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miércoles, 18 de septiembre de 2019

Presentación libro Civis Romanus Sum


Hoy os presento mi nueva publicación: un ensayo histórico que se centra en el parecido que seguimos teniendo, como sociedad, respecto al antiguo mundo romano. Por ello lo he titulado CIVIS ROMANUS SUM (Soy ciudadano romano).

Y la portada, como os explicaré más tarde, no podía tener otro formato que el de un periódico.
Portada del libro Civis Romanus Sum

Seguro que muchos de vosotros habéis escuchado que nuestra cultura se basa en el acervo cultural greco-romano. Pero, ¿hasta qué punto existe esa conexión temporal entre unos antepasados europeos que vivieron hace siglos y nuestra cultura actual? ¿Os interesa saber más?


¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

La evolución tecnológica que ha sufrido nuestra sociedad en los últimos años ha sido realmente vertiginosa. Los que vivimos el último cambio de siglo, y de milenio, estábamos preocupados por si nuestros escasamente poderosos ordenadores se volvían locos al cambiar el año, mientras que hoy en día manejamos un móvil más potente que cualquiera de aquellos dispositivos. Hace unas pocas décadas sólo teníamos disquetes o casetes para grabar programas o música, mientras que hoy en día, en un simple pendrive, podríamos almacenar todos los programas y música que pudiéramos tener entonces y aún nos sobraría sitio para almacenar muchísimo más.

Hace pocos años escribíamos cartas a mano, viajábamos por carretera con una gruesa Guía Michelín y sólo podíamos hablar en la calle por teléfono desde una cabina. Hoy seguimos haciendo lo mismo, pero enviamos e-mails, consultamos Google Maps y vamos hablando por el móvil mientras paseamos. No podemos engañarnos; seguimos haciendo las mismas cosas, aunque de diferente manera.

Y ello me hizo pensar en la diferencia real, en cuanto a costumbres y mentalidades, que seguimos teniendo respecto a nuestras generaciones anteriores. ¿Realmente somos tan diferentes a nuestros abuelos o bisabuelos en cuanto a nuestra mentalidad colectiva? No me refiero a ciertas cosas comunes que son obvias, sino a la esencia de nuestra cultura social. ¿Somos realmente tan diferentes por poseer una tecnología tan avanzada? ¿Nuestros abuelos, si hubiesen podido disfrutar de nuestra tecnología, habrían actuado de la misma forma que lo hacemos nosotros?

Responder a esta pregunta es lo que me llevó a la investigación previa a conformar este libro. Necesitaba comparar nuestra cultura actual con otra anterior y averiguar las dos respuestas posibles a la hipótesis planteada: la tecnología ha cambiado nuestras costumbres sociales profundamente o seguimos teniendo un poso cultural inamovible que la tecnología apenas ha logrado arañar.

¿Cómo se logra investigar eso?

En primer lugar, necesitaba una gran cultura como la nuestra. Una cultura que hubiera abarcado todo nuestro país y, en un nivel superior, incluso toda Europa. En segundo lugar, necesitaba una cultura de la que tuviéramos numerosas fuentes y testimonios históricos. No sólo su historia política, sino su historia social. Especialmente, la historia de esas personas anónimas que no suelen aparecer en los libros de historia. Y, por último, necesitaba una cultura que hubiera influido notablemente en la conformación de la nuestra. Creo que el mundo romano era la única civilización antigua capaz de proporcionarme suficiente material para ello.

Una vez enfocado el objetivo, comparar el mundo romano y el actual, encontré el segundo problema. ¿Cómo comparar ambas culturas sin caer en subjetividades y anacronismos evidentes? Y, tras pensarlo un poco, la solución la obtuve viajando en un tren de cercanías de camino hacia mi trabajo.

Hace no tantos años, si hubiéramos visto un vagón de tren por la mañana, habríamos encontrado a la casi totalidad de viajeros leyendo un periódico gratuito. Hoy, en cambio, es más común ver a los viajeros pegados al móvil o la Tablet. Pero, en esencia, siguen consumiendo información periodística de manera gratuita. Antes hacían sudokus para entretenerse y hoy matan cerditos con el Angry birds. En esencia, es lo mismo. Y ahí encontré la clave.

Me propuse comparar noticias periodísticas actuales y otras ocurridas en época romana. Noticias que podía obtener fácilmente gracias a las fuentes históricas y que, además, narraban de manera elocuente actitudes y situaciones harto comunes en la actualidad.

Y lo bueno de las noticias periodísticas, tanto actuales como de época romana, era su evidente objetividad. En las noticias de sucesos los periodistas se limitan a contar los hechos sin dar su opinión al respecto. Y esta regla no escrita se ha mantenido siempre igual. Luego, existirán artículos de opinión comentando esas noticias, siempre cargados de subjetividad; pero la noticia de sucesos, en su esencia, no es subjetiva. Y con las fuentes históricas pasaba un poco lo mismo. Un historiador podía adular a cierto gobernante, pero al trasmitirnos una notica concreta su subjetividad quedaba anulada en multitud de ocasiones. Y cuando no lo era, el contraste con otras fuentes solía compensarlo.

