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domingo, 15 de agosto de 2021

Los niños siempre deben llevar gafas de sol

En muchos lugares vais a leer que la radiación ultravioleta es dañina para nuestros ojos y que, en el caso de los niños, es especialmente importante protegerles de la luz solar debido a que sus estructuras oculares están en formación y no tienen aún desarrollada toda la protección natural ante esta luz nociva.

 

Ahora bien, siendo verdad lo anterior, la gran disponibilidad existente en gafas de sol para niños ha llevado a la sociedad a consumir este producto de una manera masiva y no siempre recomendable.

 

¿Te apetece descubrir un poco más sobre este tema?

 

Uno de los mayores problemas visuales existentes en la actualidad es el gran desarrollo de la miopía en la población joven del mundo occidental. Ya hemos tratado en otro artículo sobre la pandemia silenciosa existente en Europa, continente que sigue los mismos pasos que Asia, donde más de un 90% de la población es miope.

 

Y dentro de todos los estudios que se llevan a cabo para intentar descubrir el origen y los mecanismos de su crecimiento exponencial uno de los más importantes hasta la fecha fue el que nos mostró como la exposición a la luz solar nos previene de esta ametropía.

 

En el año 2007, el optometrista Donald Mutti, del Colegio de Optometría de la Universidad Estatal de Ohio, mostró los datos de una investigación1 que había realizado durante 5 años.  En este estudio se analizaron los hábitos de un grupo de más de 500 niños de 8 y 9 años de edad y con visión sana. En el estudio se analizaban tanto la herencia, el trabajo en cerca y el tiempo de ejercicio realizado al aire libre. Y el resultado de las conclusiones fue sorprendente: la principal causa por la que los niños se convertían en miopes fue que pasaban menos horas en el exterior haciendo ejercicio.


Este estudio fue replicado por otros investigadores llegando al mismo resultado. Kathryn Rose, de la Universidad de Tecnología de Sidney, realizó un experimento2 similar en 2008 y descubrió que realizar deporte o pasar menos tiempo delante de pantallas no era el factor clave. El factor más concluyente resultó ser una mayor exposición a la luz brillante del día.

 

Ian Morgan realizó un experimento en el año 2009 sobre unos niños en Guangzhou. A un grupo se les añadió una clase extra de 40 minutos al aire libre al final de su jornada. De los más de 900 chavales que asistieron a la clase al aire libre, el 30% desarrolló miopía entre los 9 y 10 años, un 10% menos que los alumnos de las escuelas de control que no introdujeron esa clase. La conclusión a la que ha llegado Ian Morgan es que los niños necesitan pasar alrededor de tres horas por día bajo niveles de luz de al menos 10.000 lux para estar protegidos contra la miopía, una cantidad de luz similar a la que recibiríamos permaneciendo bajo la sombra de un árbol en día de verano.

 

Hoy en día conocemos un poco más la razón de este proceso. La luz solar estimula la producción de dopamina intraocular a través de las células amacrinas de la retina. La dopamina es un neurotransmisor que bloquea el alargamiento del ojo durante su desarrollo y se produce sobre todo durante el día. Pero ambientes tenues, o faltos de suficiente luz solar, hace que su ciclo se interrumpa, lo que termina provocando la elongación de la longitud axial.

 

Ahora bien, una vez que conocemos esta importante relación entre la luz solar y el crecimiento ocular saludable, los investigadores comenzaron a estudiar también si alguna parte del espectro de luz era más importante para el desarrollo ocular que otra. Y en este sentido existía una amplia investigación en animales y, últimamente, también en humanos.

 

En lo que a estudios3,4 con animales se refiere, la mayoría de ellos muestran un par de características importantes. Los investigadores han estudiado el efecto de los dos extremos del espectro electromagnético, experimentando con luces de onda larga (infrarrojos) y de onda corta (ultravioletas). Y en gran parte de los casos estudiados han comprobado que la exposición a la luz roja infrarroja induce la miopía y el crecimiento ocular, mientras que la exposición a la luz ultravioleta resulta beneficiosa para la reducción de la miopía.

 

No sería la primera vez que ciertos estudios con animales no tienen correspondencia con los humanos. Por ello las conclusiones anteriores debían ser estudiadas en grupos humanos y comprobar que podía existir correspondencia con lo apuntado en los estudios animales.

 

Dentro de los estudios llevados a cabo voy a destacar uno en concreto, realizado por Hidemasa5 en 2017. En él se media la longitud axial de niños miopes y su progresión dependiendo del tipo de lente que llevaban. La muestra de niños fue bastante grande pues crearon varios grupos: 211 niños llevaban lentes que bloqueaban totalmente la luz ultravioleta (UV), 99 usaban lentes que dejaban pasar totalmente la luz UV, 31 niños usaban lentes de contacto que bloqueaban la luz UV y 116 niños usaban lentillas que dejaban pasar la luz UV. La conclusión del estudio fue que el uso de lentes y lentillas que bloqueaban la luz ultravioleta provocaban un mayor crecimiento de la longitud axial del ojo y, por consiguiente, una mayor miopía en esos niños.

