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domingo, 29 de octubre de 2023

Mis OTRAS 5 visitas imprescindibles en Oporto


En casi todas las ciudades que visito siempre se me quedan en el tintero multitud de lugares que me parecieron muy interesantes, pero que se quedaron fuera del TOP 5. Por ello ya está siendo una costumbre realizar un segundo post con otros cinco lugares (que luego resultan ser alguno más) que bien merecen la pena ver en una visita, en este caso, a Oporto.

 

¿Os animáis a una segunda tanda?

 

 

Iglesia y Torre de los Clérigos

 

Junto al puente Don Luis I, la iglesia y torre de los Clérigos es uno de los iconos de Oporto. Su visión resulta impresionante según llegamos a ella desde desde la Rua dos Clérigos. Y la típica foto es con el tranvía y la torre de fondo.

 

Torre de la Iglesia de los Clérigos

Se trata de una iglesia barroca construida por la organización benéfica de la Hermandad de los Clérigos Pobres entre 1732 y 1779. Su arquitecto, el italiano Nicolau Nasoni, descansa en la cripta del templo.

 

Lo más destacado de este templo es su impresionante torre. Durante muchos años sus 75 metros fueron el pico más alto de Oporto, lo que servía a los barcos a guiarse hacia el puerto debido a que se sitúa en la zona elevada de la ciudad. Como podéis imaginar, las vistas de lo alto de su campanario son verdaderamente impresionantes. Aunque para ello deberéis ascender por una escalera, no tan estrecha como podría imaginarse, de más de 200 escalones. E intentar esquivar el carrillón de sus 49 campanas cuando estéis arriba. Sin duda, todos los que llegan arriba coinciden en afirmar que se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad.

Vistas desde lo alto de la torre de los Clérigos. Oporto.

 

La fachada principal de la iglesia la encontraremos justo en el lado opuesto. Según nos acerquemos a ella desde la torre podremos admirar la original solución del arquitecto a la hora de salvar el gran desnivel sobre el que tuvo que asentar la iglesia. La fachada destaca por sus características escaleras, su composición vertical y la profusa decoración de estilo rococó, con guirnaldas y conchas, que ofrece un carácter escenográfico.


 

El interior del templo (se puede visitar gratis si no queréis pagar la entrada del museo + torre) tiene varios elementos originales. En primer lugar, su planta elíptica resulta extraña para los visitantes. También la galería que rodea toda la nave es un elemento singular. Así como las numerosas ventanas, que permiten un amplio paso de la luz, haciendo resaltar los retablos y, cómo no, las composiciones de azulejos.

 

El altar mayor se sitúa en una profunda capilla rectangular. Realizado en mármol por Manuel dos Santos Porto, sirve de cobijo para la imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Asunción, acompañada en los laterales por los co-patrones de la Hermandad de los Clérigos, San Pedro ad Vincula y San Felipe Neri. Junto al altar se encuentra el coro, con una excelente sillería, y un par de órganos que datan de 1774. Si tenéis ocasión de escucharlos será una experiencia irrepetible.

 


Por último, tenéis la posibilidad de visitar su pequeño museo sacro, situado en las estancias antaño privadas de la Hermandad. En su colección de escultura, pintura, mobiliario y orfebrería vamos a poder descubrir piezas interesantes relacionadas con el culto cristiano. Y lo mejor de todo es poder recorrer el altar por la zona superior, admirando las figuras desde una posición privilegiada.

 


Estación de Tren de Sao Bento

 

Las estaciones de tren suelen tener cierto encanto especial. Ahora bien, la principal de Oporto es una belleza en sí misma que bien merece la pena descubrir relajadamente, aunque no tengamos que tomar ningún tren. No en vano pasa por ser una de las más bellas de toda Europa.

 

La estación se levantó en el lugar que ocupaba el antiguo convento de San Bento del Ave María, destruido por un incendio en 1783. De ahí su nombre. Comenzó a construirse en 1890. Y aunque el primer tren llegó en 1896, la misma no se inauguró oficialmente hasta 1916.

Estación de Sao Bento. Oporto.
 

El edificio de la estación fue diseñado por el arquitecto José Marques da Silva, y en él se aprecia perfectamente la influencia francesa.

