Una de las leyendas urbanas que suelen
reaparecer con cada catástrofe mundial es la del complot, de algún poder
superior (élites económicas, poderes gubernamentales, dioses…), contra la mayor
parte de los seres humanos.
Se trata de una leyenda urbana que se
aprovecha del miedo a la muerte, en muchos casos incomprensible e inasumible en
un primer momento, y del odio hacia los estratos sociales más privilegiados,
los cuales, por norma, siempre suelen esquivar esas desgracias de forma más
eficaz que los pobres. A continuación, veremos algunos ejemplos de esta leyenda
urbana a lo largo de la historia, lo que nos permitirá obtener una visión más
completa y contextualizada del asunto. ¿Os animáis?
¿Qué nos dice esta leyenda urbana?
El último complot contra la humanidad que
hemos vivido, a gran escala, fue la pandemia de coronavirus. Las leyendas
urbanas que acompañaron a esta terrible pandemia que surgió en el año 2020 y
que, sólo en España, mató a más
de 50.000 ese año, se pueden contar por decenas. Personalmente yo llegué a
escuchar varias de boca de diferentes personas que, inocentemente, se hacía eco
y divulgaban noticias de escasa veracidad difundidas masivamente a través de
las redes sociales.
La más difundida fue aquella que indicaba que
varios poderes fácticos, capitaneados por Bill Gates, habían decidido difundir
el pánico por el mundo para suministrar una vacuna que exponía a enfermedades
mortales a quienes la recibían. El siniestro objetivo que perseguía tan
diabólico plan era realizar un genocidio silencioso debido al problema de la
superpoblación mundial.
Esta leyenda tuvo diferentes variantes a
lo largo del tiempo. Al inicio, como la población más mayor era la más afectada
por el coronavirus, se extendió la idea de que se trataba de un plan
gubernamental para diezmar a todos los jubilados y ahorrarse el pago de las
pensiones. Luego, a la vacuna se le añadieron múltiples componentes maliciosos:
desde sustancias esterilizantes a letales repetidores 5G.
¿De dónde surgió esta leyenda urbana?
Resulta muy complicado localizar el origen
de una leyenda con tantos milenios de antigüedad, tal como veremos a
continuación. El problema de la superpoblación mundial y la posibilidad de esterilizar
o eliminar a una gran parte de la población para solucionarlo drásticamente ya
estaba en el aire mucho antes del año 2020. Por ejemplo, es el argumento de uno
de los best Sellers de Dan Brown, Inferno (2013).
Esta novela bebía directamente de las fake
news que aparecieron tras las epidemias del virus AH1N1 en México (2009) y
del SARS en China (2003). En ambos casos se difundieron noticias falsas
relativas a complots que pretendían diezmar a la población.
Toda leyenda urbana tiene un sustrato
real
El ser humano, en las numerosas guerras
que ha librado a lo largo de su existencia, ha utilizado las armas más
ingeniosas y malvadas con el objeto de vencer al rival. Una de ellas ha sido el
uso de armas químicas. Y esto lo hemos rastreado desde tiempos inmemoriales.
En los asedios antiguos a las ciudades una
táctica común era envenenar las fuentes de agua de la que se nutrían los
sitiados con el objeto de hacerles enfermar. Tenemos como primer caso documentado
la toma de la ciudad de Cirra en el año 590 a.C. Una coalición liderada por
Atenas y Sición atacaron la ciudad y, ante la defensa a ultranza de sus
habitantes, decidieron envenenar sus fuentes de agua con eléboro.
Otra manera de debilitar y aniquilar a un
enemigo mediante armas biológicas era propagando una enfermedad. El primer caso
documentado se encuentra en unas tablillas cuneiformes que pertenecen a los
hititas, civilización de Anatolia de la Edad del Bronce que tuvieron su máxima
expansión entre los siglos XIV-XIII a.C. Según el texto, los hititas condujeron
hacia territorio enemigo tanto animales como personas infectadas por algún tipo
de enfermedad contagiosa. Su intención era inequívoca: “Que el país que los
acepte se quede también con esta terrible plaga”.