 

Por tanto, en base a los estudios llevados a cabo, tenemos dos importantes conclusiones:

 

Por un lado, diversos investigadores han demostrado que cuanto mayor es el nivel lumínico que recibe un niño, menor es el crecimiento axial de su ojo y, por tanto, menor es su error miópico. Uno de los últimos estudios al respecto es el de Pei-Chang6 2018 donde se estudió el efecto de la luz solar en niños que pasaban más o menos tiempo en la calle, demostrando que los escolares que pasaban un tiempo mayor a 200 minutos en el exterior mostraban un menor error miópico, siendo la disminución significativa tanto en niños miopes como en los que no tenían aun miopía.

 

Dentro del espectro electromagnético, los estudios anteriores, tanto en animales como en humanos, parecen mostrar que la absorción de luz ultravioleta por parte de los ojos parece ser beneficiosa para su correcto desarrollo y para evitar la aparición y progresión de la miopía.

 

Teniendo en cuenta las dos conclusiones anteriores los optometristas tenemos armas para informar a los padres, profesores y pediatras de la importancia de que los niños tengan horas de juego en el exterior, donde la exposición a la luz solar les permita tener un buen desarrollo ocular.

 

Y en este punto es donde quiero incidir en el uso correcto de las gafas de sol. Todas las gafas de sol adquiridas en las ópticas poseen una adecuada protección a la luz ultravioleta. Seguro que muchos habéis visto la típica pegatina de UV400. Esto significa que la lente no deja pasar la luz inferior a 400 nanometros, es decir, la luz ultravioleta.

 

Sabemos que este tipo de luz provoca, con una exposición prolongada, diversos problemas oculares como cataratas o pterigium, por lo que es necesaria la protección ante ella a lo largo de nuestra vida. Esta es la razón de ser de las gafas de sol, un artículo sanitario (aunque hoy en día parezca exclusivamente de moda) que nos protege.

 

¿Cómo conjugar ambas cuestiones? Con sentido común.

 

En el caso de los niños las gafas de sol siempre son recomendables (e imprescindibles me atrevería a indicar) en los momentos de alta exposición solar. Esto es en la playa, la nieve o la montaña. En estos casos tenemos una alta exposición magnificada por el reflejo de la arena o la nieve, lo que nos puede provocar incluso daños agudos (queratitis solar) si no estamos correctamente protegidos.

 


Ahora bien, en la ciudad, en el parque o en lugares con sombra el uso de gafas de sol, atendiendo a los estudios sobre la miopía, no sería recomendable. En estos casos una simple gorra o visera es más que suficiente para evitar la molestia de la excesiva luminosidad y, gracias a ello, permitimos que una gran parte de la luz solar (donde los ultravioletas son importantes) lleguen a los ojos y permitan su correcto desarrollo.

 

Por tanto, en base a los estudios existentes, las gafas de sol en niños no están recomendadas para todas las situaciones. Muy al contrario, parecen ser perjudiciales (en cuanto a la miopía se refiere) cuando la intensidad de la luz solar no es muy alta.

 

No siempre son necesarias las gafas de sol: interior del coche, niños o bebés en la ciudad. La de la moto prefiero no comentarla.  

Pero además de las gafas de sol existen otras lentes que filtran la luz ultravioleta con igual eficacia. Por un lado, están todas las lentes oftálmicas de índice reducido 1.6 o superior y, por otro, las nuevas lentes con tratamientos contra la luz azul de los dispositivos electrónicos. Mientras que las primeras solo permiten el paso de la luz a partir de 400 nanometros (como cualquier gafa de sol), las segundas van más allá y colocan el corte en 420 nanometros aproximadamente.

 

En el primer caso resulta complicado que los padres puedan ofrecer una solución idónea a su hijo pues, la única posibilidad, es quitarle las lentes en exteriores. Pero si su hijo ya es miope y tiene lentes reducidas será porque su graduación ya no le permite ver bien sin las gafas. La cuestión no es baladí y hasta ahora no ha centrado en exceso la investigación. Mi recomendación, como siempre, es usar el sentido común. Siempre podemos prescindir de las gafas de miopía en exteriores cuando la actividad que el niño esté realizando sea en distancias cortas, como jugar con juguetes o cartas. En esos casos sería recomendable quitarles las gafas pues un miope ve perfectamente en cerca sin necesidad de ellas.

