domingo, 22 de septiembre de 2024

Mis 5 visitas imprescindibles en Bolonia

 

 

Hoy nos vamos de viaje a Italia, ese país que rebosa arte por los cuatro costados. Y vamos a visitar una ciudad que se ha puesto últimamente muy de moda, Bolonia.

 

La capital histórica de la región Emilia-Romaña es una ciudad llena de vida y de un pasado deslumbrante. Recorriendo sus calles descubriremos sorprendentes torres medievales, bellos palacios renacentistas, impresionantes iglesias y un conjunto de columnatas con arcadas que pasa por ser el más extenso de Europa. ¿Os animáis a descubrir los principales encantos de Bolonia?

 

Bolonia tiene diferentes denominaciones: es conocida como la “Città Rossa” por el color de sus palacios (y por ser feudo actual de la izquierda), “La Turrita” por sus impresionantes torres, “La Grassa” traducido como la gorda por lo rica de su comida y “La Dotta”, la culta, por la existencia de la universidad más antigua de Europa en funcionamiento. Veamos un poco de todo ello a través de sus principales monumentos.

 

Los mismos se encuentran alrededor de la Piazza Maggiore, verdadero epicentro de la vida de la ciudad. La misma plaza es una auténtica pasada, pues es un amplio espacio rodeado de imponentes edificios. Puedo aseguraros que se trata de una de las plazas más bellas de Italia. Veamos un pequeño resumen:

 

 

·       la Basílica de San Petronio, con su peculiar fachada inacabada,

·       el Palacio de los Notarios, donde destacan las bellas ventanas con columnillas y el escudo de armas del gremio, compuesto por tres tinteros con pluma de ganso,

·       el Palacio de Accursio (Ayuntamiento), del que hablaremos a continuación,

·       el Palacio del Podestà, sede de la oficina de turismo con su pórtico Voltone y su Torre dell'Arengo, desde donde su campana avisaba de los acontecimientos importantes (se puede visitar de forma guiada) y

·       el Palacio de los Banchi (bancos), donde en su famoso pórtico Pavaglione, que sirve de unión con la Universidad, se ubican numerosas tiendas y comercios.

 

Todos los edificios forman un conjunto verdaderamente maravilloso y seguro que se puede comparar con cualquier otra plaza europea que tengas en la cabeza. En mi opinión, un lugar donde acudir una y otra vez, a diferentes horas del día, para empaparte de la vida de Bolonia.

 

Y justo al lado también merece la pena acercarse a la Plaza de Neptuno, con su famosa fuente construida por el escultor flamenco Giambologna. Simboliza el poder papal, pues, así como Neptuno dominaba las aguas, de igual forma el Papa dominaría el mundo. De hecho, al pie del Dios, hay cuatro amorcillos representando a las personificaciones del Ganges, del Nilo, del Río Amazonas y del Danubio, es decir los Ríos mayores de los continentes conocidos entonces.

 

Dos curiosidades: una que el tridente es el símbolo de la marca de coches Maseratti. La otra (picante) es una broma del escultor, al que obligaron a realizar las partes nobles del dios más pequeñas de lo normal, con el objetivo de no ofender. Como venganza situó uno de sus brazos algo bajo, logrando un efecto óptico curioso si nos situamos en un cuadrado negro junto a la fachada de la Biblioteca Salaborsa.

 

Y, hablando de la Biblioteca Salaborsa es otro punto que merece la pena visitar, pues es una maravilla de hierro muy espaciosa. Se sitúa en el lugar donde estaba la basílica cívica de Bononia del siglo II a.C., cuyos restos podemos ver en el suelo.

 

1.    Palacio de Accursio y Torre del Reloj (Ayuntamiento)

 

Se trata de uno de los edificios más imponentes de la Plaza Mayor, el cual es el resultado de la unión de diferentes estructuras a lo largo del tiempo. Su nombre proviene del maestro de derecho boloñés, Francesco Accursio, pues esta era su residencia. Más tarde, en 1336, se convertiría en el Ayuntamiento.

