En nuestro particular viaje anual por las diferentes ciudades
alemanas hoy toca detenerse en Fráncfort, una de las urbes que mejor ha sabido
integrar la modernidad de sus rascacielos con su legado arquitectónico pasado,
creando una conjunción tan bella como armónica.
A pesar de ser un importante nudo de comunicaciones europea y estar
situada en un enclave particularmente propicio para acoger el turismo nacional,
desde nuestro país son escasos los turistas que deciden pasar allí unos días.
¿Os apetece que os descubre algunas joyas que esta ciudad atesora?
Fráncfort del Meno es una de las ciudades más modernas de Alemania.
No en vano, debido a los modernos rascacielos que posee, se la suele denominar
Mainhattan o Chicago am Main. Centro económico de primer orden dentro de la UE,
la ciudad alberga numerosos bancos y periódicos, como el Frankfurter Allgemeine
Zeitung. A todo lo anterior debemos sumarle un rico pasado cultural y una
importante colección artística diseminada por sus diferentes museos de arte.
Plaza Römenberg
Se trata de la plaza
principal de la ciudad, ubicada en su mismo centro neurálgico. Si estás en
Francfort pasarás por allí en numerosas ocasiones. Y lo harás con gusto debido
al especial encanto que atesora. Como ya habrás comprobado en las entradas
anteriores sobre ciudades alemanas, las plazas son uno de los puntos fuertes de
todas las ciudades germanas.
Construida en el siglo XII, se trataba del lugar en el que se
celebraban ferias comerciales y todo tipo de festividades. De hecho, la
prestigiosa Feria del Libro de Fráncfort aún sigue realizándose en la
actualidad.
Destaca en el centro la Fuente
de la Justicia (Gerechtigkeitsbrunnen), la cual se encuentra rodeada por un
bello conjunto de edificios. De esta fuente destaca su excepcional escultura,
la cual representa a la Justicia. Aunque posee la clásica balanza y la espada,
aquí no tiene venda en los ojos, elemento simbólico importante que eché en
falta. Como curiosidad indicar que cuando se coronaba a un emperador de sus
caños salía vino en vez de agua.
En un lateral se alza un complejo de casas que se sitúan sobre un
antiguo asentamiento. Denominado Römer
(que significa romano), aquí encontraréis el Ayuntamiento viejo (Altes Rathaus), lleno de banderas. Se trata del
edificio histórico más importante de la ciudad y en el interior del central, en
la Kaisersaal, eran coronados los emperadores del Sacro Imperio Germánico. 52
retratos dispuestos en esa sala permiten descubrir la historia de esta
institución entre los años 1152 a 1806 (actualmente creo que ya no puede
visitarse por ser sede del Ayuntamiento). Lo que si debéis hacer es rodear el
edificio y admirar el Puente de los Suspiros, llamado así por recordar al
homónimo veneciano, y que une el ala más moderna con el edificio principal.
Junto a este puente se encuentra también la Iglesia de San Pablo, importante
históricamente por haber salido de allí la primera Constitución democrática del
país.
Justo enfrente se alza un conjunto de casas con muros de entramado
de maderas denominado Ostzeile, cuya
contemplación es una delicia. Se trata de las típicas y bellas casas de madera
alemanas, cada una original y diferente al resto, pero guardando todas una
especial simetría encantadora. Cada casa tiene su propio nombre, de izquierda a
derecha son Zum Engel (El Ángel) en el n. 28, Goldener Greif (Griffin dorado)
en el n. 26, Wilder Mann (Hombre Salvaje) en el n. 24, Kleiner
Dachsberg-Schlüssel en nos. 20-22 (Pequeño Dachsberg), Großer Laubenberg (Gran
Laubenberg) en el n. 18 y finalmente Kleiner Laubenberg (Pequeño Laubenberg) en
el n. 16. Aunque originalmente fueron construidos en el siglo XV-XVI, las
destrucciones ocasionadas durante la Segunda Guerra Mundial obligaron a
reconstruirlos en 1983.
En un lateral de la plaza se alza la Casa de Piedra (Steinernes Haus), un edificio que data de 1464 y
que fue construido por un rico comerciante de seda de la ciudad de Colonia, así
como la Iglesia de San Nicolás, el
templo más antiguo de la ciudad y hoy día consagrado a la confesión luterana
(razón por la que su interior es bastante austero).
KaiserDom
La Catedral de Francfort tiene la particularidad de no ser la sede
del obispo de la ciudad, sino que ostenta tal denominación por haber sido el lugar
donde se coronó a reyes y emperadores entre 1356 y 1792. De ahí que sea más
apropiado denominarla Kaiserdom, que significa Catedral del Emperador.
La Catedral se encuentra muy próxima a la Plaza Römenberg (en
Francfort está todo muy cerca) y está dedicada a San Bartolomé. Tiene la
particularidad de haber sido reconstruida en dos ocasiones: en 1880 (a causa de
un incendio) y en 1953 (debido a la Segunda guerra Mundial).
De su esplendoroso interior destacaría el retablo gótico de su altar mayor, el cual representa pasajes de la
vida de Jesús, la Capilla de la Virgen,
que conserva el único retablo original (una preciosidad artística que muestra
la muerte de la Virgen) que aguantó los avatares temporales del edificio, y la Capilla del Electorado, lugar histórico
en el que se elegían a los emperadores.
