viernes, 25 de mayo de 2018

Mis 5 visitas imprescindibles en Turín

Cuando pensamos viajar a Italia de vacaciones pocos son los que se salen de las ciudades más conocidas: Roma, Florencia o Venecia. Algunos que deseen adentrarse más en el conocimiento de este gran país pensarán en la bellamente caótica Nápoles, en la encantadora Bolonia, o en la moderna Milán. Pocos son los que piensan en Turín, la hermana desconocida.

Turín tiene la desgracia, pienso yo, de pertenecer a Italia. En cualquier otro país sería un destino europeo capital por la cantidad de monumentos, museos y arte que contienen su centro urbano. Pero en Italia, la alargada sombra de las ciudades arriba indicadas, hace que no tenga el público que merece. Con el objeto de paliar esta gran injusticia os voy a mostrar cinco razones por las que viajar a Turín, la capital de la región del Piamonte. ¿Os animáis?


1.     Palacio Real de Turín

Turín siempre fue una importante ciudad de la región del norte de Italia del Piamonte. Desde el siglo XVI estuvo en manos de los duques de Saboya, los cuales se encargaron de embellecerla con plazas, palacios y avenidas construidas según la moda imperante, el barroco.

Cuando a finales del siglo XIX se promovió la unificación de Italia, Turín fue la primera capital del nuevo país durante los cuatro primeros años.

El legado palaciego de los Saboya tiene su punto álgido en la Piazza Castello, la que podemos considerar el centro de Turín. Aquí se encuentran reunidas una serie de construcciones barrocas impresionantes y muy características.

En primer lugar destacaré el Palacio Real de Turín, la antigua residencia de los Saboya. Los duques construyeron numerosos palacios en los alrededores de Turín (palacios saboyanos o residencias Sabaudas), pero esta fue su residencia principal y la que atesora el mayor lujo y pompa.
 
Palacio Real de Turín
Antes de franquear la verja de entrada merece la pena admirar sus dos custodios a caballo, los dioses griegos Castor y Pólux. Los romanos los denominaron gemini, aunque en verdad eran mellizos, hijos de Zeus y Leda (cortejada por el dios transformado en cisne). Cástor era famoso por su habilidad para domar caballos y cabalgarlos, mientras que Pólux destacaba por su destreza en la lucha cuerpo a cuerpo.

El exterior del palacio, aunque barroco en cronología, bien pareciera anterior por la perfecta simetría y sobria decoración con al que se realizó. La simetría es la principal característica de la construcción, presentando con regularidad los vanos rectangulares de las ventanas en los diferentes pisos.

La visita al complejo palaciego incluye numerosas zonas diferentes, a cual más atractiva. La visita a las salas reales se realiza con una visita guiada y en ella no está permitido tomar fotografías. Aunque explicado en italiano, os haréis una idea precisa de la importancia de esta casa real. Tapices valiosos, cerámica china o impresionantes frescos nos sorprenderán en cada una de las salas por las que discurre la visita. El acceso a la segunda planta se realiza a través de un impresionante escalera llamada  Scala delle Forbici (escalinata de las tijeras), la cual parece descansar mágicamente sobre un débil suelo de madera. En verdad el arquitecto, Felipe Juvara, supo llevar todo el peso de la estructura hacia los muros laterales, creando este curioso efecto óptico en una de sus obras maestras.

En el segundo piso veremos diferentes antecámaras y salas pertenecientes a los apartamentos de los príncipes. Las frecuentes remodelaciones según pasaba el tiempo os mostrará salas decoradas con distintos estilos artísticos, propios de cada época.
 
Interior Palacio Real de Turín
La otra parte de la visita que más me gustó fue la Galería Sabauda, una pequeña pero importante pinacoteca que reúne obras de importantes artistas italianos y flamencos, encuadrados entre el renacimiento y el barroco.

Entre las piezas más destacadas de la colección nombraría Virgen con el Niño (Beato Angelico), Pasión de Cristo (Hans Memling) y Vista de Turín desde los Jardines Reales y Vista del viejo puente sobre el Po en Turín (Bernardo Belloto).

En el piso inferior podemos ver una interesante exposición de piezas arqueológicas del Piamonte. Además de mosaicos romanos o escultura longobarda merece la pena admirar el Tesoro de Marengo, el cual contiene un lujoso busto en plata repujada del emperador Lucio Vero.

Las Caballerizas Reales o la Armería Real son otros dos puntos importantes de la visita. En este último lugar se exponen numerosas armaduras y banderas y las exóticas armaduras orientales (siempre presentes en este tipo de colecciones reales).

