Hoy nos vamos de viaje a Italia, ese país que rebosa
arte por los cuatro costados. Y vamos a visitar una ciudad que se ha puesto
últimamente muy de moda, Bolonia.
La capital histórica de la región Emilia-Romaña es una
ciudad llena de vida y de un pasado deslumbrante. Recorriendo sus calles
descubriremos sorprendentes torres medievales, bellos palacios renacentistas,
impresionantes iglesias y un conjunto de columnatas con arcadas que pasa por
ser el más extenso de Europa. ¿Os animáis a descubrir los principales encantos
de Bolonia?
Bolonia tiene diferentes denominaciones: es conocida
como la “Città Rossa” por el color de sus palacios (y por ser feudo
actual de la izquierda), “La Turrita” por sus impresionantes torres, “La
Grassa” traducido como la gorda por lo rica de su comida y “La Dotta”,
la culta, por la existencia de la universidad más antigua de Europa en
funcionamiento. Veamos un poco de todo ello a través de sus principales
monumentos.
Los mismos se encuentran alrededor de la Piazza
Maggiore, verdadero epicentro de la vida de la ciudad. La misma plaza es
una auténtica pasada, pues es un amplio espacio rodeado de imponentes
edificios. Puedo aseguraros que se trata de una de las plazas más bellas de
Italia. Veamos un pequeño resumen:
·
la Basílica de San
Petronio, con su peculiar fachada inacabada,
·
el Palacio de los
Notarios, donde destacan las bellas ventanas con columnillas y el escudo de
armas del gremio, compuesto por tres tinteros con pluma de ganso,
·
el Palacio de Accursio
(Ayuntamiento), del que hablaremos a continuación,
·
el Palacio del Podestà,
sede de la oficina de turismo con su pórtico Voltone y su Torre
dell'Arengo, desde donde su campana avisaba de los acontecimientos importantes (se
puede visitar de forma guiada) y
·
el Palacio de los Banchi
(bancos), donde en su famoso pórtico Pavaglione, que sirve de unión con
la Universidad, se ubican numerosas tiendas y comercios.
Todos los edificios forman un conjunto verdaderamente
maravilloso y seguro que se puede comparar con cualquier otra plaza europea que
tengas en la cabeza. En mi opinión, un lugar donde acudir una y otra vez, a
diferentes horas del día, para empaparte de la vida de Bolonia.
Y justo al lado también merece la pena acercarse a la Plaza
de Neptuno, con su famosa fuente construida por el escultor flamenco
Giambologna. Simboliza el poder papal, pues, así como Neptuno dominaba las
aguas, de igual forma el Papa dominaría el mundo. De hecho, al pie del Dios,
hay cuatro amorcillos representando a las personificaciones del Ganges, del
Nilo, del Río Amazonas y del Danubio, es decir los Ríos mayores de los
continentes conocidos entonces.
Dos curiosidades: una que el tridente es el símbolo de
la marca de coches Maseratti. La otra (picante) es una broma del escultor, al
que obligaron a realizar las partes nobles del dios más pequeñas de lo normal,
con el objetivo de no ofender. Como venganza situó uno de sus brazos algo bajo,
logrando un efecto óptico curioso si nos situamos en un cuadrado negro junto a
la fachada de la Biblioteca Salaborsa.
Y, hablando de la Biblioteca Salaborsa es otro
punto que merece la pena visitar, pues es una maravilla de hierro muy
espaciosa. Se sitúa en el lugar donde estaba la basílica cívica de Bononia del
siglo II a.C., cuyos restos podemos ver en el suelo.
1. Palacio
de Accursio y Torre del Reloj (Ayuntamiento)
Se trata de uno de los edificios más imponentes de la
Plaza Mayor, el cual es el resultado de la unión de diferentes estructuras a lo
largo del tiempo. Su nombre proviene del maestro de derecho boloñés, Francesco
Accursio, pues esta era su residencia. Más tarde, en 1336, se convertiría en el
Ayuntamiento.