 

Su fachada es inconfundible, tanto por la famosa Torre del Reloj como por poseer dos importantes esculturas: justo encima de la puerta se encuentra una escultura de bronce del Papa Gregorio XIII, sí el del calendario gregoriano. Y un poco más arriba, el precioso conjunto en terracota de Madonna di Piazza con Bambino.

 


Una curiosidad sobre la escultura papal. Su nombre secular era Ugo Buoncompagni y su presencia se justifica por ser natural de Boloña y haberse doctorado en derecho canónigo y civil en la universidad de esta localidad. Si tenéis buena vista podréis observar que en una placa superior pone “DIVUS PETRONIUS PROTECTOR ET PATER”. Esto se debe a que en 1796 Francia invadió la ciudad y los locales tuvieron que disfrazar la escultura del patrón de la ciudad, cambiando la tiara papal por la mitra de obispo y añadiendo la placa que, más tarde, olvidaron retirar.

 

Antes de entrar indicar que en la esquina de la Sala Borsa los partisanos derramaron su sangre para liberar la ciudad. Y aquí se erigió un primer santuario espontáneo con los caídos durante la Resistencia al fascismo.

 

Una vez entramos en el edificio encontraremos dos patios antes de acceder a las salas visitables.

 

Subiendo una escalera triunfal podremos acceder gratuitamente a una serie de salas y capillas: Sala d’Ercole (llamada así por la estatua de Hércules), Sala del Consiglio Comunale (donde destaca el fresco del techo) y la Sala Rossa (actual salón de bodas).

 


En el piso superior vamos a encontrarnos con la Sala Farnese y la Capilla Farnese. La Capilla Farnese, con frescos de Prospero Fontana, también es de considerable importancia y belleza, al igual que los frescos de la Sala Farnese, los cuales recorren las vicisitudes de la ciudad de la Edad Media al siglo XVII.

 


En la planta superior se sitúan las Colecciones Municipales de Arte, cuya visita tiene coste. En ella podrás admirar veinte salas llenas de pinturas, objetos de arte, mobiliario original, porcelanas y textiles que abarcan desde la Edad Media hasta la actualidad.

 


Merece la pena entrar simplemente para admirar el Retrato de un confaloniero de la pintora italiana Artemisia Gentileschi, Ruth, del romántico Francesco Hayez o el barroco Mercurio y Paris, de Donato Creti. La muestra tiene diversos estilos, destacando la pintura religiosa y la del romanticismo. Os dejo algunos ejemplos de lo que encontraréis.

 


De todas las salas que vamos a visitar voy a destacar la Sala Urbana, que data de 1630 y es una de las obras más importantes del barroco boloñés; la decoración heráldica que cubre sus paredes, compuesta por 188 escudos, pertenecientes a la serie de los gobernadores y de los legados pontificios que vivieron en la ciudad a partir del siglo XIV, y tres escenas figurativas, le ha dado también el nombre de Sala de Escudos.

 


También tiene coste subir a la Torre del Reloj, desde donde se obtiene las mejores vistas de la Plaza Mayor.

 

2.    Basílica de San Petronio

 

Se trata del templo religioso más importante de la ciudad, superando en magnificencia a la Catedral o a cualquiera de las muchas iglesias y basílicas esparcidas por la urbe (no olvidemos que esta ciudad perteneció durante largos años al Papado). Su construcción se inició en 1390.

 

El encanto de su fachada inacababa o sus excepcionales dimensiones (132 metros de largo por 60 m de ancho, y una altura de la cúpula de 45 m) os dejaran sobrecogidos. No en vano, se trata de la sexta basílica más grande de Europa y la cuarta de Italia.

 


Estas dimensiones dicen que fueron la causa de su desgracia pues, desde el Vaticano se impidió que superara a San Pedro ordenando la construcción del Archiginnasio en el lugar donde estaría el transepto del proyecto original. Esta es una de las muchas leyendas urbanas que rodean al edificio. La explicación de su aspecto inacabado es mucho más simple: era un proyecto demasiado pretencioso para Bolonia y se acabaron los fondos.

