Hoy vamos a descubrir dos pequeñas joyas
arquitectónicas de un periodo bastante desconocido por el gran público. Me
refiero al visigodo, esas gentes germanas que se aprovecharon de la decadencia
y caída del imperio romano para asentarse en la Península Ibérica.
Deudores de la tradición paleocristiana
tardorromana, sus construcciones se datan únicamente en el siglo VII y apenas
tenemos ejemplos debido a la posterior invasión musulmana a principios del
siglo VIII. Por ello, visitar alguno de los pocos templos que se conservan en
España es un auténtico privilegio. ¿Os animáis a visitar un par de ellos?
¿Dónde se encuentran los principales
templos visigodos?
En época visigoda fueron importantes
centros religiosos ciudades tales como Toledo, Mérida o Córdoba.
Lamentablemente, apenas quedan restos en pie en estas ciudades.
Si queremos descubrir construcciones
visigodas debemos dirigirnos al mundo rural, lugares donde la presencia
musulmana fue escasa o poco intensa, por decirlo de alguna manera. Esto
conlleva que los restos que tenemos corresponden a templos menores. Aun así
veréis que guardan una especial belleza.
En el siguiente mapa os dejo la ubicación
de las iglesias visigodas que se conservan en la península Ibérica y que se
pueden visitar (Fuente: https://www.misviajesysensaciones.com/2019/10/templos-visigodos-mejor-conservados-peninsula-iberica.html).
¿Qué características tenían los
templos visigodos?
Varias son las características principales
que encontramos en este tipo de templos:
Los edificios se construyen mediante
perfecta sillería, con aparejo de soga y tizón. Los sillares son grandes
bloques perfectamente cortados y escuadrados y colocados sin unión por
argamasa (a hueso). Las hiladas son irregulares.
El uso de macizas bóvedas de cañón
conllevaba la utilización de muros anchos y escasas ventanas, lo que provocaba
la existencia de interiores bastante oscuros.
Se suele utilizar el arco de herradura
con doble dovela, sujetado tanto por columnas como por pilares. Al
contrario de lo que suelen pensar las personas profanas, el arco de herradura
es herencia hispanorromana y no musulmana.
Los capiteles de las columnas pueden
ser de orden corintio muy esquemático o el de tronco de pirámide
invertido.
El espacio interior de los templos
es muy compartimentado, siendo perfectamente distinguibles las
diferentes salas desde el exterior.
Las cabeceras de los templos suelen
ser planas en la mayor parte de los casos y orientadas al este, mientras
que las plantas pueden variar entre la forma basilical y la cruz griega.
La decoración de los muros es rica en
frisos a base de elementos geométricos, florales o animales repetitivos. El
resto de decoración, tal como artesonados de madera dorados, mármoles o
lámparas votivas, han desaparecido.
Ermita de Santa María de las Viñas
La ermita de Santa María de Quintanilla de
las Viñas es una de las grandes joyas de la arquitectura visigoda y una parada
obligada si estáis visitando la comarca burgalesa del Arlanza (Covarrubias).
Ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas
Como en la mayoría de templos visigodos,
su datación es controvertida, aunque se suele afirmar que fue uno de los
últimos templos que se levantó antes de la conquista musulmana. Por tanto,
estaríamos hablando de inicios del siglo VIII.
El templo original tenía grandes
dimensiones, pues constaba de tres naves, y formaba parte de un conjunto
monacal. Lamentablemente, las naves colapsaron en el siglo XIV y actualmente únicamente
se conserva la cabecera de planta rectangular y el transepto. A pesar de estar
tan disminuido, el entorno natural donde se encuentra ofrece una visita muy
interesante.
Ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas
Aquí no tenemos centro de interpretación
por lo que existe un código QR que nos lleva a una página (http://www.tierradelara.es/Abierto24h/MQ/index.html)
donde poder descubrir las principales características y curiosidades de este
templo. Vamos a realizar un sucinto resumen de lo más importante.
Esta iglesia se sitúa en las proximidades
del lugar donde antiguamente se asentaba la ciudad romana de Nova Augusta.
Concretamente se encuentra en un yacimiento tardorromano del siglo IV antes de
cristo, donde posteriormente se construiría la iglesia de un monasterio cuyos
restos son los que podemos ver. En el siglo XIV, tal como indiqué antes, el
templo estaba en un estado próximo a la ruina, por lo que los féretros de los
familiares del conde Fernán González se trasladaron al próximo monasterio de
San Pedro de Arlanza (hoy también en ruinas).
