Muchos de vosotros me habéis preguntado, a raíz del
artículo que escribí sobre las mezquitas de Estambul, si en un viaje a Turquía
merece la pena gastar unos días visitando la zona de la Capadocia.
Siempre os he contestado lo mismo: todos los
destinos de este lugar llamado mundo merecen la pena para ser visitados por
cualquier persona. Todos los rincones tienen su encanto y si viajamos hasta el
continente asiático no deberíamos perder la ocasión de admirar un lugar tan
maravilloso.
Ahora bien, aunque el viaje que realicé a Turquía me
dejó el agradable sabor dulce que te inocula en el cerebro la necesidad de un
regreso, la próxima vez que visite el país me detendré exclusivamente en
Estambul. Con ello no quiero decir que la Capadocia no valga la pena, sino que
es de esos lugares que, una vez conocidos, nuestra curiosidad queda complacida.
¿Os interesa descubrir los secretos que esconde la
Capadocia?
Las personas que me conocéis un poco sabéis de mi espíritu
aventurero por el continente europeo. Ahora bien, es salir de la vieja Europa y
ya no soy tan valiente. Por ello, salvo en Túnez (siempre existe una
excepción), en el resto de destinos planeé un viaje organizado con un
turoperador.
Aunque era bastante reacio a este tipo de viajes
organizados, lo cierto es que no nos fue tan mal después de todo. Y si hacemos
un poco la vista gorda respecto a la costumbre de visitar, como en un pack,
ruinas y tiendas, la conclusión será que vimos todo lo que debíamos ver.
A continuación os voy a relatar mi viaje a la
Capadocia, en donde vais a descubrir los lugares más interesantes que visitar,
mi opinión sobre ellos y las ventajas e inconvenientes que surgen cuando
realizas todas estas visitas con un grupo de turistas.
A Turquía viajé con el turoperador Transrutas y lo
primero que tuvimos que hacer al llegar al aeropuerto de Barajas fue recoger
nuestros bonos del hotel y las visitas en su oficina.
Salimos de la T1 de Barajas a las 8:30 h y llegamos
a Neveshir, en la Capadocia, a eso de las 14:00h (Atención: hora local +1
respecto a España). El recoleto aeropuerto de Neveshir os sorprenderá si no
habéis salido del primer mundo, pues más que de pueblo parece de barrio. Lo
primero que tendréis que hacer será pasar por caja (15€ os costará el visado).
Tras recoger las maletas el guía de Transrutas os
estará esperando y os distribuirá en diferentes autobuses, según el hotel
asignado a cada persona. Nuestro guía se llamaba Adnan, un turco de unos 50
años curtido en mil batallas y sin la alegría de otros guías más jóvenes.
Aunque su trabajo no fue todo lo bueno que debería esperarse, tampoco podemos
catalogarlo de malo. El hecho de hablar castellano bastante bien es lo más
destacable, lo que no es poco para un guía (si habéis viajado a otros
continentes en viajes organizados sabréis de lo que os estoy hablando).
Mientras vamos camino de nuestra primera y única
visita del día, Adnan nos cuenta algo de historia de Turquía. Lo más destacable
es el interés que pone en dejarnos claro que ellos no son árabes (ni hablan
árabe), así como indicarnos la correcta pronunciación de las palabras turcas:
debemos colocar el acento en la primera sílaba: Ístanbul, Ánkara…
La primera visita que realizamos fue a la ciudad de
Uchisar, donde el guía nos dejó una hora para que investigáramos
tranquilamente. Lo más destacado del lugar es su imponente castillo construido
en el interior de una gran roca. Se trata de un ejemplo de lo que encontraremos
en Capadocia. Rocas moldeadas por la erosión y horadadas por la acción del
hombre, el cual creó lugares de vivienda trogloditas, es decir, auténticas
cuevas habitables. El castillo de Uchisar es precisamente eso, una mole
impresionante de piedra agujereada como un queso gruyere por la acción del
hombre.
Castillo de Uchisar, Turquía. |
El resto del pueblo tiene escaso interés y sólo os
pararéis en alguna tienda de turistas. El hecho de que no os agobien los
tenderos es la mejor demostración de que no estamos en un país árabe.
A las 16:30h comienza a anochecer (estábamos en el
mes de noviembre) por lo que nos trasladan al hotel Kapadokya Inn (Ortahisar),
teóricamente un 4 estrellas que apenas llega a 3 obviando la decoración típica
de los primeros capítulos de la serie Cuéntame. Irónicamente la TVE1 es la
única cadena española que podemos sintonizar.
El guía nos aconsejó no salir del hotel e infundió
un poco de miedo diciendo que existían perros callejeros peligrosos. Una burda
intimidación para inducir a comprar los servicios que ofrece el hotel (baños
turcos, masajes…) y evitar que pudiéramos contratar alguna excursión ajena a su
persona.