Su fachada es inconfundible, tanto por la famosa Torre
del Reloj como por poseer dos importantes esculturas: justo encima de la puerta
se encuentra una escultura de bronce del Papa Gregorio XIII, sí el del
calendario gregoriano. Y un poco más arriba, el precioso conjunto en terracota
de Madonna di Piazza con Bambino.
Una curiosidad sobre la escultura papal. Su nombre secular
era Ugo Buoncompagni y su presencia se justifica por ser natural de Boloña y
haberse doctorado en derecho canónigo y civil en la universidad de esta
localidad. Si tenéis buena vista podréis observar que en una placa superior
pone “DIVUS PETRONIUS PROTECTOR ET PATER”. Esto se debe a que en 1796 Francia
invadió la ciudad y los locales tuvieron que disfrazar la escultura del patrón
de la ciudad, cambiando la tiara papal por la mitra de obispo y añadiendo la
placa que, más tarde, olvidaron retirar.
Antes de entrar indicar que en la esquina de la Sala
Borsa los partisanos derramaron su sangre para liberar la ciudad. Y aquí se
erigió un primer santuario espontáneo con los caídos durante la Resistencia al
fascismo.
Una vez entramos en el edificio encontraremos dos
patios antes de acceder a las salas visitables.
Subiendo una escalera triunfal podremos acceder
gratuitamente a una serie de salas y capillas: Sala d’Ercole (llamada así por
la estatua de Hércules), Sala del Consiglio Comunale (donde destaca el fresco
del techo) y la Sala Rossa (actual salón de bodas).
En el piso superior vamos a encontrarnos con la Sala
Farnese y la Capilla Farnese. La Capilla Farnese, con frescos de
Prospero Fontana, también es de considerable importancia y belleza, al igual
que los frescos de la Sala Farnese, los cuales recorren las vicisitudes
de la ciudad de la Edad Media al siglo XVII.
En la planta superior se sitúan las Colecciones
Municipales de Arte, cuya visita tiene coste. En ella podrás admirar veinte
salas llenas de pinturas, objetos de arte, mobiliario original, porcelanas y
textiles que abarcan desde la Edad Media hasta la actualidad.
Merece la pena entrar simplemente para admirar el Retrato
de un confaloniero de la pintora italiana Artemisia
Gentileschi, Ruth,
del romántico Francesco Hayez o el barroco Mercurio y Paris, de Donato Creti.
La muestra tiene diversos estilos, destacando la pintura religiosa y la del
romanticismo. Os dejo algunos ejemplos de lo que encontraréis.
De todas las salas que vamos a visitar voy a destacar
la Sala Urbana, que data de 1630 y es una de las obras más importantes
del barroco boloñés; la decoración heráldica que cubre sus paredes, compuesta
por 188 escudos, pertenecientes a la serie de los gobernadores y de los legados
pontificios que vivieron en la ciudad a partir del siglo XIV, y tres escenas
figurativas, le ha dado también el nombre de Sala de Escudos.
También tiene coste subir a la Torre del Reloj,
desde donde se obtiene las mejores vistas de la Plaza Mayor.
2. Basílica
de San Petronio
Se trata del templo religioso más importante de la
ciudad, superando en magnificencia a la Catedral o a cualquiera de las muchas
iglesias y basílicas esparcidas por la urbe (no olvidemos que esta ciudad
perteneció durante largos años al Papado). Su construcción se inició en 1390.
El encanto de su fachada inacababa o sus excepcionales
dimensiones (132 metros de largo por 60 m de ancho, y una altura de la cúpula
de 45 m) os dejaran sobrecogidos. No en vano, se trata de la sexta basílica más
grande de Europa y la cuarta de Italia.
Estas dimensiones dicen que fueron la causa de su
desgracia pues, desde el Vaticano se impidió que superara a San Pedro ordenando
la construcción del Archiginnasio en el lugar donde estaría el transepto
del proyecto original. Esta es una de las muchas leyendas urbanas que rodean al
edificio. La explicación de su aspecto inacabado es mucho más simple: era un
proyecto demasiado pretencioso para Bolonia y se acabaron los fondos.
