sábado, 29 de diciembre de 2018

No merece la pena dormir en Valladolid


Recuerdo perfectamente la cara que puso mi esposa cuando la propuse ir de turismo cultural a Valladolid. ¿Qué tiene de interés Valladolid para pasar un fin de semana largo en la ciudad?

Creo que esta ciudad castellanoleonesa es una de las más desconocidas por parte del turismo nacional y, a continuación, os voy a indicar cinco motivos (que son muchos más) para visitar Valladolid y quedaros sorprendidos con sus encantos. ¿Os interesa?


El recorrido que vamos a realizar por la ciudad de Valladolid va a consistir en nombraros cinco temas turísticos generales y rellenarlos con la enorme oferta turística que posee esta maravillosa ciudad.

Plazas

Espacio urbano público por antonomasia, lugar de reunión, centro neurálgico y comercial de toda ciudad…, las plazas son lugares nucleares que aglutinan la representación del poder de cada localidad.

En Valladolid destaca, por encima de cualquier otra, su Plaza Mayor. Se trata de una de las plazas cerradas más grandes de España. Creada inicialmente como una plaza de mercado y celebraciones en el siglo XIV, la configuración actual data de mediados del siglo XVI, tras una reforma impuesta por un incendio que la destruyó.

Su estructura (plaza cerrada regular con soportales)  fue posteriormente copiada por otras plazas similares, como la de Madrid. Aunque en esta ocasión no existe un cierre tan marcado como en la de la capital de España. Es más, en Valladolid la plaza se abre en numerosos puntos, como arterias de un corazón que irradian, en este caso comercios, hacia la periferia.
 
Plaza Mayor de Valladolid
El rojo del pavimento, combinado con el de la piedra de los edificios le otorga una imagen muy particular e inconfundible. Su aspecto renacentista queda roto por el edificio del ayuntamiento, de principios de siglo XX y con una evidente influencia francesa en su decoración.

En el centro se alza la escultura del conde Pedro Ansúrez, fundador de la ciudad en la Edad Media.

Una plaza con encanto muy próxima a la Plaza Mayor es la Plaza del Ochavo, cuyo nombre proviene de su forma octogonal imitando a esta antigua moneda castellana. Constituida por bellos soportales, aún posee unas argollas que nos recuerdan el cierre de la calle Platerías con cadenas.



La Plaza de San Pablo es uno de los enclaves históricos principales de Valladolid. La fachada de la Iglesia de San Pablo, auténtico retablo en piedra, el Palacio de Pimentel, lugar de nacimiento de Felipe II e inconfundible con su balcón en esquina, y el Palacio Real, lugar ocupado por personajes tan variopintos como Santa Teresa de Jesús, Lord Wellington, Napoleón, José I, Amadeo de Saboya o Alfonso XII, conforman un conjunto arquitectónico único y precioso.
 
Plaza de San Pablo. Valladolid.
Otro lugar con gran  encanto es la Plaza de la Universidad, situada detrás de la Catedral. Su nombre se debe al excepcional edificio barroco, al cual custodian unos leones sobre columnas. Y mucho cuidado con contar su número si aún no terminaste los estudios universitarios, pues existe la leyenda urbana de que nadie los terminará si dice su número antes de terminar de estudiar. Aunque a las columnas les faltan las cadenas (que delimitaban la zona en la que existía el fuero especial universitario) y hoy día el edificio sólo acoge la Facultad de Derecho, el encanto de la plaza es evidente.
 
Edificio Universidad. Valladolid.
La Plaza Zorrilla fue erigida en honor al más famoso literato vallisoletano de todos los tiempos. La escultura que se alza junto a la fuente fue realizada con la máscara mortuoria del personaje y su situación junto a la entrada de Campo Grande y con el edificio de la Academia de Caballería como fondo le otorgan una belleza particular.
 
Plaza Zorrilla. Valladolid.
Una original plazuela es la Plaza del Viejo Coso. Antigua plaza de toros y cuartel de la Guardia Civil en el siglo XIX, los pasados balcones de la plaza son ahora ocupados por pisos de viviendas, en lo que supone un original reaprovechamiento urbano privado de un elemento ciudadano público.
 
Plaza Viejo Coso. Valladolid.
Muchas otras plazas merecen también una visita, como Plaza España o Santa Ana, pero no quiero hacer el post demasiado largo por lo que me centraré en lo más imprescindible.