Por último, para los enamorados de las vistas, os recomiendo subir
a lo alto de la torre de la Catedral. La ascensión tras 328 escalones otorga
unas vistas maravillosas de la ciudad.
Museo
Städel (Städelsches Kunstinstitut)
El margen sur del río Main se le conoce como la Orilla de los
museos. En nueve edificios históricos alineados, antiguas villas de personas
ricas e influyentes, se concentra una de las zonas museísticas más importantes
de Alemania. Cualquiera de ellos merece la pena ser contemplado, pero yo voy a
destacar el primero que se asentó en este lugar y el que atesora la colección
de arte más importante de todos, el Museo
Städel (Städelsches Kunstinstitut)
Este museo fue fundado por el banquero J. Friedrich Städel, quien
donó su colección de arte a la ciudad en 1815. Ésta se fue enriqueciendo con
los años y en 1878 se trasladó a un bello edifico neorrenacentista situado en
el llamado Malecón de los Museos. En 1920 el museo incorporó la colección
Hohenzollern de Sigmaringen, configurándose como podemos apreciarlo
actualmente.
En este museo pictórico de excepcional riqueza vamos a poder
admirar obras de pintores italianos, alemanes y holandeses, dividiéndose la
colección entre los siglos XIV-XVI por un lado, y entre los siglos XVII-XVIII
por otro. Igualmente existen dos áreas dedicadas a obras modernas de los siglos
XIX y XX.
¿Qué grandes obras vamos a encontrar en este museo?
De los italianos renacentistas destacaría el Retrato de mujer, de Sandro Botticelli, quién nos legó las
facciones de la bella amante de Giuliano Medici, Simonetta Vespucci. De los
flamencos me encantó la Virgen de Lucca,
de Jan Van Eyck, por su elaborado detallismo y su particular tridimensionalidad,
así como el juego con la luz que Jan Vermeer desplegó en El Geógrafo, o la dramática escena de Rembrandt Sansón cegado por los filisteos.
De épocas más próximas voy a destacar Goethe en la campiña romana, obra de Johann Heinrich Wilhelm
Tischbein y uno de los emblemas del movimiento romántico, La isla
de Citera, de Jean-Antoine Watteau, un cuadro inspirado en la obra de
teatro de Dancourt Las tres hermanas, y Los
músicos de Edgar Degas, una obra cuya particularidad reside en haber sido
recuperada por su autor, una vez vendida, para retocarla y pintarla de nuevo.
El resto de museos que podéis visitar son el Museo Giersch: museo de historia de la cultura y el arte, la Liebieghaus: museo de esculturas,
relieves y pinturas desde el Antiguo Egipto al Neoclasicismo, el Museo de la Comunicación (Museum für Kommunikation):
con objetos relacionados con la historia de los servicios postales y
telefónicos, el Museo Alemán de
Arquitectura (Deutsches Architekturmuseum): con unos 180.000 planos y 600
maquetas que complementan diferentes exposiciones dedicadas exclusivamente a la
arquitectura, el Museo Alemán del Cine
(Deutsches Filmmuseum): en el que descubrir la historia de la cinematografía
desde sus orígenes hasta el presente, el Museo
Etnológico (Museum der Weltkulturen): con 67.000 artefactos históricos de Oceanía,
África, el Sureste de Asia y el continente americano, el Museo de Artes Decorativas (Museum für Angewandte Kunst): con más
de 30.000 objetos de Europa y Asia entre los que destacan muebles, vidrios y
porcelanas y el Museo de los Iconos
(Ikonene Museum): con una gran colección de iconos de la iglesia cristiana
ortodoxa de los siglos XV al XX, de Alemania, Bulgaria, Grecia y Rusia.
Y no son los únicos de la ciudad. En la parte norte del río Main se
encuentran el Museo Judío de Frankfurt
(Jüdisches Museum) y el Museo Histórico
(Historisches Museum) en el que poder descubrir la historia de los judíos y de
la ciudad respectivamente.
Como podéis comprobar, abarcarlos todos será tarea difícil, por lo
que escoger los que más se aproximen a vuestros gustos.
¿Son estos los únicos encantos de esta ciudad? Ni mucho menos.
Una visita clásica que realizan los alemanes es a la Goethehaus, casa en la que vivió el
famoso escritor alemán hacia 1768. La
casa conserva mobiliario original de la época, incluyendo el escritorio desde
donde salieron obras tan famosas como Fausto o Werther.
Para los apasionados a la música una parada obligada es la Alte Oper, antigua sede de la ópera de
Francfort. Hoy funciona tanto como sala de conciertos como de eventos y
congresos.
Y, por supuesto, siempre es un placer admirar el Distrito Financiero de Francfort, uno de
los centros más importantes de Europa y único en su género en este continente.
Entre los muchos rascacielos que posee destacan el Europaturm (337 metros), la
estructura más alta de Frankfurt, el Main Tower (200 metros), el único con una
terraza panorámica abierta al público, o el Commerzbank Tower (259 metros), el
primer rascacielos ecológico del mundo.
Skyline de Francfort desdela parte sur del río Main |
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