A pesar de todo, su peculiar fachada se ha convertido
en uno de los símbolos de Bolonia. La parte inferior tiene un bonito
revestimiento de mármol, donde deberemos fijarnos en las bellas esculturas del
sienés Jacopo della Quercia que decoran la portada central. Las mismas se
consideran una obra maestra del Renacimiento. La parte superior deja ver el
ladrillo, recordándonos que se trata de la construcción gótica en ladrillo más
importante de Italia.
Está dedicada a San Petronio, patrón de la ciudad.
Este hombre fue el octavo obispo de Bolonia y vivió en el siglo V. Lo único que
sabemos del mismo era que pertenecía a una familia noble cuyos miembros habían
tenido puestos en la corte de Milán. De Petronio, canonizado por Gregorio IX en
1234, sólo sabemos que “era renombrado en Italia por su virtud” (carta
de Euquerio de Lyon a Valeriano) y que, tras un posible viaje a Jerusalén, ordenó
construir una iglesia consagrada a San Esteban (San Estéfano en italiano) que
seguía el modelo constructivo de los santuarios del Gólgota y el Santo Sepulcro
de Jerusalén (Ya os contaré más).
La basílica gozó desde un principio de gran prestigio,
hasta el punto de ser escogida por Carlos V para su coronación como emperador
por parte de Clemente VII en 1530, y de haber acogido dos sesiones diferentes
del Concilio de Trento.
El interior del templo, con un curioso eje
norte-sur, es muy luminoso y bello, caracterizándose por la decoración mural en
rojo (pilares) y blanco (paredes) que compensa la falta de decoración
escultórica. En el Altar Mayor destaca un monumental crucifijo de madera
con cabezas de querubines pintadas en las cabezas de la cruz colocadas sobre el
altar de un autor desconocido del siglo XV.
De los dos órganos ubicados en la proximidad
del Altar Mayor, el derecho fue construido en la segunda mitad del siglo XV por
Lorenzo da Prato, el primero en el mundo para el alcance de 51 notas y
10 registros independientes (el doble de lo habitual). Es más, se trata del más
antiguo que existe de esas dimensiones. El segundo es obra de Baldassarre
Malamini hacia finales del siglo XVI.
La configuración del espacio es ya renacentista,
configurándose en tres monumentales naves, donde destacan los majestuosos arcos
ojivales, y más de una veintena de capillas laterales donde vamos a
poder apreciar importantes obras de arte de autores tan notorios como Francesco
Francia, Lorenzo Costa, Parmigianino y Donato Creti. No dejéis de ver el Matrimonio
místico de Santa Caterina de Filippino Lippi, una Virgen y Santos de
Lorenzo Costa el Joven y la expresiva Piedad de Amico Aspertini en la
Capilla de San Lorenzo.
De entre todas las capillas destaca, por diferentes
motivos, la Capilla de los Reyes Magos (también conocida como capilla
Bartolomeo Bolognini por contener la tumba de este rico comerciante). Su nombre
proviene por poseer las pinturas de Jacopo di Paolo sobre el viaje de los Reyes
Magos a Belén (fijarse en el curioso regreso por mar, algo muy original). Es la
cuarta por la izquierda. Y su visita tiene coste (no dejan sacar fotos en su
interior, por lo que os dejo la decisión de pagar 5€ por verla de cerca).
Se trata de la única capilla que conserva toda la
decoración original del siglo XV. Su belleza es inigualable pues el conjunto
decorativo que forman las vidrieras, el polipíptico de madera, las esculturas y
los frescos os dejará asombrados.
Ahora bien, los frescos más notorios de esta capilla
son los realizados por Giovanni da Modena. En ellos nos muestra escenas de la
vida de San Petronio y, de manera muy asombrosa, escenas del Paraíso y del
Infierno. Esta última escena es rica en detalles realistas sobre los dolores
infligidos a los pecadores, según la visión representada por Dante Alighieri en
la Divina Comedia. Precisamente, en este infausto lugar, existe una
representación de Mahoma (lo reconoceréis por la cartela) que ha originado
muchos problemas a la ciudad, existiendo amenazas terroristas sobre el templo
periódicamente.
