Los ópticos optometristas constituyen una de las
profesiones sanitarias más accesibles para los pacientes. Sin necesidad de
pedir cita al especialista o esperar largo tiempo para ser atendidos, las personas
con algún problema visual son capaces de recibir una rápida atención médica. Y
sólo en casos donde el optometrista no pueda resolver la situación, el paciente
será derivado hacia el especialista adecuado para su problema.
La importancia de esta atención primaria contrasta
con la escasa consideración que tiene la sociedad respecto a nuestro colectivo
profesional. Y no sólo me refiero a la ignorancia manifiesta sobre nuestros
conocimientos universitarios. Ni al desprestigio que supone realizar numerosos
exámenes visuales por menos de lo que vale una bolsa en el Carrefour.
Concretamente lamento numerosos prejuicios que pesan sobre nosotros. Hoy me
referiré a uno de ellos, la cirugía refractiva.
Todos los ópticos optometristas hemos escuchado este
tipo de frases en alguna ocasión: “La cirugía os va a quitar el trabajo”. “Tú
eres contrario a la cirugía refractiva, ¿verdad? Como llevas gafas…”. “Tengo
dudas sobre la cirugía refractiva pero, claro, ¿tú que me vas a decir? Que siga
con las gafas, ¿verdad?”. Podría seguir indefinidamente.
No creo que nadie vaya al banco y le diga a la
persona que le atiende que el cajero automático le va a quitar el trabajo. Ni
supongo que tampoco nadie pensará que la cirugía estética erradicará la fealdad
del mundo.
Hoy voy a escribir un poco sobre la cirugía
refractiva y mostraros lo que yo aconsejo a todos aquellos que me preguntan
sobre ella. Ya os advierto que lo que vais a leer a continuación no os animará
ni desanimará. No voy a tomar la decisión de operarse por vosotros. Eso es algo
que debéis decidir cada uno de vosotros. Eso sí, teniendo claro los pros y los
contras.
¿Por
qué es necesario que un optometrista aconseje sobre cirugía refractiva?
Por el llamado conflicto de intereses.
En España, al igual que en otros muchos países, la
medicina se ha convertido en una mercancía sujeta a las leyes de la economía
capitalista. Hoy día no se busca tratar a los pacientes del mejor modo posible,
sino de la forma más económica, aquella que genere menor gasto.
En el tema de la cirugía refractiva, uno de los
campos más jugosos, económicamente hablando, del ámbito oftalmológico, se da la
circunstancia de que los oftalmólogos cirujanos tienen sus emolumentos
asociados al número de operaciones que realicen. Es decir, cuanto más operen,
más dinero cobran.
Lo anterior genera un claro conflicto de intereses.
En casos dudosos, donde la operación tiene ciertas contraindicaciones, un
oftalmólogo demasiado precavido perdería la cirugía (y la comisión aparejada).
Otro más osado, o con menos escrúpulos, se llevaría el gato al agua.
Estoy convencido que la mayoría de cirujanos
anteponen su código deontológico al puramente monetario. Pero existen ciertos
casos donde la frontera, entre operable y no operable, no está claramente
definida. ¿Qué pasa en aquellos casos donde existe cierta probabilidad de
problemas secundarios, aunque probablemente no ocurran los mismos en años? ¿Qué
hacer cuando un paciente se quiere operar de todas formas? ¿Dejamos que lo
opere la competencia?
El asunto, en la práctica, no resulta nada sencillo.
Y todo ello porque este tipo de cirugía no es como el resto. Se trata,
realmente, de una operación estética.
¿En
qué consiste realmente la cirugía refractiva? Operar un ojo
sano por razones meramente estéticas.
Al contrario que en otros campos médicos, en donde
una operación suele ser el último paso a dar por un cirujano, en la cirugía
refractiva el proceso se invierte. La operación se contempla como un modo de
eliminar otro tipo de soluciones menos invasivas, tales como las gafas o las
lentillas.
Dejar a la cirugía como última opción es algo lógico
debido a los riesgos inherentes que toda operación conlleva. No penséis que ya
quiero desanimaros. Al contrario, sólo deseo mostraros la realidad de la
operación.
En la gran mayoría de ocasiones, la motivación de
los pacientes es un tema estético. Desean quitarse las gafas y/o sus lentillas.
Esto no es algo malo. Me parece una razón como otra cualquiera. Pero no debemos
enmascararla con otras excusas peregrinas como quiero aumentar mi visión, dejar
de ser miope, volver a ver de verdad… Si buscáis todo esto en la operación no
lo vais a encontrar.
Cuando algunos pacientes me preguntan sobre cirugía
refractiva yo no los desanimo inmediatamente. Según su graduación y sus
inquietudes les intento aconsejar lo mejor posible. Tengo la empatía suficiente
para poder entender las limitaciones que supone tener una alta miopía. Y en
ciertos casos animo a contemplar la posibilidad de visitar una clínica e
informarse de la opción de operarse. También existen casos donde la operación
es la mejor opción, tales como ciertas profesiones (donde no se pueden usar
gafas/lentillas) o actividades deportivas de élite. En esos casos, además de
animar, empujo a los pacientes a una clínica. Mi labor principal, como
sanitario, es aconsejar de la mejor manera posible a mis pacientes.