 

Si por algo ha destacado esta estación es por la decoración de azulejos que posee en su atrio. Un total de 20.000 azulejos, con el característico color azul y blanco, decoran las paredes de este original vestíbulo. 

Interior de la Estación de Sao Bento. Oporto.


Fueron realizados por el pintor Jorge Colaço y nos muestran varios episodios históricos portugueses. A saber:

 

·        La batalla de Valdevez, en verdad resuelta con un torneo de justa, es un momento importante de la historia portuguesa pues, a raíz de su victoria ante Alfonso VII de León, comienza su andadura como reino independiente en la Península.

 

·        Egas Moniz con sus hijos y el rey Alfonso VII de León y Castilla en el siglo XII. En esta ocasión los azulejos representan una leyenda relacionada con la promesa incumplida del futuro rey portugués al emperador leonés respecto a respetar su vasallaje. Puesto que fue el noble Egas Moniz quién llevó la promesa al rey leonés cuando invadió tierras ahora portuguesas reclamando vasallaje, la leyenda indica que Egas, viendo que su monarca no cumpliría la promesa, decidió presentarse ante Alfonso VII de León y dejar su vida y la de su familia en sus manos como muestra de su lealtad.

 

Algunos azulejos están protegidos por una malla que oculta su color azul

·        La entrada del rey Juan I y Felipa de Lancaster, en Oporto. El Tratado de Windsor (1386) entre Inglaterra y Portugal supuso la continuación de otro firmado 13 años antes entre ambos reinos. El tratado se considera el acuerdo diplomático más antiguo del mundo, pues aún se mantiene vigente a pesar de épocas donde estuvo en peligro de romperse (Ultimátum británico de 1890). El mismo explica, por ejemplo, la participación de Portugal en la Primera Guerra Mundial junto a Inglaterra o que se permitiera a los británicos crear bases militares en las Azores durante la Segunda Guerra Mundial. El Tratado de Windsor no sólo se renovó la alianza entre ambos reinos, sino que se selló con el matrimonio representado en los azulejos. La pareja tuvo ocho hijos, de los que destacaron su sucesor, Eduardo I o el no menos famoso Enrique el Navegante.

 

·        La conquista de Ceuta en 1415. Precisamente Enrique el Navegante es el protagonista de este panel, donde tuvo una actuación destacada (fue herido incluso) en la toma de esta ciudad norteafricana. El panel representa el inicio de la gran expansión de los reinos ibéricos hacia oriente. Los portugueses tomaron Ceuta a los mariníes musulmanes, consiguiendo la llamada llave del Mediterráneo. Desde allí emprenderían camino, bordeando África, hacia las llamadas Indias.

 


·        El resto de mosaicos rinden homenaje a la vida en el campo, a la cultura tradicional portuguesa y al desarrollo de los transportes en Portugal, un tema muy apropiado para una estación ferroviaria y no podía faltar en el conjunto.

 


Sin lugar a dudas un lugar donde recrearse un buen rato admirando tanta belleza.

 

Museo Nacional de Soares dos Reis

 

Siempre me gusta recomendar algún museo de las ciudades que visito y, aunque la oferta en Oporto es limitada, me gustaría destacar el Museo Nacional de Soares dos Reis como uno de los más interesantes e importantes en su género. No en vano está considerado el primer museo del país en abrir al público (1833) y uno de los que posee la mejor muestra de arte pictórico y escultórico del país. Posee 13.000 piezas, destacando sus 3.000 pinturas. El resto son esculturas, grabados, artes decorativas (mobiliario, porcelana, vidrios, joyería) y colecciones arqueológicas.

 

Museo Nacional de Soares Dos Reis. Oporto.

Su inicial andadura como museo se produjo recogiendo, principalmente, las obras artísticas provenientes de la desamortización de los conventos e iglesias. Se ubicaba en el convento de San Antonio, lugar donde permaneció hasta 1942. Ese año se trasladaría a la ubicación actual, el Palacio dos Carrancas, un maravilloso edificio de corte neoclásico donde vivió la familia de ricos comerciantes Morais e Castro. Su nombre significa fruncir el ceño y hacía referencia al mal humor de su original dueño. Entre las curiosidades que podemos indicar destacaré que aquí se alojaron importantes personalidades históricas como el Duque de Wellington, el príncipe Guillermo de Nassau y D. Pedro IV.

