Los Mamuts fueron unos
animales que existieron desde hace 4,8 millones de años y se extinguieron
antesdeayer (3.700 a.C.)
en términos prehistóricos. Se asemejaban a nuestros elefantes actuales, aunque
en algunos casos les sobrepasaban en tamaño, llegando en casos de ejemplares
excepcionales a pesar 12 toneladas y medir unos 5 metros de altura. Su
característica más conocida eran sus largos colmillos curvados o su gran pelaje
para aguantar las bajas temperaturas en épocas de glaciaciones.
En España sabemos que
existieron mamuts desde hace 150.000 años, principalmente en la cornisa
cantábrica. Venían huyendo del frío intenso que se registraba en latitudes más
elevadas y llegaron incluso hasta el sur peninsular. Su ocaso se produjo con el
final de la glaciación, desapareciendo de nuestro país hace unos 10.000 años.
No suele haber muchos lugares
donde podamos ver este tipo de animal plasmado en una pintura prehistórica, por
lo que en los escasos sitios donde lo encontramos es un privilegio poder
observarlo.
Lo anterior me sirve de
excusa para animaros a conocer una de las cuevas con arte prehistórico más
bonitas de Asturias: la Cueva de El Pindal.
Algunos datos sobre
pinturas rupestres paleolíticas
Nuestros antepasados
prehistóricos solían realizar pinturas murales en sus cuevas y, en muchas
ocasiones, plasmaban figuras de animales. Solían ser presas que cazaban
frecuentemente, por lo que algunos investigadores han dado a estas pinturas
algún tipo de connotación mágico-religiosa.
Estas pinturas no se
realizaban en las zonas llamadas hoy día de habitación. No pueden ser
asimilables a nuestros modernos cuadros que decoran las paredes de nuestras
viviendas. Al contrario, los paneles pintados aparecen en zonas alejadas, en el
interior de las grutas. Unos lugares algo inaccesibles que podían haber
funcionado como alguna especie de santuario.
Aunque muchas personas
piensan que nuestros antepasados plasmaban principalmente animales en las
paredes, esta es una idea errónea. Se debe a que las figuras de animales
siempre han sido las más estudiadas y representadas en los libros, debido a su
extraordinaria belleza. Pero, en realidad, los motivos más representados en
todas las cuevas son los llamados signos. Desconocemos cuales pudieron ser sus
significados (lamentablemente no tenemos ninguna Piedra Rosetta prehistórica)
por lo que sólo los profesionales los valoran y estudian. En El Pindal os
enseñarán varios signos, principalmente puntos, trazos transversales y figuras
claviformes.
Cómo llegar a la Cueva de
El Pindal
Esta cueva se encuentra
próxima a la localidad asturiana de Pimiango (concejo de Ribadedeva), en la
zona este de Asturias y próxima a la frontera con Cantabria.
La mayoría de vosotros llegaréis
a esta zona a través de la Autovía del Cantábrico (N-634) por lo que tenéis que
coger la desviación hacia Pimiango al llegar a la localidad de EL Peral (RD-1)
. Desde Pimiango, debéis tomar la carretera que desciende hacia el Faro/ Ermita
de San Emeterio.
La entrada de la cueva se
ubica, tras atravesar un encinar, en el mismo frente de acantilado, a unos 200 m de distancia del Centro
de Interpretación de San Emeterio.
Horarios y Tarifas
Esta cueva está abierta todo
el año, siendo su visita posible de miércoles a domingo (lunes y martes cierra
siempre).
Debéis tener la precaución de
concertar la visita previamente por teléfono, pues no se puede visitar sin
reserva previa. El horario para reservas es de miércoles a domingo, entre las
10:00 y las 17:00 horas en el número de teléfono 608175284.
Los grupos formados para cada
pase, 6 diarios, nunca excederán de 20 personas y está prohibida la entrada a
menores de 7 años. Aunque no se advierte de ello, las personas con movilidad
reducida deberían abstenerse de visitar este lugar, debido a las rampas y al
suelo irregular y resbaladizo.
Se recomienda ropa de abrigo
(el interior es frío y húmedo) y un calzado apropiado preparado para evitar
resbalarse (algo típico y que yo vi en persona).
Qué nos vamos a encontrar
Antes de hablar de la Cueva
vamos a ocuparnos un poco del entorno donde se ubica, el Cabo de San Emeterio.
Os aconsejo llegar antes de que empiece vuestra visita y recorrer a pie los
preciosos alrededores. Un agradable camino señalizado, el cual os llevará una
hora entre ida y vuelta si lo hacéis relajadamente, os acercará a las ruinas
del monasterio medieval de Santa María de Tina. Se trata de un lugar
verdaderamente romántico, donde la vegetación ha ocupado el lugar que en otro
tiempo dominó el hombre.