 

A pesar de todo, su peculiar fachada se ha convertido en uno de los símbolos de Bolonia. La parte inferior tiene un bonito revestimiento de mármol, donde deberemos fijarnos en las bellas esculturas del sienés Jacopo della Quercia que decoran la portada central. Las mismas se consideran una obra maestra del Renacimiento. La parte superior deja ver el ladrillo, recordándonos que se trata de la construcción gótica en ladrillo más importante de Italia.

 

Está dedicada a San Petronio, patrón de la ciudad. Este hombre fue el octavo obispo de Bolonia y vivió en el siglo V. Lo único que sabemos del mismo era que pertenecía a una familia noble cuyos miembros habían tenido puestos en la corte de Milán. De Petronio, canonizado por Gregorio IX en 1234, sólo sabemos que “era renombrado en Italia por su virtud” (carta de Euquerio de Lyon a Valeriano) y que, tras un posible viaje a Jerusalén, ordenó construir una iglesia consagrada a San Esteban (San Estéfano en italiano) que seguía el modelo constructivo de los santuarios del Gólgota y el Santo Sepulcro de Jerusalén (Ya os contaré más).

 

La basílica gozó desde un principio de gran prestigio, hasta el punto de ser escogida por Carlos V para su coronación como emperador por parte de Clemente VII en 1530, y de haber acogido dos sesiones diferentes del Concilio de Trento.

 

El interior del templo, con un curioso eje norte-sur, es muy luminoso y bello, caracterizándose por la decoración mural en rojo (pilares) y blanco (paredes) que compensa la falta de decoración escultórica. En el Altar Mayor destaca un monumental crucifijo de madera con cabezas de querubines pintadas en las cabezas de la cruz colocadas sobre el altar de un autor desconocido del siglo XV.

 


De los dos órganos ubicados en la proximidad del Altar Mayor, el derecho fue construido en la segunda mitad del siglo XV por Lorenzo da Prato, el primero en el mundo para el alcance de 51 notas y 10 registros independientes (el doble de lo habitual). Es más, se trata del más antiguo que existe de esas dimensiones. El segundo es obra de Baldassarre Malamini hacia finales del siglo XVI.

 

La configuración del espacio es ya renacentista, configurándose en tres monumentales naves, donde destacan los majestuosos arcos ojivales, y más de una veintena de capillas laterales donde vamos a poder apreciar importantes obras de arte de autores tan notorios como Francesco Francia, Lorenzo Costa, Parmigianino y Donato Creti. No dejéis de ver el Matrimonio místico de Santa Caterina de Filippino Lippi, una Virgen y Santos de Lorenzo Costa el Joven y la expresiva Piedad de Amico Aspertini en la Capilla de San Lorenzo.

 


De entre todas las capillas destaca, por diferentes motivos, la Capilla de los Reyes Magos (también conocida como capilla Bartolomeo Bolognini por contener la tumba de este rico comerciante). Su nombre proviene por poseer las pinturas de Jacopo di Paolo sobre el viaje de los Reyes Magos a Belén (fijarse en el curioso regreso por mar, algo muy original). Es la cuarta por la izquierda. Y su visita tiene coste (no dejan sacar fotos en su interior, por lo que os dejo la decisión de pagar 5€ por verla de cerca).

 


Se trata de la única capilla que conserva toda la decoración original del siglo XV. Su belleza es inigualable pues el conjunto decorativo que forman las vidrieras, el polipíptico de madera, las esculturas y los frescos os dejará asombrados.

 

Ahora bien, los frescos más notorios de esta capilla son los realizados por Giovanni da Modena. En ellos nos muestra escenas de la vida de San Petronio y, de manera muy asombrosa, escenas del Paraíso y del Infierno. Esta última escena es rica en detalles realistas sobre los dolores infligidos a los pecadores, según la visión representada por Dante Alighieri en la Divina Comedia. Precisamente, en este infausto lugar, existe una representación de Mahoma (lo reconoceréis por la cartela) que ha originado muchos problemas a la ciudad, existiendo amenazas terroristas sobre el templo periódicamente.