 

Además de por la importancia de la muestra que contiene, visitar el palacio es interesante en sí mismo para poder apreciar la lujosa decoración que encargaron sus dueños. Frescos con paisajes y estucos que nos recuerdan decoraciones pompeyanas decoran estancias junto al mobiliario lujoso de la época. Sin duda una buena ocasión para empaparse de la moda del siglo XIX.

 

Lleva el nombre de uno de los grandes escultores portugueses de todos los tiempos, António Soares dos Reis. En el museo vamos a poder apreciar varias de sus obras, destacando por encima de todas O Desterrado (El exilio), obra cumbre de la escultura portuguesa. Y, en mi humilde opinión, una obra a la altura del David de Miguel Ángel, tanto por su calidad en la ejecución como por el sentimiento que transmite. Si fuiste a Florencia para admirar aquella obra no puedes irte de Oporto sin ver esta otra.

 

O Desterrado, obra cumbre de la escultura portuguesa

Elaborada en mármol de Carrara, muestra la figura de un hombre desnudo, sentado sobre una roca, con el pie derecho pegado detrás de la pantorrilla izquierda. Los expertos indican que es la expresión perfecta de lo que los portugueses denominan saudade, esto es, un sentimiento próximo a la nostalgia y la añoranza. La importancia de esta figura es su falta de precedentes en el arte portugués y la mezcolanza de estilos que alberga. Su sentido es romántico, al inspirarse en los versos de Tristezas do Desterro de Alexandre Herculano, pero ello convive con el clasicismo que conforma la figura y el naturalismo de la pose.

 


En cuanto a la parte arqueológica voy a destacar dos piezas: La Pedra de Eiró, una roca de granito que se extrajo del Duero y que está grabada con motivos típicos del arte megalítico; y un sarcófago romano del siglo III, proveniente de la zona del Alentejo y decorado con relieves que representan las cuatro estaciones.

 


Respecto a la pinacoteca, las obras datan del siglo XVII al XX y se centran en autores portugueses. Personalmente me encantaron los retratos, llenos de vida, que nos interpelan con sus miradas. En este sentido voy a destacar el Autorretrato, de Aurélia de Sousa, Cabeza de rapáriga, del Marques de Oliveira, el autorretrato de este último o Primavera, de un desconocido imitador de Arcimboldo.


Otras miradas penetrantes dignas de elogio son las capturadas por el magnífico Henrique Pousao: Cansada, Esperando o sucesso, Cecília, y su magnífico autorretrato.


También destacaré las escenas costumbristas, destacando Colheita, de Silva Porto, Em Repouso (Descanso del artista) de Artur Loureiro, Interior (Costureras trabajando) y la mitológica Céfalo e Procris, de Marques de Oliveira.


Y los paisajes, donde la más interesante, en mi opinión, es O Barredo (Viejo Oporto), de Dordio Gomes, junto a Povoa y No Areinho, Douro, ambas de Silva Porto.


Otras obras que me conmovieron en el sentido religioso fueron Mártir cristiano, de Joaquim Vitorino Ribeiro, O Saimento, de Antonio Alves Teixeira y Procissao, de Augusto Roquemont.


Y tenemos varios autorretratos dignos de mención como los de Caetano Moreira da Costa Lima, Joao Antonio Correia, Augusto Roquemont y Francsco José Rezende.

Cuando visité el museo existía una interesante exposición temporal titulada Portreto de la Animo (retrato del alma), donde se exponían obras de retratos y autorretratos donde los artistas exploraban el mundo interior de múltiples formas.

Exposición temporal Portreto de la animo entre 13/07/23 y 12/11/2. Oporto.

En definitiva, un museo interesante para todos los apasionados al arte costumbrista, donde descubrir autores portugueses desconocidos para el gran público. No posee obras pictóricas de famosos pintores, pero, sin duda, bien merece pasearse con la mente abierta y descubrir el buen arte que se practicaba en Portugal.

 

Y antes de marcharos, si tenéis ocasión, acercaos al recoleto jardín con terraza que posee este palacio.

 

Como complemento a esta interesante visita os aconsejo acercaros al próximo Jardín del Palacio de Cristal. Un romántico parque con rincones encantadores y desde donde obtener preciosas vistas del Duero y Oporto. Os dejo unas cuantas fotos para animaros a visitarlo.