Ahora bien. A todos les digo la auténtica realidad.
La operación tiene un riesgo muy reducido, pero nunca es igual a cero. La probabilidad
de tener problemas es muy escasa, pero existen casos (muy proselitistas, por
cierto). Y la mejor de las situaciones posibles para un cirujano es dejar al
paciente viendo igual que con lentes de contacto. Ni más ni menos.
Entonces,
¿no voy a ver mejor? No, siento desilusionarte.
Todos aquellos pacientes que visiten una clínica
oftalmológica con la intención de operarse para “ganar” visión (entiéndase
agudeza visual) deberían ser rechazados inmediatamente como posibles pacientes.
Una persona con baja agudeza visual debida a un ojo
vago seguirá teniendo la misma baja agudeza visual tras la operación. Una
persona con presbicia podrá manejarse mucho mejor en cerca tras la operación,
pero no obtendrá una visión como antes de sufrir vista cansada. Y, de hecho,
seguramente necesite una gafa de apoyo para ciertas tareas concretas (uso
ordenador frecuentemente).
Objetivamente, los pacientes operados no mejoran sus
agudezas visuales. Otra cosa es la sensación subjetiva. Un paciente
acostumbrado a llevar sólo gafas percibirá un mayor campo visual tras la
operación, lo que remitirá con la frase “ahora veo mucho mejor”. Pero esta
misma sensación la tiene cualquier miope que utiliza lentillas por primera vez.
Invariablemente, la proximidad de la graduación al ojo genera la sensación
subjetiva de mejor visión (aunque objetivamente se vea el 100% con gafas y
lentillas por igual).
Por tanto, si deseas saber cómo verías tras operarte
con cirugía refractiva ponte unas lentes de contacto. Tienes la ventaja de elegir
si te gusta lo que ves o prefieres seguir con tus gafas. Algo que no podrás
hacer si te operas.
¿Cuáles
son los riesgos reales de la cirugía refractiva?
Menos de los que te esperas.
La cirugía refractiva, al igual que la operación de
cataratas, es una de las intervenciones más seguras que podemos realizarnos.
Aún así, seguro que casi todo el mundo conoce a alguna persona que ha tenido
complicaciones.
Mi visión de los riesgos de la cirugía refractiva
está sumamente sesgada. Las personas operadas que han tenido buenos resultados
no vuelven a aparecer por la óptica para comentar tal suceso. En cambio, si
tengo que atender a personas con problemas postoperatorios. Bajo mi punto de
vista las complicaciones me parecen frecuentes, pero en un ámbito más global
son realmente mínimas.
Cualquier cirujano oftalmólogo os informa de los
riesgos que conlleva este tipo de operación. Y os aconsejo que desconfiéis de
todos aquellos que pasen de puntillas o no den la suficiente importancia a este
tema. Antes de operarnos debemos conocer los riesgos, entenderlos y asumirlos.
Siempre, en medicina, nos ponemos en lo peor.
Anotamos todo tipo de complicaciones, por ínfima que sea su incidencia, y las
presentamos al paciente todas juntas. Es una forma de evitar futuras complicaciones.
El típico “ya te lo advertí”. Pero, en realidad, la verdadera existencia de
complicaciones graves es casi inexistente.
Yo siempre pongo un ejemplo que todos podemos
entender fácilmente. Imaginemos que al comprar un coche en el concesionario nos
presentaran una lista con todos los diferentes tipos de accidentes que podemos
sufrir. ¡¡¡¡Seguro que más de uno se sacaba el abono transporte!!!!
La vida, en sí misma, es un riesgo continuo. Todos
los días, inconscientemente, asumimos riesgos. Pero, afortunadamente, nuestro
cerebro se olvida de andar sacando probabilidades sobre que es más seguro para
nosotros. Nos volveríamos locos.
Ahora bien. Lo anterior no implica que nos operemos
sin saber qué es lo que nos puede ocurrir. Dejando a un lado las complicaciones
graves, muy infrecuentes, debemos tener en cuenta ciertas consecuencias
bastante habituales en las personas intervenidas con cirugía refractiva.
El síntoma más remitido es la visión de halos y
deslumbramientos, significativamente molesto por la noche debido a los
numerosos puntos luminosos. Es un problema frecuentemente asumible dadas las
ventajas que conlleva (buena visión durante el día), pero bastante molesto para
personas que, por ejemplo, deben conducir por la noche frecuentemente.
El ojo seco es otro trastorno común en las personas
intervenidas. Y aunque en ocasiones puede mitigarse con lágrima artificial,
dependiendo del paciente puede llegar a ser realmente molesto.