Tanto en el interior como en el exterior
del templo los arqueólogos han encontrado multitud de enterramientos, lo
que demostró el uso funerario de este enclave. Los restos de estas tumbas es lo
primero que podremos ver nada más llegar.
Mientras que en el interior se han
encontrado enterramientos visigodos, en el exterior, justo delante de lo que
queda del templo, se han encontrado tumbas medievales datadas hacia el siglo
X-XIII. Se tratan de sarcófagos de grandes piedras monolíticas y tumbas de
lajas conformadas por un habitáculo revestido en sus paredes con losas y otras
que actuaban de cubierta, hoy desaparecida. La densidad de tumbas medievales
refuerza la idea de que la ermita pudiera funcionar como parroquia durante este
periodo.
Demos ahora la vuelta al templo hacia la
cabecera plana. Aquí vamos a ver, en mi opinión, lo más destacable de este
templo, los relieves en forma de frisos que recubren los muros del primer
templo original. Son relieves de gran calidad técnica realizados sobre grandes
piedras de arenisca, algunas de ellas de época romana que fueron retalladas.
Los frisos decorados son de piedra
caliza y presentan distintas series de motivos de influencia oriental
(bizantina y sasánida) y carácter simbólico.
Frisos de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas
Podemos distinguir tres frisos diferentes.
En el inferior se realizó una decoración consistente en tallos ondulados que
encierran hojas y racimos, relacionados bien con hojas de vid y uvas (de ahí
seguramente la denominación de esta iglesia y de la cercana aldea, Quintanilla
de las Viñas). Sobre el eje de la actual puerta de acceso se conserva la única
concha o venera de todo el conjunto. La decoración se interpreta como el camino
que conduce al triunfo.
El friso intermedio se compone de círculos
que se entrecruzan encerrando flores de seis pétalos (hexapétalas), aves
diversas y árboles de frutos que cuelgan de sus ramas. Las hexapétalas son
alegorías de tipo solar y aparecen con gran frecuencia en las estelas
funerarias romanas de la región de Lara. Algunas de las aves, como el pavo real
y el ave fénix, son exóticas y de influencia oriental; el pavo representa la
incorruptibilidad de la carne y la inmortalidad en la tradición cristiana. También
se reproducen figuras estilizadas de palmeras que son alegorías de Cristo y del
árbol solar en el mundo pagano.
También podemos observar aquí la
existencia de monogramas y zonas sin tallar, lo que denota que la decoración no
se llegó a completar. Las interpretaciones resultan variadas a la par que
inciertas. Con carácter general se asume que el último indica f(e)c(e)r(u)n(t)
(“hicieron”), por lo que para algunos autores los dos primeros encierran
encriptados los nombres de los benefactores de la construcción a partir de sus
iniciales. Lo importante de estos monogramas es que refuerzan la cronología
visigoda del templo, puesto que este recurso solo aparece en etapas tardías de
las monedas a partir del rey Chindasvinto (final siglo VII y principio siglo
VIII) y no con posterioridad a la penetración islámica.
Por último, en el friso superior, aparecen
diez medallones con bestias, algunas exóticas, como el león, leopardo, ciervo,
uro (toro), antílopes y osos, y otras fantásticas como el grifo.
Por su parte, los muros donde se
interrumpe la decoración responden a la reconstrucción medieval que originó una
pequeña ermita en los restos de la cabecera.
Toca ya entrar al interior por una
pequeña puerta realizada en un brazo del transepto original. Era la entrada que
antaño utilizaban los monjes que vivían en este monasterio, pues el transepto
era el lugar que ocupaban en las celebraciones litúrgicas. Los fieles, en
cambio, entraban al templo por el oeste, directamente a la nave, la cual ha
desaparecido. Por las excavaciones, originalmente el templo tenía cruz latina.
La cabecera de las iglesias visigodas era
el lugar más sagrado e importante. Esta tiene planta cuadrangular y, como el
resto de lo conservado, no posee la cubierta original, la cual tuvo que ser una
cúpula semiesférica realizada con ligera piedra de toba.
Debajo del arco toral se ubicaba el altar,
hoy presidido por una sencilla talla. En el suelo encontramos un par de bellos relieves
decorados con sendos bustos de un varón y una mujer, también sustentados por
ángeles, que se interpretan como Cristo y la Iglesia. Fueron robados en 2004 y
recuperados en 2019. Aquí se localizaba la mesa eucarística en forma de T (tau)
depositada actualmente en el Museo de Burgos.
