Hace unos meses realicé un curso de Gestión y
Dirección de Establecimientos ópticos, en el cual pude aprender diversas
herramientas con las cuales poder sacar mucho más rendimiento al negocio de
óptica.
Aunque es un curso enfocado al propietario más que a
un empleado como yo, me sirvió para tener una visión de empresa mucho más
amplia y enriquecedora.
Dado que la gestión de una óptica (en temas de
producto o financieros) no suele abordarse en ninguna asignatura de la carrera
universitaria creo adecuado exponer en este artículo algunos consejos y
herramientas con las que hacer más rentable el negocio de la óptica.
Por tanto, el artículo de hoy está dirigido,
principalmente, a profesionales del sector óptico que pretendan recorrer el
camino del autoempleo montando ellos mismos un negocio.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora
de montar un negocio de óptica es saber qué áreas nos van a permitir
rentabilizar más nuestro negocio. Y, en óptica, como en muchas otras empresas, el producto es el artículo más importante
en la rentabilidad del negocio. El producto que deseemos tener en nuestra
óptica determinará numerosos factores, por lo que debemos elegirlo con sumo
cuidado.
En primer lugar nos otorgará un posicionamiento
comercial, definiendo al público nuestra marca comercial. No podemos
pretender vender, por ejemplo, progresivos de alta gama si nuestra oferta de
monturas es de una gama baja.
En segundo lugar, un buen producto nos permite
diferenciarnos de la competencia. Sea por valor, calidad, precio… la línea
de producto que escojamos debe permitirnos obtener una exclusividad propia que
nos defina.
Exposición de gafas en lineales escasamente original |
En tercer lugar, la compra de producto y su correcta
gestión incidirá, de mayor manera que cualquier otro artículo o concepto, en
nuestra rentabilidad final.
Un error común en esta crisis fue que las ópticas
comenzaron a comprar producto indiscriminadamente, creyendo que así la
capearían mejor. Y eso es un gran error, pues ha generado un aumento de los
modelos obsoletos (las modas cambian más rápido actualmente), una escasa
capacidad para adaptarse a los cambios y una pérdida importante de capacidad
financiera.
Ahora bien, tampoco podemos quedarnos cortos en la
compra de producto, pues podemos dejar de vender por no tener y, lo que es
peor, dar una imagen precaria a nuestros clientes.
En el término medio está la virtud y el stock
ideal de monturas, por ejemplo, debe ser la suma de la exposición más
una reserva en cajones que rondará entre el 10-20% como máximo de la
exposición total.
El producto debemos conocerlo al dedillo, pues según
la Ley de Pareto “El 20-30% de las
referencias vendidas representan el 80% de las ventas”. Es decir, debemos
conocer los productos más vendidos y tenerlos siempre expuestos. Y en la
reserva estarán estos productos, para evitar falta de productos TOP mientras
reponemos referencias al fabricante.
Una característica fundamental respecto al producto
es considerar su estacionalidad y adaptar la exposición a este factor.
Por tanto, se deberá estudiar detenidamente el porcentaje de sol/graduado
existente cada mes y colocar la exposición ajustada a esos porcentajes.
Recordemos que “en el pasado está la historia del futuro”, por lo que
analizando años anteriores podremos valorar más eficazmente lo que nos espera
en años venideros.
Por último, debemos aproximarnos a una rotación
de producto que suponga dar dos vueltas a nuestra exposición cada año. Es
decir, si tenemos 500 gafas en total, lo ideal sería vender 1000 modelos.
Teniendo presente esta cifra será más sencillo calcular el stock particular que
debemos tener en cada momento del año según nuestras ventas.
Un error muy común en el sector de la óptica es el
de dejarnos llevar por el viento que sopla en cada momento. Ello es un error,
pues la improvisación no es una buena aliada. Por tanto, uno de nuestros
objetivos más importantes si queremos tener un negocio saneado es definir un objetivo. Éste debe ser
específico, medible, alcanzable, realista y acotado en el tiempo. Recordemos dos máximas: “Sin conocimiento no hay progreso” y “Sólo lo que mido lo puedo mejorar”.
Por tanto, no nos quedemos únicamente en el valor de
la facturación y comencemos a medir más variables que pueden rentabilizar
nuestro negocio. Se debe comenzar por valores generales y luego ir acotando
cada vez más. Por ejemplo, en el tema de lentes vendidas nos fijaremos primero
en el número total de lentes vendidas al mes y en su valor medio. Luego
podremos acotar esos valores averiguando número de tratamientos, índices de
refracción, reducciones, monofocales, progresivos, distintos tipos de
progresivos… El análisis podemos hacerlo tan profundo como deseemos. Y cuantos
más datos manejemos mayor seguridad tendremos para tomar decisiones que nos
permitan mejorar.
