Segovia es una de esas ciudades históricas que merece
la pena visitar debido a la variedad y riqueza de sus monumentos históricos.
Descubrir sus encantos, paseando relajadamente por su
casco antiguo, es una de las experiencias más agradables que podemos hacer un
domingo cualquiera. La proximidad a Madrid hace que el número de visitantes que
acoge es similar a los que pueden tener la imperial Toledo o la medieval Ávila,
siendo junto a El Escorial o Aranjuez las salidas más turísticas que cualquier
visitante a la capital puede hacer.
Aunque Segovia tiene encanto y monumentos para poder
visitarla durante dos y tres días, lo más normal es acercarse un solo día para
visitarla. A continuación, os voy a mostrar un paseo típico que os llevará por
los monumentos más importantes y en cuya realización es abarcable en una sola
jornada. ¿Os animáis a comenzar este interesante paseo?
¿Cómo
llegar?
Segovia está conectada por tren con Madrid desde las
estaciones de Atocha o Chamartín. Existen múltiples combinaciones para escoger,
con trenes que salen cada media hora. El trayecto dura en torno a media hora y
el coste del billete son unos 25€.
La otra opción reside en ir en coche propio. Desde
Madrid la manera más cómoda es por la carretera de la Coruña A-6, tomando el
desvío hacia Segovia en el pueblo de San Rafael. Si no queréis pagar peaje el
viaje durará una hora y cuarto.
¿Dónde
aparcar?
Llegados a Segovia encontraréis que todo el centro es
peatonal y los aledaños próximos tienen zona azul de pago. Una opción para
pasar e ldía son los aparcamientos de pago, aunque si os queréis ahorrar ese
dinero y emplearlo en otras cosas dentro de la ciudad os aconsejaría dejar
aparcado el coche en la Avda Constitución, la zona de los bomberos (calles
Lérida, Castillos), o la zona próxima a la plaza San Lorenzo.
Recorrido
Vamos a iniciar nuestro recorrido en la Plaza
Azoguejo, lugar en el que se encuentra el famoso Acueducto romano. Si hemos aparcado en la parte este de la ciudad
una buena idea es llegar a esta plaza tomando la Avenida del Padre Claret, pues
aquí vamos a comprobar el inicio del acueducto en superficie. Poco a poco los
arcos irán subiendo, según la calle va bajando, lo que nos mostrará lo
ingeniosos que eran los romanos.
El acueducto data de principios del siglo II d.C. y
fue construido siendo emperador Trajano. Para los que les gustan los números
indicar que desde la Sierra de Guadarrama tiene un recorrido total de 16
kilómetros, posee 167 arcos y una altura máxima de 28,10 metros.
El acueducto está construido con sillares de granito
colocados “a hueso”, es decir, sin argamasa de unión, lo que nos advierte del
increíble desarrollo de la ingeniería romana. El agua avanzaba por un canal
superior y era depurada en diferentes lugares por medio de rejillas. Más tarde
penetraba por el interior del subsuelo y llegaba hasta el Alcázar.
Personalmente, este monumento es el que más asocio a
Segovia y el que siempre me maravilla observar cuando visito la ciudad. Las
diferentes perspectivas que ofrece, así como la maravilla de la construcción
invitan a perder un buen rato en sus aledaños.
En la plaza está la oficina de turismo, en la cual
encontrar mapas e información sobre visitas guiadas por la ciudad. Y justo
encima existe el típico mirador desde donde retratarse con el acueducto al
fondo.
Podemos subir las escalinatas hasta el Postigo del
Consuelo, desde donde obtendremos unas preciosas vistas, con la sierra al fondo
y el acueducto en todo su esplendor.
Tras admirar el monumento vamos a bajar por la Calle
Obispo Gandasegui hasta la Casa de los
Picos. Una casa señorial del siglo XV inconfundible debido a las puntas de
diamante que posee, como ornamento, en la fachada.
Otra ruta (que podemos hacer a la vuelta) es tomar la
antigua Calle Real (hoy Cervantes, Juan Bravo e Isabel la Católica) que nos
llevará directos a la Catedral. Es la calle comercial por antonomasia de
Segovia y en la que, antes de llegar a la Casa de los Picos nos encontraremos
con el Mirador de la Canaleja, un lugar desde el que podremos ver la montaña de
la mujer muerta y el barrio de San Millán.
Siguiendo por la calle Juan Bravo debemos hacer un
alto en la preciosa e histórica Plaza de
Medina del Campo, en la que destaca el Torreón
de Lozoya (casa fuerte del S. XIV con precioso patio renacentista y jardín)
y la Iglesia de San Martín (siglo
XII), típica iglesia con galería porticada en uno de sus lados y un ábside con
decoración románica. Junto a las renacentistas Casa de Solier y Casa de Bornos, con sus características galerías
superiores dedicadas al secado de paños, el conjunto es incomparable.
