domingo, 14 de junio de 2015

Bailén fue la primera derrota de los ejércitos franceses ante los españoles en la Guerra de Independencia (1808)



Uno de los capítulos del libro Mis Mentiras Favoritas trata sobre la Guerra de Independencia ante los franceses en 1808 y cada año, tomándolo como excusa, narro algún episodio curioso de esta confrontación.

En esta ocasión vamos a informar sobre una de las confusiones más habituales que rodean a la primera derrota de las tropas francesas en suelo peninsular. En muchos libros de Historia habréis leído que la primera derrota que sufrieron las tropas napoleónicas fue en la Batalla de Bailén el 19 de julio de 1808.

Esta afirmación es una verdad a medias. En efecto, fue la primera derrota del ejército napoleónico en una batalla campal. Pero, anteriormente, los españoles habíamos rendido a otras tropas francesas, aunque este episodio apenas se suele conocer.

¿Quieres descubrir cual fue verdaderamente la primera derrota francesa ante las tropas españolas en la Guerra de Independencia?


Para comenzar a contar este relato debemos retroceder unos cuantos años, hasta 1805. El 21 de octubre de aquél año se produjo una decisiva victoria naval para las fuerzas inglesas que, comandadas por Nelson, derrotaron de forma total a las fuerzas navales combinadas francoespañolas.

La derrota en la Batalla de Trafalgar no sólo diluyó definitivamente las intenciones francesas de invadir Inglaterra, sino que permitió a los ingleses dominar de forma absoluta los mares durante el resto de siglo XIX.

La flota derrotada quedó confinada en Cádiz, bloqueada por la flota inglesa. Sólo unos bergantines lograron romper el bloqueo y regresar a Francia. El resto tuvo que permanecer al amparo de los cañones de tierra.

Los franceses, cuyo mando era el Almirante francés François Étienne de Rosily-Mesros, tenían 5 navíos de guerra (Heros, Algesiras, Pluton, Argonaute y Neptune) y la fragata Cornelie. Todos fueron reparados y pertrechados en el Arsenal de La Carraca para partir en cuanto pudieran.

Por su parte, la flota española, al mando de Don Juan Ruiz de Apodaca, constaba de los siguientes navíos: Príncipe de Asturias, Terrible, Montanés, San Justo, San Fulgencio, San Leandro y la fragata Flora. No obstante, su estado era bastante lamentable, pues al deterioro por la inactividad se sumaba la falta de presupuesto para pagar a las tripulaciones y los pertrechos necesarios. Sólo el San Justo estaba correctamente  preparado para partir con los franceses y se había incorporado a su escuadra.

En febrero de 1808 los franceses iban a romper las relaciones con sus antiguos aliados españoles. Rosily, de manera bastante previsora, alejó a sus navíos fuera del alcance de las baterías de cañones de tierra y colocó al San Justo en medio de su flota. Sus temores no tardaron en verse confirmados pues el 1 de febrero los franceses habían tomado el control de todo el territorio portugués (contraviniendo el tratado de Fontainebleau) y a lo largo del mes se hicieron con Pamplona y Barcelona.

Tras los acontecimientos del dos de mayo de Madrid las relaciones con los franceses se rompieron definitivamente en Cádiz y hubo enfrentamientos con los residentes. Puesto que hubo algunos asesinatos, Rosily embarcó a todos sus hombres y les prohibió bajar a puerto. No obstante, el Gobernador de Cádiz, el Marqués de Solano, calmó los ánimos y tan sólo vigiló a los navíos franceses con unas cuantas embarcaciones de pequeño tamaño.

La población no entendía la pasividad de la autoridad, toda vez que en varios puntos del territorio español se estaba ya luchando contra el invasor francés. Por ello se organizó un motín popular, el cual acabaría con el asesinato de Solano, considerado un afrancesado por no combatir al enemigo enérgicamente.

La Junta de Sevilla colocó al frente de la plaza a Don Tomás de Morla, cuyas órdenes era disponerlo todo para capturar o eliminar a la flota francesa. El 30 de mayo, tras una reunión con los generales, la flota española se separó de la francesa y se preparó para iniciar un eventual combate.

