Hoy os voy a comentar una visita clásica desde la
ciudad de Madrid: la visita a la imperial ciudad de Toledo. La cercanía (menos
de 100 Km) y la fácil conexión (tanto por carretera como por tren) animan a
visitar esta ciudad, de largo pasado medieval, que constituye una de las tres
visitas principales (junto a Ávila y
Segovia) para todos aquellos que deseen descubrir el rico patrimonio que rodea
a la Comunidad de Madrid.
Aunque Toledo guarda numerosos tesoros que obligan a
una visita detenida durante más de una jornada, la mayor parte de personas que
la visitan tan solo pueden quedarse unas pocas horas, razón por la cual es
necesario planificar bien la ruta a realizar.
¿Cómo
llegar?
A Toledo se puede llegar cómodamente en tren AVE desde
la estación de Atocha de Madrid. El trayecto no supone ni media hora, lo que
supone una salida fácilmente realizable por los turistas que visitan la capital
española. El trayecto desde la estación de tren hasta la ciudad apenas lleva
otros 15 minutos andando (existen autobuses para los más perezosos que os
llevarán a la Puerta de la Bisagra).
Si te animas a llevar el coche propio es necesario
indicar que el casco antiguo medieval no está adaptado para el tráfico rodado y
os aconsejaría no entrar de ningún modo (lo más probable es que el GPS os falle
y quedéis atrapados en una calle estrecha). Por otra parte, en los alrededores
próximos a la ciudad existe el aparcamiento de pago (la famosa O.R.A.), el cual
dificulta enormemente aparcar a los visitantes que desean pasar el día en la
ciudad y no andar regresando cada dos horas a cambiar el ticket (zona azul). En
esta ciudad existe la zona naranja en la que no existe limitación horaria. La
hora de estacionamiento no llega a un euro y se debe pagar de lunes a viernes
de 10-14 y de 17-20H y los sábados por la mañana hasta las 14:00H.
Otra opción de pago es elegir un parking subterráneo
en el que dejar el coche toda la jornada. Los que más plazas tienen se
encuentran en Paseo del Corralillo San Miguel s/n y en Paseo de Recaredo, 27.
La alternativa más económica es aparcar fuera de las
zonas de limitación horaria. Tendrás que andar un poco hasta la ciudad pero te
ahorrarás unos euros para invertirlos en algún recuerdo en la ciudad. Las
mejores zonas para aparcar gratis en Toledo son:
·
Parking gratuito de Safont, junto a la
estación de autobuses. En el puente de Azarquiel, antes de llegar a la glorieta
existe un desvío a la derecha que nos lleva directos al aparcamiento. Unas
escaleras mecánicas os acercarán al centro en unos 10 minutos.
·
Parking junto a la estación de tren AVE.
Además del propio de la estación, bastante concurrido, existe otro más próximo
al río Tajo, junto a una gasolinera, denominado Paseo de la Rosa (o Azarquiel).
·
Parking situado detrás de la zona del
Circo Romano (Camino Molinero).
·
Parking zona Santa Teresa, cerca Paseo
Circo Romano. Sin asfaltar pero próximo a las escaleras mecánicas de Recaredo.
¿Qué
ver en Toledo?
Vamos a imaginar que entramos en la ciudad por la
famosa Puerta de la Bisagra. Es una muy buena opción, pues justo en la glorieta
anterior existe un centro de información turística en el cual encontrar un
plano para orientarnos por la ciudad.
La Puerta de la
Bisagra, un auténtico arco triunfal reelaborado por Alonso de Covarrubias, su
aspecto actual data de mediados del siglo XVI. El escudo imperial de Carlos V,
inconfundible con su águila bicéfala, saluda a todos los visitantes. Este lugar
es uno de los que más me gustan para entrar a la ciudad y es un magnífico
aperitivo de lo que nos vamos a encontrar dentro de la ciudad.
Nada más entrar vamos a encontrarnos con la iglesia de Santiago el Mayor o de
Santiago del Arrabal, una de las mejores muestras del estilo mudéjar toledano.
La decoración con ladrillo de su triple ábside, con tres pisos de arcos de
herradura, es una imagen realmente evocadora.