Tan solo unos pasos más adelante encontraremos la
plaza de la Catedral, verdadero centro neurálgico y corazón de la ciudad. La Catedral de Segovia, con su
característico estilo gótico tardío, es el referente de la plaza y su visita
interior merece mucho la pena, debido a las preciosas vidrieras y a las
numerosas capillas bellamente decoradas.
La entrada tiene un coste de 3€ y nos va a permitir
ver tanto su interior como el anexo claustro (gótico renacentista), la sala
capitular (decorada con tapices flamencos y un techo de artesonado precioso) o
la capilla de Santa Catalina.
El interior de la llamada Dama de las catedrales, denominada así por su belleza y
luminosidad, tiene un tamaño colosal. Las capillas guardan numerosas y valiosas
obras de arte, razón por la cual podemos visitarla como si fuese una especie de
museo. Destacar el Tríptico del Descendimiento de Ambrosio Benson (capilla de
San Andrés) o el Árbol de la Vida, de Ignacio Ríes (capilla de la Concepción).
El coro gótico, con su fino trabajo de la madera, el
Altar mayor, obra de Sabatini, que acoge a la Virgen de la Paz o la Capilla del
Sagrario, con retablo de Churriguera, son también paradas obligadas en la
visita.
No es el único centro religioso de la plaza. Aquí
también se ubica la Iglesia de San Miguel, cuyo emplazamiento actual en un
lateral se debe a un traslado por problemas de cimentación (anteriormente
estaba en el centro).
Tal vez, en este momento, la vejiga ya os esté
apretando. No os preocupéis, junto a la entrada a la Catedral existen unos
baños públicos gratuitos.
Las calles comerciales enfrente del ábside de la
Catedral pertenecen a la antigua judería
de Segovia. De su carácter floreciente medieval sólo nos queda el entramado
urbano y la Sinagoga Mayor (S. XIII), inserta actualmente en el convento del
Corpus Christi. Junto a este edificio se encuentra un centro didáctico para el
que desee profundizar en la historia de este pueblo.
La visita a la sinagoga es una buena parada si no
conocéis ninguna, aunque los que hayáis estado en Toledo la encontraréis
bastante simple. Su decoración es bastante escasa y poco queda del estuco en
yesería que suelen tener estos templos judíos. El artesonado de la actual zona
del altar o las vidrieras que decoran las ventanas son lo más destacado y nada
de ello pertenecía a la sinagoga original medieval. Aquella ocupaba el espacio
existente entre las arquerías actuales y su acceso estaba en la actual zona del
altar.
La sinagoga fue confiscada a los judíos debido, según
la tradición, al intento de profanación de una Forma Consagrada. En un cuadro
situado a la entrada se describe el momento en el cual la Forma Consagrada sale
volando del caldero con agua hirviendo en el cual intentaban cocerla. Sea como
fuera, en 1410 la sinagoga pasó al obispado, quién la transformó en iglesia en
1419. Los arcos de herradura que separan las tres naves, los capiteles
decorados con piñas y roleos o el artesonado mudéjar datan de este momento. Un
incendio en 1899 obligó a reconstruir el templo totalmente, siendo en este
momento cuando se ubicó el altar en el lado sur actual.
Desde la judería podemos recorrer la calle Leopoldo
Moreno admirando la muralla de Segovia.
Derribada en época moderna para ampliar la ciudad, aún quedan 3 kilómetros con
los que deleitarse. Volveremos a entrar en la ciudad a través de la puerta de San Andrés, lugar que acoge
un espacio informativo en la que nos explican los pormenores de las defensas
medievales segovianas. Lugar conocido también como arco del socorro, desde la
plaza y desde el adarve de la muralla se obtienen preciosas vistas.
Seguro que ya es hora de realizar un alto en el camino
y pensar en comer. Segovia es famosa por su cochinillo y en la ciudad
encontraréis numerosos lugares en los que os servirán un menú con este manjar
por unos 25€. Para menús más sencillos y económicos debemos salir del centro y buscar
por la zona sureste, en torno a la Avenida del Acueducto. Los restaurantes
California o El Secreto de San Clemente ofrecen raciones amplias por precios
más módicos.
Retomemos el recorrido donde lo dejamos, junto a las
murallas de Segovia. Avanzando por la ronda de Don Juán II podremos recorrer el
otro tramo amurallado de la ciudad y llegar, tras un breve paseo, al monumento
estrella de Segovia: El Alcázar de los
Reyes Católicos. Se trata de un auténtico castillo de cuento, con su típico
perfil alargado y sus tejados puntiagudos de pizarra.
Ya en tiempos romanos existía una fortificación
defensiva en esta cumbre, la cual está separada de la ciudad por un gran foso.
Luego fue sufriendo diversas ampliaciones y remodelaciones que le dieron el
aspecto actual.
Las entradas se obtienen en la anexa Casa de la
Química, cuyo nombre proviene de su función en el siglo XVIII como laboratorio.