Monasterio medieval de Santa María de Tina |
Si no tenéis tanto tiempo,
junto al aparcamiento próximo a la cueva se encuentra un centro de
interpretación de toda la zona en el que podréis informaros sobre este entorno
natural y las huellas de nuestros antepasados en él.
Además, en un campo próximo,
tenéis la ermita de San Emeterio y enfrente una pequeña capilla al aire libre
con la imagen de este santo, la cual evoca la tradicional destruida durante la Guerra Civil. Es
el santo de los zapateros y se le atribuye fama de sanador de huesos rotos y
torceduras, particularmente en las extremidades inferiores.
Pequeña capilla con la imagen de San Emeterio |
Para llegar a la Cueva
deberemos bajar unas escaleras. Justo a la entrada existe un precioso
acantilado que se desploma en el mar, una vista increíble. Podemos imaginarnos
a nuestros antepasados admirando tal belleza hace 20.000 años.
No obstante, debemos aclarar
que la línea de costa se encontraba algo más alejada (por el gran desarrollo de
los casquetes polares) y que en esta cueva nunca llegaron a habitar, tal vez
por su orientación este o tal vez por la humedad que contendría.
Las últimas teorías indican
que pudo tratarse de un lugar de avistamiento para la caza, pues nuestros
antepasados podrían observar como manadas de animales pasaban por la estepa al
pie del acantilado, en aquel momento sin agua. Es una teoría que casaría con
los abrigos rupestres que contienen arte levantino, estaciones de vigilancia en
donde nuestros antepasados plasmarían en las cavidades los animales que veían
pasar.
La Cueva de El Pindal la
descubriréis acompañados de un guía. Él os irá explicando todo lo referente a
la ocupación del lugar y os mostrará los paneles de pinturas ayudado de una
linterna, pues en algunos casos son casi inapreciables.
La cueva consta de un amplio
vestíbulo de entrada y una única galería. Podemos dividir la galería en dos
sectores, la pared sur y la
norte. En la primera diferenciamos, a su vez, dos zonas. En
la más próxima a la entrada (unos 120 metros) encontramos una cabeza de caballo
pintada en color rojo, mientras que al final de la visita existe un panel de
figuras pintadas en negro en muy mal estado (intuiremos la cabeza de un caballo
y un cérvido).
En la pared norte tenemos el
grueso de la visita. El
primer panel que no encontraremos contiene la mayoría de representaciones de la cueva. Pintadas en
color rojo se distinguen perfectamente varios animales (tres bisontes, una
cabeza de caballo y una cierva) y diversos motivos abstractos (signos)
solitarios y en grupo. Además de ello también existen representaciones de
animales mediante la técnica del grabado (9 bisontes y 4 caballos), lo que hace
bastante difícil verlos sin los consejos del guía.
Debéis fijaros especialmente
en el dibujo de la cierva, pues el artista que la realizó se sirvió de las
distintas aristas en la roca para pintar unos puntos y crear el efecto de la profundidad. Además,
según os explicará, ver estas figuras mediante la minúscula y temblona llama de
una vela o candil favorecía que las múltiples sombras de la cueva crearan
efectos ilusorios de movimiento.
Próximo al panel anterior
existe un pequeño conjunto de figuras formado por un grabado de un bisonte
acéfalo, varias marcas digitales en rojo y el grabado de un pez, algo realmente
curioso.
Por último, al final de esta
pared norte encontramos el panel más famoso, el cual contiene la famosa
representación del mamut lanudo pintada en rojo.
Foto Mamut. Fuente:© Sergio Ríos. Principado de Asturias, Consejería de Cultura |
Una de las características
más curiosas de este mamut es el hecho de que no sólo se representa su silueta,
sino también una parte vital de su anatomía, el corazón. Esta característica se
ha interpretado como una forma de que el cazador tenga acceso “mágico” a este
punto clave. En la cueva francesa de Niaux vemos repetida esta técnica con un
bisonte.
Todos los animales que
aparecen dibujados en las paredes de la cueva se corresponden con fauna que
convivió con nuestros antepasados. Y la presencia del mamut lanudo evidencia
las frías temperaturas que soportaron nuestros antepasados en esta zona. La
evidencia arqueológica de lo anterior se encuentra en un lugar muy próximo, en
el concejo de Llanes, donde se descubrieron los restos fósiles de uno de estos
paquidermos que poblaron la zona hace miles de años.
Espero que con toda esta
información os animéis a visitar este importante lugar si estáis por la zona. Seguro que no
os arrepentiréis.
Y para todos aquellos que no
podáis acercaros os dejo el enlace
para la visita virtual.
Y en este enlace
podéis ver multitud de fotos de los paneles de esta cueva.
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