Ayer dejamos la revisión del polémico post
de Ocularis : Propiedades
«extras» de las gafas en el apartado dedicado a la luz
azul. Aquí vamos a comprobar que, al contrario que en el caso del tratamiento
antirreflejo, las mentiras vertidas sobre este tratamiento no sólo no se
sustentan sobre ningún artículo científico, sino que se intenta engañar al
público profano utilizando la ciencia como excusa.
Por
tanto, aquí estamos en una situación peor que la anterior. Aquí no se vierten
mentiras sin apoyo científico de ningún tipo con el objeto de desprestigiar
(ignoro la razón última de ello). Aquí tenemos el intento de engañar utilizando
un artículo científico. Pero, además, alarmamos a la población sobre un
tratamiento (contraindicación absoluta indica Ocularis) cuando no existe base
científica alguna para ello.
“Filtro
de luz azul. He dejado lo mejor para el final”.
Si hasta ahora hemos visto como Ocularis,
cuando no desprestigia sin sentido, directamente miente obviando estudios
científicos existentes en el mercado, a continuación, en este apartado, vamos a
ver como su paranoia llega a extremos insospechados.
Como
inciso, antes de proseguir, debo indicar que Ocularis realizó un buen trabajo
de investigación y difusión sobre estos filtros en cuanto a la supuesta
protección ocular ante problemas como la DMAE.
Cuando salieron al mercado los filtros para pantallas de la empresa Reticare,
Ocularis fue uno de los primeros en cuestionar los estudios sobre el papel
protector de estos filtros en nuestra retina. Y sus conclusiones abrieron los
ojos a muchos, entre los que me encuentro, para dejar de recomendar este tipo
de filtros como algo que podía prevenir un daño celular en nuestras retinas por la luz emitida por los dispositivos electrónicos.
Ahora
bien, estos filtros, añadidos como tratamientos a las lentes oftálmicas, no
solo no se han abandonado, sino que están en clara progresión debido a que
poseen múltiples ventajas que nos permiten una mejor visión.
Ocularis, supongo que en la cresta de la ola y arengado por su éxito inicial
sobre estos filtros, ha decidido denostarlos por todos los medios posibles. Y
aquí vamos a ver que se equivoca utilizando lo peor que puede hacer un
científico.
“Las
gafas con filtro azul bloquean una pequeña parte del espectro de luz visible
más energético: la zona del violeta y el azul. Se venden como gafas «para el ordenador»,
o «para las pantallas». En la hipótesis de que las pantallas tienen un exceso
de luz azul que es malo para nuestros ojos”.
Aquí tenemos la exposición de lo que se
pensaba en el año 2013 sobre estos filtros. Lógicamente, el paso de los años ha
superado tal visión y hoy en día sabemos que la emisión de luz de las pantallas
no tiene un valor que pueda dañar nuestros ojos ni con una exposición crónica a
los mismos. La luz solar contiene mayor cantidad de luz azul que la que
cualquier dispositivo pueda emitir a lo largo de toda su existencia. Por tanto,
ya empezamos mal. Estamos poniendo unos antecedentes que en el mundo científico
ya están superados.
¿No me creen? Estas son las palabras del Dr.
Khurana, portavoz de la Academia Americana de Oftalmología, en 2017: “Aunque es frecuente que la luz azul se
asocie con los ordenadores y los teléfonos, la mayor fuente de luz azul es la
luz solar. Otras fuentes incluyen las lámparas de luz fluorescente y las
lámaparas LED. La exposición a la luz azul proveniente de las pantallas es
mucho menor que la cantidad de luz azul proveniente del sol a la que estamos
expuestos. Además, no es más dañina que la luz azul solar”.
“Sintetizando,
la luz azul no es mala, no daña nuestra visión, no perjudica nuestra retina, no
produce degeneración macular”.