También quería destacar la existencia de las reliquias
de San Petronio (cabeza y cuerpo) en la segunda capilla, ricamente adornada
en la primera mitad del siglo XVIII por el cardenal boloñés Pompeo Aldrovandi.
No obstante, si deseáis ver la imagen más venerada de San Petronio debéis fijaros
en la imagen de madera policromada situada entre la cuarta y quinta capilla de
la izquierda. Por cierto, en la quinta capilla, dedicada a San Sebastiano y con
un original suelo de azulejo, podemos admirar una hermosa Anunciación, de la
que vemos el detalle del Ángel, obra de Santiago Francia a finales del siglo
XV.
Justo a unos pocos pasos de la escultura de San
Petronio vais a encontrar una especie de templete donde se exhibe la escultura
realizada a partir de la imagen de la Sábana Santa de Turín.
Y, en un lateral de altar, vais a descubrir el típico Compianto
sul Cristo Morto, una composición de siete figuras que representa el
velatorio del cuerpo de Jesucristo tras morir en la cruz. No es el más
deslumbrante de Bolonia (ese honor lo tiene la obra de Niccolò dell’Arca, la
cual podéis admirar en el cercano Santuario de Santa María de la Vita).
Por último, es posible admirar en el interior de la
iglesia la Meridiana de Giandomenico Cassini, construida en 1655. Sus 66,8
m de largo hacen de ella la línea meridiana más larga del mundo. La meridiana
marca las horas italianas, que se cuentan desde el ocaso solar. Son horas
desiguales pues el anochecer va adelantándose o retrasándose ligeramente cada
día durante el transcurrir del año. La manera de saber el número de horas que faltan
para la puesta del sol consiste en restarlas de 24. Si visitáis la iglesia
entre julio y agosto, podréis contemplar su vigencia actual entre las 13:15 y
las 13:21 oficiales.
Para una profundización sobre las capillas y el templo
en general os dejo el siguiente enlace (buscar cappella):
https://www.basilicadisanpetronio.org/?s=cappella
3. Torres
degli Asinelli y Garisenda
Sin duda, estamos ante uno de los iconos de la ciudad,
una de sus imágenes más internacionales. Tan torcidas como la Torre de Pisa,
aunque mucho más altas. Es más, la Torre degli Asinelli es la torre inclinada
más alta del mundo. Tal vez, por ello, actualmente no se puede subir hasta su
terraza superior debido a trabajos de consolidación.
Lo anterior no debe desanimaros a la hora de acercaros
hasta aquí, pues la vista de ambas torres es impresionante.
Estas torres tienen un origen medieval (siglos
XII-XIII) y se levantaron en una época donde los nobles de Bolonia, divididos
entre güelfos (apoyan al Papa) y gibelinos (apoyan al emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico) necesitaban afianzar su posición ante sus rivales.
Las torres tenían una función tanto defensiva como de muestra de poder y
prestigio social de la familia que podía costearse una.
Bolonia era una urbe con un amplio apoyo papal, por lo
que la mayor parte de las torres tenían la parte superior plana. Las Gibelinas
se caracterizaban por tener la parte superior con forma de cola de golondrina.
Aunque el dato es controvertido, se supone que en época medieval Bolonia debía tener más de un centenar de estas torres, razón por la cual se denomina a la ciudad la Manhattan medieval. Más tarde, cuando la rivalidad finalizó, la mayor parte de torres se fueron derribando. Hoy en día quedan unas 27, si bien las dos más famosas son las que se alzan en el punto de salida de la antigua via Emilia.
La torre degli Asinelli
es la mayor de las dos y posee una altura de 97,20 metros. La Torre se
construyó entre 1109 y 1119 por la familia homónima (primero gibelina y luego
güelfa). Su creación tiene una leyenda alrededor que indica que fue gracias a
un tesoro que encontró un campesino gracias a dos burros (Asinelli significa
burritos). Con el mismo levantó la torre para impresionar a su futuro suegro y
poder contraer matrimonio con su amada, la cual era inaccesible por pertenecer
a una familia noble.