Respecto a la labor directa del gobierno y
los sanitarios para diezmar a parte de la población tenemos un claro y reciente
ejemplo que nunca deberíamos olvidar. Durante el gobierno nazi en Alemania a
mediados del siglo XX se implementó la llamada Ley para la prevención de
descendencia genéticamente enferma. Tribunales de la Salud Genética eran los
encargados de valorar los casos y ordenar la esterilización obligatoria para
todas las personas que tenían una discapacidad determinada. Con la excusa de la
practicidad económica se llegó al extremo de esterilizar a grupos pobres de la
sociedad mediante engaños y sin consentimiento alguno. Se calcula que el
programa de esterilización forzosa afectó a unas 400.000 personas en Alemania.
De ahí a la eutanasia sistemática en centros sanitarios nazis hubo un simple
paso. Al programa de eutanasia masiva de discapacitados se le denominó Aktion
T4 (por estar situado el cuartel general de esta organización en la
Tiergartenstrasse 4 de Berlín).
Pero no pensemos que los nazis eran los
más malos del mundo. En aquella época existían corrientes de pensamiento que
favorecían tales actos por parte de ciertos gobiernos. Por ejemplo, los Estados
Unidos fueron el primer país en emprender concertadamente programas de
esterilización forzosa con propósitos eugenésicos. Aunque el objetivo principal
eran personas con discapacidad mental y personas con problemas de salud mental,
pronto se aumentó el número de candidatos a sordos, ciegos, personas con
epilepsia y físicamente deformes. Los amerindios y las mujeres afroamericanas
fueron esterilizados contra su voluntad en muchos estados, a menudo sin su
consentimiento, mientras estaban hospitalizadas por otras razones (por ejemplo,
para dar a luz). Indiana se convirtió en el primer estado en promulgar
legislación sobre esterilización en 1907, seguida de cerca por Washington y
California en 1909. Indicar que, tras la Segunda Guerra Mundial, la opinión
pública hacia la eugenesia y los programas de esterilización se volvió más
negativa a la luz de la conexión con las políticas genocidas de la Alemania
Nazi, aunque un número significativo de esterilizaciones continuó en unos pocos
estados hasta principios de la década de 1960.
Todos estos ejemplos nos muestran que el
ser humano, en su infinita maldad, es capaz de generar enfermedades y
propagarlas con fines concretos. Y, en el caso de gobiernos fascistas, se ha
demostrado la existencia de toda una organización que, aprovechándose del
aparato gubernamental, diezmaba en secreto a cierta parte de la población. O la
esterilizaba con fines filosóficos, para intervenir en la herencia genética de
la población.
Toda leyenda urbana tiene su teoría
de la conspiración
Esta es una de las leyendas urbanas que
poseen un componente más fuerte respecto a la posibilidad de una conspiración
mundial contra gran parte de la humanidad. Hoy en día hemos sustituido la idea
de malvados y vengativos dioses por la de codiciosos e ignominiosos poderes
fácticos en la sombra. Al fin y al cabo, seres inalcanzables para el común de
los mortales que, desde su atalaya de poder, deciden la suerte del resto de la
humanidad.
Toda leyenda urbana se centra en
algún miedo irracional
Las leyendas relativas al complot contra
la humanidad resurgen cíclicamente cuando el ser humano se enfrenta a desastres
incontrolables difíciles de explicar o racionalizar, tales como muertes masivas
debidas a epidemias.
El miedo a la muerte es muy poderoso en el
ser humano. Supone dejar de existir. Y, aunque todos sabemos que ese será
nuestro final, tarde o temprano, nos cuesta asumir que el momento sea inminente
y por sucesos que no podemos controlar.
Debido a ello, se buscan explicaciones sencillas
que llenen el vacío de información o la incertidumbre generada. Explicaciones,
al fin y al cabo, más plausibles, que ayuden a asumir este tipo de
acontecimientos desgraciados. Y, en el ser humano, uno de sus mecanismos de
protección es culpar al otro. Y el otro, en estos casos, suelen ser los ricos (que
les afectan menos las mismas desgracias), los poderes políticos (encargados, en
teoría, del bienestar social) y, en muchas ocasiones, los médicos y sanitarios
que intentan curar tal enfermedad.
Son muchos los casos donde los médicos
sufrieron en sus carnes la ira irracional que provocan estas leyendas urbanas.
No todo el mundo aplaudía en los balcones a las 20:00h.
Puede que les sorprenda descubrir que,
durante la epidemia de cólera que afectó a Europa entre 1830-1837, se produjeron
diversas revueltas contra los médicos, acusados por parte de la población de
difundir la enfermedad y condenar a los presuntos enfermos a morir en los
hospitales. Seguro que les suena.