 


Excelentes vistas desde el Jardín del Palacio de Cristal

Y volviendo nuestros pasos hacia el centro de la ciudad también os aconsejo visitar la doble Iglesia do Carmo, una preciosa iglesia con azulejos en uno de sus laterales y un bello templo doble dedicado a la Virgen del Carmen, siendo el que no posee azulejos levantado por los carmelitas de forma independiente al primero. En medio, la antigua y recoleta casa del párroco, hoy reconvertida en museo.

 

Iglesia do Carmo con azulejos (dcha) e Iglesia de los Carmelitas (izq)

Interior Iglesia do Carmo

Interior Iglesia de los Carmelitas

Iglesia de San Francisco

 

La llamada iglesia de oro, es uno de los templos más importantes de todo el país y una obra maestra del barroco portugués.

 

El exterior del templo tiene unas claras trazas góticas, si bien la decoración nos remite a tiempos posteriores. No obstante, nada parece demasiado recargado salvo el portal-retablo de la fachada principal. En un escenográfico barroco con escalera curva incluida, San Francisco nos vigila en una hornacina rodeada de columnas salomónicas y sobre el que se alza un precioso rosetón. Nada de su exterior nos prepara para lo que vamos a encontrar una vez que entremos al templo.

 

Iglesia de San Francisco. Oporto.

Lo primero que saldrá de tu boca al entrar será una expresión de exclamación. Mires donde mires te encontrarás con altares profusamente decorados. Todas las maderas están policromadas y decoradas con un brillante pan de oro que le otorga al lugar un aspecto único. Hasta la bóveda, decorada con un singular artesonado, resulta aquí sorprendente.

 


Se dice que se llegaron a utilizar más de 500 kilos de oro para realizar todas las decoraciones de este templo, lo que no deja de ser un auténtico sinsentido para una orden, como la de los franciscanos, cuyo voto de pobreza es bien conocido. Incongruencias de la vida.

 

El altar mayor se encuentra bastante encajonado y debo confesar que, al contrario que en la mayoría de las iglesias, no se trata del lugar más sobresaliente del templo en cuanto a decoración se refiere.

 


Ese honor lo tiene la capilla de Nuestra Señora de la Concepción, la cual tiene un excepcional altar dedicado al Árbol de Jesé. En el mismo se representa el árbol genealógico de Jesús (situado en la zona superior junto a su madre la Virgen), según el Evangelio de San Mateo, con los doce reyes de Judá conectados por las ramas del árbol.

 


Otra capilla a tener en cuenta es la de Nuestra Señora de la Rosa, la cual conserva una de las pinturas murales más antiguas de Portugal. La escena principal se encuentra enmarcada por un recargado retablo.

 


Por destacar alguna más os aconsejaría no perderos la capilla de los Carneiros, en el transepto, con un bonito retablo de San Juan Bautista, o la rococó e impactante capilla de los mártires de Marruecos.

 


La entrada a la iglesia incluye también la visita al museo y las catacumbas, ambos lugares situados en el edificio anexo donde se obtienen los tickets.

 

El museo contiene una notable colección de arte sacro, donde destacan tallas, pinturas y mobiliario. A mí no me gusta especialmente este tipo de museos, pero debo reconocer el valor de lo allí expuesto.

 


Por debajo del museo se encuentran las catacumbas, lugar donde están enterrados tanto los restos de hermanos de la Orden de los franciscanos, así como todos aquellos nobles con suficiente dinero como para comprar un lugar en este espacio sagrado. En una zona del suelo existe un cristal desde el que observar un osario con multitud de huesos de personas desconocidas. Recordad que hasta 1845 se enterraba a todo el mundo en las iglesias.

 


En definitiva, una visita bastante interesante por todo el arte sacro que atesora. Ahora bien, debido al alto coste de la entrada y la norma de no permitir fotografías en su interior debo indicaros que es una visita un tanto prescindible, en mi opinión. En muchos lugares os dirán que es un imprescindible, pero yo no diría tanto, salvo que te guste mucho el arte sacro y la decoración barroca recargada.

P.D.: Las fotos fueron obtenidas de diversos lugares en la red, lo que confirma la inutilidad de prohibiciones tan pueriles en pleno siglo XXI.