La visita también incluye los restos del teatro romano situado en la cercanía de los Jardines Reales. Nosotros no pudimos llegar a verlo, pues en invierno permanecen cerrados los jardines.

Junto al palacio se alza sorprendente Iglesia barroca de San Lorenzo. Digo sorprendente porque se trata de una iglesia sin fachada. Nada rompe la estética del palacio y sólo la cúpula nos hace intuir que estamos ante un edificio religioso. Era la capilla real de los duques de Saboya, por lo que podéis imaginar el lujoso interior rococó que tiene, lleno de mármol de diferentes colores. La pequeñez del espacio, que invita al recogimiento interior, y la magnífica cúpula con linterna, cuya arquitectura remite a los modelos califales hispanos, son dos buenos motivos para perder unos minutos admirándola.
 
Iglesia de San Lorenzo (Turín)
El otro palacio característico de la plaza es el Palacio Madama. En pocas ocasiones habréis visto un palacio igual, pues tiene dos estilos arquitectónicos diferentes superpuestos. El frente muestra una fachada barroca similar al resto de construcciones pero si bordeamos el edificio veremos la antigua estructura renacentista con influencias romanas en las torres cilíndricas. La razón de semejante dicotomía se debe a que en el siglo XVIII no se concluyó en su totalidad el proyecto de recubrimiento barroco en todo el edificio. Indicaros también que su nombre se puso en recuerdo de la Madama Reale Maria Cristina, viuda de Amadeo, que allí habitaba.

Hoy día, el interior del Palacio Madama acoge el Museo Cívico de Arte Antiguo, una delicia de exposición en la que encontraréis diferentes objetos escultóricos de gran valor.

La visita se reparte en las cuatro plantas que posee el edificio. En la planta baja existe una colección de escultura medieval, así como algún mosaico, y conecta con los jardines. La planta baja posee la colección de arte gótico y renacentista, destacando tallas religiosas y obras pictóricas. En la primera planta se expone arte barroco en suntuosas salas. Por último, la segunda planta acoge artes decorativas, siendo lo más destacado la colección de vajillas de loza de diversos puntos de Europa. No os olvidéis, desde aquí, de subir a la terraza superior para admirar unas buenas vistas de la ciudad.
 
Tesoros Palazzo Madama
Y, por último, comentar ese curioso rascacielos que desentona enormemente con el resto de edificios. Se trata de la Torre Littoria, el edificio más alto de Turín. Posee diferentes apodos, a cual más divertido, como “il telefonino”. Hoy posee tanto casas particulares como oficinas. Aunque para muchas personas tal edificio supuso un error que contrastaba de manera inadecuada con el conjunto visual de la plaza, yo opino que toda arquitectura tiene una belleza que es necesario descubrir.

Torre Littoria (Turín)


2.     Museo Egipcio

Sólo por visitar este museo creo que vale la pena visitar Turín.

Tras el museo de El Cairo, esta es la colección de objetos egipcios más importante del mundo. Y ello se debe a la afición por la egiptología de Bernardino Drovetti, un piamontés que logró reunir una importante colección de piezas egipcias cuando estuvo destinado en el país como cónsul de Francia. Su colección fue posteriormente vendida y transferida a Carlos Félix de Saboya, quién la llevó a Turín en el año 1824.

Os puedo asegurar, tras haber estado en ambos museos, que nada tienen que ver. Si en Egipto podéis pasear entre la enormidad del museo más perdidos que una cabra en una discoteca, en el turinés todo se encuentra ordenado y preparado para la exposición. Mientras que en el de Egipto tenéis que buscar vosotros las piezas cuan explorador arqueólogo (salvo el tesoro de Tuthankamón o la sala de las momias), aquí se trata de un viaje pautado y cómodamente presentado. Una audioguía os servirá para acompañaros en la visita y poder profundizar todo lo que cada uno desee. Ese caos ordenado de El Cairo deja aquí paso a una pulcritud inmaculada.

Personalmente, esta exposición, con ser más bella a la vista y mucho más sencilla para el público profano, me pareció algo menos interesante que la egipcia en cuanto a la importancia de las piezas. No obstante, para la gran parte de personas que tienen un limitado conocimiento artístico de Egipto, la muestra turinesa les encantará pues contiene piezas de todos los estilos artísticos, muchas momias con sus vistosos sarcófagos y numerosa escultura.

La visita comienza por la segunda planta, centrada en el mundo funerario. Comenzaremos descubriendo momias predinásticas y acabaremos admirando los paneles pictóricos de una tumba egipcia, algo verdaderamente único por su detalle y temática. Las diferentes salas llenas de sarcófagos profusamente decorados os maravillarán.
 