Los ingleses que vigilaban la salida de la bahía, comandados por el Almirante Purvis, se ofrecieron a entrar en la bahía y ayudar a los españoles pero Morla declinó tal ofrecimiento. En su mente estaba el caso de Gibraltar y pensaba, acertadamente creo yo, que la ayuda inglesa podía ser luego un problema si les dejaban entrar. Por tanto, excusándose en que deseaban cobrarse la venganza ellos solos, declinaron tal ofrecimiento.

Apodaca y el teniente general Moreno, Comandante del Departamento Marítimo, fueron los encargados de organizar el ataque a los franceses. Pertrecharon los barcos lo mejor que pudieron y reforzaron las defensas de tierra con todos los cañones que pudieron.

Los franceses vieron los preparativos con preocupación y su único objetivo fue retrasar el inevitable enfrentamiento con diplomacia. Su plan era resistir todo lo posible para que el ejército francés que se dirigía hacia el sur pudiera contactar con ellos. Pero aquél ejército nunca llegaría, pues sería posteriormente derrotado en Bailén.

Viendo lo inevitable del choque los franceses tomaron posiciones en la Poza de Santa Isabel, colocaron sus cañones apuntando al Arsenal e interceptaron todos los navíos que pertrechaban a la flota española. Los españoles tuvieron que cambiar sus planes y reforzar esa zona con baterías. Además, Moreno decidió, dada la escasa maniobrabilidad de los navíos españoles, armar bombarderas y cañoneras y realizar el ataque con estas fuerzas sutiles. Aunque su plan fue enérgicamente discutido fue el seguido finalmente. Apodaca fue el encargado de armar esta fuerza de ataque, logrando tener listas doce bombarderas y veinticinco cañoneras. En el Arsenal también se lograron tener listas tres divisiones de quince cañoneras.

Las cañoneras eran un tipo de navío muy rápido, con una o dos velas a lo sumo y remos para navegar incluso contra el viento. Tenían un solo cañón de 24 libras y eran un blanco muy complicado para los grandes navíos por su reducido tamaño y gran maniobrabilidad.

El plan español consistía en situar en primera línea las cañoneras y en segunda las bombarderas, fuera del fuego francés. Por detrás se situarían el resto de embarcaciones encargadas de ofrecer refuerzos o pertrechos. Además, dos de los navíos españoles, el Príncipe de Asturias y el Terrible ofrecerían cobertura a la operación. El plan, diseñado por Moreno, tenía en cuenta hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo, organizó un sistema de señales con banderas para que los barcos estuvieran en permanente contacto.

Terminados los preparativos el día 9 de junio de 1808 el general Morla dio un ultimátum a los franceses para que se rindieran incondicionalmente. Tras un plazo de dos horas, si no se rendían los franceses Morla advertía lo siguiente “...soltaré mis fuegos de bombas y balas rasas (que serán rojas si V.E. se obstina): atacará la escuadra española y las fuerzas sutiles...”.

La carta completa solicitando la rendición incondicional la reproduzco en el apartado documentos.

Los franceses rechazaron rendirse y los españoles comenzaron el ataque a las 16:00 horas, el cual duraría cinco horas seguidas. A pesar del fuego de las baterías terrestres y del ataque con las cañoneras y bombarderas, los franceses lograron resistir bastante bien el primer ataque español.

El saldo final fue de 7 bombarderas destruidas, 4 muertos y 5 heridos entre las fuerzas navales. En tierra había sido destruida la batería situada en La Cantera, donde hubo 4 muertos y 21 heridos. Los franceses, por su parte, vieron perecer a 13 compañeros, 51 fueron heridos de diversa consideración, mientras que los navíos sufrieron varios daños en sus cascos y arboladuras.

Al día siguiente, el 10 de junio, los españoles volvieron a realizar otro ataque, aunque en esta ocasión fue menos intenso debido a la escasez de pólvora para los cañones por parte española. No obstante, los franceses consideraron la opción de negociar y se izó la bandera española en el navío francés Heros, señal del deseo francés de parlamentar.

Rosily intentó ganar tiempo para que pudieran llegar los refuerzos franceses e inició negociaciones para terminar con esta situación bélica. Primero propuso marcharse del puerto si tenía garantías de no ser atacado ni por ingleses ni españoles. Al negarse Morla, propuso desembarcar todo su armamento pero permitir a sus hombres permanecer en los navíos. Los españoles no estaban dispuestos a aceptar tal propuesta, pero fingieron atenderla y consultar a la Junta de Sevilla. La intención de Morla era ganar tiempo para reunir pertrechos suficientes para otro gran ataque.