 


También quería destacar la existencia de las reliquias de San Petronio (cabeza y cuerpo) en la segunda capilla, ricamente adornada en la primera mitad del siglo XVIII por el cardenal boloñés Pompeo Aldrovandi. No obstante, si deseáis ver la imagen más venerada de San Petronio debéis fijaros en la imagen de madera policromada situada entre la cuarta y quinta capilla de la izquierda. Por cierto, en la quinta capilla, dedicada a San Sebastiano y con un original suelo de azulejo, podemos admirar una hermosa Anunciación, de la que vemos el detalle del Ángel, obra de Santiago Francia a finales del siglo XV.


 

Justo a unos pocos pasos de la escultura de San Petronio vais a encontrar una especie de templete donde se exhibe la escultura realizada a partir de la imagen de la Sábana Santa de Turín.

 


Y, en un lateral de altar, vais a descubrir el típico Compianto sul Cristo Morto, una composición de siete figuras que representa el velatorio del cuerpo de Jesucristo tras morir en la cruz. No es el más deslumbrante de Bolonia (ese honor lo tiene la obra de Niccolò dell’Arca, la cual podéis admirar en el cercano Santuario de Santa María de la Vita).

 


Por último, es posible admirar en el interior de la iglesia la Meridiana de Giandomenico Cassini, construida en 1655. Sus 66,8 m de largo hacen de ella la línea meridiana más larga del mundo. La meridiana marca las horas italianas, que se cuentan desde el ocaso solar. Son horas desiguales pues el anochecer va adelantándose o retrasándose ligeramente cada día durante el transcurrir del año. La manera de saber el número de horas que faltan para la puesta del sol consiste en restarlas de 24. Si visitáis la iglesia entre julio y agosto, podréis contemplar su vigencia actual entre las 13:15 y las 13:21 oficiales.


 

Para una profundización sobre las capillas y el templo en general os dejo el siguiente enlace (buscar cappella):

https://www.basilicadisanpetronio.org/?s=cappella

 

3.    Torres degli Asinelli y Garisenda

 

Sin duda, estamos ante uno de los iconos de la ciudad, una de sus imágenes más internacionales. Tan torcidas como la Torre de Pisa, aunque mucho más altas. Es más, la Torre degli Asinelli es la torre inclinada más alta del mundo. Tal vez, por ello, actualmente no se puede subir hasta su terraza superior debido a trabajos de consolidación.

 

Lo anterior no debe desanimaros a la hora de acercaros hasta aquí, pues la vista de ambas torres es impresionante.

 


Estas torres tienen un origen medieval (siglos XII-XIII) y se levantaron en una época donde los nobles de Bolonia, divididos entre güelfos (apoyan al Papa) y gibelinos (apoyan al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) necesitaban afianzar su posición ante sus rivales. Las torres tenían una función tanto defensiva como de muestra de poder y prestigio social de la familia que podía costearse una.

 

Bolonia era una urbe con un amplio apoyo papal, por lo que la mayor parte de las torres tenían la parte superior plana. Las Gibelinas se caracterizaban por tener la parte superior con forma de cola de golondrina.

 

Aunque el dato es controvertido, se supone que en época medieval Bolonia debía tener más de un centenar de estas torres, razón por la cual se denomina a la ciudad la Manhattan medieval. Más tarde, cuando la rivalidad finalizó, la mayor parte de torres se fueron derribando. Hoy en día quedan unas 27, si bien las dos más famosas son las que se alzan en el punto de salida de la antigua via Emilia. 

 

La torre degli Asinelli es la mayor de las dos y posee una altura de 97,20 metros. La Torre se construyó entre 1109 y 1119 por la familia homónima (primero gibelina y luego güelfa). Su creación tiene una leyenda alrededor que indica que fue gracias a un tesoro que encontró un campesino gracias a dos burros (Asinelli significa burritos). Con el mismo levantó la torre para impresionar a su futuro suegro y poder contraer matrimonio con su amada, la cual era inaccesible por pertenecer a una familia noble.