Museo Egipcio de Turín
En la primera planta seguiremos admirando objetos relacionados con el mundo funerario encontrados en diferentes tumbas. Merece la pena admirar tanto la Capilla de Maia como la tumba de Kha, de la que los arqueólogos lograron extraer el ajuar completo. Momias de animales, el libro de los muertos en papiro o diversos amuletos merecen nuestra atención.
 
Museo Egipcio de Turín
Por último, en la planta baja podremos admirar las grandes esculturas de la Galería de Ra y el Templo de Ellesiya, traído piedra a piedra desde Egipto y en el que destacan sus grabados tallados en la pared de roca.

Museo Egipcio de Turín


3.     La Mole Antonelliana

Este es el símbolo de la ciudad de Turín, aunque a muchos les sorprenda la existencia del mismo. ¿Acaso no habéis visto la imagen de los céntimos de Euro italianos?

La Mole de Turín
Como con muchos otros edificios que estás harto de ver en fotografía, la visión de la Mole, apareciendo entre los edificios turineses al pasear por la Vía Giuseppe Verdi, te dejará sin aliento.

Esta impresionante construcción lleva el nombre de su arquitecto, Alessandro Antonelli. Diseñada originalmente como una sinagoga, el proyecto fue abandonado por el aumento de costes que suponía elevar la altura del edificio hasta los 113 metros. Posteriormente, el proyecto se retomó, ahora con el objeto de ser dedicada al Rey Víctor Manuel II, logrando una altura final de 167 metros (la más alta de Europa para un edificio de ladrillo).

Hoy en día su interior alberga el Museo del cine, el más importante de su género en toda Italia. Se trata de una auténtica y divertida experiencia que recomiendo encarecidamente, pues resulta muy interactivo.

El museo tiene varias plantas. En la primera se puede interaccionar con lentes y objetivos, descubriendo cómo funcionaban las primeras cámaras fotográficas. A los niños les encantará jugar con las ilusiones ópticas y las sombras chinescas.

En la segunda planta se encuentran numerosas tumbonas desde la que poder ver un par de proyecciones que emiten en unas grandes pantallas. Existen también pequeñas salas con objetos relacionados con famosas películas, como Star Wars o Alien, así como diferentes platós, como por ejemplo un salón del oeste americano.

En la siguiente planta encontraremos una exposición de diferentes carteles de películas clásicas que harán feliz a más de un cinéfilo, así como camerinos, recreaciones de películas o las fotos de actores famosos. Toda una experiencia, tanto por el contenido como por el continente. Al ser plantas abiertas se puede admirar tanto la amplitud como la altitud del edificio, realmente sobrecogedora.
 
Museo del Cine en Turín
Existe en el interior del edificio un ascensor panorámico transparente que te eleva hasta lo alto de la última terraza, obteniendo unas de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Si tenéis suerte de encontraros el cielo despejado podréis divisar las cumbres cubiertas de nieve de los Alpes.

4.     Parque del Valentino

Turín posee diferentes parques y zonas verdes en los que poder dar agradables paseos y relajarse del mundanal ruido urbano. Pero de todos ellos os voy a destacar el Parco del Valentino, un parque de estilo francés de 500.000 m2 situado en una de las orillas del río Po.

Este parque suele ser un punto de encuentro entre los turineses el fin de semana. Algo parecido al Retiro madrileño. Y al igual que en el famoso espacio verde de mi ciudad aquí también encontraremos diferentes puntos dignos de ser visitados. Pasear por los senderos del parque os podrá llevar a rincones maravillosos. Uno de los más originales es aquel en el que dos farolas están sentadas en un banco. Además de ser la típica foto romántica de lugar, es un escondite agradable en el cual descansar. Para ir a tiro hecho os indicaré que se encuentra en el segundo desvío a vuestra izquierda si venís por la vía Virgilio desde el Castillo del Borgo Medievale.
 
Vistas románticas del parque del Valentino (Turín)
Por un lado está el actual edificio de la Universidad de Arquitectura, la cual se ubica en un palacio de los duques de Saboya, el llamado Castello del Valentino. Su nombre proviene del santo Valentino, cuyas reliquias se encontraban antiguamente en un templo cercano a este lugar. María Cristina de Francia, esposa de Víctor Amadeo I, vivió aquí desde 1630 y a ella se debe la estructura general del edificio, el cual tiene forma de herradura, con cuatro torres redondas en cada ángulo, y un amplio patio interior con pavimento de mármol (al que os recomiendo pasar para admirar el escudo de los Saboya). Frescos y estucos decoran su interior, aunque su visita se reduce al primer y tercer sábado de cada mes (se necesita reservar visita por internet en su página web: http://castellodelvalentino.polito.it/?lang=en).