Siguiendo la Calle Real llegaremos a la Puerta del Sol, una puerta albarrana
del siglo XIV en estilo mudéjar y con influencia nazarí que os recordará a las
puertas de la Alhambra granadina. Su nombre proviene de un relieve en el lado
extramuros, en el que entre otras figuras aparece un sol.
Nada más atravesar la puerta, a nuestra izquierda, se
encuentra la Mezquita del Cristo de la
Luz, interesante edificio del siglo X y único que se conserva anterior a la
conquista cristiana de la ciudad en 1085. Originalmente era un pequeño oratorio
asociado a esta entrada a la ciudad, por lo que no os penséis encontrar un gran
templo. La advocación al Cristo de la Luz se la dieron los caballeros de la
orden de San Juan, quienes se hicieron cargo del edificio tras la conquista.
Actualmente espacio desacralizado, resulta interesante pasear entre sus
columnas de capiteles reaprovechados de otras construcciones, las cuales
sostienen nueve bóvedas con sus característicos arcos de herradura.
Callejeando un poco por la Calle del Cristo de la Luz,
a la izquierda por la calle Alfileritos y luego por la calle Sillería
llegaremos a la Plaza Zocodover, auténtico centro neurálgico de Toledo durante
muchos años. Su nombre procede del árabe sūq
ad-dawābb, que significa "mercado
de bestias de carga". Hoy día su función comercial no ha desaparecido
y en torno a sus aledaños se extienden los principales comercios y restaurantes
de la ciudad. Os dejo una foto de la última vez que visité la ciudad en Navidades (2023).
Cruzando el arco del edificio gubernamental podremos
acercarnos al interesante Museo de Santa
Cruz, ubicado en un antiguo hospital y que contiene cuadros de El greco y
piezas varias de artes industriales y cerámicas. Para investigar sobre sus
colecciones pinchar aquí.
No obstante, la gran visita museística de Toledo es el
cercano Museo del Ejército, ubicado
en el imponente edificio del Alcázar de Toledo. Su visita, en mi opinión, es
imprescindible, y tenéis un post entero dedicado a él en este blog (pinchar aquí).
Para investigar sobre horarios y exposiciones os recomiendo visitar su web: http://www.museo.ejercito.es/.
En nuestro camino hacia la Catedral, la otra gran
visita de la ciudad, podemos realizar un pequeño desvío y acercarnos a la
antigua Mezquita de Tornerías, ahora
un Centro de artesanía con tienda incluida. La curiosidad de este edificio
reside en asentarse sus cimientos sobre un Castellum
Aquae de época romana.
Según lo que os hayáis entretenido realizando vuestras
visitas puede que ya sea hora de comer. Yo os recomendaría esperaros a ver la Catedral,
aunque si el hambre aprieta en la zona alrededor de Zocodover existe la mayor
oferta de restauración de la ciudad.
La Catedral de Toledo
es el edificio más imponente de la ciudad y uno de los más bellos, en su
estilo, de toda España. Su estampa exterior es inconfundible debido a su única
torre, la cual alberga “la gorda”, una campana de 17 toneladas de peso.
La sede de la Archidiócesis de Toledo es un templo
gótico con una decoración bastante recargada, en la cual la influencia francesa
es evidente. De hecho sus modelos fueron Bourges y Le Mans.
En la fachada principal merece la pena detenerse un rato
para admirar los tímpanos decorados de sus tres entradas. La Puerta del Perdón (centro), la del Juicio Final (derecha)
y la del Infierno (izquierda). Los altorrelieves son una de las decoraciones
que más me agradan del gótico y aquí encontraréis unos ejemplos
extraordinarios.
Sus dimensiones son apabullantes, con cinco grandes
naves (siendo las externas extrañamente más anchas) y doble girola. Y la
influencia decorativa francesa está reinterpretada según los gustos castellanos,
los cuales hacen la imagen general menos esbelta que los modelos norteños (la
famosa horizontalidad castellana) y añaden la tradición mudéjar, presente en los
arcos polilobulados y entrelazados.