 

Aunque no resulte muy evidente, tiene una pequeña inclinación de 1, 3º (2,23 metros de desviación). Entre sus récords indicar que es la torre más alta de Bolonia, la torre original medieval más alta de Italia y la torre inclinada medieval más alta del mundo. Cuando la visité no pude ascender sus 498 escalones para poder admirar las vistas debido a que se encuentra en reforma. Os dejo foto de otros viajeros para animaros a subir la escalera de madera cuando vuelva a reabrir.


 

Esta torre ha tenido diferentes avatares históricos reseñables: en 1513, para celebrar la elección del Papa León X, se disparó una bala de cañón que impactó por error en la torre; en 1790, el científico Giovanni Battista Guglielmini, gracias a un experimento realizado en la torre lanzando desde su cima unas esferas de plomo y midiendo su desviación, demostró, 61 años antes que Foucault, la rotación terrestre.

 

Como curiosidad, en Bolonia existe la tradición de que ningún estudiante debe subir a esta torre hasta terminar la carrera, pues de hacerlo se dice que nunca se licenciará.

 


Por su parte, la torre Garisenda, más baja y ancha, fue construida por la familia Gibelina que le da nombre. Tiene 47 metros de altura (10 menos que la Torre de Pisa) y una fuerte inclinación, debido al hundimiento del suelo donde se asienta, que llevó en el siglo XIV a recortar por miedo a que colapsara (antes medía 60 metros).

 

Esta torre fue citada dos veces por Dante. La más famosa aparece en la Divina Comedia (XXXI canto del Infierno), donde la compara con el gigante Anteo. Una placa en la torre recuerda esos versos de Dante.

 

Por cierto, que junto a las torres vais a encontrar uno de los mejores lugares para comer en Bolonia su pasta más típica, los tortellini. Se trata de Bottega Portici. Un lugar donde probar diferentes tipos de esta pasta fresca (me encantaron los tortellini de espinacas y los que tenían nueces y limón) y donde puede beber toda el agua que quieras de manera gratuita. Además, desde la terraza verás las dos torres de manera privilegiada. ¿Se puede pedir más?

 

En Bolonia existen otras torres a las que podéis acercaros. Personalmente me gustaron las siguientes: detrás de la Catedral, en la Via Altabella, podemos encontrar la torre Azzoguidi (61 metros y perfectamente vertical); muy cerca, en la Via degli Albari, encontramos la torre Prendiparte o Coronata (60 metros) y la Torre Guidozagni (de apenas 20 metros); por último, en la Piazza Maggiore, la torre dell’Arengo (parte del Palazzo del Podestà) y la torre Accursi o del reloj (del Palazzo d’Accursio con 48 metros).

 

4.    Palacio Archiginnasio (Universidad)


El Palacio del Archiginnasio es uno de los edificios más representativos de Bolonia. El Cardenal Borromeo ordenó su construcción entre 1562 y 1563 bajo el proyecto del arquitecto Antonio Morandi, también conocido como “el Terribilia”, para que fuera empleado como cuartel general de la Universidad, algo que se conservó hasta 1803, pues hoy en día es sede de la Biblioteca Comunale.

 

Bolonia tiene el honor de poseer la Universidad en funcionamiento más antigua de Europa. Se fundó, oficialmente, en el año 1088. Así consta en su escudo (aunque algunos retrasan el asunto hasta 1158, para enfado de los locales, debido que es en esa fecha cuando se tiene constancia documental). En la Edad Media cobraron fama sus estudios de Derecho, tanto canónico como civil. Junto a Oxford, París, Salamanca o Cambridge forma parte del quinteto más antiguo e importante de Europa.

 

Al entrar al patio interior podemos admirar uno de los complejos heráldicos más grandes del mundo, existiendo más de 6.000 escudos, presentándose pintados y esculpidos. Los mismos son tanto escudos de armas de los estudiantes como inscripciones en honor de los mismos.

