Cuando era un aficionado a la historia, un aspecto que me molestaba de los historiadores era su falta de concreción. En numerosas ocasiones, cuando intentaba resolver una pregunta concreta referente a un suceso histórico, consultando a los especialistas en el tema, terminaba sin obtener respuesta.
Hoy día, siendo historiador, he logrado comprender
que eso de lo que me quejaba es hacer historia. Porque en la historia no
existen explicaciones fáciles ni verdades dogmáticas. Las lecturas siempre son
múltiples y las posibilidades variadas. La verdad de los hechos, en el mejor de
los casos, es una aproximación reducida a escasas variables.
Pero una gran parte de la sociedad no entiende esta
característica de la historia. Le gusta la historia sencilla, la de las
explicaciones fáciles y únicas. La que nos cuenta los procesos históricos de
forma casi novelada. A fin de cuentas, la que nos enseñaron en las escuelas
cuando éramos pequeños.
Y ante tamaño público exigiendo una interpretación
histórica determinada, numerosos historiadores (y otros personajes que
pretenden serlo) se han dejado seducir por “el lado oscuro” de la historia; es
decir, por la interpretación subjetiva. Si a lo anterior añadimos el componente
nacionalista de los estados modernos y lo aderezamos con un poco de las
trasnochadas ideologías del funesto siglo XX tendremos un cóctel peligroso pero
de gran atractivo para el gran público.
En el artículo de hoy voy a mostraros un ejemplo de la insidiosa
manipulación que aún en la actualidad ciertos sectores ideológicos siguen
imprimiendo a la historia.
En el año 754, un anónimo clérigo escribió lo
siguiente sobre la invasión islámica de la Península Ibérica: “no podría de ninguna manera la naturaleza humana
referir la ruina de España ni tantos ni tan grandes males como ésta soportó”
(Crónica mozárabe 754).
Mil doscientos cincuenta años después un ex
presidente español pronunció las siguientes palabras: “el problema de España con Al Qaeda empieza en el siglo VIII”
(Discurso de Aznar en Georgetown).
Algunos aún no veréis la similitud entre ambas
afirmaciones, pero para cualquier historiador levemente versado sobre el tema
el parecido es evidente. Se trata de la misma lectura de la historia, sólo que
adaptada a los nuevos tiempos actuales. Y esa lectura es una tergiversación
histórica evidente, pues se basa en una parte de lo que ocurrió realmente. En
concreto, en la parte que le interesa a la ideología que construye el relato
histórico nacional.
El primer discurso de José María Aznar como profesor
en la universidad de Georgetown de Washington fue noticia, en el año 2004,
principalmente por el deficiente inglés con el que fue expuesto. Los
periodistas contrarios al ex presidente no dejaron pasar la ocasión para
aguijonearle sobre esta peculiar característica, por otro lado, presente en todos
nuestros presidentes de gobierno. Algo bochornoso y que me avergüenza sobre
manera. Pero no nos desviemos del tema.
Para la gran mayoría de la población el asunto no
pasó de una mera anécdota lingüística. Pero para otras personas más interesadas
en el asunto del terrorismo islámico, el discurso fue una ocasión para seguir
atizando a Aznar por su decisión de intervenir en la guerra de Iraq.
Dejando a un lado, por el momento, estas críticas,
personalmente me pareció más insidiosa la visión partidista, tergiversadora y
soterrada de un episodio fundamental en nuestro pasado como nación: la
conquista musulmana de 711.
Guerreros musulmanes representados en el manuscrito musulmán de la Maqamat Al-Hariri aprox. del siglo XI |
Las ideas defendidas por Aznar y transmitidas en el
contexto del terrorismo islámico actual contra la civilización occidental no
dejan de ser una reelaboración del discurso histórico iniciado por los
vencidos; eso sí, adaptado a los nuevos tiempos mediante el concepto de “Choque
de civilizaciones”.
Esta interpretación partidista de la invasión
musulmana es una tergiversación histórica que ha pervivido largo tiempo (y
seguirá perviviendo mucho más) cuyo objetivo es servir a una ideología
concreta. Veamos pues como se inició el discurso y cuál fue su desarrollo hasta
hoy día.