Un lugar donde la historia se repitió más
de una vez fue la localidad italiana de Verbicaro. En 1855 la población asesinó
al alcalde, acusándole de difundir unos polvillos venenosos que habían
provocado una oleada de cólera. Y décadas más tarde, en 1911, una parte
importante de la localidad asaltó el consistorio y apaleó al encargado del
censo, acusándole de utilizar el censo municipal para localizar a las personas
pobres a eliminar con el cólera la superpoblación. Ya vemos que esta leyenda
siempre repite las mismas razones, sea cual sea la población mundial o local
del momento. Siempre existe la sensación de ser demasiados.
Y los mismos argumentos los encontramos
cuando existe una guerra con un gran número de muertos entre la población. Una
de las leyendas más difundidas versa sobre el interés de las élites de diezmar
con la guerra a una población demasiado numerosa.
¿Existen precedentes de esta leyenda
urbana en la antigüedad?
Puesto que en la antigüedad han existido
grandes mortandades, la lista de precedentes respecto a esta leyenda urbana es
muy amplia. En ningún caso es actual la idea de una superpoblación mundial y la
necesidad de diezmarla rápidamente con un gran mal.
En Mesopotamia, el poema babilonio
Atrahasis o Utnapishtim describe que el dios Enlil, molesto por el ruido de los
hombres, idea un plan para destruirlos mediante pestilencias y diluvios. Y esta
historia se remonta aún más en el pasado. Ya los sumerios tenían en sus
leyendas la idea de una destrucción de la humanidad por parte de los dioses
mediante un diluvio y la salvación postrera de Ziusudra, al que podemos denominar
el Noé sumerio.
En la Grecia antigua, en los conocidos
como Cantos ciprios (siglo VI a.C.), descubrimos a un apesadumbrado dios Zeus
quién, asustado por la gran proliferación de los hombres sobre la tierra, decide
poner en marcha los acontecimientos necesarios para desencadenar la Guerra de
Troya.
Como vemos, en la antigüedad, la culpa de
las grandes mortandades y planes conspirativos contra la humanidad se la
llevaban los dioses. Aunque, poco a poco, fue calando la idea de que los seres
humanos tenían cierta culpa de tales actos. Algo que se potenciará a raíz de la
difusión del cristianismo con la idea del pecado.
Esta idea la veremos de manera clara en la
gran pandemia medieval de Peste Negra, la cual se llevó por delante a más de la
mitad de la población europea. En época medieval el Vaticano difundió el
acrónimo Saligia para recordar los siete pecados capitales (superbia, avaritia,
luxuria, invidia, gula, ira y acedia, esto es, orgullo, avaricia, lujuria,
envidia, glotonería, ira y pereza). Según el pensamiento religioso de la época,
Dios había castigado a la Humanidad con la Peste Negra debido a sus pecados.
Bueno, esto fue un poco más adelante,
cuando se comprobó que la epidemia atacaba a los cristianos sin mediación de
infieles. La primera explicación fue echar la culpa a los infieles del
contagio, concretamente a los mongoles.
No obstante, el miedo al otro nunca
despareció. Las gentes medievales, temerosas de contagiarse, se fijaron más en
los pecados del prójimo que en los suyos propios, y ahí entran las fake news
difundidas en la época y que provocaron persecuciones y asesinatos de numerosos
judíos, a los que acusaban, entre otras cosas, de contaminar los pozos de agua.
Conclusión
Ante una gran mortandad, como puede ser la
causada por una gran pandemia, el ser humano busca explicaciones sencillas que
le ayuden a racionalizar tales desgracias. En vez de asumir la realidad, mucho
más cruel y molesta: vivimos en un mundo que contiene numerosos agentes
patógenos potencialmente peligrosos para nuestra existencia y que, en
ocasiones, logran mutar y atacarnos eficazmente durante un corto periodo de
tiempo.
Las leyendas urbanas sobre conspiraciones
en contra del ser humano siempre volverán cíclicamente cuando surja una nueva
gran mortandad. Es inevitable. Ahora bien, siempre podremos enseñar el
siguiente gráfico y recordar que las epidemias o pandemias han ido acompañando
a la humanidad a lo largo de su dilatada historia.
Epidemias sufridas por la humanidad hasta 2016
Y que sólo con la investigación y los
avances médicos hemos logrado combatir más eficazmente sus desastrosas
consecuencias.
¿Cuándo dejaremos de tropezar en esta
misma piedra?
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