El otro gran atractivo del parque es el Borgo Medievale. Se trata de una reproducción de un poblado medieval típicamente italiano, construida expresamente para la exposición de 1884. Pasear por este parque temático, en el cual podréis comprar todo tipo de productos “medievales” o entrar a su castillo (llamado la Rocca) es una experiencia muy curiosa y gratificante. Tengo que indicaros que todos los edificios del burgo y el castillo están inspirados en construcciones reales de la zona del Piamonte. Si queréis obtener una información particular de cada uno de ellos os recomiendo visitar su web: http://www.borgomedioevaletorino.it/.

Borgo Medievale de Turín


Si aún os queda tiempo os recomendaría acercaros a la Fuente de los 12 meses y cruzar el río Po por el ponte Isabella. Recorriendo la orilla del río hacia el Ponte Umberto I tendréis unas magníficas vistas del parque que hemos visitado anteriormente.

Y andando un poco más respecto al segundo puente podremos subir hasta la Chiesa di Santa Maria del Monte dei Cappuccini, cuyo valor artístico queda ensombrecido, en parte, por su situación como mirador privilegiado de Turín. Si tenéis ocasión de ver aquí la puesta de sol no os arrepentiréis lo más mínimo.

Vista de Torino desde el Monte de los capuchinos 


5.     Paseos por la ciudad

Resulta complicado poder resumir los encantos de Turín en únicamente cinco puntos, por lo que en este último, a modo de cajón desastre, os incluiré diferentes puntos de la ciudad que me pareció una injusticia no destacar. Además nosotros tuvimos la suerte de conocer la ciudad en Navidad, lo que supone un extra, al estar el centro decorado con adornos y luces navideñas.

En primer lugar os indicaré que Turín es una ciudad llena de calles porticadas (hasta 18 kilómetros de longitud), lo que resulta muy práctico para visitarla. Ni pasas calor ni te mojas cuando llueve. Además, en el interior, se conservan numerosos comercios clásicos, tanto librerías como cafés, los cuales nos transportan a épocas pasadas.

Uno de los más famosos de Turín es el Café Al Bicerin, situado en la Piazza della Consolata, 5 (junto al recomendable y sobrecargado de decoración Santuario della Consolata). Local histórico que abrió sus puertas en 1793, fue frecuentado por personalidades tan insignes como Cavour o Alejandro Dumas. Su nombre proviene del tipo de café que sirve, una deliciosa mezcla de café expreso, chocolate y nata (nada barata, por cierto: 7€).

Otro de los atractivos gastronómicos de Turín son sus famosos helados y, en concreto, la heladería El pepino (Piazza Carignano, 8). Aquí se creó el llamado Pingüino, antecedente del helado con palo de chocolate.

El aperitivo, esa costumbre tan española fue creada en Turín. Aunque el culpable, en verdad, fue Antonio Benedetto Carpano, inventor del vermut en el año 1787. Esta bebida comenzó a acompañarse con comida, pues se tomaba entre las 7 y las 10 de la tarde, y poco a poco los alimentos desplazaron en importancia a la bebida. Es lo que hoy día llaman aparicena y nosotros, la merienda-cena de toda la vida. La mejor zona para probar esta costumbre es la llamada Quadrilátero (zona Piazza Savoia). Os recomiendo el Lobelix Café (11€), muy próximo al Museo de Arte Oriental, así como el KM.5 (10€).

Por curioso que parezca, en esta ocasión no os he comentado ninguna visita principal a alguna de las numerosas iglesias de Turín. Y eso que su Catedral o Duomo es famosa por conservar en una de sus capillas la famosa Sábana Santa. Los que habéis leído mi libro sobre mentiras históricas de la Edad Media sabéis que tal reliquia no es verdadera, por lo que no considero su visita una atracción a destacar. Además, su exposición sólo es posible en contadas ocasiones en las que visita la ciudad el papa de Roma. Si deseáis ver una copia y toda la información sobre la reliquia os recomiendo visitar el Museo della Sindone, ubicado en la Via San Domenico, 28.  
 
Museo della Sindone
Junto a la plaza de la República, lugar en el que a diario existe un pequeño comercio urbano de puestos típicos de los mercados callejeros, se alza majestuosa una de las cuatro puertas que existían en época romana. Me refiero a la Puerta Palatina, una bella construcción en ladrillo rojo con dos torres laterales.

