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domingo, 24 de enero de 2021

Mis 5 visitas imprescindibles en Würzburg


Hace años empecé a contaros los maravillosos secretos que esconde Alemania, un país verdaderamente desconocido para el turista español. En estos años os he descrito mis rincones preferidos tanto de ciudades grandes, como Berlín, Múnich o Fráncfort, como de otras más pequeñas y, en parte desconocidas, tales como Núremberg, Bamberg. Incluso pequeñas joyas como Rothenburg ob der Tauber o el Castillo de Neuschwanstein.

Hoy toca acercarnos a Würzburg (Wuzburgo en español), capital de la Baja Franconia situada a mitad de camino entre Fráncfort y Núremberg. Todos los que la han visitado coinciden en indicar que les sorprendió la belleza que atesora. ¿Os apetece informaros un poco sobre los principales monumentos de la ciudad?


Würzburg es una ciudad muy visitada turísticamente por los alemanes, pero resulta bastante desconocida para el resto de europeos. Su situación a mitad de camino entre dos ciudades con importantes aeropuertos (Fráncfort y Núremberg) creo que la ha perjudicado. No obstante, si viajas en coche o en tren por Alemania y estás cerca resulta una parada obligada.

Actual sede de una importante universidad, su hermanamiento con Salamanca no es casualidad, pues en cierto modo el ambiente me recordó a nuestra ciudad castellanoleonesa.

En esta ciudad vivieron ilustres personajes en el pasado, como el pintor Matthias Grünewald, nacieron eminentes científicos, como Werner Heisenberg (Principio de incertidumbre) y desarrolló su trabajo Wilhelm Röntgen, descubridor de los rayos X. Y más recientemente la ciudad dio a un par de estrellas de la NBA: Dirk Nowitzki y Anthony Randolph.

Aunque oculto para el gran público, Würzburg sufrió durante la II Guerra Mundial un bombardeo tan excesivo como el de Dresde. El 16 de marzo de 1945, dos meses antes de la rendición de Alemania, la ciudad fue bombardeada por la aviación británica, siendo destruida en un 90%. Por tanto, casi todo lo que veremos de la ciudad serán edificios históricos minuciosamente reconstruidos.

1.     La Residenz de Würzburg

Este edificio fue uno de los que más sufrió los bombardeos aliados de la II Guerra Mundial. Tal fue la destrucción que hoy día sólo son originales los muros exteriores y la escalera monumental interior junto a su cúpula. Cuando visité hace años el lugar se mostraban unas impresionantes fotografías históricas del resultado de los bombardeos en este precioso edificio.

A muchos les va a sorprender la belleza de la Residencia de Würzburg. Más aún cuando no se esperan encontrar un palacio barroco de tales dimensiones en una ciudad tan pequeña. Pero debemos tener en cuenta que en el pasado esta urbe tuvo mayor importancia que la actual. Y, además, la belleza del palacio se corresponde a la intención con la que fue construido en el siglo XVIII: rivalizar con el recién levantado palacio francés de Versalles. El Sacro Imperio Romano Germánico, en constante pugna con los franceses, no deseaba quedar por debajo ni arquitectónicamente hablando. Y el palacio debió quedarles muy parecido. Tanto que aquí se rodó la película Los Tres Mosqueteros, con Orlando Bloom, y nadie notó la diferencia con el palacio francés.
 
Würzburg Residenz
Este palacio fue sede de los Obispos-Príncipes de la ciudad y se construyó, a partir de 1720, por un entonces desconocido arquitecto que luego lograría fama universal: Balthasar Neuman. Recrearse por el exterior del edificio, admirando su simetría y pureza de líneas, así como recorrer sus evocadores jardines, son un buen aperitivo para lo que nos espera en el interior.

Uno de los principales atractivos de la visita guiada a la Residencia nos la encontramos nada más entrar. Subir por la escalera de honor y admirar el vasto fresco que se extiende por la cúpula os maravillará. Realizado por el veneciano Giovanni Battista Tiépolo, se trata del mayor fresco europeo que vais a poder observar. Las figuras se refieren al mundo conocido, que en el siglo XVIII se componía de cuatro continentes.

Entre las numerosas salas que vamos a poder admirar en el palacio me gustaría destacar la Sala Blanca (por su decoración exclusivamente de estucos), la Sala de los Emperadores (también con frescos de Tiépolo) o la recargada Sala de los Espejos.
 
Würzburg Residenz
Anexa a la Residencia se encuentra la capilla palatina (Hofkirche), en la que el recargamiento rococó es tan excesivo como maravilloso.