 

Para las lentes con filtro para la luz azul su uso extendido en niños resulta problemático toda vez que se usen para actividades alejadas del visionado de pantallas. Este tipo de tratamientos son recomendables para el uso de dispositivos electrónicos, pero en exteriores tendríamos un problema igual de acuciante que en el caso de los niños con lentes reducidas o que utilizan gafas de sol en cuanto salen a la calle. Por tanto, si deseamos colocar este tratamiento a nuestros hijos debemos pensar en realizar un par de gafas en la que una sea específica para interiores y otra, sin reducir (si la graduación lo permite), para los exteriores.

 

Como conclusión final indicar que, a falta de mayores avances en el tema, la situación actual parece indicar que el espectro de luz azul correspondiente a longitudes de onda corta podría ayudar a ralentizar la progresión de la miopía.

 

Dado que existen en el mercado numerosos productos que filtran esta luz (gafas de sol, lentes reducidas y tratamientos contra la luz azul) sería recomendable instruir a los padres sobre el correcto uso que se deben dar a estas soluciones de cara a evitar la aparición y progresión de la miopía en sus hijos.

 

Espero que con este artículo quede más clara la cuestión.

 

Hasta la próxima.

 

 

Bibliografía:

 

1.     Mutti, D. et al. Parental History of Myopia, Sports and Outdoor Activities, and Future Myopia. Investigative Ophthalmology & Visual Science August 2007, Vol.48, 3524-3532

2.     Rose KA et al. Outdoor activity reduces the prevalence of myopia in children. Ophthalmology. 2008 Aug;115(8):1279-85. doi: 10.1016/j.ophtha.2007.12.019. Epub 2008 Feb 21.

3.     Liu R et al. The effects monochromatic ilumination on early eye development in Rhesus monkeys. Investig. Ophtalmol. Vis. Sci. 2014; 55(3): 1901-09

4.     Rucker F et al. Blue light protects against temporal frequency sensitive refractive changes. Visual Neuroscience 2015. Sept; 56(10): 6121-31.

5.     Hidemasa Torii et al. Violet light exposure can be a preventive strategy against myopia progression. Ebiomedicine 2017; 15: 210-17

6.     Pei-Chang Wu et al. Myopia prevention and outdoor light intensity in a school based cluster randomized trial. Opthalmology. 2018. Aug; 125(8): 1239-50.

 

 

 

4 comentarios:

  1. Muy interesantes tus aportaciones, pues además de proporcionar información la analizas y reflexionas en torno de ella. Como madre de un niño con miopía que avanza más rápido de lo que suponíamos, tu exposición en este artículo sobre la conveniencia o no de usar gafas de sol resulta muy útil. Saludos y agradecimientos desde México.

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    1. Hola, gracias por comentar.
      Tan solo intento difundir al gran público algo del conocimiento profesional que no suele llegarle habitualmente.
      Saludos

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  2. Curiosamente las pantallas actuales están desplazadas hacia el azul, por lo que según indicas contrarrestaría el no estar en actividad al aire libre. El tiempo dirá. En mi humilde opinión la herencia genética es un factor más importante.
    Por otro lado, tengo una duda: yo siempre he pensado que las gafas de sol son peligrosas porque no cubren la totalidad del campo visual y para mas inri hacen que el ojo dilate la pupila. Ello me lleva a pensar que nos estamos cargando nuestra visión periférica. ¿Puedo tener algo de razón?

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    1. Hola, gracias por comentar.
      Los últimos estudios indican que la luz azul emitida por los dispositivos es muy escasa, por lo que no puede sustituir a la exposición de la luz solar natural. Igualmente, tampoco parece tener la perniciosidad que parecían indicar ciertos estudios de hace unos años. Por ello los filtros de luz azul ya no inciden en la protección ocular de la retina y si en el descanso de nuestro sistema visual.
      Sin duda la herencia es importante a la hora de explicar la miopía, especialmente la media y alta. Pero dada la alta incidencia de este error refractivo en el mundo es imposible que sólo se genere por los genes.
      Por último, esa idea de las gafas de sol es equivocada. Los modelos de gafa de sol son suficientemente grandes como para cubrir todo el campo visual útil. Y su utilidad reside tanto en eliminar la radiación UV perjudicial para nuestros ojos como mitigar el exceso de iluminación ambiental que nos ciega y empeora nuestra visión.

      La visión periférica se activa con los bastones, los cuales necesitan muy poca cantidad de fotones de luz para activarse. La visión no es tan nítida como con los conos maculares y no vamos a poder ver bien los colores. Eso es lo que nos pasa por la noche respecto al día.
      Pero usar gafa de sol cuando es necesario nunca va a ser perjudicial, sino que favorece nuestra visión.
      Lo problemático es usarla cuando no es necesario, como en interiores o acostumbrarnos a filtros muy oscuros en situaciones de escasa iluminación. O, como parecen indicar los estudios, colocarle a los niños gafas de sol en todo momento cuando el sistema visual se está formando.
      Saludos

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