 


Aquí estudiaron personajes muy conocidos, como Erasmo de Rotterdam, Copérnico o Thomas Becket. En lo que toca a España, aquí estudiaron Antonio de Nebrija, el filósofo Juan Ginés de Sepúlveda o el cronista de las conquistas de América Francisco López de Gomara.

 

En la planta superior (visita de pago: 3€) existen dos salones para clases universitarias (actualmente no visitables), un teatro anatómico y dos aulas magnas utilizadas para los Artistas (actual Biblioteca Comunal) y los Juristas (Stabat Mater). Los primeros recogían las materias de medicina, filosofía, matemáticas, ciencias físicas y naturales, mientras que los segundos se dedicaban al Derecho canónico y Civil. Como estos últimos se consideraban estudiantes de primera categoría tenían su espacio particular separado del resto de materias. Su salón recibió ese nombre como recuerdo de la primera función que se representó aquí en el año 1842, la obra homónima de Gioacchino Rossini.

 

Las entradas se sacan junto al conocido Teatro Anatómico, el cual será vuestra primera visita. Fue construido en madera de abeto tallada por Antonio Levante en 1637, y utilizado para la enseñanza de la anatomía en los siglos pasados. En su interior el teatro es presidido por una cátedra, donde se sentaba el profesor, cubierto por un baldaquín sujetado por dos esculturas de hombres desnudos y sin piel, llamados "gli Spellati" (los despellejados), del escultor Ercole Lelli. 


El resto de esculturas representan médicos de la antigüedad, como Hipócrates y Galeno, los médicos más importantes de Grecia y Roma, respectivamente. Otra estatua, en la pared opuesta a la cátedra, representa a un médico que tiene en la mano una nariz: se trata del boloñés Gaspare Tagliacozzi, precursor de la rinoplastia.


 

La siguiente parada será la Stabat Mater es una sala llena de frescos y escudos heráldicos que rebosa solemnidad. En las paredes tiene diversas estanterías con multitud de libros clásicos sobre materias como física, geografía o matemáticas (allí había algunos de óptica también). Y no son los únicos que poseen. Si os asomáis a una puerta enrejada veréis más y más estanterías. Una biblioteca digna de elogio.

 


Si queréis visitar la actual Biblioteca Comunal deberéis esconder la cámara y haceos pasar como estudiantes.

 

5.    Basílica de Santo Stefano

 

Este complejo religioso es uno de los más importantes y originales de toda Bolonia. Para llegar a él debemos acercarnos a la Piazza Santo Stefano, en donde merece la pena admirar la Galería Isolani, así como el palacio con pórtico columnado que posee los retratos de los miembros de una poderosa familia boloñesa. La leyenda cuenta que aquella familia era famosa por sus disputas, por lo que el escultor incluyó el retrato del diablo (sonriendo, además) para indicar que en aquella casa habitaba el mal.

 

Volviendo a la Basílica debemos indicar que se construyó a semejanza de una pequeña Jerusalén, en donde todos aquellos cristianos que no podían realizar el viaje a Tierra Santa tuvieran esta especie de sucedáneo.

 

Se trata de un complejo religioso formado por diferentes edificios erigidos en épocas distintas que, comúnmente, se suele conocer como “siete iglesias” por el número de edificios anexos. Pues, en verdad, aquí no se suceden siete iglesias, sino cuatro. A lo que hay que añadir, tal como veremos a continuación, dos patios y un museo. El número siete tiene un significado figurado equivalente a mucho y está relacionado con el pasaje bíblico donde Jesús indica que es necesario perdonar 70 veces 7 (Mateo 18, 21-22).

 


El origen de esta construcción está en San Petronio, por aquel entonces era obispo de la ciudad. Tras regresar de Tierra Santa en el siglo V decidió crear una réplica de los lugares que había visto. La construcción inicial fue erigida sobre un templo pagano anterior (dedicado a Isis), cerca del cual más tarde se colocaron una reproducción del Santo Sepulcro de Jerusalén y, junto a la capilla con los restos de los protomártires boloñeses Vitale y Agrícola, unos edificios levantados por los Benedictinos entre los siglos X y XIII.