Altar de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas
El arco de herradura que separa la
cabecera y el crucero se sustenta sobre dos columnas romanas de mármol. Posee
dos capiteles-cimacios decorados, al igual que lo está el arco. Ambos decorados
con figuras humanas, representaciones del Sol (izquierda) y la Luna (derecha),
sujetos por genios alados. En el bloque del sol existe una inscripción de la
benefactora Flammola (+OC EXIGVVM EXIGVA OFF ΔO FLAMMOLA VOTVM/La modesta
Flammola ofrece a Dios este modesto voto). Ambos suponen la cristianización de
dioses paganos (Helios/Apolo y Selene/Diana) y una alegoría de la muerte y
vuelta a la vida, como ocurre con el sol y la luna cada día.
Relieves en el interior de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas
Aunque se trate de una iglesia muy
disminuida, la belleza de su decoración en relieve justifica la visita a este
lugar y nos muestra la riqueza decorativa de los templos visigodos.
Iglesia de Santa María de Melque
La iglesia de Santa María de Melque es uno
de los templos mejor conservados de la arquitectura visigoda. Es más, se trata
del único en España que ha llegado completo hasta nuestros días. Del
resto sólo se han conservado elementos constructivos aislados, como en el
ejemplo anterior, o estructuras integradas en otras construcciones posteriores.
Su visita se puede complementar, perfectamente, con una escapada a las
Barrancas del Burujón.
Iglesia de Santa María de Melque
Nada más llegar al lugar comprobaremos que
las instituciones han realizado un gran trabajo de conservación y musealización
del lugar. Además de una zona de merendero con sombra, en los edificios que
rodean a la iglesia se habilitó una sala para exposiciones temporales y un gran
centro de interpretación donde, además de contextualizar Melque en su
época, aprenderemos un montón de curiosidades interesantes sobre la
civilización visigoda. Sin duda, la visita a este lugar es la mejor manera para
poder hacernos una buena idea de como era Melque en su época de esplendor.
Entre lo más interesante del centro de
interpretación destacaré la evolución que tuvo este lugar desde sus inicios
visigodos. Al igual que el templo anterior, formaba parte de un conjunto
monástico autosuficiente construido, seguramente, a inicios del siglo VIII. Los
arqueólogos han encontrado en los alrededores presas para embalsar el agua y
utilizarla en los diferentes huertos de cultivo, así como las dependencias
monacales construidas junto al templo.
El monasterio tuvo una vida próspera hasta
la invasión islámica de la Península a partir de laño 711. De esa época es la
construcción de una muralla en la parte anterior de la iglesia y el cerramiento
mediante muros de los huertos. A pesar de estas protecciones el monasterio fue
declinando en importancia, tanto por la presión de los musulmanes como por el
final de las donaciones de los señores convertidos al Islam.
Sea como fuera, el monasterio se terminó
abandonando, surgiendo una alquería musulmana con
viviendas dispersas alrededor del templo. Si por algo es original este templo
es por la función posterior que le dieron los pobladores musulmanes: levantaron
una torre sobre el crucero y utilizaron el templo como fortaleza.
Tras la reconquista de Toledo en el año
1085, Melque recuperó su función como Iglesia cristiana sin perder su condición
de pequeña fortaleza, que se mantuvo hasta el final de la Edad Media. En el
siglo XIII el territorio donde se situaba Melque pasó a ser administrado por
los templarios, quienes potenciaron el lugar como centro religioso. Su abolición conllevaría un nuevo declive
para Melque, reducida a ermita rural de escasa importancia.
Así se mantuvo hasta que en el siglo XIX
pasó a manos privadas debido a la desamortización de Mendizabal. En esta época
fue utilizada como establo y como pajar. Sería en 1968 cuando la Diputación de
Toledo adquiriera la iglesia y llevara a cabo las tareas de reforma y
musealización del lugar.
Es hora de pasar a visitar la iglesia. Os
dejo una magnífica descripción que os avisará de la importancia del lugar: “Una
iglesia que por su aparejo y sus macizos se parece a lo romano; por la
disposición de sus departamentos secundarios, a lo latino; por su planta, a lo
bizantino; por la contextura de sus arcos a lo visigodo y a lo árabe primario;
por sus bóvedas, su cúpula y sus semicolumnas, a lo románico; por el modo de
ejecución, a lo bárbaro; por otros detalles, a varias de aquellas artes, Qué
es?”.
