o eso me
pareció a mí).
En la Sala de estar veremos pinturas relacionadas con la leyenda de Lohengrin, de quién también realizó una
ópera nuestro conocido Wagner. En esta sala, separada por columnas, se
encuentra el llamado “rincón del cisne”, donde se conserva una de las pocas
alfombras originales.
Entre esta sala y la
siguiente nos encontramos con una gruta
de estalactitas típica del romanticismo. Está equipada con una fuente de agua
artificial y servía de preludio al despacho, según la ópera de Wagner Thannhäuser.
En el despacho veremos las escenas que representan la ópera citada
anteriormente. Como curiosidad decir que el escritorio de lRey se encintraba
originalmente junto a la ventana y no en el lugar donde actualmente nos lo
muestran. Pero la visita turística a esta sala obligó a cambiar la disposición
original de los muebles, y a guardar muchos de ellos también. Junto a esta sala
se encuentra la llamada “habitación del ayudante”.
A continuación veremos la
antecámara a la sala de los cantores, donde se muestran distintas escenas de la
leyenda de Sigurd. Luego, a través
del “pasillo de la galería”, donde varios murales representan las leyendas de Gawan y Gahmuret, llegaremos
a la impresionante Sala de los cantores. El castillo entero
está confeccionado en torno a este salón de fiestas. Destaca la techumbre de
madera, el suelo del mismo material y los cuadros representando la leyenda de Parzifal.
Por último quiero destacar la cocina. Aunque no
encontraréis decoración alguna en esta sala resulta ser importante, pues se
encuentra en un estado de conservación perfecto (al contrario que en otros
castillos). Se trataba de una cocina muy avanzada para la época, pues constaba
de agua corriente, caliente y fría, y asadores giratorios automáticos para
asados de venado y aves. Además, el humo de la chimenea era desviado
subterráneamente y el calor de la estufa servía para mantener los platos
calientes en un mueble de pared fabricado a tal efecto. La cocina estaba
conectada al comedor mediante un elevador por donde se hacían llegar los platos
a la mesa.
Espero que este artículo os anime a visitar este maravilloso y encantador lugar.
Nadie de los que aconsejé ir hasta allí volvieron defraudados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario