En el año 2016 se estrenó la película inglesa Operación Anthropoid, en la cual se
relataba la misión de un comando checo enviado a Praga, por Inglaterra, para
asesinar a Reinhard Tristan Eugen Heydrich, uno de los oficiales nazis de alto
rango más despiadados.
Al año siguiente, en 2017, la película francesa El hombre del corazón de hierro volvía a
mostrarnos esta operación de la Segunda Guerra Mundial, aunque bajo un nuevo
prisma influenciado por el libro en el que se basaba, HHhH, del autor Laurent
Binet.
Personalmente, y a pesar de interesarme la historia,
no me decidí a ver estas películas en su momento por no sentirme atraído
suficientemente por el asunto. Pero desde que viajé a Praga recientemente (y
visité los lugares históricos) me atrajo el tema. ¿Hasta qué punto son fieles
con la historia ambas películas?
A la hora de conocer la figura de Heydrich y averiguar
todo lo relativo al atentado que le costó su vida debo recomendaros el libro de
Robert Gerwath Heydrich. El verdugo de
Hitler. Sin duda, una biografía a la altura de otras ya existentes con
anterioridad, como las de Goebbels o Himmler, y que completan el panorama de
los jerarcas nazis más importantes. En este texto me basaré para contrastar la
información que ambas películas ofrecen.
Comencemos
por la película francesa. El hombre del corazón de hierro
es un título muy aproiado, pues es la denominación con la que Hitler se refería
a Heydrich.
Se trata de un film peculiar que se divide en dos partes muy bien diferenciadas. Mientras que en la primera nos muestra al personaje
de Heydrich y su ascenso en la jerarquía nazi hasta su asesinato en Praga, en
la segunda parte vemos la suerte de los comandos checos que llevaron a cabo
toda la misión.
Sin lugar a dudas la
primera parte es la más lograda, cinematográficamente hablando. Muy fiel a la biografía del personaje,
la interpretación de Jason Clarke es impactante y sobresaliente (a pesar del
escaso parecido real con el personaje). Algo lenta en la sucesión de
acontecimientos, suele ser un pecado habitual en todas las películas
biográficas.
Históricamente
cuenta todo lo necesario para entender al personaje.
Su inicial pertenencia a la Marina alemana y su escandalosa expulsión del
cuerpo por actitud impropia de un oficial (mientras estaba prometido a otra
mujer se comprometió con Lina von Osten), la influencia de su mujer Lina para
sacarle de aquel momento tan amargo e introducirle en el partido nazi
presentándole a Heinrich Himmler, el cual será un gran amigo desde entonces (el
acrónimo del libro en el que se basa la película HHhH significa Himmlers Hirn
heißt Heydrich, que significa el cerebro de Himmler se llama Heydrich), la
escasa ideología nazi inicial de Heydrich (a pesar de que luego la adoptara y
se convirtiera en uno de sus máximos exponentes), su liderazgo en la Sicherheitsdienst (SD), la organización
de inteligencia encargada de buscar y neutralizar la resistencia al Partido
Nazi a través de detenciones, deportaciones y asesinatos, su responsabilidad
directa en el funcionamiento de los Einsatzgruppen,
los comandos especiales que acompañaban a los Ejércitos alemanes en su avance hacia
el este y procedieron al asesinato de un millón de personas, incluidos
comunistas, intelectuales y judíos, por medio de asesinatos masivos y,
finalmente, su implicación directa en la Solución
Final de los judíos.
Todo lo anterior aparece en la película de una manera
muy natural, mostrándonos un camino de degradación moral creciente que nos
impacta por lo sencillo de su consecución. El paso de apalear simpatizantes
comunistas a fusilar civiles en menos de media hora de metraje no nos extraña
al conocer la personalidad de Heydrich.
La formación del personaje resulta creíble al haberse
estudiado hasta los más mínimos detalles: su gusto por la práctica de la
esgrima o las desavenencias con Lina cuando sus ocupaciones políticas le
absorbían todo su tiempo o el recuerdo de su padre compositor en el lecho de
muerte son detalles históricos reales y reseñables.