Al día siguiente nuestra visita comienza a las
9:30h. Para todos aquellos que contrataran la excursión en globo el madrugón
fue considerable, pues de esta forma se podía ver amanecer. Si os sobran 150€
/persona y deseáis ver las formaciones geológicas a vista de pájaro esta es
vuestra excursión. Eso sí, abrigaros mucho, pues de madrugada hace mucho frío,
y con la altura más.
La primera visita que realizamos es a la ciudad
subterránea de Özkonak, una especie de hormiguero excavado bajo tierra por
antiguos cristianos que deseaban esconderse de los ataques árabes. Podréis
recorrer tranquilamente las galerías excavadas en la roca, las cuales tienen
diferentes anchuras y alturas. Grandes piedras redondas sirven para bloquear
las entradas y diversas partes del complejo, y la existencia de una especie de
chimeneas permitían tener la ventilación adecuada. No os esperéis ningún tipo
de decoración parietal.
La siguiente visita nos lleva a un mirador (Avcilar)
desde el que contemplamos, con gran amplitud, el paisaje volcánico que
constituye la Capadocia: las llamadas chimeneas de las hadas, con cuevas en su
interior, y las diversas formaciones geológicas erosionadas por el paso del
tiempo configuran un auténtico paisaje lunar. Junto al mirador se ubican
numerosos tenderetes donde poder comprar todos los típicos recuerdos que se
suelen llevar los turistas (y no son caros).
Vistas desde el mirador de Avcilar, en la Capadocia, Turquía. |
Antes de comer debemos pasar por el peaje de la
tienda metida con calzador en la visita del día. Se trata de una joyería de
precios desorbitados donde aprenderemos que la piedra turquesa se llama así por
ser una piedra turca. Esta tienda está justo enfrente del Valle de las palomas
(Güvercinlik), desde donde se tiene una bonita visión de diversas cuevas excavadas
en el acantilado y del castillo de Uchisar al fondo. Todo está muy cerca de
nuestro hotel, así como el restaurante al que nos llevan a comer. Aunque con
los entremeses pensamos que quedaríamos con hambre, el Kebab a la tinaja (nada
que ver con las tiendas de Kebab de nuestro país, pues se trata de carne de
ternera con verduras) fue más que suficiente para salir contentos del lugar.
Por la tarde visitamos el Valle de Göreme, un lugar
impresionante donde se ubicaron dos monasterios trogloditas. En este lugar
existen diferentes iglesias, las cuales fueron excavadas en las cavidades de
las rocas y poseen decoración mural. Ésta es de muy diferente signo; por
ejemplo, en la Iglesia de la Manzana podremos admirar una de las obras maestras
del arte bizantino. Por el contrario, en otros lugares, más bien parecen
dibujos de niños por su simpleza.
Tenemos una hora para recorrer el lugar y es tiempo
más que suficiente para visitar todas las cuevas. No debéis perderos la Iglesia
de Tokali, en mi opinión la que posee los frescos más increíbles.
Iglesia rupestre del Valle de Göreme, Turquía. |
Para terminar el día el guía nos lleva a una tienda
de cuero donde antes de enseñarnos el género nos hacen una especie de pase de
modelos con música y una bebida (té). Puesto que ninguno decidimos comprar nada
el guía comienza a poner mala cara (bye bye comisiones).
En nuestro tercer día en Capadocia el guía planea
una visita que incluye el gran cañón de la Capadocia, el Valle de Ihlara.
Tenemos una hora desde el hotel, aunque antes de
llegar realizamos una parada en los restos de lo que fue una iglesia ortodoxa.
Lo mejor del lugar son las vistas, pues se encuentra en lo alto de una gran
meseta natural.
En el Valle de Ihlara nos dejan una hora para
visitarlo por nuestra cuenta, algo tremendamente injusto. Hasta ahora no
habíamos tenido sensación de perdernos cosas por ir con guía, pero este valle
necesita al menos un par de horas para disfrutarlo en condiciones. Máxime
teniendo en cuenta las pronunciadas escaleras que debes bajar (y luego subir),
pues el guía se quedó en el bar de arriba tan a gusto.
El río que cruza el valle es el causante del mismo,
debido a miles de años de erosión. En este entorno natural tan especial y
aislado habitaron monjes bizantinos dedicados a la meditación, los cuales
dejaron para la posteridad varias iglesias rupestres decoradas con frescos en
su interior.