La Crónica mozárabe de 754, realizada por los
cristianos derrotados, tiene en su base dos ideas de amplio calado que van a
tener un largo recorrido histórico. Por un lado la consideración de la
conquista islámica como una ruina para la nación española. Por otro lado, la
afirmación de que se trató de una conquista violenta realizada por gentes
bárbaras.
Hoy día sabemos que considerar al invasor bárbaro y
al vencido civilizado es un cliché literario que tiene gran predicamento entre
los vencidos. Igualmente, los vencedores, suelen invertir los papeles. Por
ejemplo, a muchos os sonará que España llevó la civilización y el progreso a
América a través de su conquista.
A la inicial visión catastrofista se le unió,
rápidamente, una segunda característica, el providencialismo. Algo lógico
teniendo en cuenta la gran influencia de la iglesia en época medieval. De este
modo, la conquista ya no será obra de los musulmanes, sino consecuencia del
castigo divino sobre el reino visigodo, el cual había ofendido a Dios. No
obstante, como Dios aprieta pero no ahoga, eligió a Pelayo para que el pueblo
cristiano no fuese del todo sometido.
De forma natural, los reyes astures, o más bien sus
cronistas, introdujeron el concepto de la “perdición de España”. Lo que supuso
un cambio enorme en la interpretación histórica de la conquista. Ahora ya no
fueron los musulmanes los agentes activos de la conquista. Fueron meros agentes
pasivos de la divinidad, quién los utilizó para castigar a los impíos (a estas
alturas personificado en Witiza). Pero al apropiarse de la herencia visigoda e
introducir el concepto de pérdida se infiere la necesidad de una recuperación
de lo perdido. Es decir, se justifica la obligación de luchar contra los
musulmanes. Y la legitimidad para ello se encuentra entroncando, de forma
artificial y sin base histórica, el reino astur de mediados del siglo IX con el
reino visigodo de inicios del siglo VIII. La figura clave para ello será
Pelayo, cuya tergiversación fue tan profunda que hoy día ignoramos quién fue
realmente.
Esta visión de la conquista musulmana, la cual sólo
tiene en cuenta una parte de la realidad (la de los vencidos) fue tomada como
verdad universal por los historiadores románticos y nacionalistas del siglo
XIX. No sólo van a defender la consideración de catástrofe nacional, sino que
sustituirán el término conquista por el de invasión. Y con ello sustituyen una
irrupción por la fuerza por una ocupación anormal que debe ser erradicada.
Hecho que se logrará gracias a la Reconquista, convertida en el objetivo de
todos los cristianos que resistieron en el norte peninsular.
El discurso nacionalista españolista ya estaba
formado. Los musulmanes eran unos opresores que invadieron la nación de forma
ilícita y que oprimieron a la población, razón por la cual se justificaba
expulsarlos. La caracterización del invasor como bárbaro salvaje sólo tiene la
excepción de Lafuente, lo que evidencia el gran calado del discurso ideológico
creado. Entre las obras que aparecen en esta época merece la pena destacar la
de Simonet, donde describe a los mozárabes como los españoles buenos, o la de
Saavedra, quien se recrea en la crueldad de los invasores.
Durante la dictadura franquista este discurso
nacionalista de la historia se impuso de forma única en el conjunto de la
nación. Sólo existía esta lectura de la invasión musulmana: una catástrofe, una
barbarie, una invasión violenta, la resistencia de los conquistados y el inicio
de la Reconquista que recuperaría lo que pertenecía a la nación española,
asimilada alegremente con el reino visigodo.
Este discurso, tantas veces escuchado en las
escuelas españolas, sigue vigente hoy día actualizado convenientemente. Y ello
es posible gracias a una corriente ideológica que lo defiende y difunde, la del
nacionalismo católico españolista. Quién sustenta tal interpretación
combinándola con el concepto de “Choque de civilizaciones”, acuñado en 1993 por
S. Huntington.
En efecto, hoy día es evidente la lucha entre
Occidente y el mundo islámico. Tras la Guerra Fría y el fin del comunismo ha
sido el Islam, ese viejo enemigo, quién ha ocupado el lugar de la URSS. Seguro
que muchos consideran al Islam una sociedad bárbara y atrasada respecto a
Occidente. Esa es la base de la teoría de Huntington, la eterna lucha entre
civilización y barbarie. Libertad y progreso frente a intolerancia y
totalitarismo.
Y esta islamofobia actual que muchos sectores
ideológicos occidentales difunden es muy conveniente para apuntalar y
actualizar el discurso tradicional de la conquista musulmana de 711. Y eso
precisamente es lo que encontramos en el discurso de Aznar.
Colocar la base del enfrentamiento entre Al Qaeda y
España en el siglo VIII tiene varias consecuencias implícitas:
-
De una forma sutil asemeja la conquista
a una acción terrorista ilegal, lo que consolida la visión tradicional de
invasión ilegítima.
-
Por otro lado, desvincula los cercanos
atentados del 11-M de su política internacional, centrada en la Guerra de Iraq
(auténtica causa de ellos).
-
Se recrea en una islamofobia muy bien
vista por algunos sectores estadounidenses en el gobierno por aquel entonces
(Bush).
-
Entronca de forma perfecta la
interpretación decimonónica de la invasión y la legítima Reconquista con la
teoría del Choque de Civilizaciones, en base a la repulsa hacia el Islam.
Por tanto, en el discurso de Aznar, de forma
soterrada, encontramos los mimbres que conseguirán perpetuar durante muchos más
años esta visión partidista y falsa de la conquista musulmana.
Por tanto, no sólo los historiadores son los culpables
de tergiversar la historia. Y, de hecho, por sí solos tienen escasa influencia.
Ahora bien, si su labor se encuentra respaldada por poderosas ideologías que a
la vez sirven de cauce informativo, las consecuencias serán bien distintas.
¿Cómo fue realmente la conquista musulmana de la
Península Ibérica?
Para contestar adecuadamente debemos consultar las
fuentes históricas que tenemos. Pasarlas por el filtro histórico que elimine la
subjetividad de sus autores y sacar unas conclusiones objetivas. En definitiva,
debemos dejar que los historiadores realicen su trabajo sin influencias de
ideologías.
Yo no puedo deciros que fue lo que pasó realmente,
pero sí puedo informaros que la versión tradicional nacionalista no es
verdadera. O, al menos, es sólo una parte de la verdad.
¿Supuso la invasión una ruina para España? Depende
del lugar donde pongamos el objetivo. No creo que los cordobeses opinasen eso
en el siglo VIII-IX.
¿Fue una conquista violenta? Seguro que en muchos
lugares lo fue. ¿Acaso no ha sido así siempre? Ahora bien, también tenemos
numerosos documentos que nos informan de múltiples pactos entre musulmanes y
peninsulares. Pactos respetuosos que fueron modelos de convivencia. Numerosas ciudades
y nobles se acogieron a ellos, lo que les permitió seguir viviendo de manera
análoga a la época visigoda. E incluso algunos, como el conde Fortún,
decidieron convertirse al Islam, lo que le valió asentar su hegemonía como
dinastía más adelante (los Banu qasi de Huesca).
¿Se resistieron los hispanovisigodos a los
invasores? Pues debieron existir múltiples situaciones, pero la facilidad de la
ocupación, en menos de cinco años, nos indica que no debió existir un gran
rechazo. La influencia de la Iglesia potenció la figura de los mozárabes, pero
no debemos olvidar que fueron una minoría.
¿Era el reino visigodo civilizado? Una de las causas
de la rápida invasión fue la desintegración que vivía el reino visigodo. Siento
disentir con la historiografía tradicional nacionalista pero no se perdió una
Arcadia. Simplemente unos bárbaros (por continuar con sus definiciones) se impusieron a otros similares.
¿Existió la mentalidad de Reconquista? Inicialmente
no. La parte norte no conquistada por los musulmanes fue la escasamente
dominada por los visigodos. Unos pueblos que poco tenían que ver con el reino
visigodo. Y ellos se defendieron de los musulmanes como anteriormente se
defendieron de los visigodos, de los romanos… Fue más adelante, cuando el
debilitamiento interno musulmán en la Península posibilitó la recuperación de
territorios, cuando se planteó la idea de recuperar tierras al Islam. En ese
momento fueron los mozárabes emigrados al norte, que huían de la persecución
religiosa, los que crearon y asentaron las ideas de recuperación del reino
visigodo. Y para ello no tuvieron ningún problema en inventar unos lazos de
unión entre el reino astur y el visigodo que justificara esa Reconquista.
Sirva este post como adelanto a la publicación, en breve, de mi tercer epub sobre mentiras históricas. En esta ocasión me centro en la Edad Media, esa parte de la historia tan novelada como legendaria. Os iré informando.
Feliz Navidad!!!!!
Sirva este post como adelanto a la publicación, en breve, de mi tercer epub sobre mentiras históricas. En esta ocasión me centro en la Edad Media, esa parte de la historia tan novelada como legendaria. Os iré informando.
Feliz Navidad!!!!!
FUENTES:
Martín, José Luis: Manual de Historia de España. Historia 16.1993.
García Sanjuán, Alejandro: La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado. Marcial Pons. 2013.
Definitivamente el punto de vista del observador cuenta mucho, acá en américa no se reconoce el origen de un estado español hasta bien entrado el siglo XII, por el contrario los visigodos son considerados solo una tribu mas que habitó hispánica luego de la caída romana, no como una naciente nación española, por otro lado se valora mucho la influencia civilizadora que los moros llevaron a la península, con aportes sobretodo en la arquitectura, matemáticas, medicina y la marca que en el idioma dejaron y por extensión tenemos ahora en latinoamerica, integrantes entradas amigo español, vine por optometría pero me quedo por historia, saludos desde Colombia.
ResponderEliminarHola Carlos, muchas gracias por comentar y me alegro de tenerte como seguidor.
EliminarUna de las cosas qeu más te abren la mente es viajar. Tanto físicamente como intelectualmente. Conocer otras culturas y su bagaje cultural histórico es fundamental para tener una mente abierta y poner en cuarentena ciertos relatos históricos considerados inalterables.
El Estado Español, como ente nacional, no puede entenderse antes de la modernidad. En el Medievo existían reinos dispersos que generarán más tarde la base de la nación española, pero nadie en la península Ibérica de aquella época sentía pertenecer a un ente general similar a un estado español.
La visión bárbara de los visigodos proviene, en muchas ocasiones, de una opinión historiográfica. Fueron los bárbaros los que destruyeron la civilización romana según la historiografía clásica; fueron unos bárbaros los que habitaban la península Ibérica para los conquistadores "civilizados" musulmanes según su versión de la historia. Los escasos restos y documentación perteneciente a los visigodos no les dejan en un muy buen lugar aunque su imagen general podemos matizarla bastante.
Por último, la herencia musulmana en la sociedad actual es enorme, algo lógico si tenemos en cuenta el gran periodo de tiempo que dominaron la península Ibérica. Pero la historiografía dominante tras la conquista de Granada es hacer pasar sus casi 800 años de presencia como un paréntesis a olvidar. Algo que sólo los más fanáticos pueden seguir creyendo.
Es algo similar a la consideración de los españoles en Latinoamérica. Para unos fue catastrófica, para otros enriquecedora; para unos salvaje, para otros civilizadora;
En historia debemos huir de los extremismos y movernos en el término medio, ponderando los pros y los contras y contextualizando los procesos históricos en las mentalidades de los tiempos en los que ocurrieron.
Aquí en España Latinoamérica se considera un conjunto de países hermanos cuya relación está escasamente desarrollada debido a muchas opiniones estereotipadas y negativas sobre unos sucesos que ocurrieron hace siglos. Supongo que todo será cuestión de tiempo, pues hoy día nadie en España considera que los romanos nos masacraran como pueblo (y vaya si lo hicieron en muchas ocasiones durante su conquista).
Un saludo