Igualmente destacar su dura persecución de la
resistencia checa, la cual creyó neutralizar totalmente al eliminar a sus
principales cabezas pensantes (los tres reyes), o la estrategia del palo y la
zanahoria para mejorar la productividad del pueblo checo en las empresas de
guerra. Analizado en conjunto, el trabajo histórico es encomiable. Si tuviera
que poner un pero indicaría que se pasa muy superficialmente por la cuestión de
la limpieza judía que empezó a aplicar el Reichsprotektor
del Protectorado de Bohemia y Moravia.
La
segunda parte de la película se dedica a presentarnos el comando que participó
en el atentado. Y aquí la película adolece de ciertos
fallos, pues al desear contar muchas cosas en poco tiempo el tono es bastante
atropellado. Igualmente, la profundidad conseguida con Heydrich hace que no nos
lleguemos a identificar del mismo modo con los dos comandos protagonistas, Jan
Kubiš y Jozef Gabčík.
Nuevamente la
puesta histórica es bastante aceptable, aunque con matices. Por error
fueron lanzados algo lejos de Praga. Concretamente en un campo nevado cercano
al pueblo de Nehvizdy, a unos treinta kilómetros al este de Praga. De no ser
por un guardabosques local simpatizante de la causa que los encontró primero,
los nazis, alertados de los paracaidistas por el vuelo bajo del avión, les
hubieran atrapado (al igual que hicieron con otros comandos lanzados
posteriormente).
El contacto con
la resistencia, no muy aclarado en la película, fue bastante afortunado gracias
al molinero del pueblo, Bręrtislav Baumann, que resultó ser miembro de un grupo
de la resistencia checa y los puso en contacto con sus camaradas de Praga. Esa
ayuda le supondría, posteriormente, ser arrestado y enviado a Mauthausen, lugar
en el que sería asesinado.
A la hora de planificar
el atentado, detalles como la información que obtienen de los movimientos
de Heydrich por parte de un informante dentro del castillo, los paseos en
bicicleta estudiando el terreno o los devaneos amorosos de los comandos con los
checos que les ayudaban (en realidad fue de ambos y una de las razones por las
que posteriormente llevaría a la desarticulación de toda la red), son pasajes
reales.
Un
punto interesante es la conversación en la que los comandos deciden continuar
con la misión una vez fallecidos los principales jefes de la resistencia.
Aquí la película pone el acento en los problemas para escapar, aunque tanto Jan
Kubiš como Jozef Gabčík eran conscientes de la misión suicida a la que se
enfrentaban. Salir con vida de la Europa Nazi tras asesinar a Heydrich se
antojaba imposible. Por ello no tiene sentido esa preocupación y si la de las
consecuencias que el atentado tendría para la población checa. Los rebeldes
checos son conscientes de ello e intentan disuadir a Jan y Jozef de seguir
adelante, pero es difícil para un soldado desobedecer órdenes de un superior.
Trataré más adelante el asunto de las consecuencias posteriores.
El
atentado está recreado fielmente. El 27 de mayo de 1942
Heydrich debía pasar por esa curva a las 10:00h, aprovechando para atentar
contra él al reducir allí la velocidad. Y todo se reproduce como debió ocurrir (desde
el espejo de afeitar como señal hasta el encasquillamiento de la metralleta
Sten) y dejaron escritos los informes posteriores nazis que investigaron el
asunto. Ahora bien, la película tiene algunos detalles no bien explicados.
Por ejemplo, aquel día Heydrich se retrasó casualmente
y llegó tarde, lo que casi generó que se suspendiera la misión (de ahí los
nervios de los tres comandos). La falta de escolta se debía a una opinión de
guerra psicológica, pues Heydrich consideraba que así evitaba mostrar temor
ante los checos y aumentaba su sumisión. Igualmente, la herida en la frente de
Jan Kubiš se produjo al explotar la granada erróneamente en el lateral del
vehículo. La persecución del SS Klein, chófer de Heydrich, debió ser más corta,
pues Jan Kubiš le disparó en una esquina y huyó en bicicleta.
En un primer momento los comandos piensan que han
fallado en su misión, de ahí su enfado al legar a sus refugios. Heydrich, no obstante,
moriría días después (4 de junio de 1942) de una septicemia generalizada al
infectarse las heridas que tenía.
Respecto al final de la película indicar que fue la confesión de un comando arrepentido,
Karel Čurda, temeroso de las
represalias que los nazis estaban cometiendo, quién delató a los rebeldes (16
de junio de 1942). Y fue gracias al apresamiento
de la familia Moravec que lograron dar con el paradero de los comandos. La
madre, como todos aquellos rebeldes que vieron llegar su final, se suicidó con
una cápsula de cianuro antes de dejarse atrapar. Peor suerte corrieron su
marido (ignorante de los asuntos de su mujer) y su hijo adolescente. Torturados eficazmente por los nazis,
la resistencia del muchacho se quebró y confesó la iglesia en la cual se
escondían los comandos checos que perpetraron el asesinato. Tanto Vlastimil
Moravec como su padre Alois fueron deportados al campo de concentración de
Mauthausen y ejecutados.
Por cierto, la confesión de Karel Čurda no sirvió para
que los alemanes finalizaran con sus crueles represiones y, tras la guerra, fue
juzgado y condenado a muerte en abril de 1947. Cuando se le preguntó en la
corte, ¿cómo pudo traicionar a sus camaradas?, Čurda respondió: "Creo que usted habría hecho lo mismo por un
millón de Reichsmarks”.
El ataque a la
iglesia de San Cirilo y San Metodio peca
de falta de rigor histórico debido, pienso, a la intención de subrayar la
relación de los dos protagonistas que llevaron a cabo el atentado. El relato de
los hechos lo describe así Robert Gerwath:
“En las primeras
horas del 18 de junio, ochocientos hombres de las SS rodearon la iglesia
ortodoxa. Sus órdenes eran coger vivos a los asesinos, lo que permitiría
realizar nuevos interrogatorios respecto a sus cómplices en el Protectorado. El
desprevenido Kubiš y dos compañeros paracaidistas, Adolf Opálka y Jaroslav
Švarc, estaban en la guardia nocturna cuando los alemanes irrumpieron en la
iglesia. Los paracaidistas abrieron fuego desde los asientos del coro y
consiguieron mantener a los atacantes a raya durante unas dos horas. Hacia las
siete de la mañana, había muerto un primer checo; los otros dos, incluidos
Kubiš, estaban seriamente heridos y fueron capturados. Kubiš fue sacado vivo de
la iglesia y llevado al hospital militar de las SS, pero murió allí sin
recuperar la consciencia.
Al
principio, los alemanes no se dieron cuenta de que había otros cuatro
paracaidistas escondidos en la cripta, pero, al registrar los asientos del
coro, descubrieron prendas de ropa que claramente no pertenecían a ninguno de
los hombres muertos. La Gestapo registró el edificio más a fondo y encontraron
una trampilla que se comunicaba con las catacumbas. Bajo presión, el sacerdote
residente, Vladimír Petřek, admitió que allí estaban escondidos otros cuatro
paracaidistas, incluido Gabčík, el segundo asesino de Heydrich. Petřek y Čurda
intentaron convencer a los hombres para que se rindieran, pero estos se
negaron. Durante las cuatro horas siguientes, las SS intentaron
desesperadamente encontrar un camino hacia las catacumbas. Se bombearon en el
sótano gases lacrimógenos y agua en un intento de forzar a los paracaidistas a
salir. Cuando las SS utilizaron finalmente la dinamita para ampliar la estrecha
entrada a las catacumbas y se disponían a asaltar el sótano, los cuatro
paracaidistas —sabiendo que su destino estaba decidido y que solo se podía
evitar la tortura mediante el suicidio— se pegaron un tiro en la cabeza”.
En este caso podríamos indicar que el director hizo
caso a la máxima de que la verdad no te
estropeé un buen final.
Respecto a las consecuencias
inmediatas del asesinato de Heydrich la película muestra acertadamente la cruel represión en la ciudad de Lidice
(la orden partió de Hitler en última instancia y no de Himmler como parece dar
a entender la película: un mando informa a Himmler que no existen pruebas
convincentes de la implicación directa de Lidice con el asesinato y él contesta
con una frase lapidaria: ¿Acaso importa?).
La cuestión era mostrar una dureza excesiva para desalentar futuros atentados
contra jerarcas nazis y por ellos también se ensañaron enla misma Praga. En
Lidice murieron casi 200 hombres, siendo las mujeres trasladadas al campo de
concentración de Ravensbrück y los niños asesinados en su mayoría (sólo nueve
se consideraron germanizables). Según los datos históricos, excluyendo los
asesinados en Lidice y Ležáky (otro pueblo tomado como represalia), fueron
detenidos 3188 checos y 1327 fueron condenados a muerte durante las represalias
de aquel verano, 477 de ellos sencillamente por estar de acuerdo con el
asesinato. Más de cuatro mil personas con familiares en el exilio fueron
detenidas y llevadas a campos de concentración o prisiones ordinarias.
Otra consecuencia importante y olvidada por la
película fue la de acelerar la Solución
Final. Resulta melodramático que Heydrich entregue los papeles en su lecho
de muerte, aunque la operación, por él ideada, ya estaba en marcha (desde enero
de 1942 se comenzó a gasear en Auschwitz-Birkenau).
Respecto a las consecuencias
de más largo alcance la liquidación de toda la resistencia occidental en
Checoslovaquia provocaría que la escasa resistencia que surgió posteriormente
fuera afín a los soviéticos, lo que terminaría provocando que el país pasara de
la invasión nazi a la soviética tras la Segunda Guerra Mundial.
La operación, como confesaría años después Churchill,
fue un error estratégico, pues en vez de suponer un problema importante para
los alemanes provocó la entrada del país en la esfera soviética.
Pero, ¿de quién
partió la idea de atentar contra Heydrich? La película tampoco lo deja
claro. Sabemos que los comandos fueron entrenados en Inglaterra, por lo que
intuimos que fueron ellos los organizadores de esta misión. No obstante, no
estaría de más aclarar el contexto y las organizaciones que tomaron partido.
La orden de asesinar a Heydrich partió de la Dirección de Operaciones Especiales
(SOE) británica y del gobierno checoslovaco en el exilio presidido por Edvard
Beneš (aunque luego negaran su participación para excusarse de las seguras
represalias sobre la población civil que cometerían los nazis).
El
inicio de la operación comenzó en septiembre de 1941,
bastante antes de, por ejemplo, la Conferencia de Wannsee (20 de enero de
1942). Por tanto, más que por autor de la Solución Final judía, el asesinato de
Heydrich estuvo motivado por otros asuntos. En concreto, tuvo gran peso en el
libro Dentro de la Gestapo, publicado
en 1940 por el para entonces exoficial de la Gestapo exiliado Hansjürgen
Köhler, quien describía a su antiguo jefe Heydrich como “el poder detrás del trono, que mueve los hilos y sigue sus propios y oscuros
designios […] el brutal, despótico y
despiadado señor de la policía nazi”.
Razones,
como sabemos, no faltaban para eliminarle. Ahora bien, la planificación del
atentado se debió, principalmente, tal como indica Robert Herwarth a la desesperación: “desde la caída de Francia en el verano de 1940 y la ignominiosa
retirada de Dunkerque de la Fuerza Expedicionaria Británica, las autoridades
británicas se habían estado esforzando por recuperar la iniciativa militar. Sin
posibilidad de derrotar al ejército alemán por sí mismos, los británicos
esperaban provocar el descontento popular en los territorios ocupados por los
nazis, desviando de ese modo recursos militares vitales para los alemanes hacia
los diferentes focos de conflicto”. Si a lo anterior unimos que la SOE,
desde su creación por Churchill con el objetivo “de prender fuego a Europa” había conseguido unos resultados muy
limitados y temía ser sustituida por su rival, el Servicio de Inteligencia
Secreto (SIS), comprenderemos mejor la necesidad de lograr un éxito rotundo que justificara
sus operaciones.