Aquí comienzan las vaguedades porque, no
sabemos qué significa el término vago de luz azul. Vamos a considerar que,
dentro del espectro visible, que es un continuo que dividimos artificialmente
por meros motivos didácticos, la luz azul, en sentido amplio, abarcaría entre
los 380nm del azul violeta y los 500 nm del azul turquesa (vamos a eliminar los
casos en los que se llama luz azul al ultravioleta y que sabemos de su daño en
nuestros ojos).
¿Es capaz de dañar nuestra visión esa
parte de la luz azul?
·
Una parte de la luz que
llamamos azul, en concreto la luz azul-violeta (415-455nm), es la parte más
dañina, la cual provoca envejecimiento de nuestras células retinianas por
exposición crónica. Este daño fotoquímico en retina está más que demostrado
científicamente y os dejo el enlace de un artículo que publiqué en julio de
2019 sobre el estado de la cuestión (aquí)
y que se basa en el artículo de Víctor Javier García Molina.
·
La luz azul-turquesa
(460-500nm), un tipo de luz que es beneficiosa a corto plazo en nuestro día a
día: es la encargada de regular la constricción pupilar y nuestro reloj
biológico.
Por tanto, no podemos englobar en un todo cosas que son muy diferentes. Y por
otro, obviar los numerosos trabajos que están demostrando el daño, por efecto
acumulativo, de la luz azul en nuestros ojos. Y no de la luz que emiten los
dispositivos, que eso ya está superado, sino de la luz solar y sus efectos a
largo plazo en nuestros ojos.
¿Es lógico pensar en un daño ocular?
El
daño que el espectro electromagnético produce en nuestro cuerpo es algo que no
admite dudas científicas. Existe un daño agudo y otro crónico provocado por la radiación, cuyos
efectos son mayores según aumentan sus valores energéticos. Marie Curie fue
víctima de la peligrosidad de los Rayos
X y murió por el efecto acumulativo de los mismos. Lo que no todo el mundo
conoce es que estos mismos rayos X le provocaron cataratas.
En el espectro, si avanzamos hacia la
parte visible del mismo, tras los rayos X vienen los Rayos ultravioletas. Y, nuevamente, existen estudios científicos
que nos muestran el daño, tanto agudo como crónico, que produce esta parte del
espectro en nuestro cuerpo. Si deseáis más información al respecto os remito a
otro artículo que escribí en diciembre de 2018 (aquí).
Y tras los ultravioletas viene la luz azul del espectro visible. ¿Tiene
algún sentido pensar que existe una frontera invisible por la cual, a partir
del valor de 400 nm, ya no existen efectos nocivos para nuestro cuerpo por
efecto acumulativo? ¿Acaso no sabemos que partes posteriores del espectro
electromagnético, como los rayos infrarrojos, también nos producen daños en
nuestro cuerpo? ¿Es plausible pensar que la naturaleza realizó un “kit kat” en el espectro
electromagnético, justo en la parte visible del mismo? Nadie en su sano juicio
piensa eso. Lo que se está investigando es la cantidad de luz azul acumulada en
nuestro cuerpo que nos puede generar efectos nocivos. No si ese daño se produce
o no se produce.
En
lo único que puedo estar de acuerdo con Ocularis es en que, con los estudios
que tenemos en la mano actualmente, aún no podemos concluir categóricamente que
la parte más nociva de la luz azul es la principal causante de la DMAE.
Existen estudios a favor y otros en contra y mucho por investigar. Pero tampoco
podemos enrocarnos y mostrar al público que esta posibilidad es infundada
cuando existen estudios que avalan la existencia de un daño celular por el
efecto acumulativo de la luz azul en nuestro organismo.
Por tanto, y en base al conocimiento que
tenemos de la luz azul nociva, yo no me atrevo a prescribir filtros de la luz
azul bajo la única excusa de una mayor prevención ocular delante de las pantallas LED. Al igual que tampoco me
atrevería a prescribir, si fuera oftalmólogo, vitaminas para la retina con el
objeto de prevenir o mejorar la DMAE.
“No
tiene tampoco ningún sentido que nos protejamos de la luz azul con las
pantallas, cuando recibimos más luz azul al aire libre que delante de un
ordenador, móvil o Tablet”.
Es cierto, como hemos visto, que no tiene
sentido colocar un filtro de luz azul ante una pantalla digital si pensamos
únicamente en términos de protección ocular ante una posible enfermedad.
Ahora bien, los filtros de la luz azul tienen otras ventajas evidentes respecto a
la salud ocular y al bienestar de nuestra visión. Algo que no se debe al
efecto placebo. Os pongo un ejemplo tomado del artículo que os enlacé antes
realizado por Víctor Javier García Molina.
Diversos
estudios han señalado la relación estrecha entre la estabilidad de la película
lagrimal y la función visual bajo la exposición a la luz azul.
En concreto, los pacientes pierden agudeza visual y realizan peor las tareas en
cerca delante de las pantallas. Por tanto, para todos los pacientes aquejados
de diversa sintomatología de ojo seco estos
filtros mejorarán su rendimiento en el trabajo al reducir el componente azul de
la luz. El principal síntoma será un ojo menos cansado, unido a un menor
enrojecimiento de ojos, lo que redundará tanto en el aspecto visual como en
el estético general.
Efectivamente, uno de los primeros efectos
que noté en el año 2013, cuando comencé a utilizar estos filtros y nada sabía
sobre estas conclusiones científicas, fue que mis ojos no se enrojecían delante
del ordenador. ¿Somos capaces de dominar el enrojecimiento ocular? No. Por lo
que es difícil sustentar un efecto placebo en este caso.
“Bueno,
ya no es solo que la luz no sea mala, y que al poner el filtro azul nos
gastemos un dinero para nada. El tema va más allá. Al quitar algo de luz del
espectro del azul-violeta, se empobrece nuestra experiencia visual. Nos quitan
una pequeña parte del espectro cromático. El blanco se amarillea, los colores se
«estrechan» hacia la gama de los tonos cálidos, perdiendo los matices de los
colores fríos. Es decir, se ve peor”.
Resulta muy curioso que Ocularis afirme
que se ve peor con estos filtros tan alegremente y sin aportar ningún estudio
científico que avale tales afirmaciones.
Según Ocularis, puesto que el filtro azul
elimina parte del espectro visible, vemos peor. Pero, ¿Cuánta parte del
espectro visible nos elimina? Vamos a los datos.
Si consideramos el espectro visible entre 400
– 700 nm y que los filtros de luz azul inciden sobre la parte de 415-455nm,
tenemos que eliminan un porcentaje del 13% del total. Pero este valor es
erróneo, pues estos filtros no son totales, sino que eliminan sólo un 20% de la
luz azul. Es decir, un 2,6% del total del espectro visible.
Y resulta
que si Ocularis considera que no poner antirreflejo a un lente no produce
mermas de visión en la vida real (cuando se pierde un mínimo del 8% de la luz
total incidente), no entiendo la razón por la cual defiende una peor visión al
eliminar un 2,6% del total del flujo luminoso.
Pero aunque fuera un 13% tampoco generaría
una pérdida en la agudeza visual. Yo gradúo con gafa de prueba y esos lentes no
tienen filtro azul. Y luego, al tomar la agudeza visual a los pacientes con
lentes que tienen filtro azul la agudeza visual es la misma. No se ve peor, objetivamente, con estos
filtros. Les podría realizar un estudio científico, pero nadie me va a publicar
esto por obvio.
Posteriormente Ocularis indica que al
eliminar pare de los colores fríos con estos filtros se ve peor. Yo soy
deuteranómalo (tengo un problema en la visión de los colores bastante peor que
el generado por estos filtros) y mi agudeza visual es igual a una persona sin
este problema. No por tener este problema veo peor.
Respecto a los colores puede que tenga una
merma respecto al resto de personas, pero ello no me impide vivir con
normalidad debido al carácter leve de mi condición.
Y es
cierto que los primeros filtros de luz azul, al eliminar parte del espectro
visible, variaban la percepción del color. Pero esa pobreza que destaca
Ocularis pasaba bastante desapercibida para el común de los mortales, salvo
para los profesionales que necesitaban una visión de color perfecta.
