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viernes, 18 de noviembre de 2016

La película 1944 es bastante neutral



Hace un par de semanas pude ver otra película europea sobre la II Guerra Mundial. En esta ocasión trataba de la situación de Estonia en el conflicto. Dado que en nuestro país no se suele estudiar el caso estonio en el desarrollo general de la II Guerra Mundial, creí que sería una buena ocasión para profundizar.

La película tiene un argumento interesante, efectos especiales notables, personajes creíbles y escenas de batallas a la altura de Hollywood. ¿Qué pasa con la historia?


Estamos acostumbrados a ver la II Guerra Mundial a través de los ojos americanos, por lo que cualquier aportación que provenga de otro lugar siempre resulta gratificante. Ya realicé una crítica muy positiva de la miniserie alemana Hijos del Tercer Reich, y esta cinta estonia tenía pinta de ir por el mismo camino. No son muchas las películas que atraviesan la frontera de describir, más que las experiencias individuales de uno o varios protagonistas, la de una sociedad entera. La película 1944 es una de esas que te sumerge en una profunda reflexión sobre los momentos convulsos que vivió el país estonio. Un país que, ocupado por fuerzas extranjeras hasta en tres ocasiones, vivió una guerra fratricida que consumió la nacionalidad estonia.

Por resumir brevemente la historia de Estonia durante la II Guerra Mundial diremos que la invasión de Estonia por los rusos fue propiciada por el acuerdo germano-soviético conocido como el Pacto Mólotov-Ribbentrop (23 agosto 1939). En el protocolo secreto que incluía, ambas potencias se dividían Europa del Este. Por lo que toca a los rusos, salvo Finlandia que se negó en rotundo, Estonia, Letonia y Lituania firmaron pactos de colaboración y permitieron la entrada de soldados rusos, cayendo bajo la órbita soviética.

Desde ese momento la policía militar soviética comenzó a depurar a la población. La conquista final del territorio ocurriría en junio de 1940. Mientras Hitler entraba en París el día de mi cumpleaños, Stalin hacía lo propio en los países bálticos (algo que no suele conocer mucha gente).

Una vez conquistado el país, los partidos comunistas tomaron el poder y se anexionaron a la URSS. Desde entonces, el nuevo gobierno “limpió” el país de los contrarios al régimen con ejecuciones y deportaciones.

En junio de 1941 Alemania invadió la URSS a través de la famosa Operación Barbarroja. A principios de julio los alemanes comenzaron a ocupar Estonia, uniéndose a la resistencia partisana.  Para finales de agosto Tallinn, la capital, ya estaba en poder alemán.



Los estonios vieron en los alemanes a unos liberadores del yugo ruso y esperaron recuperar su independencia. Pero pronto se percataron que habían pasado de un invasor a otro. Estonia pasó a convertirse en provincia alemana y los nazis iniciaron su política de colonización alemana y deportación de individuos no arios o contrarios al ideario del nazismo.

Todo lo anterior apenas aparece en la película, la cual se centra en los últimos momentos de la II Guerra Mundial. En 1944, ante la inminente caída de los nazis por la presión aliada, el nacionalismo estonia esperaba lograr que Alemania capitulara ante de que los rusos volvieran a ocupar su territorio. Lamentablemente para ellos, esto no ocurrió.

En la película veremos el inútil intento alemán por frenar el avance soviético, replegándose una y otra vez hacia la retaguardia. Mientras, los rusos, a pesar del coste vidas, avanzarán sin freno a la conquista de todo el territorio.

Esta segunda ocupación soviética postergó la independencia de Estonia hasta 1989, momento en el cual la URSS desapareció definitivamente. En el tiempo que duró la contienda, Estonia sufrió unas altísimas pérdidas de población, la mayoría debidas a las ejecuciones y deportaciones que cometieron ambos bandos invasores. Según estimaciones, el 30% de la población fue eliminada. Lo que supuso una de las tasas más altas de pérdidas humanas de toda Europa.

El director de 1944, Elmo Nüganen, sigue la estela de otras obras europeas sobre la contienda utilizando un film bélico justo para mostrar el mensaje contrario. Nuevamente estamos, a pesar de las numerosas escenas bélicas, ante un claro film antibelicista. Los protagonistas, en su mayor parte estonios, luchan porque se ven obligados a ello. Se encuentran dentro de una guerra que no desean y de la  que hace tiempo están cansados. Una visión muy acertada de lo que debió ser la opinión general de muchos reclutas estonios. Y un pensamiento que invita a la reconciliación más que a la continuación del odio.

Ahora bien, la pretendida equidad entre ambos bandos no existe. Aunque la película se divide en dos partes diferenciadas, siendo un acierto mostrar primero las andanzas de un soldado estonio en el bando alemán  y luego de otro estonio bajo bandera rusa, las diferencias de tratamiento entre ambos son notables.

El director, en su búsqueda de la equidad más absoluta, presenta a los dos protagonistas estonios como dos gotas de agua. Uno en cada bando, ambos son personas, como dice la hermana de uno de ellos, “con la inocente culpabilidad en los ojos”. No son malas personas, sino que tienen que obedecer órdenes terribles de sus superiores. Superiores que no dejan de ser extranjeros invasores.

Pero diversos matices desequilibran la balanza hacia uno de ellos. La razón del alistamiento del protagonista alemán fue la venganza ante la detención por los rusos de su familia. Del protagonista del bando ruso nos enteramos que fue él el denunciante.

La dureza y brutalidad de los rusos contrasta poderosamente con la de los alemanes. Mientras los rusos asesinan a soldados rendidos a sangre fría, ametrallan a civiles refugiados, realizan purgas a través de un enfermizo comisario político ruso, deportan a Siberia a cualquier sospechoso de colaboracionismo alemán… en el bando alemán vemos que intentan hacer su trabajo lo mejor posible y que hasta se mofan de Hitler en foto (mostrándonos su escaso patriotismo a la causa nazi). Mientras los estonios soviets siguen con temor a los mandos rusos, los estonios nazis se mofan de la autoridad superior alemana.



Olvida el director, salvo en la escena de la granja, mostrar las consecuencias de la invasión alemana: deportaciones, Holocausto…

Diversas escenas también nos inclinan a ver con más simpatía al ejército alemán que al ruso. Si nos olvidamos de los uniforme el espectador está más próximo al estonio del bando alemán, no pudiendo identificarse del mismo modo con su equivalente soviético. Y aunque no se trata de una película que realice una apología del nazismo, se podría decir que destila cierto aire general antisoviético.

Lo anterior lo comprobamos en la conclusión final de la película, la cual insta al nacionalismo estonio como la mejor forma de reconciliarse de la guerra fratricida llevada a cabo a resultas de la doble invasión extranjera. No profundiza en las posibles diferencias ideológicas de la población como parte de la división, en lo que podría haber sido un excelente camino para mostrar lo que supuso la contienda en muchos países europeos, esto es, una auténtica guerra civil. En cambio, apuesta todo a la inocencia de los estonios ante la brutalidad y dominio de los invasores. Los estonios son víctimas y no actores activos. Una conclusión muy sesgada de la realidad, me temo.

Esta proclama nacionalista y la suavidad relativa con la que trata al bando alemán resulta un final bastante polémico, máxime teniendo en cuenta que tras años de dominación soviética la población de ascendencia rusa debe constituir un porcentaje bastante elevado de la misma.

Salvando estos detalles ideológicos, la película se atiene a los hechos históricos de una manera bastante fiel, reflejando desde la Batalla de Tannenberg Line hasta la de Tehumardi. Pero la esencia de la película no es bélica, como dijimos antes, sino más bien sentimental.

Por tanto, será una de esas obras que nos deje un poso amargo, obligándonos a reflexionar sobre las motivaciones últimas de muchas personas que se encuentran atrapadas en un contexto que ni desean ni tienen la capacidad para modificarlo.




2 comentarios:

  1. Pues menos mal que es "neutral". Demuestra antisocialismo en vena. Los dos son malos, pero unos más que otros. Los nazis menos malos como de costumbre... propaganda y más propaganda capitalista frente a los que de verdad aportaron los mejores avances humanitarios en Europa.

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    1. Hola lector anónimo, gracias por comentar.

      Los títulos de todos los artículos de este blog están en clave de mentira. Coincido contigo, como he puesto en el artículo, que el director no logra, a pesar del intento, la equidad entre las partes, decantándose por un abierto sentimiento antisoviético.

      En este caso, más que por un indefinido y maligno ente global capitalista, la razón última de este sentimiento se debe a la dominación soviética del país durante años. Para el nacionalismo estonio, los rusos fueron unos invasores que destrozaron su idiosincrasia como pueblo.

      Un saludo

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