Dentro de mis experiencias clínicas he tenido multitud de casos sorprendentes. Pacientes que me han sorprendido por sus dudas o por sus equivocadas ideas respecto a la visión.
Una de las más frecuentes que me encuentro en el
gabinete se refiere a un pensamiento insidioso sobre la presbicia. Existe una
idea general, según la cual, es posible retrasar la presbicia realizando algún
tipo de ejercicio muscular o retrasando el paso por la óptica y el uso de gafas
lo máximo posible.
Muchos clientes me han manifestado que no querían
ponerse gafas para leer porque preferían forzar un poco sus ojos; o que si se
las ponían, luego les subiría la presbicia más rápido. Las excusas son
variadas.
Al final, ese pensamiento conduce a que cuando esos
pacientes llegan a la óptica traen un sistema visual totalmente estresado,
presentan molestias que les impiden realizar cómodamente trabajos en cerca y,
lo que es peor, debido a ello han dejado de leer.
Este mes os explicaré, por enésima vez, la
inutilidad de ese pensamiento. Pero esta vez intentaré dejarme de símiles y os
intentaré “traducir” una obra técnica de optometría. Una obra a la que tengo
especial cariño, pues fue escrita por una de mis profesoras de Óptica
Fisiológica.
¿Qué
es el cristalino?
El cristalino es una lente biconvexa que se
encuentra entre el humor acuoso y el humor vítreo, contenida dentro de una
cápsula elástica.
La estructura del cristalino es muy compleja, pues
está formada por diversas capas (no
concéntricas) con distintos índices de refracción. La parte central del núcleo
tiene mayor índice que las capas que le rodean, razón por la cual la lente
consigue mayor poder de refracción y una notable disminución de los errores
ópticos (aberraciones esféricas y cromáticas). A ello se añade que a lo largo
de los años la lente aumenta su grosor con nuevas capas y pierde flexibilidad.
Por tanto, es muy difícil afirmar la potencia exacta
de esta lente, tomándose como valor medio las +21 D.
¿Cuál
es su principal misión?
Su principal misión es permitirnos ver objetos a
diferentes distancias. Vamos, es la lente
Zoom de nuestro sistema visual.
La forma de lograr el cambio de potencia dióptrica
y, por tanto, de enfoque, se logra gracias a unos ligamentos suspensorios
(Zónula de Zinn), que sostienen y controlan la curvatura de la lente, los
cuales están unidos al músculo ciliar.
¿Qué
pasa cuando acomodamos?
Cuando acomodamos un objeto cercano el músculo ciliar
se contrae y los ligamentos de la Zónula de Zinn se relajan, lo que permite que
el espesor del cristalino aumente, las caras se curven y la lente se desplaza
hacia la cámara anterior.
Entre una mirada al infinito, con el cristalino
desacomodado y la visión de un objeto a 10 cm. del ojo, la diferencia dióptrica
del cristalino va desde las 19 D. a las 30 D. Igualmente, la diferencia de
curvatura en la cara anterior va de 11 a 5 mm.
¿Qué
es la amplitud de acomodación?
Podemos definir la amplitud de acomodación (Am) como
la diferencia entre la mínima potencia dióptrica del ojo (necesaria para ver de
lejos) y el máximo poder de enfoque (para ver objetos cercanos).
Este valor lo podemos relacionar con las dioptrías
necesarias para poder ver un objeto cercano, cuyo valor se obtiene aplicando la
siguiente fórmula:
D = 1/d En
donde D = Dioptrías y d = distancia en metros.
Por ejemplo, para enfocar un objeto a 33 cm = 0.33
mts una persona sin graduación de lejos necesitaría 3 Dioptrías.
En cambio, un miope de -3 D en lejos, quitándose la
gafa, enfocaría perfectamente sin necesidad de acomodar. Por ello los miopes
son capaces de ver de cerca mejor que las personas sin graduación, pues apenas
necesitan esfuerzo acomodativo.
¿Qué
le ocurre a la amplitud de acomodación con la edad?
Al nacer tenemos la máxima Am (14 D), llegando a
enfocar objetos hasta a 7 cm de nuestros ojos. Esta capacidad la mantenemos
casi inalterable hasta los diez años, cuando los valores comienzan a bajar. A
los 36 años tenemos 7 D, a los 40 años 6 D, a los 45 años 4 D, a los 50 años 2
D, a los 60 años 1 D y así se queda fija.
Variación de la Amplitud de acomodación con el paso de los años |
Existe la paradoja que la mayor caída en nuestra Am
ocurre entre los 10 y los 40 años (de 13 D a 6 D), un momento en el cual suele
pasar desapercibido cualquier problema. En cambio, la caída de 5 D entre los 40 y los 60 años es
crucial.
Esta disminución progresiva de la Am es lo que explica las diferencias de
graduación en las gafas para cerca según van pasando los años.
¿Qué
ocurre cuando llega la presbicia?
Teniendo en cuenta que para leer cómodamente se
necesita emplear, como máximo, la mitad de la Am tenemos que con 45 años, todos
los objetos situados a una distancia inferior a 50 cm (se necesitan 2 D para
enfocar a esa distancia) serán observados con molestias oculares.
La disminución de nuestro poder acomodativo viene
producida por el envejecimiento de nuestro cristalino, el cual deja de realizar
correctamente su función.
Varias teorías han intentado explicar la disminución
de nuestra Am, sumándose unas a otras para hacernos ver que se trata de un
proceso complejo. En él se han detectado cambios de curvatura en las caras de
la lente (aumento de curvatura), cambios de índice de refracción (disminución),
desarrollo de nuevas zonas de discontinuidad (superficies refractoras del
interior de la lente) cada vez más curvadas, imposibilidad de las Zónulas de
Zinn a relajarse al haberse engrosado tanto la parte central del cristalino…
¿Por
qué alejamos el texto cuando comenzamos con los síntomas de la presbicia?
Tal como hemos visto antes, la necesidad de
acomodación para ver objetos cercanos se puede calcular con la inversa de la
distancia expresada en metros. Si no tenemos la suficiente acomodación ocular
para poder ver un objeto situado a 33 cm (3 D) y sí para uno situado a 50 cm (2
D), instintivamente alejaremos el texto para llegar a la zona donde podemos ver
nítido con la acomodación que tenemos.
Cuando los brazos se quedan cortos, las personas
acuden a la óptica. Antes los bajitos que los altos, claro.
Fuente: Optometry memes |
¿Por
qué buscamos más luz para leer cuando comienza la presbicia?
Al mirar una superficie muy iluminada nuestras
pupilas se contraen. Y esto provoca que nuestra calidad visual mejore
notablemente, a l aumentar la profundidad de campo (profundidad de la zona de
visión nítida en el campo visual) y la profundidad de foco (distancia en la
retina sobre la cual una imagen puede moverse sin alterar su claridad).
Por ello, instintivamente, los présbitas incipientes
tienden a alejarse el texto para disminuir las necesidades acomodativas y a
buscar más luz para aumentar la profundidad de foco y mitigar la falta de
acomodación.
¿Existe
alguna forma de evitar o retrasar la presbicia?
En Internet circula el llamado “Método Bates”, según
el cual se puede mejorar, en base a unos ejercicios, los problemas oculares.
Para la presbicia podemos leer lo siguiente: Según el Dr Bates son, otra vez, los
músculos quienes influyen de manera decisiva [a la hora de no ver bien
objetos cercanos]. En una persona que
padece de presbicia, el músculo ciliar pierde su flexibilidad, disminuyendo su
funcionalidad y, además, los músculos extraoculares están contractos.
Dado que es un problema muscular, ejercitar el
músculo sería suficiente para resolver los problemas acomodativos. La teoría,
así plasmada, parece lógica, pero resulta que la presbicia es algo más complejo
que todo esto.
¿Por
qué no sirve de nada ejercitar el músculo ciliar para prevenir la presbicia?
En el proceso de acomodación, como hemos visto
antes, existe un componente físico-mecánico relacionado con el músculo ciliar,
cuya contracción permite al cristalino variar su forma, espesor y potencia
dióptrica.
Ahora bien, un tercio de la amplitud acomodativa se
debe al mecanismo intra-capsular de acomodación descubierto por Gullstrand.
Según demostró este científico, al acomodar, además de los cambios de curvatura
existe un cambio de índice de refracción por desplazamiento de las fibras
internas que forman la lente del cristalino. Es lo que denominó acomodación
externa e interna.
Más tarde Fisher demostró que la sustancia del
cristalino es elástica, siendo la interacción de aquella con la elasticidad de
la cápsula lo que determina la forma del cristalino.
Con el aumento de la edad, los cambios que se
producen en la cápsula del cristalino impiden deformar la sustancia de este,
que se vuelve también más resistente. Y, aquí está el quid de la cuestión, ello
es independiente de la potencia del músculo ciliar.
Es decir, nos da igual entrenar el músculo ciliar,
pues los cambios internos del cristalino son los que impiden, con mayor fuerza,
cambiar la potencia dióptrica de la lente.
Por otra parte, la capacidad de contracción del
músculo ciliar apenas disminuye con el aumento de la edad, por lo que tener un
“super-músculo ciliar” (algo típico en hipermétropes) no nos permitirá retrasar los síntomas de la presbicia.
En definitiva, puesto que la presbicia se produce
por cambios internos en el cristalino, cualquier técnica basada en la
ejercitación del músculo ciliar es inútil para retrasar o evitar la vista
cansada.
Bibliografía:
Puell Marín, Mª Cinta: Óptica Fisiológica: El
sistema óptico del ojo y la visión binocular. Universidad Complutense Madrid,
2006.
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