Templos religiosos

En primer lugar destacaría la Catedral, comunicada con la Plaza mayor siguiendo las comerciales calles Regalado y Ferrari. La construcción de la Catedral se inició sobre el solar de la antigua Colegiata en 1527. Hacia 1580, Juan de Herrera proyectó sobre la planta basilical precedente un templo de tres naves y crucero, inconcluso. En 1596, por voluntad de Felipe II, se le otorgó la categoría de Catedral. En el s. XVIII, Alberto Churriguera retomó el esquema herreriano y le dio su peculiar impronta barroca.

Los vallisoletanos la denominan la inconclusa, pues nunca se llegó a terminar. Puede que algunos, al ver su fachada con una sola torre piensen que le falta este elemento pero no es cierto. La torre se cayó en 1841 (tras quedar muy debilitada por el terremoto de Lisboa de 1755) y no fue reconstruida. La iglesia sólo se construyó hasta el crucero y se quedó en proyecto la que iba a ser la mayor catedral de Europa. Por tanto, su interior resulta desconcertante, con el recargado altar mayor (retablo de Juan de Juni) en la zona del crucero contrastando con la sobriedad del estilo herreriano. En el exterior resulta apreciable comprobar los muros sin construir del templo, así como las ruinas del templo antiguo que pretendía sustituir.
 
Catedral de Valladolid.
Es posible subir a la torre para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad así como visitar el museo catedralicio, interesante tanto por las piezas expuestas como por ubicarse en los restos de la antigua catedral románica destruida parcialmente según se levantaba el templo principal.

Aquí yace enterrado el conde Ansúrez, fundador de la ciudad y cuya escultura se encuentra en la Plaza Mayor.

Junto a la Catedral, en la parte posterior de la misma, se encuentra el símbolo y emblema de la ciudad, la Iglesia de Santa María de la Antigua. El primitivo edificio románico del siglo XI construido por el Conde Ansúrez desapareció en el s. XIV para dar paso a la iglesia gótica, que no parará de sufrir diversas transformaciones. De época románica sólo podemos observar la espléndida Torre y el pórtico norte, siendo el resto gótico. Pero es suficiente para obtener una estampa tan bella como inconfundible.
 
Iglesia de Santa María la Antigua. Valladolid.
La cruz ante su fachada indica la existencia de un cementerio y los lugareños cuentan la antigua leyenda de la aparición del cadáver incorrupto de un niño romano con toda su vestimenta en este lugar. El supuesto milagro se atribuyó a que fue enterrado con arena de Tierra Santa.

En la histórica calle de San Ignacio, a la que asoman palacios y casonas, se halla la Iglesia de San Miguel y San Julián. Edificada por los jesuitas entre 1579-91, se trata de un templo característico de esta orden, con una sola planta muy espaciosa. Su fachada exterior, en tonos amarillos, resulta inconfundible y en nada nos prepara para lo que encontraremos en el interior. Una decoración barroca extremadamente rica cubre los muros y techos del templo. Dorados altares y retablos, pinturas al fresco y tallas de gran riqueza decoran el interior.
 
Iglesia de San Miguel y San Julián. Valladolid.
Como curiosidad indicar que es posible entrar en la sacristía, la cual posee un retablo en trampantojo así como una curiosa imagen en anamorfosis, y en la capilla adyacente de las reliquias. Sin duda, el templo más decorado de toda la ciudad.
 
Sacristía y Capilla de las reliquias de la Iglesia de San Miguel y San Julián.
Otro imprescindible es el Monasterio y la Iglesia de San Benito el Real. La iglesia nueva se comenzó a reedificar por los arquitectos Juan de Arandia y García de Olave en 1499. Se trata del monasterio más importante de la orden benedictina en toda Europa. De la iglesia destaca su pórtico fachada con dos poderosos pilares octogonales que custodian la entrada. La impresión actual está disminuida respecto al proyecto original, pues en el siglo XIX se tuvieron que desmontar las torres que coronaban la fachada. Como curiosidad indicar que en este templo se conserva el único escudo de armas de José I Bonaparte, el cual podemos ver alzando la vista antes de entrar al interior. Dentro nos sobrecogerá la inmensidad del espacio y la sobria arquitectura gótica de bóvedas de crucería y gruesas columnas que soportaban tamaña construcción. En esta ocasión la austera decoración interior es lo que define al templo, contrastando poderosamente con el anterior de los jesuitas.
 