Nosotros decidimos aprovechar el tiempo al máximo,
viendo cuatro de las seis iglesias existentes (si habéis estado esto es toda
una plusmarca mundial). De todas ellas la más impresionante es la llamada Yilanli, pues posee los frescos mejor
conservados. Es un lujo poder admirarlos aún en su estado natural, por lo que
os pediría que las fotos fuesen sin flash (para que podamos seguir admirándolos
en un futuro).
Fresco rupestre bizantino en el Valle de Ihlara, Turquía |
El entorno natural del valle es precioso, con el
rumor del agua del río corriendo y los pájaros cantando. Nos hubiera gustado
poder sentarnos en un banco y descansar media hora, pero lo tendremos que dejar
para otro día.
Tras comer en un restaurante buffet próximo al hotel
vamos al Valle de Pasabag, donde tenemos otra horita para recorrerlo. Aquí lo
más destacado son las “Chimeneas de las hadas”, unas formaciones geológicas con
forma de champiñones en las que antiguamente vivían los lugareños. Toda la zona
sigue siendo una especie de paisaje lunar, con escasa vegetación y el suelo de
color blanco.
Chimeneas de las Hadas, en el Valle de Pasabag, Capadocia, Turquía. |
Nos hubiera gustado pasar un poco más de tiempo en
el sitio pero debíamos ver un taller de alfombras, con su tienda
correspondiente. Nos explican el proceso de realización manual y lo laborioso
de la tarea. Las más caras son las de seda, pues además del trabajo, para
conseguir un hilo hacen falta 180 capullos de seda. Como curiosidad indicaros
que las alfombras son más caras cuanto más pisadas están, ya que de esta forma
el nudo se aplasta y el color es más vivo. Eso sí, una de estas alfombras
artesanales duran en perfecto estado unos 100 años. A pesar de tal indicación
nadie compra, por lo que el guía nos lleva de regreso al hotel mosqueado.
Tal vez lo anterior influyera en el hecho de que en
vez de ofrecernos un espectáculo de Derviches (el cual queríamos la mayoría)
nos propusiera únicamente otro de la Danza del vientre (resulta que ahora si
son árabes, ¿no?).
En general, la labor del guía podemos catalogarla de
mala. Las explicaciones fueron las justas; sólo nos acompañó en Göreme, y fue
un momento; las visitas fueron en ocasiones escasas de tiempo, mientras que el
tiempo dedicado a las visitas obligadas a las tiendas era excesivo; al
contrario que en otros viajes organizados aquí tuve la sensación de perder el
tiempo, algo incomprensible teniendo en cuenta la proximidad de todos los
lugares de la Capadocia. Concluyendo, todo lo que vi me gustó mucho, a pesar
del guía tan nefasto que tuvimos.
El último día que amanecimos en la Capadocia lo
dedicábamos a trasladarnos a Estambul, aunque pasando por Ankara, la capital
del país (aunque muchos no se lo crean). Para llegar a Ankara nos montan en un
autobús, en el cual pasamos 4 horas de viaje. Hacemos una parada de descanso en
el gran lago salado, un lugar totalmente prescindible.
Tras comer en el Hotel Barceló de Ankara (bastante
bien para lo que acostumbrábamos) el guía nos lleva al Museo de las
civilizaciones de Anatolia. Aunque es un museo bastante pequeño, tiene diversas
joyas arqueológicas que sólo yo puedo admirar en su justo valor (el guía pasó
de explicar nada).
No perderse la parte dedicada a Çatalhöyük, el
conjunto urbano más grande y mejor preservado de la época neolítica en el
Oriente Próximo. Las cabezas de toro o la figurilla de la Mujer sentada de
Çatalhöyük, una especie de
Venus paleolítica, son los objetos más destacados. También es muy importante la
colección de piezas de la civilización Hitita, así como la reconstrucción de la
tumba del rey Midas.
Mujer sentada de Çatalhöyük |
Como teníamos bastante
tiempo libre decidimos dar una vuelta por la ciudadela antigua de Ankara con
unos compañeros de viaje. Unos altos muros, puertas fortificadas y callejas
estrechas confieren al lugar un aspecto medieval único y atractivo.
El vuelo hasta Estambul se
retrasó bastante (algo típico en estos destinos) y no despegamos hasta las
21:30 h (a esa hora ya debíamos haber estado instalados en los hoteles de
Estambul). Aunque el vuelo apenas dura 45 minutos, el caótico traslado al hotel
hace que no dejemos las maletas en nuestra habitación hasta las 00:30h.
Por delante tenemos tres
días en Estambul, los cuales son libres para visitar lo que nosotros queramos.
Pero esto prefiero contarlo en otro artículo, pues debo comentar muchas más
cosas que hasta ahora.
Espero que mi experiencia
os sirva para planear vuestros futuros viajes a este lugar tan encantador. Os
animo a ello encarecidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario