Uno de los capítulos de Mis mentiras favoritas. Edad Media trata sobre los distintos mitos que rodean a la Inquisición, uno de los tribunales eclesiásticos más denostados por la leyenda negra.
Entre las cuestiones que se quedaron en el tintero,
por ubicarse en un periodo cronológico distinto del Medievo, está la influencia
de la Inquisición en el deficiente desarrollo español en Edad Moderna. ¿Es
cierto que su existencia fue definitiva para el atraso cultural, científico y
económico de nuestro país?
La Enciclopedia
francesa, en el siglo XVIII, definía el Santo Oficio de la siguiente
manera: “tribunal fanático, eterno
obstáculo a los progresos del ingenio, a la cultura de las artes, a la
introducción de la felicidad”.
Esta opinión no hizo sino crecer en el siglo
siguiente. En 1813, en las Cortes de Cádiz, un participante hablaba en estos
términos respecto a la Inquisición española: “El oscurantismo, el retraso científico, la ruina de las artes, del
comercio y de la agricultura, la despoblación y la miseria de España provienen
en gran parte de la Inquisición”.
Y, actualmente, esta idea está tan asumida en el
inconsciente popular que a nadie extraña culpar a la Inquisición, como a una de
las partes activas, de todos los males que provocaron la decadencia moderna
española. Pero si nos fijamos un poco en los análisis pormenorizados que han
venido realizando distintos historiadores especialistas en la Edad Moderna nos
daremos cuenta que esas afirmaciones debemos matizarlas mucho.
Empezando por la vida económica y la falta de
desarrollo económico, una de las primeras grandes mentiras con las que
comenzamos a descubrir el verdadero alcance de la Inquisición en estos temas
radica en el significado de la expulsión de los judíos en 1492.
En muchos lugares podréis aún leer que la expulsión
de los judíos en España privó al país de los elementos más dinámicos de la
población, paralizando el sector manufacturero. La persecución de la
Inquisición de la escasa burguesía que heredó la posición desempeñada por los
judíos terminó por hundir económicamente a la sociedad, quién despreció el
trabajo manual y se refugió en la casta nobiliaria (los famosos hidalgos).
Pero si analizamos los datos macroeconómicos podemos
observar que el desarrollo económico de Castilla, por centrarnos en el reino
que más sufrió con la expulsión de los judíos, prosiguió imparable su
expansión, iniciada a comienzos del siglo XV y continuada hasta mediados del
siglo XVII gracias al descubrimiento de América.
La causa de la caída económica española debemos
buscarla, siguiendo a E. J. Hamilton en la pérdida del tren capitalista por
parte de España. A finales del siglo XVI la economía española comienza a
desacelerarse, y los precios y salarios corren paralelos. En cambio, en otros
países europeos los salarios siempre crecen más que los precios, razón por la
cual existe un ahorro capaz de ser invertido. Ello, unido a una mentalidad más
proclive al riesgo empresarial, condicionó el gran desarrollo capitalista de
los países europeos del norte respecto a España, que prefirió seguir
especulando escasamente con sus exiguas ganancias e invertirlas en valores
seguros (tierras, palacios…) antes que en empresas. La conclusión fue que España
se vio superada en competitividad empresarial por el resto de países que había
iniciado el camino capitalista, perdiendo tanto el mercado propio como el
americano.
Al igual que la Inquisición tuvo un papel muy
secundario en el desarrollo económico del país, en la falta de desarrollo
científico tampoco podemos inculparla en exceso.
Es cierto que la Inquisición se une a la imagen de
la quema pública de libros, circunstancia irremediablemente pareja a la idea
del Nazismo sobre la cultura en el siglo XX. Pero debemos matizar un poco su influencia
real.
Santo Domingo y los albigenses. Pedro Berruguete. |
Las primeras quemas de libros ocurren en un momento
temprano (Valencia, 7 noviembre 1497) aunque se circunscriben a obras escritas
en hebrero o que traten sobre judaísmo o Islam. Tengamos en cuenta que la
Inquisición deseaba terminar de raíz con los falsos conversos, por lo que esta
medida se contextualiza en el deseo de impedir que se conocieran aspectos de
esas religiones más que de otros ámbitos. Por ejemplo, en 1500, cuando Cisneros
ordenó una quema de libros árabes en Granada, los que trataban sobre medicina fueron
trasladados a la Universidad de Salamanca.
Otro aspecto relacionado con la Inquisición es la
censura, expresada en la elaboración de un índice de libros prohibidos que
nadie podía leer. Aunque es un hecho la existencia de esos índices, la idea
original no surgió en España sino en Francia. Concretamente, la Sorbona elaboró
su primer índice en 1544, la Universidad de Lovaina en 1546, la República de Venecia
en 1549 y Roma en 1551. La Inquisición española elaboró su primer índice también
en 1551.
En estos índices ya no aparecían, únicamente, obras
religiosas, sino de cualquier otra materia que se consideraban nocivas para los
fieles cristianos. Desde ataques al clero hasta opiniones personales de los
censores, para algunos de los cuales obras de ficción debían ser prohibidas por
evitar perder el tiempo leyéndolas.
En España, el rigor inquisitorial no fue mayor que
en otros países. Por ejemplo, la obra de Copérnico, prohibida en Roma desde
1616, pudo seguir consultándose en España hasta 1632. Y la prohibición de diversas obras científicas
no estaba basada en sus contenidos, sino más bien en sus autores, generalmente
provenientes del mundo protestante.
Es cierto que la Inquisición trataba de hacer
cumplir las leyes, y por ello registraba las librerías de forma periódica,
intentando retirar de la circulación los libros prohibidos, los cuales eran
quemados posteriormente. Los libreros sabían del interés por ciertas obras
entre las élites universitarias y existía un contrabando de este tipo de
libros. Para cualquier persona un poco pícara, leer una obra prohibida no era
algo imposible. Era arriesgado, sin duda, pero no lo suficiente como para
evitar saltarse la prohibición.
Y el mejor ejemplo de la ineficacia del control
inquisitorial por evitar que penetraran en España obras prohibidas lo tenemos
en el momento en el cual se creó un cinturón sanitario en torno a las obras
revolucionarias francesas. Floridablanca encargó a la Inquisición en 1789
aislar al país de lo que ocurría en París. Y el tribunal no pudo evitar que los
españoles conocieran los nuevos aires revolucionarios. Si no lo logró a finales
del siglo XVIII, mucho menos pudo hacerlo anteriormente con menos medios.
Por tanto, el retraso científico español no podemos
achacarlo a la Inquisición. En el siglo XVII, momento decisivo de la revolución
científica, España ya no tenía el dinamismo de épocas anteriores y, como bien
indica Joseph Pérez “esta revolución
científica es en esencia el fruto de una reflexión teórica, y España no estaba
demasiado preparada para esa reflexión”.
Coincido con J. Pérez en la orientación española
hacia las aplicaciones prácticas de la ciencia desde el siglo XVI y en el
descuido de la investigación básica teórica. Contextualizando esta afirmación
en el ámbito de la óptica, donde tengo cierta capacidad para hablar de su
historia, vemos que en el siglo XVII Newton está formulando una teoría de la
luz que explique físicamente sus propiedades y características.
Por contra, en
España, un notario de la Santa Inquisición (el ejemplo me viene como que ni
pintado) publica en 1623 la obra más importante de la optometría española “Uso de los anteojos para todo género de
vistas en que se enseña a conocer los grados que a cada uno le faltan de su
vista, y los que tienen cualesquier anteojos y así mismo a que tiempo se han de
usar, y como se pedirán en ausencia, con otros avisos importantes, a la
utilidad y conservación de la vista”. Una obra eminentemente práctica en
donde uno de sus mayores logros reside en el sistema de graduación práctica de
la vista. Por comparar obras similares, este texto tiene poco parecido con la
famosa Dióptrica (1611) de Kepler, en
donde descubrimos una explicación teórica del uso de los anteojos (redescubrimiento
de la ley de refracción).
¿Podemos concluir que la Inquisición no tuvo ninguna
influencia en el desarrollo español? Tampoco podemos exculpar de forma total a
un organismo, el más poderoso tras el rey, que ejerció un control totalitario
en la población durante siglos.
El control de lo que se leía en España no impidió
que ciertas élites consumieran obras europeas, pero sí logró que para la gran
masa de población, la lectura se
considerara algo que provocaba desconfianza. Poseer un libro escrito en otra
lengua era indicio de sospecha, aunque se tratara de un libro permitido. En una
época, como decía Góngora, donde “más vale pasar por libertino que por hereje”,
el analfabetismo era una condición que libraba de algunos problemas con el Santo
Oficio.
Igualmente, la persecución sistemática de toda
persona crítica con el sistema imperante provocó que las grandes plumas de
nuestra literatura se especializaran en temas ociosos antes que en temas que
podían conllevar peligros con la Inquisición. La crítica, en todas sus
vertientes, fue erradicada, lo que secundariamente pudo conllevar la falta de
espíritu teórico en la mayoría de los españoles.
Pero de ahí a decir que el atraso español se debió a
la Inquisición es, en mi opinión, pasarse tres pueblos.
BIBLIOGRAFÍA
Pérez, J.: Breve
historia de la Inquisición en España. Austral, 2014.
Lynch, J.: Los
Austrias. Critica, 2000.
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