domingo, 25 de agosto de 2019

Una escapada dominguera cerca de Madrid (IX): Cueva de los Enebralejos

Las cuevas kársticas son, en mi opinión, una de las maravillas ocultas de nuestro planeta. Pensar que la paciente acción del agua ha logrado, tras miles de años, dar forma a esas cavidades llenas de preciosas estalagmitas y estalactitas, resulta abrumador. Si, además, se trata de cuevas con una ocupación prehistórica, la visita cobra un doble valor educativo: geológico e histórico.

Existen en nuestro país numerosas cavidades de este tipo y hoy os voy a hablar de una que está a tiro de piedra de Madrid. Me refiero a la segoviana Cueva de los Enebralejos. ¿Os apetece descubrir lo que allí podéis ver?


¿Cómo llegar hasta allí?

Desde Madrid debemos tomar la carretera A-1 hasta llegar a Santo Tomé, momento en el cual nos desviaremos, dirección Segovia, por la N-110. La caverna se localiza en el municipio de Prádena de la Sierra a un 1km de la población. A ella se accede desde la N-110 por un camino que parte del desvío de la carretera del pueblo. Todo está perfectamente señalizado.



El tiempo estimado de viaje no llega a la hora y media.

¿Cómo se realizan las visitas?

La visita a la Cueva de los Enebralejos, como es lógico, siempre se realiza con guía. Cada hora se organizan grupos de un mínimo de 10 y un máximo de 25 personas, por lo que es recomendable llamar y reservar la visita. Para ver los horarios os dejo este enlace.

La visita general consta de un pequeño museo en el que nos van a explicar lo que vamos a encontrarnos en la cueva, desde las formaciones geológicas hasta el arte rupestre (grabados y pinturas) realizados por hombres prehistóricos de la Edad de Bronce (hacia el 2.200 a.C.).

También, para entretenernos si debemos esperar un rato más largo, existe una sala de audiovisuales en las que emiten diferentes documentales que explican la evolución del ser humano desde Homo Erectus hasta Homo Sapiens.

En el exterior del edificio existe una zona de parque con mesas y una zona de juegos infantiles con tobogán y arenero en la que se está muy bien, siempre que no haga mucho sol.

Como visita complementaria, aunque yo creo que está más enfocado a colegios, existe una reproducción del ambiente de un poblado prehistórico del inicio de la edad de los metales, hace más de 4000 años. A través de esta visita es posible conocer las formas de vida de sus antiguos habitantes. Puede concertar esta visita cualquier grupo con un mínimo de 20 personas, llamando al teléfono 921 50 71 13.

¿Cómo se encontró la cueva?

Esta cueva la encontraron unos poceros de la localidad de Prádena, por casualidad, en el año 1932. Al realizar un pozo en la zona descubrieron una de las galerías. LA importancia, tanto geológica como arqueológica del lugar provocó que desde muy pronto se realizaran trabajos para su estudio. Las primeras exploraciones espeleológicas que diseñaron el mapa de la cueva datan de 1961 y de 1964 los trabajos arqueológicos. Tras años de estudio hoy sabemos que estamos ante 3670 metros de galerías (sólo se visitan 300 metros), con una profundidad de 13 metros y una importancia arqueológica que reside en el hecho de haber funcionado en la Edad de Bronce como necrópolis funeraria.

¿Qué nos vamos a encontrar en el interior de la cueva?

Lo primero que debo indicar es el poco encanto que tiene la entrada a la cueva. Al contrario que en otras formaciones similares, aquí la entrada no se realiza a través de ninguna gruta. Una escalera moderna que parte del interior del edificio nos baja a las profundidades (no olvidar ropa de abrigo, pues la temperatura se mantiene constante entre 11-16ºC).

Nada más entrar, el guía (en nuestro caso se llamaba Sonia y realizó la visita de forma muy amena, sobre todo para los niños) nos explicará la razón de esta entrada moderna. Nuestros antepasados accedían a la cueva por una pequeña galería en la que era necesario arrastrarse a gatas por sus escasas dimensiones. Como dato curioso indicaros que lo más probable era que llevaran una vasija con brasas por delante para iluminarse, pues portar antorchas debía ser mucho más complicado para ellos en tan reducido espacio.

La función antigua de necrópolis la comprobaremos al ver una reproducción de un esqueleto en un hueco practicado en la pared. Inicialmente colocaban los cadáveres en el inicio de la cavidad, aunque luego fueron colocándolos en lugares más profundos de la caverna. Siempre en hoyos y acompañados de vasijas como ofrendas fúnebres. En algunos casos los arqueólogos encontraron casos de osarios con varias calaveras y huesos largos (brazos y piernas).