Aunque no resulte muy evidente, tiene una pequeña inclinación de 1, 3º (2,23 metros de desviación). Entre sus récords indicar que es la torre más alta de Bolonia, la torre original medieval más alta de Italia y la torre inclinada medieval más alta del mundo. Cuando la visité no pude ascender sus 498 escalones para poder admirar las vistas debido a que se encuentra en reforma. Os dejo foto de otros viajeros para animaros a subir la escalera de madera cuando vuelva a reabrir.
Esta torre ha tenido diferentes avatares históricos
reseñables: en 1513, para celebrar la elección del Papa León X, se disparó una
bala de cañón que impactó por error en la torre; en 1790, el científico
Giovanni Battista Guglielmini, gracias a un experimento realizado en la torre
lanzando desde su cima unas esferas de plomo y midiendo su desviación,
demostró, 61 años antes que Foucault, la rotación terrestre.
Como curiosidad, en Bolonia existe la tradición de que
ningún estudiante debe subir a esta torre hasta terminar la carrera, pues de
hacerlo se dice que nunca se licenciará.
Por su parte, la torre Garisenda, más baja y
ancha, fue construida por la familia Gibelina que le da nombre. Tiene 47 metros
de altura (10 menos que la Torre de Pisa) y una fuerte inclinación, debido al
hundimiento del suelo donde se asienta, que llevó en el siglo XIV a recortar
por miedo a que colapsara (antes medía 60 metros).
Esta torre fue citada dos veces por Dante. La más
famosa aparece en la Divina Comedia (XXXI canto del Infierno), donde la compara
con el gigante Anteo. Una placa en la torre recuerda esos versos de Dante.
Por cierto, que junto a las torres vais a encontrar
uno de los mejores lugares para comer en Bolonia su pasta más típica, los
tortellini. Se trata de Bottega Portici. Un lugar donde probar diferentes tipos
de esta pasta fresca (me encantaron los tortellini de espinacas y los que
tenían nueces y limón) y donde puede beber toda el agua que quieras de manera
gratuita. Además, desde la terraza verás las dos torres de manera privilegiada.
¿Se puede pedir más?
En Bolonia existen otras torres a las que podéis
acercaros. Personalmente me gustaron las siguientes: detrás de la Catedral, en
la Via Altabella, podemos encontrar la torre Azzoguidi (61 metros y
perfectamente vertical); muy cerca, en la Via degli Albari, encontramos la
torre Prendiparte o Coronata (60 metros) y la Torre Guidozagni (de apenas 20
metros); por último, en la Piazza Maggiore, la torre dell’Arengo (parte del
Palazzo del Podestà) y la torre Accursi o del reloj (del Palazzo d’Accursio con
48 metros).
4. Palacio Archiginnasio (Universidad)
El Palacio del Archiginnasio es uno de los edificios
más representativos de Bolonia. El Cardenal Borromeo ordenó su construcción
entre 1562 y 1563 bajo el proyecto del arquitecto Antonio Morandi, también
conocido como “el Terribilia”, para que fuera empleado como cuartel
general de la Universidad, algo que se conservó hasta 1803, pues hoy en día es sede
de la Biblioteca Comunale.
Bolonia tiene el honor de poseer la Universidad en
funcionamiento más antigua de Europa. Se fundó, oficialmente, en el año 1088.
Así consta en su escudo (aunque algunos retrasan el asunto hasta 1158, para
enfado de los locales, debido que es en esa fecha cuando se tiene constancia
documental). En la Edad Media cobraron fama sus estudios de Derecho, tanto
canónico como civil. Junto a Oxford, París, Salamanca o Cambridge forma parte
del quinteto más antiguo e importante de Europa.
Al entrar al patio interior podemos admirar uno
de los complejos heráldicos más grandes del mundo, existiendo más de 6.000
escudos, presentándose pintados y esculpidos. Los mismos son tanto escudos
de armas de los estudiantes como inscripciones en honor de los mismos.
Aquí estudiaron personajes muy conocidos, como Erasmo
de Rotterdam, Copérnico o Thomas Becket. En lo que toca a España, aquí
estudiaron Antonio de Nebrija, el filósofo Juan Ginés de Sepúlveda o el
cronista de las conquistas de América Francisco López de Gomara.
En la planta superior (visita de pago: 3€) existen dos
salones para clases universitarias (actualmente no visitables), un teatro
anatómico y dos aulas magnas utilizadas para los Artistas (actual Biblioteca
Comunal) y los Juristas (Stabat Mater). Los primeros recogían las materias
de medicina, filosofía, matemáticas, ciencias físicas y naturales, mientras que
los segundos se dedicaban al Derecho canónico y Civil. Como estos últimos se
consideraban estudiantes de primera categoría tenían su espacio particular
separado del resto de materias. Su salón recibió ese nombre como recuerdo de la
primera función que se representó aquí en el año 1842, la obra homónima de Gioacchino
Rossini.
Las entradas se sacan junto al conocido Teatro Anatómico, el cual será vuestra primera visita. Fue construido en madera de abeto tallada por Antonio Levante en 1637, y utilizado para la enseñanza de la anatomía en los siglos pasados. En su interior el teatro es presidido por una cátedra, donde se sentaba el profesor, cubierto por un baldaquín sujetado por dos esculturas de hombres desnudos y sin piel, llamados "gli Spellati" (los despellejados), del escultor Ercole Lelli.
La siguiente parada será la Stabat Mater es una
sala llena de frescos y escudos heráldicos que rebosa solemnidad. En las
paredes tiene diversas estanterías con multitud de libros clásicos sobre
materias como física, geografía o matemáticas (allí había algunos de óptica
también). Y no son los únicos que poseen. Si os asomáis a una puerta enrejada
veréis más y más estanterías. Una biblioteca digna de elogio.
Si queréis visitar la actual Biblioteca Comunal
deberéis esconder la cámara y haceos pasar como estudiantes.
5. Basílica
de Santo Stefano
Este complejo religioso es uno de los más importantes
y originales de toda Bolonia. Para llegar a él debemos acercarnos a la Piazza
Santo Stefano, en donde merece la pena admirar la Galería Isolani, así como el
palacio con pórtico columnado que posee los retratos de los miembros de una
poderosa familia boloñesa. La leyenda cuenta que aquella familia era famosa por
sus disputas, por lo que el escultor incluyó el retrato del diablo (sonriendo,
además) para indicar que en aquella casa habitaba el mal.
Volviendo a la Basílica debemos indicar que se
construyó a semejanza de una pequeña Jerusalén, en donde todos aquellos
cristianos que no podían realizar el viaje a Tierra Santa tuvieran esta especie
de sucedáneo.
Se trata de un complejo religioso formado por
diferentes edificios erigidos en épocas distintas que, comúnmente, se suele
conocer como “siete iglesias” por el número de edificios anexos. Pues, en
verdad, aquí no se suceden siete iglesias, sino cuatro. A lo que hay que
añadir, tal como veremos a continuación, dos patios y un museo. El número siete
tiene un significado figurado equivalente a mucho y está relacionado con el
pasaje bíblico donde Jesús indica que es necesario perdonar 70 veces 7 (Mateo
18, 21-22).
El origen de esta construcción está en San Petronio,
por aquel entonces era obispo de la ciudad. Tras regresar de Tierra Santa en el
siglo V decidió crear una réplica de los lugares que había visto. La
construcción inicial fue erigida sobre un templo pagano anterior (dedicado a
Isis), cerca del cual más tarde se colocaron una reproducción del Santo
Sepulcro de Jerusalén y, junto a la capilla con los restos de los protomártires
boloñeses Vitale y Agrícola, unos edificios levantados por los Benedictinos
entre los siglos X y XIII.