La Catedral posee más de 700 vidrieras, las cuales fueron realizadas entre los siglos XIV y XVI.
Os recomiendo fijaros en las del rosetón del crucero, unas de las más
conseguidas.
El retablo mayor,
de grandes dimensiones, posee numerosas figuras que nos relatan pasajes del
Nuevo Testamento, siguiendo el estilo gótico florido. Mientras que la reja del coro es uno de los mejores
ejemplos del renacimiento español. Tampoco os olvidéis acercaros al Transparente, un conjunto escultórico
situado detrás del altar que destaca por la riqueza barroca que atesora.
Por último, además del Tesoro propio de estos
monumentos debo destacar la presencia de obras pictóricas de gran valor, tales
como las de Velázquez, Tiziano o El Greco.
Desde la Catedral, siguiendo la calle de La Trinidad
ingresaremos en la antigua judería de Toledo. También podemos hacerlo a través
de la Plaza del Ayuntamiento, en donde podremos admirar la Casa Consistorial y
empaparnos del ambiente concurrido de uno de los centros neurálgicos de la
ciudad.
En la judería existen varios monumentos de interés
turístico que no os deberíais perder. Aunque debéis tener precaución a la hora
de elegir bien vuestro destino. Por ejemplo, la Iglesia de Santo Tomé es lo que yo llamo una trampa turística. Con
el reclamo de poseer el famoso cuadro del Entierro del Conde Orgaz, cobran unos
3€ por ver la sala en la que se expone la obra de El Greco. En mi opinión es un
robo, pero para gustos los colores.
El Museo de El Greco si que es una visita interesante. La idea de este museo surgió en 1911, como una forma de reunir la obra de las etapas finales de Doménikos Theotokópoulos y, de paso, mostrar como vivía. Hoy día no visitamos la original vivienda del pintor (fue arrasada pro un incendio), aunque si se ubica en un lugar muy próximo a su residencia. Pasear por las salas de esta casa del siglo XVI ya bien merece la pena, con sus patios, jardines, cuevas y balcones. Siempre y cuando tengamos en cuenta que se trata de una recreación histórica de una vivienda tipo de la época.
Resulta curioso que se potenciara el recuerdo de El Greco en Toledo cuando este controvertido artista llegó a la ciudad tras no haber triunfado en la capital y su arte nunca fue valorado ni apreciado. Fue un auténtico incomprendido, un fracasado en una época donde el Concilio de Trento indicaba el canon a seguir en las composiciones religiosas y no permitía las libertades y licencias que se tomaba este autor imbuido por la tradición ortodoxa griega natal. Murió en la pobreza y sin integrarse en esta ciudad. Hoy en día seguro que se reiría de todo lo montado alrededor de su figura.
La verdadera
importancia de este museo reside en poder contemplar la extraordinaria colección de pinturas que posee
de este artista manierista tan particular. Y todas de su etapa final, tal como veremos. Merece la pena destacar tres brevemente.
En primer lugar la sala del Apostolado. Era una costumbre realizar retratos de los apóstoles para mostrarlos en las iglesias. Ahora bien, del que conservamos aquí debemos destacar tres aspectos originales. En primer lugar, la composición de Jesucristo, realizado a la manera ortodoxa bendiciendo. Y, por otro lado, la inclusión de dos figuras que no solían aparecer en los apostolados clásicos, tales como San Pablo con la espada y San Bartolomé, encadenando al diablo. Este último es especial, pues se considera una obra inacabada del pintor al no llevar color sus ropajes.
Al fondo de esta sala vamos a toparnos con Vista
y Plano de Toledo, una de las más famosas vistas de la ciudad. De esta magnífica obra debemos destacar dos cosas. En primer lugar el detallado plano de la ciudad, posiblemente realizado por su hijo, que era arquitecto, dada la precisión lograda. Por otro lado, la composición en el cielo del milagro de San Ildefonso, al que la misma Virgen le otorgó la casulla. Ahora bien, El Greco realizó tal composición sin mostrar por ningún lugar al arzobispo más famoso de Toledo.
En la planta baja existe un pequeño oratorio con un excelente San Bernardino. La composición alargada nos muestra el clásico estilo de este pintor tan particular y por el que le suele conocer el gran público. Bernardino de Siena era un franciscano que, en su tiempo, se consideró el mejor orador. Rechazó tres obispados, razón por la cual aparecen tres mitras a la derecha, pues deseaba dedicarse a la labor caritativa a tiempo completo. En sus predicaciones mostraba un panel con el monograma IHS (Iesus hominum Salvator) y por ello el pintor representó tal cosa en su bastón, indicando que era el mismo Dios quien guiaba sus pasos. La licencia que se tomó El greco en esta obra, además de imponer su estilo manierista, fue la de representar al santo con unas facciones juveniles y alejadas de cualquier sufrimiento. De San Bernardino se había logrado obtener una máscara mortuoria y siempre se representaba fielmente a ella, con un retrato de viejo. Pero El Greco no deseaba mostrar sufrimiento en sus obras. Y así le fue.
En definitiva, este museo es una verdadera delicia que os agradará visitar.
Muy cerca del edificio anterior se sitúa la Sinagoga del Tránsito. Tras visitar antiguas mezquitas y una Catedral, es hora de adentrarnos en uno de los más bellos ejemplos de templo judío. Por algo se recuerda a Toledo como la ciudad de las tres religiones.
Esta sinagoga se construyó en el siglo XIV por Samnuel
ha-Leví, consejero del rey Pedro I de Castilla. Y su existencia se debe al
agradecimiento del monarca hacia la comunidad judía de la ciudad, la cual le
ayudó a recuperar Toledo en su lucha contra Enrique de Trastámara. Tras
diversas vicisitudes acaecidas tras la expulsión de los judíos de España en
1492, el templo terminó convertido en sede del Museo Sefardí, organización que
desde 1964 se dedica a transmitir el legado cultural de este pueblo. Por tanto,
en el interior del edificio podremos admirar diversos objetos relativos a la
cultura judía.
El antiguo templo, de clara tradición mudéjar, destaca
por la riqueza decorativa interior, a base de ricas y elaboradas yeserías, así
como la existencia de un artesonado en madera policromada que sirve de
techumbre. Nada en el exterior os prepara para el tesoro artístico que guarda
este lugar. Sin lugar a dudas uno de los mejores ejemplos de sinagoga judía que
podemos observar en España.
Existe en la judería otra antigua sinagoga visitable.
Se trata de la Sinagoga de Santa María
la Blanca. Se trata de un templo que os recordará un poco a las mezquitas,
debido a la apretujada sucesión de columnas y arcos de herradura. Las yeserías y
los pilares octogonales con capiteles de nido de avispa son los motivos
decorativos de este precioso templo.
Ya es hora de tomar el camino de regreso. La visita ha
sido intensa, aunque podemos alargarla todo lo que queramos en la vuelta.
También en plena judería se encuentra el Monasterio franciscano de San Juan de los Reyes, uno de los
ejemplos principales del gótico isabelino. Visitar la iglesia, de una sola nave
con un gran retablo y techos mudéjares, y el claustro, con bóvedas de crucería
y arcos trilobulados, es obligado para aquellos amantes del arte gótico
religioso.
Desde el lugar anterior es muy sencillo acercarse al convento de Santo Domingo el Antiguo, el
cual contiene retablos y obras de El Greco de gran valor. No obstante, dado que
Toledo fue la capital del reino visigodo, yo os recomendaría visitar el Museo de Los Concilios y La Cultura
Visigoda. Situado en la Iglesia de San Román, guarda reproducciones de las
coronas votivas del Tesoro de Guarrazar, restos visigodos y bellas pinturas
románicas en las paredes de la iglesia mudéjar. Y tan solo a unos pocos pasos
se encuentra la Iglesia de San Ildefonso,
uno de los principales templos barrocos de la ciudad en la que destacaría la
pretenciosa fachada retablo que posee.
Un magnífico broche de oro para terminar la jornada
supone guardar el mapa y perderse caminando por esta bella ciudad. Encontraréis
bellos rincones y estrechas callejas llenas de encanto.
Espero que os gustara la entrada y os anime a visitar
esta bella ciudad.
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