Y para ellos, actualmente, los filtros de luz azul de última
generación, incorporan un absorbente del amarillo (color complementario del
azul-violeta), que neutraliza ese tono
residual amarillo de la lente y proporciona la mayor transparencia y una nula
variación de la percepción de los colores.
Por tanto, ni con los filtros de luz azul
existen estudios científicos que demuestren que se ve peor ni con los nuevos
filtros existen los cambios en la percepción en el color que existían con los
primeros que salieron al mercado hace ya más de un lustro.
“En
resumen, ¿qué escenario tenemos ahora? Pues un filtro de luz azul, que se vende
cada vez más, enormemente extendido y vendido en ópticas y en webs. Un extra
que empobrece la experiencia visual, por el que se ve peor, y que además
tenemos indicios objetivos de que podría acelerar la miopía. Y podría incluso
afectar al ciclo del sueño y hacernos dormir peor”.
Ya hemos visto que los filtros de luz azul
ni empobrecen nuestra experiencia visual ni hacen ver peor a nadie. Ahora vamos
a detenernos en la afirmación sobre que aceleran la miopía.
Por primera vez en el artículo (¡por fin!)
Ocularis basa una afirmación en un estudio científico. Nos remite al estudio de
Hidemasa Tori et al: Violet
Light Exposure Can Be a Preventive Strategy Against Myopia Progression.
No voy a entrar en tecnicismos respecto a
la validez de estas conclusiones. Tan solo diré que es una interesante
hipótesis de trabajo a la que le falta aún investigación. Pero lo que me
sorprende del artículo es encontrar la siguiente conclusión por los autores del
mismo (la traducción es propia):
“Aunque se necesita más investigación para
proporcionar una prueba definitiva
de los efectos protectores de la luz violeta contra la progresión de la miopía
a nivel molecular, proponemos reconsiderar el beneficio potencial para la salud
de la longitud de onda violeta, especialmente como un factor protector contra
la miopía. Las longitudes de onda
relativamente más largas, como la luz azul, tienen menos eficacia (Fig. 1m) y
pueden causar daño a la retina (Algvere et al., 2006). La luz con
longitudes de onda UV más cortas que 360 nm no puede penetrar la córnea y el
cristalino. Por lo tanto, la luz
violeta, 360 nm a 400 nm, es la luz más ideal para el control de la miopía
no solo desde el punto de vista de la eficacia sino también de la seguridad. Una mayor exposición a la luz violeta en la
sociedad y personalmente puede
detener, al menos en cierta medida, la pandemia de miopía en Asia y otras
partes del mundo”.
He resaltado en negrita las afirmaciones
más importantes bajo mi punto de vista, para desenmascarar, definitivamente,
las conclusiones tendenciosas de Ocularis. Y no respecto a los filtros de luz
azul, sino respecto a varios de sus artículos.
En primer lugar los mismos autores
insisten en la necesidad de más estudios. Es decir, en Román paladino
significa, en ciencia, que estamos ante una hipótesis de trabajo. Si tomamos esta hipótesis para defender
ciertas afirmaciones no entiendo por qué no tomar otras hipótesis de trabajo
(como el daño de la luz azul nociva) y darles la misma autoridad. Eso sería
lo justo para no engañar a las personas profanas.
En el siguiente extracto los autores
indican un estudio que demuestra el daño en retina de ondas más largas de luz
azul en retina que las estudiadas por ellos mismos (su estudio, como
veremos, se centra en la parte entre 360-400nm). Esa parte del espectro es,
como intuyen, los famosos 415-455nm. Y lo más gracioso del asunto es que
Ocularis pretende utilizar este artículo científico para defender justo lo
contrario, que esa parte de la luz azul no daña nuestros ojos.
Pero aún sorprendidos por el estado
hilarante que está tomando la cuestión, Ocularis nos lleva un paso más y en su
esquizofrenia paranoide afirmando, textualmente, que con estos filtros “tenemos indicios objetivos de que podría
acelerar la miopía”.