El complejo sólo tiene una entrada y el recorrido nos
llevará por todos los espacios. La primera iglesia que encontraremos en
el complejo es la del Crucifijo, también conocida como de San Juan
Bautista. De origen lombardo (S. VIII), destaca su curioso altar elevado con un
precioso crucifijo del S. XIV y una bonita pintura mural con el martirio de San
Esteban. Debajo existe una cripta donde se conserva una columna que, según la
leyenda, posee la altura de Jesucristo (1.70 cm).
La siguiente parada es la Basílica del Santo
Sepulcro, una réplica de la existente en Tierra Santa en el siglo V
(diferente a la existente actualmente en Jerusalén debido a las modificaciones
posteriores a cuando la visitó Petronio). La de Bolonia tiene forma octogonal
(una referencia al Templo de Salomón) y está cubierta con una cúpula de doce
lados. La mayor parte de las columnas, de ladrillo, son de época romana. Y
existe una levantada en mármol negro que simboliza a la que fue atado
Jesucristo mientras sufría el castigo de los latigazos. Dentro del Sepulcro
estaban las reliquias de San Petronio (hoy en día en la Catedral) y, debajo, se
encuentra el manantial bendecido con agua del río Jordán (que Petronio se trajo
de Tierra Santa).
La Basílica de los protomártires San Vidal y San
Agrícola es la más antigua de todo el complejo (siglo IV). Por ello el
altar se encuentra pegado a la pared, pues en la época la misa se realizaba de
espaldas a los fieles (esto cambió con el Concilio Vaticano II). Toda la
iglesia tiene un aspecto arcaico, desde su planta basilical, el suelo original
romano o su aspecto macizo hasta sus gruesas columnas y bóvedas de cañón. Como
curiosidad indicar que este templo fue clausurado en el siglo XV debido a que
se descubrió una tumba paleocristiana con la inscripción de Symon. Muchos
pensaron que se trataba de la tumba de Simón Pedro y acudían a la ciudad en
masa, para disgusto del Vaticano.
Regresando al la Basílica del Santo Sepulcro tendremos
la salida hacia el Patio de Pilatos, una auténtica réplica del lugar en
que fue condenado Jesucristo por Poncio Pilatos. Lo más destacable es la
presencia de una vasija de mármol, donada por los reyes lombardos Liutprando e
Ildeprando, que pasa por ser una copia del cuenco donde el Prefecto romano se
lavó las manos. Otra referencia a Jerusalén es el gallo de San Pedro, ese que
cantó las mismas veces que el Apóstol negó a Jesucristo. Se trata de una figura
de piedra del S. XIV en lo alto de una ventana detrás de la columnata del
patio.
El siguiente espacio lo ocupa la Iglesia de la
Trinidad, un templo inacabado dada la magnitud original (cinco naves). Lo
más importante que debes ver aquí es la composición en madera de la adoración
de los Reyes Magos. Está considerado el Belén más antiguo del mundo con figuras
exentas (finales del siglo XIII).
El Claustro con
doble pórtico (siglos X-XIII) es una de las más preciosas creaciones del estilo
románico emiliano. Es un patio mucho más grande que el anterior de Pilatos y
posee dos plantas, cada cual correspondiente a una época diferente (inferior
prerrománica y superior románica). Admirar los bellos capiteles de las columnas
es lo mejor que podéis hacer aquí. Dice la leyenda que la imagen de uno de
ellos inspiró a Dante para uno de sus castigos del Purgatorio que aparecen en
la Divina Comedia (hombre con cabeza girada 180º).
La última visita en este complejo corresponde al Museo
de San Stefano. El mismo contiene una rica colección de pinturas,
esculturas y otras obras de arte de épocas diferentes.
Y, hasta aquí, mis 5 lugares imprescindibles en
Bolonia. Unas visitas tan próximas entre sí y, tan rápidas de realizar, que
muchos cometen el error de visitar Bolonia de pasada. Craso error, amigos
lectores.
Bolonia tiene muchos más encantos escondidos, por lo
que realizaré algún artículo más sobre ella en breve. ¡Estad atentos!
¡Hasta la próxima!
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