En general, una visita muy recomendable y un palacio a la altura de cualquier otro de los que se encuentran en otras ciudades alemanas de mayor renombre.

2.     La Catedral (Wüzburger Dom)

La Catedral de San Kilian es uno de los templos románicos más importantes de Alemania. Su fachada, con dos estilizadas torres gemelas muy juntas resulta inconfundible. Y os aconsejo visitar también la cabecera del templo desde el exterior, pues sigue jugando con esa bicromía tan característica (ladrillo rojo y piedra blanca) que realza su especial idiosincrasia.
 
Würzburger Dom
El interior os sorprenderá, pues descubriréis que no entráis en un templo de una sola nave, sino en uno típicamente gótico de naves laterales. Además, su decoración barroca, de un blanco inmaculado debido a la última restauración, termina por concienciarnos de la mezcolanza de estilos que atesora cualquier templo cuya edificación se dilata en el tiempo. A destacar un par de imprescindibles monumentos funerarios de Tilman Riemenschneider (efigies monumentales de los Príncipes-Obispos Rudolf II von Scherenberg y Lorenz von Bibra) y la capilla de Schönborn, decorada con calaveras y huesos.

3.     La Plaza del Mercado (Marktplatz)

La plaza principal de la ciudad sigue teniendo su función original. Aquí podréis comprar diversos productos alimenticios los días de mercado semanal y, de forma constante, las típicas salchichas alemanas o las famosas bretzel.
 
Marktplatz. Würzburg.
Dos edificios sobresalen poderosamente en esta plaza. Por un lado la Casa del Halcón (Falkenhaus), antigua sede medieval del párroco y hoy biblioteca municipal y centro de la información turística. Su característica fachada rococó en tonos amarillos pastel es una preciosidad. De hecho, dicen que es la fachada rococó más bonita del país.
 
Falken House. Würzburg
El otro edificio característico es la Capilla de María (Marien Kapelle), inconfundible por su fachada rojiblanca. Si los jugadores del Atlético de Madrid tuvieran un templo propio este sería una buena opción. De nuevo observamos como la bicromía de la arenisca roja y el blanco crea un efecto óptico verdaderamente bello.

En el exterior merece la pena detenerse en la Anunciación de la portada y en las esculturas de Adán y Eva (obras de Tilman Riemenschneider). Su interior también merece una visita pro sus monumentos funerarios.
 
Marien Kapelle. Würzburg
4.     El Puente Viejo (Alte Mainbrücke)

Todo el mundo conoce el famoso Puente de Carlos de Praga. Bueno, pues no os exagero si os afirmo que Würzburg posee el que sería el hermano pequeño del checo. El puente viejo se asemeja al praguense tanto en las esculturas que lo jalonan como en las preciosas vistas que obtenemos a ambos lados del mismo. No posee torres en las entradas, pero tampoco le hacen falta para subrayar su belleza.
 
Alte Mainbrücke. Würzburg
El puente data de mediados del siglo XVI y sustituyó a uno románico destruido parcialmente, en varias ocasiones, debido a las crecidas del río Meno. Las esculturas se añadieron en el siglo XVIII y son obra de Claude Curé y los hermanos Becker. Representan a 9 santos, a la Virgen María y a dos gobernantes, Pipino el breve y Carlomagno.

5.     La fortaleza Marienberg (Festung Marienberg)

Se trata del edificio que domina la colina Marienberg, situada al otro lado del río Meno. Su posición prominente, rodeada de viñedos, resulta una visión evocadora. Allí existía un castro celta en el año 500 a.C. debido a sus buenas posiciones defensivas y, de hecho, la fortaleza actual sólo fue tomada una vez en su historia, por las tropas de Gustavo II Adolfo de Suecia en 1631.
 
Festung Marienberg. Wurzburg.
La visita a la fortaleza resulta interesante por dos motivos. Uno reside en descubrir sus elementos defensivos, sus torres, puertas fortificadas, puentes levadizos, así como las distintas dependencias palaciegas que posee. En ellas vamos a encontrar el museo de historia de la ciudad, así como otro dedicado a mostrar objetos históricos, desde la Prehistoria a nuestros días.

El otro atractivo reside en poder admirar las impresionantes vistas de la ciudad, desde una atalaya incomparable.
 
Würzburg desde la Festung Marienberg
Espero que con estas breves pinceladas, algo faltas de mayor detalle debido al olvido que provoca el paso de los años, os animen a acercaros a esta bellísima ciudad, una de las más sorprendentes (por desconocida) de todas las que visité en Alemania.

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