Es decir, un estudio que centra sus
conclusiones en indicar que “la luz
violeta, 360 nm a 400 nm, es la luz más ideal para el control de la miopía”
se utiliza para desprestigiar a unos filtros que inciden en otra parte del
espectro electromagnético (415-455 nm). Todo muy lógico y científico. Si señor.
Desprestigia que algo queda. Y como en España no son aficionados a leer textos
en inglés pues todo resuelto.
De ser cierta la hipótesis de trabajo
de estos científicos (algo aún pendiente de
confirmar) el total de lentes que se adaptan a los niños, salvo las de
índice básico de CR-39 (corte en 355nm), favorecerían el aumento de la miopía en las etapas
de crecimiento. Porque, independientemente de los filtros que añadamos a las
lentes, las mismas tienen un corte del espectro electromagnético
dependiendo del material en el que están fabricadas. Y tanto las lentes de
policarbonato, como las de índice 1.6, 1.67 o 1.74 orgánicas tiene un corte en
400nm.
Pero no quiero terminar sin incidir en la
última parte, la relativa a la pandemia de miopía pues Ocularis, en otro post,
afirma que esta pandemia es irreal y otro bulo de vete a saber qué empresa
conspiranoica. Supongo que en ese artículo no citará este trabajo, pues ya
sería la bomba.
“¿A
qué conclusión debemos llegar? Contraindicación absoluta del filtro para el
azul. No deberían venderse”.
Y
eso lo basa en un único estudio que en nada tiene que ver con los filtros de
luz azul actuales. Vamos a tener que
esforzarnos algo más para paralizar un producto que empresas internacionales de
óptica, como Essilor o Zeiss, no solo están potenciando, sino que están
añadiendo al 100% de sus lentes de tarifa.
“De
forma general y para toda la población, no deberían utilizarse, ya que:
Estamos
engañando a la gente. Si un optometrista o (peor todavía, en mi opinión) un oftalmólogo
recomienda los filtros del azul, está arrastrando por el suelo su credibilidad
profesional. Y contribuyendo a que la gente no se fíe de los profesionales de
la salud y de la ciencia en general.
Tenemos
razones para pensar que es perjudicial. Incluso aunque el efecto sea pequeño
(no lo sabemos), puede ser acumulativo. Hablamos que normalmente se llevan las
gafas todo el tiempo, durante años y años.
No
hay ningún beneficio”
Vamos a analizar por partes estas
conclusiones tan jugosas.
“Estamos
engañando a la gente”: Yo defino engañar como respaldar una afirmación
errónea y mostrar una falsa erudición poniendo como justificación de ello un
estudio científico que nada tiene que ver con los filtros de luz azul
existentes en el mercado. Eso es engañar utilizando la ciencia de una manera
fraudulenta.
“Tenemos
razones para pensar que es perjudicial”: por más que repitas una mentira no
se convierte en verdad. No existe ningún estudio científico que informe sobre
que estos filtros son perjudiciales para la salud a día de hoy.
Es más, según el Real Decreto 414/1996 del
Estado español, las lentes oftálmicas “No
deben comprometer el estado clínico, la salud ni la seguridad de los pacientes
cuando se empleen en las condiciones y con las finalidades previstas”.
Por tanto, la acusación vertida es tan
sumamente grave (implica que las empresas fabrican lentes que no cumplen la
normativa establecida y que los controles de calidad del Estado no funcionan)
que no debería ser sustentada por un estudio científico que nada tiene que ver
con el filtro de estos lentes.
“No
hay ningún beneficio”. Otra mentira. Tienen varios beneficios relativos al
confort visual y el menor enrojecimiento ocular es uno de los más evidentes y
que imposibilita el manido efecto placebo.
“Ha
sido un artículo largo. Espero que no muy denso; en cualquier caso, gracias por
llegar hasta el final y leerme. Creo que son temas de alto interés para casi
toda la población, y la norma es que la gente no esté bien informada. Es
difícil romper una inercia comercial, como comentaba antes, y los
profesionales, individualemente, no tenemos mucha fuerza para cambiar las
cosas. Pero por lo menos yo intento poner mi granito de arena”.