Por tanto, ante una notica de sucesos impactante como, por ejemplo, la de disturbios en un espectáculo deportivo, la primera noticia siempre tendrá una objetividad impoluta. Se han producido estos disturbios y hay tantas víctimas. Objetivo.

El siguiente paso era el más difícil. Encontrar noticias iguales con tantos siglos de diferencia. Aquí fue donde empezó lo más arduo (y más bonito a la vez) de la investigación. Para ello tuve que recurrir tanto a numerosas fuentes históricas romanas como a numerosa bibliografía actual que abordaba la parte social de nuestros antepasados romanos. Y, poco a poco, fueron surgiendo multitud de asociaciones por sí solas.

¿Qué vamos a encontrar en este libro?

Lo primero, vamos a comprobar que a los romanos les pasaban cosas muy similares a las nuestras. Si un romano leyera un periódico actual os puedo asegurar que no estaría muy sorprendido de lo que se publica.

Sin duda, no podría digerir cosas obvias como los aviones, los cohetes espaciales o internet. Avances tecnológicos que no podría ni imaginar en su época. No obstante, en otros aspectos, no tendría sorpresa alguna.

En las páginas del libro aparecen noticias sobre corrupción política, fraudes al seguro, disturbios en eventos deportivos, violencia de género, padres que no merecen serlo, alumnos que agreden a sus profesores, desastres naturales, problemas sanitarios, deportistas millonarios… Vamos a descubrir que los romanos también tenían su ciudad del pecado, como Las Vegas. Que utilizaban prácticas sanitarias muy modernas, como la electroterapia o la operación de cataratas. O que usaban elementos como biberones, ventanas o prótesis dentales. Los romanos también tenían problemas con el alquiler en las grandes ciudades o tuvieron una importante polémica sobre los piropos a las mujeres.

Todo lo anterior ha sido y sigue siendo noticia hoy en día. Y aquí podemos comprobar que nuestra sociedad, en lo que ha mentalidad se refiere, no ha avanzado mucho. Por ejemplo, sigue existiendo la lacra de la violencia de género. Y aunque hoy en día luchamos contra ella, su persistencia nos recuerda lo complicado que resulta eliminar de manera definitiva costumbres que poseen amplias raíces temporales.

En conclusión, vamos a leer noticias actuales y noticias romanas. Todas ellas similares, interconectadas a través del tiempo y que nos sitúan en perspectiva sobre nuestra pretendida modernidad. Comprobaremos que, en muchos casos, nos pasan las mismas cosas, tenemos los mismos problemas y actuamos de manera muy similar ante ellos.

El formato que elegí para transmitir todos estos testimonios no podía ser otro que el periodístico. Y por ello el libro se compone de diferentes secciones, como un periódico al uso. Tendremos una sección política, otra de sucesos, una sanitaria e incluso otra deportiva.

Todos los capítulos tienen un mismo formato. Se muestra una noticia periodística actual para, a continuación, mostrar su equivalente en la antigua Roma. Y aquí no hablo en primera persona, pues no deseaba ser quien relatara tal noticia. Al contrario, dejo que sean las mismas fuentes romanas las que hablen, por lo que doy voz a todos esos historiadores que nos legaron tan tamaña información.

Mi única labor en esta obra fue unir temporalmente noticias y sucesos separados por siglos de diferencia. Y dejar que sea el lector quien saque sus propias conclusiones al respecto. Seguro que en algunos casos la asociación le sorprenderá, mientras que en otros la asumirá sin mayor problema. Pero, en todos ellos, descubrirá que nosotros y los romanos no fuimos tan diferentes.

Y si gracias a esta lectura logro abrir la puerta de su curiosidad hacia el mundo romano y animo a realizar investigaciones más profundas me daré ampliamente por satisfecho.

¿Dónde se puede encontrar este libro?

Como es habitual en mis publicaciones, he decidido auto-publicar en formato de libro electrónico. Lo primero, porque ninguna oferta editorial me satisfacía para declinarme por ella. De las pocas que contactaron conmigo ninguna me ofrecía garantías reales de una buena distribución (además de unas condiciones leoninas). Y lo segundo, porque de esta manera tengo total libertad para tratar los temas que deseo.

Hasta ahora siempre había publicado en La Casa del Libro. Su sistema no era muy económico, pero me aportaba una visibilidad adecuada y tenía posibilidad de tener diferentes extras de valor añadido.

Pero en esta ocasión decidí cambiar y probar suerte con Amazon, pues creo que a nivel global no tiene comparación. Debido al blog tengo muchos clientes del otro lado del océano y creo que de esta forma será mucho más sencillo para ellos obtener este libro.

Por tanto, si deseáis leer este libro y pasar un rato divertido con las anécdotas y noticias más curiosas del mundo romano os animo a adquirir CIVIS ROMANUS SUM.

https://www.amazon.es/dp/B07XZ8V7S5/ref=sr_1_2?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&keywords=civis+romanus+sum&qid=1568804681&s=books&sr=1-2


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