En este breve periodo de tregua los españoles colocaron nuevas baterías de cañones, aunque eran una fuerza simulada, pues la falta de pólvora las hacía ineficaces. También reforzaron sus fuerzas con la llegada de 10 cañoneras desde Málaga y con la incorporación del navío Argonauta desde La Carraca. Su intención general era atemorizar a los franceses para que éstos vieran que toda resistencia era inútil. Además, adelantándose a un posible ataque francés al Arsenal, los españoles hundieron el navío Miño y la urca Librada bloqueando la entrada.

El día 14 de junio los españoles hicieron saber a los franceses que la Junta de Sevilla había declinado su propuesta. Por tanto, instaron a los franceses a rendirse incondicionalmente para evitar un nuevo inminente ataque. Rosily, creyendo que los navíos españoles tenían munición suficiente como para realizar un nuevo ataque similar al del día 9, decidió rendir su flota. Su posición era muy desfavorable, atrapado en un estrecho lugar y rodeado de pequeñas embarcaciones que podían hacerle mucho más daño del que podía resistir. En el apartado documentos reproduzco las respuestas de Rosily ante las propuestas españolas para su rendición.

Los españoles obtuvieron cinco buenos navíos y una fragata en inmejorables condiciones, lo que servía para paliar, en parte, los navíos perdidos en la batalla de Trafalgar. Además, se confiscaron numerosas municiones, pólvora y provisiones para cinco meses. En total se entregaron 3676 prisioneros, a los cuales se les aseguró respeto a sus vidas.

Para evitar la reacción violenta del pueblo gaditano ante los franceses el general Morla publicó la siguiente proclama: “Gaditanos: la escuadra francesa, al mando del almirante Rosily, acaba de rendirse a discreción confiada en la humanidad y generosidad del pueblo español. Cádiz 14 de Junio de 1808.- Morla.

Los prisioneros fueron recluidos en los navíos desarmados Castilla y Argonauta, habilitados como pontones. La perspectiva de una larga temporada recluidos en aquél lugar hizo que algunos presos idearan la forma de escapar. Por un lado, algunos marineros, no originarios de Francia, decidieron desertar y unirse a la Armada Española, consiguiéndolo 35 de ellos. Por otro, hubo intentos de fuga y 5 marineros lograrían huir de aquél encierro. A Rosily y a sus más altos oficiales se les permitió volver a Francia para informar de la derrota. Pero los demás los marineros de la flota estuvieron en cautiverio en la Isla de Cabrera el resto de la guerra, lo que para muchos fue el resto de sus vidas.

Como suele ser típico en nuestro país, la picaresca apareció a la hora de repartir el botín de tal hazaña histórica. Primero por parte de los transportistas encargados de llevar las provisiones francesas al puerto, los cuales escamotearon cantidades ingentes de víveres, según conocemos por las quejas de las autoridades. Luego, cuando se concedieron recompensas y ascensos, algunos recayeron en personas que no habían participado en los combates. Esto último me recuerda poderosamente al asunto de los EREs falsos de Andalucía. Parece que no hemos cambiado nada, ¿verdad?

Como conmemoración de la victoria, la primera lograda ante los franceses, se creó una medalla de bronce. Tenía forma ovalada y en el anverso, junto a la imagen de una corona triunfal de la que pende un águila imperial invertida y dos sables cruzados, se podía leer: “Por la rendición de la escuadra francesa”. En el reverso figuraba la fecha “9 de Junio de 1808, aunque en realidad la rendición se produjo el día 14, como hemos visto.

Hoy día, en el Museo Naval de Madrid, se muestra la bandera del navío “Heros”, insignia de Rosily, como trofeo de aquél encuentro, y en la localidad de San Fernando se celebran todos los años el aniversario de este combate, con representaciones históricas de la rendición y una regata conmemorativa.



FUENTES:

COMBATE DE LA POZA DE SANTA ISABEL. http://www.guardiasalinera.com/prisiones.htm



La captura de la flota francesa en Cádiz y la evacuación de las tropas españolas en Zelanda en 1808. http://www.todoababor.es/articulos/acontec1808.htm





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