Personalmente, si toda la aportación
que realiza este oftalmólogo es desacreditar tratamientos ópticos sin pruebas
científicas y cuando utiliza un estudio resulta que, no sólo es inútil para
sustentar sus conclusiones, sino que sirve para contradecir muchos de sus
artículos, el granito de arena no puede ser más inútil y desesperanzador.
Antes de publicar el artículo en mi
blog envié un mensaje al autor de Ocularis indicando los errores cometidos en
su artículo. Como ya me pasó en otras ocasiones, ni ha sido publicado ni
contestado en privado. Pero Ocularis si
contesta a lo que quiere y voy a reproducir unas breves afirmaciones que le
dedicó a un optometrista:
“El oftalmólogo es el médico encargado
de la salud visual del paciente. Nada relacionado con su salud visual le es
ajeno”.
En primer lugar, indicar que el
oftalmólogo no es el único profesional encargado de cuidar la salud visual de
los pacientes en España. Los optometristas españoles tenemos la formación y
los conocimientos suficientes como para realizar diferentes acciones tendentes
a cuidar la salud visual de los pacientes. Y, como a ustedes, nada de la salud
visual no es ajeno, siempre que tengamos conocimientos sobre ello.
“A algunos les encantaría mantenernos
alejados para seguir haciendo negocio a costa de la salud del paciente”.
Resulta verdaderamente incomprensible que
sea un oftalmólogo el que diga esta frase cuando en realidad, durante décadas,
el monopolio de la salud visual en España estuvo acaparado por estos
profesionales. Más bien, parece molestar a algunos oftalmólogos que existan
otros profesionales de la salud visual en España que compartan conocimientos y
áreas de actuación.
Imagino que resulta muy lesivo
económicamente, por ejemplo, que en una óptica se realice una graduación de la
vista gratuitamente cuando, hasta hace muy pocos años, la única manera de
realizarla era mediante la espera durante meses en la Seguridad Social o a
través de clínicas oftalmológicas privadas.
Uno que peina canas ha visto muchas cosas en
el sector de la salud visual en España. Yo hice la objeción de conciencia en un
hospital público de la Comunidad de Madrid y tuve contacto con la sección de oftalmología.
Imagino que ya son costumbres erradicadas de este sector las siguientes:
·
Derivar pacientes desde
las consultas de oftalmología hacia ópticas a cambio de una comisión económica.
·
Derivar pacientes a la
propia consulta privada desde la plaza en la sanidad pública argumentando excusas
tan peregrinas como que se posee mejor instrumental quirúrgico.
·
Recetar medicamentos cuyo
único sentido es aprovecharse de las prebendas ofrecidas por visitadores
médicos. Un caso paradigmático es el de las pastillas contra la DMAE (para
prevenir o frenar la misma) cuando diversos estudios científicos muestran la
ineficacia de las mismas.
Todas estas cosas, afortunadamente, ya son
tácticas pertenecientes al pasado de la oftalmología.
“La labor del oftalmólogo en este
sentido es defender al paciente de algunas prácticas abusivas de otros
sanitarios”.
De nuevo le doy la vuelta a la frase. También
la labor del óptico optometrista es la de velar por las prácticas abusivas de
otros sanitarios, como los oftalmólogos.
Y en este sentido me gustaría
ejemplarizarlo con una actitud que hoy en día está muy de moda en el mundo
oftalmológico; a saber: anotar, tras expedir una receta oftalmológica, la
coletilla “graduación pendiente de confirmar en la óptica”. Esto
es lo mismo que si el médico de cabecera le receta un medicamento y pone la
coletilla “pendiente de confirmar por el farmacéutico”.