Por su parte, la implicación del presidente Benes se
explica por la ausencia de resistencia checa al gobierno nazi. Esa falta de
entusiasmo combativo de su población “estaba
dañando cada vez más la posición diplomática de Beneš y ponía en peligro su
objetivo principal para la posguerra de restablecer Checoslovaquia con las
fronteras anteriores a 1938. Beneš temía que una paz negociada entre Alemania y
Gran Bretaña dejase permanentemente las tierras bohemias dentro de la esfera de
influencia nazi. Después de todo, el gobierno británico seguía sin rechazar los
Acuerdos de Múnich de 1938 que permitieron a Hitler ocupar el territorio
checoslovaco de los Sudetes, habitado en gran medida por alemanes, y había
retrasado conscientemente cualquier reconsideración sobre aquella decisión para
mantener la presión sobre Beneš”.
Ambos actores, en un pensamiento bastante cínico, especularon que las seguras represalias nazis al asesinato
provocarían un levantamiento general de la población checa. Y para no verse
implicados en una operación que violaba las normas internacionales de guerra y
que seguro supondría numerosas ejecuciones de inocentes civiles pensaron
endosar toda la culpa a la resistencia checa en el terreno.
El asesinato supuso eliminar a un importante jerarca
nazi e insufló de ánimos a Inglaterra y a sus servicios secretos. Por su parte,
Beneš lograría que el 5 de agosto de 1942, Anthony Eden repudiara oficialmente
los Acuerdos de Múnich de 1938 y le aseguró en secreto que, tras la triunfante
finalización de la guerra, se solucionaría, de una vez por todas, el problema
de la diversidad étnica en una Checoslovaquia restaurada, preparando así el
camino para la expulsión final de los dos millones de personas de etnia alemana
de los Sudetes después de mayo de 1945.
Ambos éxitos
se vieron ensombrecidos por las consecuencias inmediatas del
asesinato: dura represión contra la población civil (Heydrichiáda se conocerá a la ola de terror posterior), pacificación
del Protectorado (no hubo rebrote de la resistencia y las fábricas de guerra
funcionaron a pleno rendimiento) y radicalización respecto a la Solución Final
(los judíos fueron señalados como los culpables del asesinato ¿?).
Y por si todo ello no era suficiente Lina, la viuda de
Heydrich, ganó también una serie de pleitos contra la República Federal que
previamente le había denegado el derecho a recibir una pensión. Después del
juicio, y a pesar de las amplias pruebas sobre el papel de su esposo fallecido
en el Holocausto, la República Federal se vio obligada a pagarle la pensión de
viudedad de un general alemán muerto en acción, más o menos equivalente a la de
un jefe de gobierno jubilado. Y todo ello sabiendo que Lina nunca condenó a su
marido, sino que le consideró una víctima de las circunstancias históricas que
le había tocado vivir.
Checoslovaquia entró en la esfera soviética tras la
guerra y a partir de 1946 la represión estalinista convirtió al país en una
dictadura soviética. De la ocupación alemana se pasó, casi de seguido, a la
soviética. Por tanto, resulta comprensible la desconfianza actual checa hacia
los grandes poderes extranjeros. Abandonados por todos a la hora de la verdad y
simple juguete roto a disposición de logros mayores, su sufrimiento les enseñó
a no confiar en cantos de sirena. Por ello, entre otras razones, los que
visitemos Praga de turismo seguiremos cambiando nuestra moneda por coronas
checas durante mucho tiempo.
Pensaba continuar con la película inglesa pero creo
que el post me quedó demasiado largo. Por tanto, lo dejo para el mes siguiente.
Os espero por aquí.
Buena reseña y aparte los datos históricos del carnicero de Praga
ResponderEliminarHola, gracias por comentar.
EliminarMe alegro que te gustara la reseña.
Justamente vi ayer que van a emitir esta película en abierto, por lo que es una buena ocasión para volver a disfrutarla.
Saludos.