Este es un ejemplo de iglesia de planta
cruciforme, quedando la cabecera resaltadas gracias a un par de estancias
que la flanquean. La arquitectura visigoda era muy volumétrica, es decir, desde
el exterior podemos conocer perfectamente la compartimentación interior de los
espacios, la cual, era muy marcada debido a la jerarquización de la liturgia
de la época. El santuario, lugar de mayor sacralidad ocupado por el sacerdote
oficiante, era aislado del resto del templo mediante una estructura física de
canceles y cortinajes. La zona del transepto era dedicada al coro y en ella se
situaban los clérigos. En la nave, por último, se disponían los fieles laicos.
Iglesia de Santa María de Melque
La Iglesia está construida en su
totalidad con sillares irregulares de granito de gran tamaño, algunos
reaprovechados de otras construcciones anteriores, asentados en seco y sin
cimentación. Su aspecto es ciclópeo, semejando las construcciones romanas de
las que era deudora.
Ahora bien, antes indicaba que Melque
posee una mezcolanza curiosa de estilos. Los arcos de las ventanas son más bien
mozárabes; mientras que el rebaje circular de las esquinas en sus cuatro
fachadas es una solución original que podemos asemejar al románico normando.
Una vez que entramos por la puerta de la
nave principal, cuyo arco de herradura fue tapiado, descubrimos un lugar
fascinante dominado por las cubiertas abovedadas en la totalidad de los
espacios. Bóvedas de cañón de más de siete metros de altura que explican lo
macizo de la construcción.
Interior de la iglesia de Santa María de Melque
En la zona del crucero encontramos cuatro
arcos de herradura resueltos en un espectacular cimborrio que a su vez
sustenta la bóveda central. Situados en este punto debemos prestar a tención a
tres lugares.
Cimborrio de la Iglesia de Santa María de Melque
A nuestro frente se encuentra la zona del
altar. Dentro del santuario el elemento principal era el altar o mesa
eucarística. En ella destacaba la decoración del pie del altar, basada en
elementos apocalípticos como la cruz, el crismón con alfa y omega o el árbol de
la vida.
Altar de la Iglesia de Santa María de Melque
Aunque en la actualidad vemos la piedra
viva, Melque estaba completamente estucada y poseía un rico aparato decorativo
escultórico en relieve policromado en capiteles y frisos, lo que denota una
alta capacidad de inversión por parte de sus promotores. Lamentablemente son
pocos los ejemplos que se conservan en la actualidad, destacando unas filigranas
de estuco en los arcos torales del crucero.
A nuestra mano derecha (brazo sur del
crucero) se abre el gran arcosolio (arco = arco; solio = sarcófago), el
cual sugiere que Melque pudo ser en un principio un mausoleo destinado al
enterramiento de un alto personaje del Reino Visigodo de Toledo. Es posible que
el el sarcófago utilizado se hubiera reaprovechado de la época paleocristiana
anterior, siendo esta una costumbre muy extendida entre la aristocracia
visigoda.
Arcosolio de la Iglesia de Santa María de Melque
No sabemos quién fue enterrado aquí, pero
Melque deriva del topónimo árabe Balatabdelmelic, que significa palacio del
servidor del rey. Algunos estudiosos indican que el anónimo personaje pudo ser
un tal Nicolao, un noble godo al que San Eugenio, poeta de las cortes de
Chindasvinto y Recesvinto, dedicó tres composiciones poéticas. También sabemos
que su hijo Evantio dedicó una magna construcción funeraria, por lo que podría
cuadrar que Nicolao fuera el noble de la corte que tuvo aquí su última morada.
En el brazo norte del crucero encontramos
una zona añadida al templo en una segunda fase posterior. Se trata de un
recinto conformado por una serie de nichos cuya finalidad es objeto de debate:
claustro, receptáculo de reliquias, osario del monasterio. Esta última
opción es la que más seguidores tiene. La necrópolis funcionaría de pudridero,
siendo los restos transportados, una vez descarnados, a los nichos de esta
estancia. Una práctica muy extendida en los monasterios medievales.
En definitiva, una visita tremendamente
interesante y en donde conocer una de las pocas construcciones visigodas que
conservamos prácticamente íntegra.
Hasta la próxima
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