Iglesia de San Benito el Real. Valladolid.
En la plaza del mismo nombre se encuentra la Iglesia de San Pablo. La construcción del templo, donde fue bautizado Felipe II, y su sacristía, entre los siglos XV-XVI, se debe a los cardenales Juan de Torquemada y García de Loaysa y a Fray Alonso de Burgos.

La fachada de este templo simula un auténtico retablo construido en piedra que pasa por ser una de las joyas del estilo gótico de España. Las esculturas que componen esta entrada monumental están dedicadas a la glorificación de la orden dominica así como a la memoria del Duque de Lerma, quién incluyó su escudo en los motivos decorativos junto al de los Reyes Católicos (sujeto por leones y con la granada). Aquí yace el Duque de Lerma, el infante Alonso, el rey Juan II y la reina María de Portugal.

Y uno de los templos más originales que podemos visitar en la ciudad es la Parroquia de María Reina de la Paz Franciscanos Capuchinos. Situado en la Plaza de España, su aspecto exterior modernista nos anticipa el interior minimalista con el que se constituye la iglesia.
 
Parroquia de María Reina de la Paz. Valladolid.
Otros templos con menor interés turístico, pero dignos de mencionarse son la Iglesia de San Lorenzo (custodio de la patrona de la ciudad) o la Iglesia de Santiago, situada en la céntrica calle del mismo nombre y que posee un valioso retablo.

Museos

A muchos les puede sorprender que Valladolid sea una ciudad con importantes museos. Tres destacan sobre los demás por ser referencias en su género para toda España.

En primer lugar voy a destacar el Museo Nacional de Escultura, el cual posee la mayor colección de Europa de esculturas de madera policromada. Visitar este museo es una excusa perfecta para visitar Valladolid y compensa el viaje sobradamente.

La parte principal del museo se encuentra en el edificio del Colegio de San Gregorio (1496), bello ejemplo del gótico isabelino con una portada tan recargada como la de la anexa Iglesia de San Pablo. Poder admirar las piezas que atesora este museo en el marco de este edificio palaciego es uno de sus muchos atractivos. La visita comienza admirando la capilla del Colegio, la cual posee el primer retablo atribuido a Alonso Berruguete, el sepulcro del obispo don Diego de Avellaneda y las estatuas orantes de los Duques de Lerma. Todas ellas son obras traídas aquí desde otros templos, pues el sepulcro de fray Alonso de Burgos, para quién se construyó la capilla, y el retablo de Gil de Siloe, desaparecieron durante la guerra de la Independencia.
 
Colegio de San Gregorio y Capilla.Valladolid.
El resto de la exposición se articula en las salas en torno al patio renacentista del palacio. La colección histórica que dio origen al Museo está formada por escultura de tema religioso realizada durante los siglos XV a XVIII. Destaca por la calidad artística y la originalidad técnica, por su patetismo emocional en tanto que imágenes sagradas; y, finalmente, por su valor como documento de la vida espiritual, cultural y política de la España de la era Moderna.

Entre las piezas más importantes destacar el Retablo Mayor de San Benito el Real, obra capital de Berruguete y expuesto en tres salas para su mejor admiración; la excelente sillería del mismo templo, obra cumbre del Renacimiento hispano; el Entierro de Cristo de Juan de Juni, cargado de teatralidad manierista; los Retablos relicarios del convento de San Diego; el Cristo yacente barroco de Gregorio Fernández; la famosa escultura de Magdalena penitente de Pedro de Mena; y los Pasos Procesionales de Semana Santa cargados de expresividad.
 
Museo de escultura.Valladolid.
Museo escultura. Valladolid.
El museo se extiende por otros dos edificios anexos que poseen diferentes atractivos. En el anexo Palacio de Villena podremos ver tanto unas salas dedicadas a exposiciones temporales como la exposición permanente de un bello Belén Napolitano, cuya particularidad es la conservación intacta de la vestimenta de los personajes.
 
Belén Napolitano. Palacio de Villena. Valladolid.
Por último, en la Casa del Sol, el bello palacio renacentista contiene una exposición cuidada de la colección de reproducciones artísticas. Se trata de copias de esculturas antiguas famosas.
 