Otro ejemplo de una clínica privada oftalmológica 2021 |
Lo anterior es un notorio ejemplo de
evasión de responsabilidades por un trabajo mal realizado de la manera más
ruin que existe, engañando al paciente. Es decir, cobro una consulta a un
paciente, le gradúo su vista y, en caso de equivocarme, eludo responsabilidades
añadiendo la coletilla de marras. Si el paciente no ve correctamente la
equivocación no es mía sino de la óptica. Yo tengo en mi bolsillo el coste de
la consulta y me aseguro de que no tendré problemas futuros. ¡Qué bonito
ejemplo de profesionalidad!
Desde aquí les informo que toda receta
expedida con esa coletilla no tiene ninguna validez legal pues todo profesional
debe asumir un hipotético error de manera personal y no eludiendo a otro
profesional sus posibles errores. Por tanto, si les entregan una receta así les
aconsejo pagar la consulta con billetes del monopoli. Así el intercambio sería
más justo.
Y, en esta ocasión, yo recibo recetas
oftalmológicas en mi óptica con esta coletilla de manera cada vez más
frecuente. No es algo de lo que esté elucubrando sin sentido alguno. Y seguro
que multitud de compañeros y pacientes podrán refrendar tal situación.
Lo peor de realizar refracciones
incorrectas es el daño que se puede generar, por ejemplo, a los niños.
Desde hace muchos años se conoce, a través de múltiples estudios científicos
(un ejemplo aquí),
que la hipocorreción (colocar menos graduación de la necesaria) en niños
miopes, en vez de frenar la miopía, la aumenta. Y ¿a cuantas ópticas siguen
llegando recetas de oftalmólogos con niños hipocorregidos? Y cuando le indicas
a los padres que es mejor aumentar la miopía hasta lo que verdaderamente
necesita te indican, muy ofendidos, que no. Que el oftalmólogo les dijo que así
el niño forzaba (¿?) su ojo y era mejor para él. ¿Y qué vamos a saber nosotros
si el médico dice lo contrario?
Por tanto, menos lecciones morales sobre
como tratar a los pacientes y cuidar su salud visual por parte de un colectivo
que, en vez de enfrentarse con la optometría, debería trabajar con ella por el
bien de la ciencia de la visión (tal como hacen en muchos otros países
actualmente). Y, sin duda, no difundir mentiras o medias verdades acusando de
malos profesionales a los profesionales que lo único que hacen es proveer de
mejores soluciones ópticas a la población española.
Como conclusiones finales de este larguísimo
artículo indicaré que:
·
El antirreflejo no es un tratamiento meramente estético, ni los actuales
son más delicados que otras lentes del mercado. Y la ciencia respalda tales
afirmaciones.
·
El filtro a la luz azul no es perjudicial para nuestros ojos y no existe
ningún trabajo científico que respalde tal cosa. Por el contrario, existen
muchos trabajos científicos que respaldan los beneficios que aportan a nuestro
sistema visual y que los hacen adecuados para su uso en lentes oftálmicos.
Y como la ciencia es maravillosa, este
artículo puede en el futuro seguir en vigor o ser papel mojado.
Yo
fui el primero en confiar en los filtros de luz azul como lentes que podían
prevenir la DMAE y luego, tras analizar más estudios realizados posteriormente,
corregir mi postura y escribir lo que habéis leído hoy. Puede que un día se
demuestren que los filtros para la luz azul son perjudiciales para la salud,
pero cuando eso pase os informaré. De momento, no existe tal cosa.
Es más, os daré una primicia. Un efecto
sorpresa de estos filtros es que en muchos pacientes con migrañas se ha
mitigado considerablemente sus episodios. Como ocurre en muchos descubrimientos
científicos, en ocasiones descubrimos un efecto beneficioso cuando se buscan
otros, siendo la Viagra un caso señero de la historia reciente. Y en la
actualidad se estudia la relación entre la luz azul nociva (415-455nm) y las
migrañas.
Resulta difícil achacar este beneficio al
efecto placebo cuando en realidad no se indicaban para este fin. Pero, como aún
es algo en estudio, no puedo indicar que se realicen estos filtros con esta
indicación. Eso sería utilizar la ciencia para engañar.
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