 

Street Art en Oporto

 

Desde siempre he tenido cierto interés en el arte efímero del grafiti. Y desde mi viaje a Toulouse siempre intento informarme de los murales callejeros más interesantes que puedo encontrar en las ciudades que visito.

 

Oporto es un destino ideal para este tipo de excursiones alternativas, pues ofrece un variado conjunto de grafitis urbanos de los más variopintos. Y no solo grafitis. También vamos a encontrar composiciones originales que combinan azulejos (como no) u otra clase de materiales variopintos. A continuación, os muestro un recorrido por los murales de arte urbano más interesantes que vais a poder ver en esta bonita ciudad portuguesa.

 

Vamos a comenzar por una de las estaciones más famosas de la ciudad, pues es donde solemos llegar a Oporto desde el aeropuerto. En las proximidades de Trindade, justo en el muro del aparcamiento, vamos a descubrir dos de los murales más famosos de la ciudad: Nobre e leal de Mr. Dheo y el gran mural de Hazul con una de sus típicas vírgenes. Sin duda, unos de mis preferidos por su originalidad. (Rua do Alferes Malheiro, 18). Ahora bien, cuando yo lo visité encontré que los pequeños árboles habían crecido lo suficiente como para impedir admirar la composición. Os dejo fotos del antes y el ahora.

 

La teoría...

La realidad...


Aunque se encuentra algo alejado de nuestra ruta, me gustaría hacer un inciso y destacar, por su conexión con España, el magnífico mural Don Quixote & Sancho Pança de tres artistas locales, Fedor, Mots y Mesk. Lo podéis encontrar en Rúa de Diogo Brandão, 3, al norte de la iglesia del Carmen.

 


Desde aquí o desde Trindade nuestro siguiente objetivo es la Praça de Guilherme Gomes Fernandes, 67, donde encontraremos un colorido mural de azulejos pintados a mano por la artista Joana Vasconcelos. Decora la tienda Steak ‘n Shake, una cadena de hamburguesas americana. Aunque no sea un grafiti merece la consideración de arte urbano.

 


Cerca del mirador de la Victoria se ubica una de las muchas vírgenes de Hazul que podréis ver en la ciudad.

 


La siguiente parada será recorrer la famosa y encantadora Rua das Flores, donde varios artistas dejaron su impronta. Llamativas son las decoraciones de las cajas de luces, así como el famoso Perspéntico, un gran gato pintado con los colores típicos de la ciudad por el artista español Liquen (esquina calles Afonso Martins Alho y das Flores).

 

La última parada la vamos a realizar en la orilla opuesta del Duero, en la localidad de Vila Nova de Gaia. Aquí se hizo mundialmente famoso una obra urbana realizada por Bordallo II con materiales reciclados. Sin duda es muy interesante ver como con estos curiosos elementos conforma una figura animal. La obra se llama Half Rabbit y se ha puesto de moda fotografiarse junto a ella y subirlo a Instagram.

 


Por supuesto, aunque estos son los murales principales, el arte urbano se extiende por la ciudad en multitud de otras localizaciones. A modo de ejemplo os voy a recomendar, si tenéis más tiempo, acercaos a los siguientes puntos para admirar estas obras: Mira, de Daniel Eime (pequeña plaza junto Rua Nova da Alfándega), AN.FI.TRI.ÃO, de Frederico Draw (Entrada da Ponte D. Luís, cerca de la Sé), Virtus, de Hazul (Jardim das Virtudes) y Ribeira Negra, de Frederico Draw, OKER, FEDOR e Rodrigo Alma (esquina Rua de Camões con Rua do Paraíso).

 


Espero que os gustara mi selección de arte urbano, aunque existe mucho más esperando a ser descubierto en esta bella ciudad.

 

Y hasta aquí mi selección, la cual complementa el primer post sobre Oporto donde destaqué mis cinco visitas principales. Como bien me conocéis, al final, el número cinco se queda corto y empiezan a salir muchos más rincones interesantes.

 

Oporto se ha puesto de moda en los últimos años y es una visita que os dejará un buen sabor de boca. Mi consejo, dedicarle tres días completos para poder visitar todo con la calma suficiente que requiere toda ciudad.

 

Hasta el próximo viaje

 

 


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