Casa del Sol. Valladolid.
El otro museo importante de la ciudad es el Museo Oriental, pues se trata de la mejor colección de arte oriental existente en España. Los fondos que posee el museo fueron conseguidos gracias a las misiones evangelizadoras de los agustinos en Asia: a Filipinas llegaron Fr. Andrés de Urdaneta y otros cuatro agustinos en 1565, siendo los primeros evangelizadores de las islas. Martín de Rada y Jerónimo Marín, también agustinos, viajaron a China en 1575, al frente de una embajada, siendo los primeros españoles en visitar el “País del Centro”.

El museo, fundado en 1874, ocupa el edificio del Real Colegio de los P.P. Agustinos y consta de 18 salas en las que vamos a poder admirar numerosas piezas de arte chino, filipino y japonés. Aunque las piezas se exponen en vitrinas antiguas (no esperéis la modernidad de los museos más actuales) el interés de la exposición radica tanto en las piezas mostradas como en la inclusión de numerosas costumbres  que nos acercan a tan alejadas culturas. Por tanto, a través de las piezas, vamos a poder entender desde la religiosidad de esas culturas hasta aspectos de su vida diaria.
 
Museo Oriental. Valladolid.
Bronces, cerámicas, porcelanas, lacas pintadas, tallas de marfil, bordados en seda, mobiliario, armas y pinturas forman un conjunto tan pintoresco como atractivo a los ojos occidentales. Sin lugar a dudas uno de los museos que más os agradará visitar.

Entre las piezas que más me llamaron la atención, a modo de ejemplo, destacaré las esculturas de las Tres Felicidades Chinas. Pertenecientes al Taoísmo Chino, se las denomina "Sa Sing" (Tres Estrellas), "Los Tres Venerables Ancianos", o "Tres Felicidades". Son divinidades estelares muy respetadas que representan a Fuxing, "Estrella de la buena fortuna", dios de la felicidad; Shouxing, "Estrella de la vejez", dios de la longevidad; Luxing "Estrella de la prosperidad", dios de los cargos oficiales y de la abundancia. Al final, resulta que el secreto de la felicidad es tener “muchos hijos, muchos años y muchos bienes”.

Otro museo digno de mención y tan sorprendente y exótico como el anterior es el Museo de Arte Africano. De nuevo, la colección se sitúa en un bello palacio renacentista, el Colegio de Santa Cruz, considerado el primer edificio renacentista de España.
 
Colegio de Santa Cruz. Valladolid.
Nacido a raíz de la creación, en el año 2004, de la Fundación Alberto Jiménez-Arellano Alonso, todos sus fondos pertenecen actualmente a la Universidad de Valladolid. En las tres salas de las que se compone vamos a poder admirar una excepcional colección de escultura figurativa en terracota de África subsahariana, única en Europa, que se completa con el conjunto denominado reino de Oku (Camerún).

En la primera sala expositiva, Sala de los Rectores, vamos a poder introducirnos en el arte africano admirando piezas realizadas en terracota (la mayor parte de las personas profanas asocian el arte africano con las tallas de madera exclusivamente). Relacionadas con la religión y el mundo funerario destacan las piezas de los jinetes a caballo, llenas de una expresividad y un esquematismo que lo acercan al arte cicládico.
 
Museo africano. Sala Rectores. Valladolid.
En la segunda sala, denominada Sala Renacimiento, merece la pena alzar un momento la vista para admirar el artesona original del palacio. En lo referente a las piezas destacan las figuras de divinidades así como las urnas funerarias, todas ellas realizadas con terracota y siguiendo patrones antropomorfos mucho más realistas. Todas las piezas, las cuales conforman una de las colecciones más importantes del mundo, tanto por número como por calidad, pertenecen a las culturas asentadas en las cuencas de los ríos Níger y Congo. También hay piezas de Tanzania y Etiopía de igual belleza.
 
Museo africano. Sala Renacimiento. Valladolid.
Por último, subiendo a la planta superior, encontramos en la Sala de San Ambrosio lo mejor de la exposición, el conjunto del Reino de Oku. Este reino, asentado en la actual Camerún, tenía en el rey a su figura principal y sólo él podía utilizar ciertos objetos, tanto rituales como cotidianos. Así veremos desde tronos a camas y ropajes tallados en madera.