Simplemente, analizando las familias de monturas,
lentes, gafas de sol y lentes de contacto y comparando con meses de años
anteriores podremos atajar desviaciones de unidades o costes de una manera
rápida y eficiente. En cambio, sin no tenemos esos valores, una cifra de
facturación puntual buena nos puede enmascarar graves problemas en campos o áreas
concretas.
Un parte muy importante de cualquier negocio es saber gestionar las promociones que
ofertamos a nuestros clientes. Y si hacemos caso al estudio realizado por
Sartia y Kucher&partners “Tres de
cada cuatro promociones de retail que se realizan en España tienen un retorno
de la inversión negativo”. Esto quiere decir que si tres de cada cuatro
empresas que realizaron una promoción no hubiesen realizado nada, habrían
ganado más dinero del que obtuvieron realizándola.
Existen numerosos casos de ofertas publicitarias que
fueron un auténtico desastre y casi siempre se debió al desconocimiento del
mercado. Una muy famosa fue el modelo de coche Mitshubishi llamado “Pajero”, un
nombre que tuvo que ser retirado del mundo hispanohablante por sus connotaciones
evidentes. ¿Nadie en aquella empresa conocía la palabra y su significado?
Ejemplo de publicidad engañosa: ¿sobre que PVP hacemos ese descuento?¿sobre el oficial recomendado por el fabricante o sobre un PVP inflado? |
Para realizar una buena promoción debemos tener en
cuenta los siguientes pasos:
¿Cuál
es nuestro objetivo? Podemos resumirlos en dos: aumentar
nuestra facturación o aumentar el tráfico de clientes (lo que genera mostrar
nuestro producto y, a la larga, aumentar las ventas).
No podemos realizar una misma oferta para atraer
nuevos clientes que para presentar un nuevo producto o para ajustar nuestros
stocks.
¿Qué
tipo de promoción queremos realizar? Podemos rebajar el
precio habitual de un artículo, dar un regalo promocional, fomentar la
multiposesión…
¿Cuál
es nuestro punto de equilibrio? Podemos definir este
punto como los artículos necesarios que debemos vender, en la promoción que
vamos a implantar, para lograr el mismo beneficio que el año anterior. Por
tanto, debemos calcular el coste que nos supone realizar un descuento puntual,
junto con el coste que tiene la promoción (cartelería…), sacar el precio de
coste medio total y averiguar los productos que, a ese precio, debemos vender
para obtener el beneficio neto de laño anterior. Si creemos que es un objetivo
alcanzable, adelante.
¿Qué
canales de comunicación vamos a utilizar? Hoy día,
gracias a las redes sociales y al correo electrónico, las campañas
publicitarias pueden ser tremendamente baratas.
¿Qué
planificación tengo para contingencias? Debemos valorar tanto
un fracaso como un exceso de éxito en la promoción, estando preparados para
afrontar tales dificultades. Por ello es fundamental seguir y medir las
promociones en marcha y analizar el resultado final. Como decía Shakespeare “Las improvisaciones son mejores cuando se
preparan”.
¿Cuáles
son las mejores promociones? Aquellas en las cuales
el valor percibido por el cliente es lo más alto posible y el valor real del
producto es el mínimo indispensable.
He dejado el último aspecto a tratar para la que, yo
creo, es la gestión más difícil y que más quebraderos de cabeza pueden generar
a un empresario de óptica: la gestión
del personal. En este apartado simplemente os voy a dar unos consejos que
aprendí en este curso formativo y que intento tener siempre presente:
Entre las primeras funciones de un director de
tienda está la de lograr que su equipo de trabajo funcione adecuadamente.
Su trabajo es como el de un director de orquesta, el cual debe lograr que todos
los músicos toquen sus respectivos instrumentos de manera coordinada. Ahora
bien, aunque él nunca podrá abarcar todos los aspectos, si debe tener un
conocimiento importante de todos ellos.
Aunque solemos pensar que un mayor sueldo es un
factor motivador para cualquier empleado, lo cierto es que no es verdad. Se
trata de un factor de higiene laboral, así como tener unas normas claras en el
trabajo o una relación correcta con los superiores. Como verdaderos factores
motivadores se encuentran el otorgar responsabilidades importantes, dar
formación para el crecimiento personal y profesional, incidir en los aciertos
más que en los errores y en plantear objetivos claros, medibles y alcanzables
para cada miembro del equipo.
Al no poder asumir todas las responsabilidades que
posee un comercio de óptica, un director de tienda debe saber delegar
responsabilidades al resto de miembros de su equipo. Delegar no es sinónimo
de abandonar, pues es necesario controlar cada parcela de la óptica para que se
mantenga en buen funcionamiento. Pero si es recomendable motivar, predicar con
el ejemplo y permitir el desarrollo del resto del equipo permitiendo que asuman
responsabilidades importantes.
Un director de tienda debe adaptarse a cada uno
de los miembros del equipo con los que trabaja, asumiendo una actitud
diferente con cada uno. Es muy injusto tratar como iguales a personas que no lo
son, pues tendemos a desmotivar a los mejores miembros del equipo. Por tanto,
nuestras tácticas para intentar que cada miembro del equipo cumpla con sus
responsabilidades variará desde la orden directa hasta la participación en la
toma de decisiones.
Otro factor importante a tener en cuenta es la gestión
de la presión. Una presión positiva es una herramienta más de la gestión y
puede ser muy útil en determinados casos. Ahora bien, si la presión es
excesiva, tiende a la desmotivación general. Por tanto, es importante mantener
al equipo alerta y saber filtrar la presión negativa para que el equipo no se
sienta coaccionado.
Ejemplo de mala gestión: gritar y perder los nervios no conduce a nada. |
Un buen director de tienda es un formador nato.
No sólo se debe enseñar a quien no sabe realizar una función, sino que se deben
dirigir las habilidades de cada miembro del equipo hacia los objetivos que el
director de tienda desea lograr. Todo error puede convertirse en una
oportunidad pedagógica en la cual enseñar lo que deseamos. Por tanto, veamos
los errores como una oportunidad de mejora más que como un motivo para castigar
o reprender.
Otra importante función es fomentar un buen clima
de trabajo, haciendo partícipe a todo el equipo de las decisiones
importantes que se toman, delegando en ellos parcelas importantes de la
gestión, dando formación específica, valorando las acciones positivas, dando
mayor autonomía…
Igualmente, es importante atajar los problemas
que surgen en el equipo de forma rápida y efectiva. Y siempre siguiendo la
norma de “felicitar en público y
reprender en privado”. Aunque siempre intentemos evitar confrontaciones
laborales ésta existirán y se plantearán periódicamente. Por tanto, el director
debe asumirlas con naturalidad, preparándose tanto para recibir críticas (no
siempre constructivas) como para argumentar decisiones propias.
En mi práctica profesional he encontrado, en el
mundo de la óptica, un tipo de director muy habitual (yo sufrí en mis carnes a
uno de estos durante muchos años):
-
una persona que no es un líder nato,
sino alguien impuesto por algún tipo de favoritismo o relación
personal/profesional con la dirección;
-
una persona que no es el mejor del
equipo en ninguna parcela;
-
una persona que no sólo no trabaja en la
óptica, sino que se toma más días libres y horas que ninguno;
-
una persona que no tiene normas ni
reglas, salvo la famosa ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti;
-
una persona sin un ápice de empatía,
para la cual su dificultad más nimia es mucho más importante que cualquier
problema que afecte a alguien que no sea él;
-
una persona que fomenta la crispación
laboral, creando bandos y malos rollos entre compañeros;
-
una persona que manda a la calle a
personas válidas por motivos tan peregrinos como el verles potenciales rivales
ante él, por tener una formación superior a la suya en todos los aspectos
(peligro a quitarme el puesto nuevamente) o por no dejarse mangonear ante
tipejos de su calaña;
-
una persona que se apunta los méritos de
los demás como propios;
-
una persona que te ordena hacer tareas
mientras él realiza actividades tan productivas como forrar los libros a sus
hijos…
Sí,
todos sabemos de quién hablo, ¿verdad?
Ahora que yo soy director de tienda pienso cada día
en lo que he vivido y ello me sirve para no volver a repetirlo jamás. Lo
contrario me convertiría en un hipócrita, algo que, lamentablemente, nunca he
conseguido ser (lo que me ha supuesto grandes disgustos, todo sea dicho de paso).
Existen ópticas que siguen teniendo a este tipo de
personajes en sus filas y que piensan que así les va bien. Bravo por ellas y
por los empleados sufridores que trabajan en ellas. Y mucho ánimo. Os
adelantaré vuestro futuro, pues yo ya pasé por ese camino: vuestras opciones
finales serán marcharos quemados a otro lugar o seguir viviendo quemados.
Este artículo ha sido un poco especial, pues he
mostrado algo de mí mismo, de mi experiencia vital como empleado primero y como
director de tienda después (no todos los consejos salieron únicamente del curso).
Y espero que siguiendo estos puntos podáis mejorar la gestión de las ópticas,
lo que redundará directamente en una mejor atención a nuestros clientes y en
una mayor rentabilidad comercial.
Por último, deseaba mencionar al formador de este
curso, José Ramón Carrasco, un gran profesional con el cual todos podemos
seguir aprendiendo muchas cosas. Es obligado que promocione tanto su curso
formativo como su libro sobre gestión.
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