 

El complejo sólo tiene una entrada y el recorrido nos llevará por todos los espacios. La primera iglesia que encontraremos en el complejo es la del Crucifijo, también conocida como de San Juan Bautista. De origen lombardo (S. VIII), destaca su curioso altar elevado con un precioso crucifijo del S. XIV y una bonita pintura mural con el martirio de San Esteban. Debajo existe una cripta donde se conserva una columna que, según la leyenda, posee la altura de Jesucristo (1.70 cm).

 


La siguiente parada es la Basílica del Santo Sepulcro, una réplica de la existente en Tierra Santa en el siglo V (diferente a la existente actualmente en Jerusalén debido a las modificaciones posteriores a cuando la visitó Petronio). La de Bolonia tiene forma octogonal (una referencia al Templo de Salomón) y está cubierta con una cúpula de doce lados. La mayor parte de las columnas, de ladrillo, son de época romana. Y existe una levantada en mármol negro que simboliza a la que fue atado Jesucristo mientras sufría el castigo de los latigazos. Dentro del Sepulcro estaban las reliquias de San Petronio (hoy en día en la Catedral) y, debajo, se encuentra el manantial bendecido con agua del río Jordán (que Petronio se trajo de Tierra Santa).

 

La Basílica de los protomártires San Vidal y San Agrícola es la más antigua de todo el complejo (siglo IV). Por ello el altar se encuentra pegado a la pared, pues en la época la misa se realizaba de espaldas a los fieles (esto cambió con el Concilio Vaticano II). Toda la iglesia tiene un aspecto arcaico, desde su planta basilical, el suelo original romano o su aspecto macizo hasta sus gruesas columnas y bóvedas de cañón. Como curiosidad indicar que este templo fue clausurado en el siglo XV debido a que se descubrió una tumba paleocristiana con la inscripción de Symon. Muchos pensaron que se trataba de la tumba de Simón Pedro y acudían a la ciudad en masa, para disgusto del Vaticano.

 


Regresando al la Basílica del Santo Sepulcro tendremos la salida hacia el Patio de Pilatos, una auténtica réplica del lugar en que fue condenado Jesucristo por Poncio Pilatos. Lo más destacable es la presencia de una vasija de mármol, donada por los reyes lombardos Liutprando e Ildeprando, que pasa por ser una copia del cuenco donde el Prefecto romano se lavó las manos. Otra referencia a Jerusalén es el gallo de San Pedro, ese que cantó las mismas veces que el Apóstol negó a Jesucristo. Se trata de una figura de piedra del S. XIV en lo alto de una ventana detrás de la columnata del patio.

 


El siguiente espacio lo ocupa la Iglesia de la Trinidad, un templo inacabado dada la magnitud original (cinco naves). Lo más importante que debes ver aquí es la composición en madera de la adoración de los Reyes Magos. Está considerado el Belén más antiguo del mundo con figuras exentas (finales del siglo XIII).

 

El Claustro con doble pórtico (siglos X-XIII) es una de las más preciosas creaciones del estilo románico emiliano. Es un patio mucho más grande que el anterior de Pilatos y posee dos plantas, cada cual correspondiente a una época diferente (inferior prerrománica y superior románica). Admirar los bellos capiteles de las columnas es lo mejor que podéis hacer aquí. Dice la leyenda que la imagen de uno de ellos inspiró a Dante para uno de sus castigos del Purgatorio que aparecen en la Divina Comedia (hombre con cabeza girada 180º).

 

La última visita en este complejo corresponde al Museo de San Stefano. El mismo contiene una rica colección de pinturas, esculturas y otras obras de arte de épocas diferentes.

 

Y, hasta aquí, mis 5 lugares imprescindibles en Bolonia. Unas visitas tan próximas entre sí y, tan rápidas de realizar, que muchos cometen el error de visitar Bolonia de pasada. Craso error, amigos lectores.

 

Bolonia tiene muchos más encantos escondidos, por lo que realizaré algún artículo más sobre ella en breve. ¡Estad atentos!

 

¡Hasta la próxima!

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