No obstante, lo más destacado de la exposición son los trajes y máscaras utilizados por sociedades secretas que cultivaban aspectos mágicos relacionados con la medicina. Como si de una procesión se tratara los veremos desfilar hacia el rey, quién se encuentra ante la reproducción de un pórtico real de gran belleza decorativa. Instrumentos musicales y utensilios vinculados a la medicina tradicional completan una exposición en la que los niños disfrutarán admirando los coloridos vestidos y las inquietantes máscaras del reino de Oku (una vitrina con figuras de Playmobil simulando un paisaje africano también les encantará).
 
Museo africano. Sala San Ambrosio.Valladolid.
Dejando a un lado estos tres museos, en mi opinión, totalmente imprescindibles si se visita la ciudad, existen otros atractivos museísticos que pueden completar una escapada cultural de manera fenomenal. A continuación voy a nombrar los más destacados.

En el palacio de Fabio Nelli de Espinosa, un rico banquero que  levantó uno de los mejores edificios renacentistas de Valladolid en el siglo XVI se encuentra el Museo de Valladolid. Su inconfundible fachada  está presidida por un arco del triunfo romano a modo de entrada, sobre el que se grabó la enigmática inscripción Soli deo honor et gloria (Solo a Dios honor y gloria). La colección se articula en torno a un elegante patio de dos alturas.
 
Palacio Fabio Nelli. Valladolid.
La exposición del museo nos invita a recorrer la Prehistoria y la historia de Valladolid, hasta el siglo XIX, a través de diversas piezas arqueológicas. Especial mención merecen los mosaicos romanos (el de las cuatro estaciones es el más excepcional), las pinturas del Maestro de Osma y de Vicente Macip, la espada que la tradición atribuye al Conde Ansúrez (aunque, como la de El Cid, fuera fabricada en una época bastante posterior) y el Sillón del Diablo. Este sillón tiene una particular leyenda negra (la cual aparece en un vídeo en el Museo Africano). Un estudiante portugués de medicina, el cual fue arrestado por practicar la vivisección a un niño, indicó que había sido el diablo quién le había otorgado los conocimientos para ello tras sentarse en esa silla. Y advirtió que, además de otorgar conocimiento, quién se sentara tres veces en ella sin ser médico moriría irremediablemente. Por si acaso, una cinta impide que nadie pueda activar esa maldición.
 
Museo de Valladolid.
Valladolid posee un original Museo de arte contemporáneo español, ubicado en uno de los claustros del Monasterio de San Benito. El Patio Herreriano, pues así se denomina, organiza diversas exposiciones de artistas contemporáneos que permiten, junto a sus fondos propios, mostrar la evolución del arte contemporáneo español en el siglo XX. Cuando visité el museo lo más destacado fue descubrir la obra de Juan Genovés.
 
Patio Herreriano. Valladolid.
Otro atractivo de la ciudad es la existencia de las Casas Museo. Una de ellas, situada junto al Palacio de Villena, es la Casa Museo de José Zorrilla. En una agradable visita de media hora nos explicarán la vida de Zorrilla en los dos momentos que ocupó la casa, en la infancia hasta los siete años, y tras volver a Valladolid en la vejez, disfrutando en su tierra de su merecida fama. Entre las salas a visitar veremos el comedor (sólo utilizado con las visitas), la habitación de Zorrilla, la sala de baile o su despacho, el cual conserva la silla en la que falleció. También una pequeña sala en la que Zorrilla cuenta como se le apareció el fantasma de su abuela.
 
Casa Museo Zorrilla. Valladolid.
La otra Casa Museo a destacar es la de Cervantes, que vivió en Valladolid durante el año 1603 y 1604. La enorme biblioteca, el espacio reservado a las mujeres, la cocina o los relieves del jardín decorados con escenas de El Quijote nos trasladan a la época en la que vivió el artista y nos recuerdan que fue viviendo en esta casa cuando se publicó la primera edición de su obra más universal.
 
Casa Museo Cervantes. Valladolid.
La Universidad también posee diferentes museos temáticos. En la Plaza de España se sitúa su colección de Ciencias Naturales, cuyo origen se encuentra en el Gabinete de Ciencias Naturales, creado con fines pedagógicos en la Universidad hacia 1860. Animales disecados, esqueletos de diversos animales y maquetas de todo tipo abordan el mundo animal y vegetal de manera instructiva para los más pequeños.
 