La formación de este tipo de cuevas se debe a la acción erosiva del agua sobre la piedra caliza. El agua proveniente del deshielo de los ríos que bajan de la sierra, al adentrarse en las grietas de la piedra caliza, fue disolviendo lentamente el carbonato cálcico, aumentando primero el tamaño de las grietas y creando, posteriormente, las cavidades subterráneas. Este proceso duró unos 6 millones de años.

Pasado aún más tiempo, cuando el agua dejó de circular por la galerías superiores (aún circula por la galería inferior en febrero y marzo), la erosión directa por disolución dejó paso al proceso conocido como precipitación, lo que dará lugar a los diversos espeleotemas: estalagmitas (suelo), estalactitas (techo), coladas, banderas…



Como curiosidad indicar la diferencia entre estalagmitas y estalactitas. Las estalactitas, situadas en el techo, son huecas y se forman por la acción de agua mineralizada. En su caída por gravedad, la gota de agua va dejando un fino reguero de calcita que va creando una capa. Varias capas crearán un estrecho y delicado tubo que irá creciendo hacia el suelo.

En cambio, las estalagmitas se forman por precipitación química. Esto es, cuando cae una gota deposita el carbonato cálcico en el suelo. La acción durante siglos de las gotas de agua va creando una especie de columna maciza (no hueca) que irá creciendo hacia el techo.

Tras muchos milenios es posible ver como estalagmitas y estalactitas llegan a unirse, formándose lo que se conoce como una columna. En este momento, el espeleotema deja de crecer a lo alto y lo hará a lo ancho, engrosándose exponencialmente con los años.

En la cueva podremos ver este tipo de formaciones (llamadas aquí palmeras), así como el inicio de una estalagmita, cuya forma semeja a un huevo frito.



Las estalagmitas y estalactitas pueden crear curiosas formas, lo que unido a una imaginación como la del Homo Sapiens, siempre tendente a buscar formas incluso en donde no existen, tiene como resultado que en muchas ocasiones veamos espeleotemas con diversas formas. En esta cueva os indican formaciones muy curiosas, como una cabeza de caballo, otra de una especie de dinosaurio (bien parecía un fósil) e incluso lo que parece un belén navideño, con su burro y todo.

Otro punto interesante de la visita es la zona en la que podemos comprobar la deposición de diferentes minerales por el agua, lo que crea unos espeleotemas muy coloridos: rojos por el hierro, verde por el manganeso…

Por mi formación de historiador lo que más me gustó fue descubrir el arte rupestre que contenía la cueva. De forma general veremos diversos tipos de garbados, cuyos significados se nos escapan actualmente. No obstante, dadas las dificultades del sitio donde se encontraron, así como su existencia intencional, podemos imaginar que se trataba de motivos importantes para nuestros antepasados. Rejillas, zig-zags o semicírculos debían formar parte de algún ritual o ceremonia religiosa de aquellos grupos humanos.

El único que parece tener un significado para nosotros es una pintura negra realizada con el carbón de una hoguera. En una pared se representa, de forma esquemática, lo que parece ser un cazador con su lanza. La existencia de un niño de unos 14 años enterrado en las proximidades parece indicar que nuestros antepasados decidieron honrar así al joven.






Precauciones en el interior de la cueva

La Cueva de los Enebralejos es una cueva viva, algo que notaréis por la humedad de sus paredes. Año tras año va creciendo y convirtiéndose en otra cavidad distinta. Por ello es muy importante que nuestra visita dañe la cueva lo más mínimo posible.

Es muy importante que no toquemos nada de la cueva, pues las estalactitas son muy frágiles; que no tomemos fotografías; y en la zona de las pinturas, incluso que aguantemos la respiración lo máximo posible (con el objeto de no dañar con nuestro CO2 la conservación de las mismas).

Durante el recorrido veremos como en tiempos pasados, cuando la preocupación por la naturaleza era mucho más laxa, se cometieron auténticas barbaridades, como llevarse trozos de estalagmitas a casa cortándolas con sierras. En un punto el guía os mostrará los escasos milímetros que ha crecido una estalagmita cortada en unos 30 años. Es fácil descubrir en ese momento la inmensidad del tiempo y lo reducido de nuestra existencia vital.

El suelo tiene una cubierta de goma antideslizante que evitará caídas, aunque es necesario no tener impedimentos físicos para bajar, pues algunas zonas son estrechas. Y no olvidar el abrigo.

¿Merece la pena ir hasta allí?

Cuando yo visité la cueva por primera vez lo hice como complemento a la visita al pueblo medieval de Pedraza. Resulta muy cómodo hacer una parada en el viaje de vuelta a Madrid.

No obstante, para aquellos que deseen pasar el día en la zona, junto al pueblo de Prádena (en la misma carretera N-110, un poco más adelante del desvío a la cueva) existe un área recreativa con piscina y merenderos en el que podréis pasar una excelente jornada dominguera: Área recreativa de El Bardal.


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