La posibilidad de la formación de una catarata
precoz en cierto tipo de cirugías (implante lente en cristalino) es un realidad
más frecuente de lo deseado.
Dependiendo de la cantidad de dioptrías a quitar es
frecuente que existan graduaciones residuales tras la operación. El porcentaje
de casos con este problema ronda entre el 5-10%. En muchas ocasiones es posible
eliminar esta graduación mediante un retoque quirúrgico, pero en casos donde se
apura mucho la córnea a retocar resulta imposible.
Aunque no es lo más frecuente es bueno informar a
los pacientes de la posibilidad, tanto de graduaciones residuales tras la
operación, así como de la posibilidad de que la miopía vuelva a aparecer con
los años.
Cada persona debe asumir los riesgos de forma
individual. Son tus ojos y tú te responsabilizas de ellos. Nadie debe, ni puede,
tomar la decisión por ti. Coloca pros y contras en una balanza y observa hacia
donde se inclina.
¿Existe
sólo una técnica para operar? Por supuesto que no.
Debéis desconfiar de aquellas clínicas
especializadas en un solo tipo de operación. Hoy día existen múltiples técnicas
para operar un ojo y según el paciente se elegirá una u otra.
El método de elección se basará tanto en las pruebas
preliminares de la operación como en los objetivos finales de la misma, los
cuales dependerán enormemente de las expectativas del paciente.
Entre las pruebas preliminares destaca la medición
del espesor corneal, pues dependiendo del mismo el cirujano podrá eliminar una
cantidad determinada de dioptrías.
Entre la variada gama de operaciones de cirugía
refractiva el LASIK (acrónimo inglés que en castellano significa “queratomileusis in situ asistida con láser”)
es la técnica más frecuente. Consiste, básicamente, en tallar en la córnea una
lente que compense la graduación del paciente. Se corta la parte exterior de la
córnea (lámina que se denomina flap),
se talla la parte inmediatamente inferior y se vuelve a colocar el flap, el cual cicatriza solo.
Es una cirugía muy sencilla, donde el paciente está
despierto y con el ojo anestesiado localmente con gotas. La operación tiene una
duración menor a la media hora y el postoperatorio, aunque algo molesto, es
breve. En un par de días ya se logra una visión bastante aceptable.
Esta técnica tiene como limitación el grosor
corneal, pues el cirujano no puede tallar la córnea y dejarla con menos de 300
micras de espesor. Por tanto, graduaciones mayores a 8 dioptrías requerirán de
otro tipo de operación. No obstante, cada persona tiene un espesor corneal
distinto, razón por la cual cada persona tendrá un límite concreto para esta operación.
Para los casos anteriores la mejor solución es
combinar el LASIK con la colocación de una lente intraocular entre el iris y el
cristalino. O, mejor aún, utilizar sólo esta lente sin LASIK. El cirujano
elegirá la mejor opción según el caso.
Se trata de una operación muy sencilla y tiene como
principal ventaja, si se utiliza de forma exclusiva, dejar la córnea intacta;
lo anterior conlleva olvidarnos de posibles ojos secos y tener una rápida
recuperación tras la operación. Entre las desventajas destacar la posibilidad
de generar cataratas en un futuro próximo o aumentar la presión intraocular, lo
que conlleva otros problemas oculares. Igualmente, la necesidad de retoques con
LASIK es tan frecuente que muchos cirujanos no la practican por el hecho de
tener que operar dos veces.
Otras operaciones más minoritarias son el PRK (queratectomía
fotorrefractiva), que consiste en tallar la córnea directamente (sin flap), lo que supone un postoperatorio
más doloroso (se crea una úlcera en córnea). No obstante, con ella logramos
rebajar más cantidad de miopía que con el LASIK (pues ahorramos el grosor del flap).
El LASEK consiste en separar el epitelio corneal por
medios químicos y tallar con laser la córnea, colocando finalmente de nuevo el
epitelio. Aunque en teoría aunaba las ventajas del PRK y el LASIK, no es una
técnica muy utilizada al presentar problemas en la recolocación del epitelio
corneal.
Espero que este breve artículo sirva para poner un
poco de luz sobre la cirugía refractiva y ayudar a las personas interesadas en
el tema a tomar la decisión de operarse o seguir utilizando otros medios para
compensar sus ametropías.
¿Te operaste? Coméntanos tu caso y podremos obtener
una informal estadística para complementar este post.
Un proceso innecesario. Un riesgo que no deberíamos correr. Unas gafas o lentillas y listo.
ResponderEliminarHola, gracias por comentar.
EliminarPersonalmente, creo que las personas deben tener libertad para elegir. Y la mejor opción para escoger correctamente es tener una información veraz.
Yo nunca contemplé operarme, pero tampoco tengo una graduación que me impida llevar una vida normal usando gafas o lentillas.
Lo principal es entender que se trata de una operación estética sin ningún otro beneficio asociado.
Saludos