Museo Ciencias Naturales. Valladolid.
También para los niños puede ser interesante acercarse al Museo de la Ciencia, aunque su situación alejada del centro lo hace escasamente abordable si disponemos de poco tiempo en la ciudad. Otros museos a destacar son la Casa-Museo de Colón (donde descubrir los viajes colombinos), el Museo de San Joaquín y Santa Ana (obras religiosas del siglo XII al XVIII), el Museo Catedralicio (tesoro Catedral), y el Museo de la Academia de Caballería (Previa cita).

Edificios históricos

Valladolid posee una riqueza arquitectónica colosal que ya hemos ido descubriendo en la descripción de los atractivos anteriores. Sus iglesias y palacios renacentistas son un testimonio de la importancia de la urbe en época moderna, cuando fue capital de la corte durante varios años.

Pero Valladolid también posee una importante riqueza arquitectónica modernista, en lo que fue un resurgir de la ciudad hacia el siglo XIX. En el Paseo de Recoletos vamos a poder admirar la Casa Resines (Nº 8), la Casa del Príncipe (Nº11) o, ya en la plaza, la Casa Mantilla, que fue el primer edificio con ascensor de la ciudad. Y en la próxima calle Miguel Íscar, así como otras adyacentes, si nos fijamos bien podremos admirar edificios con espléndidos balcones de madera acristalados y estructuras modernistas en su concepción.


Otros dos ejemplos del resurgir arquitectónico de la ciudad de Valladolid hacia el siglo XIX lo tenemos en dos edificios comerciales. Muy cerca de la plaza Mayor se encuentra el Mercado del Val, ejemplo de mercado en hierro típico del París de finales del siglo XIX. Hoy día, completamente renovado y modernizado, se ha convertido en un interesante centro comercial lleno de bares y puestos gastronómicos en los que comprar producto fresco y tomarlo cocinado en algún puesto anexo.
 
Mercado del Val. Valladolid.
El otro gran edificio de esta época es el Pasaje Gutiérrez. Inaugurado en el año 1886, se trata de uno de los pocos pasajes comerciales españoles construidos según la moda imperante en la Europa de finales del Siglo XIX. Estos antiguos centros comerciales poseían cubiertas de hierro, tejas de vidrio y una moderna iluminación de gas que permitía a la burguesía de la época realizar sus compras resguardados del mal tiempo y al comercio aumentar su exposición en las calles más importantes.
 
Pasaje Gutiérrez. Valladolid.
El pasaje Gutiérrez se articula en torno a una cúpula acristalada central con la estatua de Mercurio (dios del comercio), del que salen dos tramos de galerías decoradas con yeserías, arcos y pinturas que remiten a la época decimonónica.

Parques

El denominado Campo Grande es el pulmón verde de la ciudad. Un lugar de descanso por el que pasear relajadamente entre más de 60 especies diferentes de árboles. Los niños disfrutarán acercándose al lago (se puede montar en barca) o interactuando con los pavos reales, que campan a sus anchas por la zona totalmente libres, o con las ardillas. Un lugar en el que suelen encontrarse es en los alrededores de la Fuente de la Fama o junto al lago.
 
Campo Grande. Valladolid.
Sin duda, un lugar de esparcimiento ideal en el cual descansar de la ajetreada vida urbana del centro de Valladolid.

Muy cerca de la Plaza Mayor se encuentra la Plaza de Poniente, un pequeño lugar de esparcimiento que resulta ideal para los niños por la existencia de diversos columpios en un área infantil.


Y cruzando la calle en dirección al río Pisuerga encontramos la Rosaleda, un imprescindible en primavera para los sentidos por las numerosas rosas que vamos a encontrar y un agradable paseo junto al río que atraviesa Valladolid.

¿Dónde alojarse?

Hace tiempo que para mis visitas turísticas utilizo la oferta de apartamentos de las ciudades a donde voy, pues me permiten disfrutar de mi estancia como si estuviera en mi casa (me gusta comer mi comida y tener más espacio que el de una fría habitación de hotel). Como recomendación para Valladolid os indicaré el Apartamento Duratón, situado en la calle Nogal, 13 4ºd.

Espero que con esta guía pormenorizada de viaje sobre Valladolid os animéis a visitar la ciudad.

Para ampliar la información y conocer todos los horarios de los museos y monumentos os recomiendo visitar las siguientes webs:


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