Las plazas son otro de los mayores atractivos de la ciudad. Si debo destacar una os diría que la Piazza San Carlo es la más sorprendente. Los palacios que la rodean, sus simétricos pórticos, o sus dos iglesias mellizas (Santa Cristina para ricos y San Carlos Borromeo para pobres) son motivos suficientes para visitarla. Si además tenéis en cuenta que en frente del típico Café Torino se encuentra el famoso toro de bronce de Turín, al cual hay que pisar (los genitales) para atraer la buena suerte, la cuadratura del círculo se completa.
 
Piazza San Carlo 
Por cierto, que muchos asocian Torino con el símbolo del toro, pensando que es este animal el que da nombre a la ciudad. Nada más lejos de la realidad. Torino proviene de la palabra celta Tauro, que significa monte. Y los romanos la conocían como la ciudad a los pies de las montañas.

Turín pasa por ser un importante centro de Arte contemporáneo, el cual vamos a poder admirarlo en numerosos lugares de su casco urbano. Además de la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo (Via Magenta, 31) y del Museo de Arte Contemporáneo ubicado en el Castillo de Rívoli (alrededores de Turín), la ciudad guarda numeroso arte al aire libre que nos podemos encontrar paseando por sus amplias avenidas. En las fechas navideñas es costumbre realizar un concurso de luces navideñas en las calles principales que os sorprenderán.
 
Luces navideñas Torino
Como en su competidora norteña, existen galerías cubiertas de hierro y cristal que nos remiten a la Belle Epoque. Una de las más famosas es la Galería Subalpina (Piazza Castello, 27), llena de librerías antiguas y tiendas de antigüedades. Un lugar tan encantador como decadente que esconde dos cafés históricos de la ciudad: el café Mulassano y el Baratti. Otra galería cubierta que merece la pena visitar es la de San Federico (se accede por la vía Roma al poco de salir de la Plaza San Carlo) o la Galería Umberto I, junto a Puerta Palatina. Cada una tiene su especial encanto.


En lo que se refiere a edificios curiosos debo destacar el Palazzo Carignano, sede del Museo del Risorgimento. Posee una doble fachada totalmente diferente y un patio interior realmente bello.

Y como curiosidad nombrar el Palazzo Fetta di polenta, también conocido como Casa Scaccabarozzi (Via Giulia di Barolo, 9). Construido por el mismo arquitecto de La Mole, sorprende su forma trapezoidal-triangular muy estrecha y de dimensiones insólitas: 27 metros en la Via Giulia di Barolo, 5 metros en Corso San Maurizio y sólo 70 centímetros en la parte opuesta a la de la avenida. Sin duda, uno de los edificios más delgados que pude ver.



Por último, aunque ya os he comentado algo sobre las calles de Turín, os voy a resumir brevemente las principales arterias de la misma. La Via Roma, que separa la Piazza San Carlo de Piazza Castello, es la calle comercial por excelencia. Reúne los comercios más caros y exclusivos de la ciudad.

Via Garibaldi, entre Piazza Castello y Piazza Statuto, se considera una de las más largas calles peatonales de Europa. Además de comercios encontraréis numerosas terrazas en las cuales tomar el aperitivo.

Via Po es ideal para pasear bajo sus pórticos y encontrar todos esos comercios de estética del siglo pasado tan atractivos hoy día por sus recargadas fachadas. Esta calle termina en la amplísima Plaza Vittorio Veneto junto al río. El Puente Vittorio Emanuele I, con su fotogénica Iglesia Madre di Dio al fondo, pasa por ser uno de los más emblemáticos. La Iglesia, de planta central y fachada clásica grecorromana bien merece una visita. 



Por último, me gustaría recomendaros el alojamiento en el que me hospedé en Turín. Se trata del apartamento turístico Centralíssima Torino, un lugar céntrico y encantador con un anfitrión, Paolo, muy servicial.

Siempre me gusta dejar uno de los cinco principales sitios de una ciudad a alguna salida por los alrededores de la misma. En esta ocasión, son tantos los atractivos que encontré en el centro de Turín, así como tanta la oferta existente en los alrededores que decidí hacer otra entrada comentándoos todo ello con mayor detalle.

P.D.: Os quería dejar también diversas páginas y blogs que consulté en mi preparación del viaje y que me sirvieron de mucho:



2 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada. Estuve en Turín hace unos años y leerla me transportó allí nuevamente.

    Sin duda, una ciudad llena de encanto

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    1. Hola, gracias por comentar.

      Estoy de acuerdo con tu opinión. Turín creo que es la gran desconocida de las ciudades italianas.

      Saludos

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