Podemos elegir entre realizar la visita libre o con guía, así como elegir ver
el palacio solo o añadirle la subida a la Torre de Juan II. La subida a la
terraza superior supone el esfuerzo, nada baladí, de ascender por los 152
estrechos escalones de una escalera de caracol. Ahora bien, las vistas que se
obtienen de los alrededores son maravillosas, destacando la Catedral recortada
con las montañas de la sierra al fondo.
La visita al Alcázar os puede llevar en torno a una
hora. No es un lugar tan enorme como podríamos imaginar viendo lo imponente de
su construcción exterior. La visita comienza en el patio de armas, siendo lo
recomendable entrar a nuestra derecha a las salas nobles. La primera, llamada
Sala de Ajimeces debido a sus ventanas geminadas, está decorada con algunas
armaduras. Tras pasar por la Sala de la Chimenea accedemos a la Sala de solio,
en donde destaca el trono realizado en 1808 para Alfonso XIII.
La siguiente habitación, llamada la Sala de la Galera
por la forma del artesonado del techo, como un barco invertido, ya nos empieza
a sorprender. Los artesonados son uno de los elementos decorativos más
importantes del palacio, razón por la cual os recomiendo siempre subir la
cabeza en todas las habitaciones. Deslumbrante es el artesonado de la siguiente
habitación, la Sala de las Piñas, o el de la Cámara regia, con cama con dosel y
portadas con decoración neomudéjar.
La Sala de los Reyes es la principal y más
deslumbrante de todas. En un friso superior se encuentran representados todos
los monarcas de Asturias y Castilla y León, lo que junto a los cuadros de gran
formato le otorgan un aspecto señorial inconfundible.
La Sala del Cordón, llamada así por el cordón
franciscano que adorna los muros (colocado por Alfonso X como señal de
penitencia por su desmedido orgullo) y la recoleta Capilla (con el cuadro
original de Carducho, La Adoración de los Reyes Magos) son las dos últimas
visitas del palacio.
Al salir al patio del reloj (situado en lo más alto de
uno de los muros) podemos acceder a la Sala de armas (con colección de
armaduras y banderas) y al patio norte desde el que obtener unas bellas vistas.
Por último, nuestra última parada será el ala este del patio de armas, en el
cual se ubica el Museo de Artillería, recordándonos su función desde 1896.
Ocupaciones anteriores de esta fortaleza fue la de prisión de Estado o la de
fortaleza real.
Como curiosidades indicar que su asociación a los
Reyes Católicos viene dada porque desde aquí, en 1474, Isabel salió para ser
proclamada Reina de Castilla en la Iglesia de San Miguel (en la plaza mayor). Y
su aspecto centroeuropeo, con los puntiagudos chapiteles de pizarra, se debe a
Felipe II, quién realizó importantes reformas. En este Alcázar se casó con Ana
de Austria, quién seguro prefería este tipo de construcciones más próximas a su
tierra natal que los típicos castillos castellanos medievales.
Por último, indicar que las mejores vistas del Alcázar
no se obtienen desde sus aledaños sino bajando a algún mirador junto a los
cursos de agua que discurren por el valle. Tanto por la Cuesta de los Hoyos
como por el Paseo de Santo Domingo encontraréis lugares en los que tomar
preciosas fotografías de este bello monumento. A continuación os dejo unas vistas desde los mejores miradores: Mirador de los Valles, Mirador del último Pino, Mirador Pradera de San Marcos y Mirador Iglesia de Vera Cruz.
Y, por supuesto, si podéis quedaros hasta que se marcha el sol la vista del Alcázar iluminado es muy especial.
A la hora de recorrer la ciudad en sentido inverso al
tomado por la mañana una buena opción supone acercarse hasta la Plaza de San
Esteban, con su iglesia y su imponente palacio episcopal. En los aledaños
encontraremos la Casa del secretario, el Convento de Santo domingo Real, las
iglesias de la Santísima Trinidad y de San Nicolás, así como el Palacio de los
Condes de Mansilla.
La otra zona interesante se encuentra en la calle San
Agustín, en la que podremos admirar un conjunto de casas y palacios de alto
valor artístico, en la zona llamada de los Caballeros: la Casa del Hidalgo, el
Palacio de Quintanar, Palacio de la Floresta, Palacio de Uceda-Peralta, Palacio
del Conde de Cheste, Casa de las Cadenas y la Casa de los marqueses de Lozoya.
Muy próxima a esta zona se encuentra la Iglesia de San
Juan de los Caballeros, la cual acoge el pequeño pero interesante Museo
Zuloaga.
Para aquellos a los que les gusten los centros
religiosos, en los aledaños externos de la ciudad existen diferentes lugares
visitables, como el Monasterio del Sta. María del Parral, El Santuario de
Nuestra Sra. De Fuencisla, el monasterio de Nuestra Señora del Carmen o el
Monasterio de Santa Cruz la Real. Lugares encantadores que nos obligan a pensar
en volver a esta encantadora ciudad para empaparnos, aún más, de sus enormes
encantos.
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