Hoy os presento mi nueva publicación: un
ensayo histórico que se centra en el parecido que seguimos teniendo, como
sociedad, respecto al antiguo mundo romano. Por ello lo he titulado CIVIS ROMANUS
SUM (Soy ciudadano romano).
Y la portada, como os explicaré más tarde, no podía tener otro formato que el de un periódico.
Portada del libro Civis Romanus Sum |
Seguro que muchos de vosotros habéis
escuchado que nuestra cultura se basa en el acervo cultural greco-romano. Pero,
¿hasta qué punto existe esa conexión temporal entre unos antepasados europeos
que vivieron hace siglos y nuestra cultura actual? ¿Os interesa saber más?
¿Cómo
surgió la idea de escribir este libro?
La evolución tecnológica que ha sufrido
nuestra sociedad en los últimos años ha sido realmente vertiginosa. Los que
vivimos el último cambio de siglo, y de milenio, estábamos preocupados por si
nuestros escasamente poderosos ordenadores se volvían locos al cambiar el año,
mientras que hoy en día manejamos un móvil más potente que cualquiera de
aquellos dispositivos. Hace unas pocas décadas sólo teníamos disquetes o
casetes para grabar programas o música, mientras que hoy en día, en un simple
pendrive, podríamos almacenar todos los programas y música que pudiéramos tener
entonces y aún nos sobraría sitio para almacenar muchísimo más.
Hace pocos años escribíamos cartas a mano,
viajábamos por carretera con una gruesa Guía Michelín y sólo podíamos hablar en
la calle por teléfono desde una cabina. Hoy seguimos haciendo lo mismo, pero
enviamos e-mails, consultamos Google Maps y vamos hablando por el móvil
mientras paseamos. No podemos engañarnos; seguimos haciendo las mismas cosas,
aunque de diferente manera.
Y ello me hizo pensar en la diferencia
real, en cuanto a costumbres y mentalidades, que seguimos teniendo respecto a
nuestras generaciones anteriores. ¿Realmente somos tan diferentes a nuestros
abuelos o bisabuelos en cuanto a nuestra mentalidad colectiva? No me refiero a
ciertas cosas comunes que son obvias, sino a la esencia de nuestra cultura
social. ¿Somos realmente tan diferentes por poseer una tecnología tan avanzada?
¿Nuestros abuelos, si hubiesen podido disfrutar de nuestra tecnología, habrían
actuado de la misma forma que lo hacemos nosotros?
Responder a esta pregunta es lo que me
llevó a la investigación previa a conformar este libro. Necesitaba comparar
nuestra cultura actual con otra anterior y averiguar las dos respuestas
posibles a la hipótesis planteada: la tecnología ha cambiado nuestras
costumbres sociales profundamente o seguimos teniendo un poso cultural
inamovible que la tecnología apenas ha logrado arañar.
¿Cómo
se logra investigar eso?
En primer lugar, necesitaba una gran
cultura como la nuestra. Una cultura que hubiera abarcado todo nuestro país y,
en un nivel superior, incluso toda Europa. En segundo lugar, necesitaba una
cultura de la que tuviéramos numerosas fuentes y testimonios históricos. No
sólo su historia política, sino su historia social. Especialmente, la historia
de esas personas anónimas que no suelen aparecer en los libros de historia. Y,
por último, necesitaba una cultura que hubiera influido notablemente en la
conformación de la nuestra. Creo que el mundo romano era la única civilización
antigua capaz de proporcionarme suficiente material para ello.
Una vez enfocado el objetivo, comparar el
mundo romano y el actual, encontré el segundo problema. ¿Cómo comparar ambas
culturas sin caer en subjetividades y anacronismos evidentes? Y, tras pensarlo
un poco, la solución la obtuve viajando en un tren de cercanías de camino hacia
mi trabajo.
Hace no tantos años, si hubiéramos visto un
vagón de tren por la mañana, habríamos encontrado a la casi totalidad de
viajeros leyendo un periódico gratuito. Hoy, en cambio, es más común ver a los
viajeros pegados al móvil o la Tablet. Pero, en esencia, siguen consumiendo
información periodística de manera gratuita. Antes hacían sudokus para
entretenerse y hoy matan cerditos con el Angry birds. En esencia, es lo mismo.
Y ahí encontré la clave.
Me propuse comparar noticias periodísticas
actuales y otras ocurridas en época romana. Noticias que podía obtener fácilmente gracias a las fuentes
históricas y que, además, narraban de manera elocuente actitudes y situaciones
harto comunes en la actualidad.
Y lo bueno de las noticias periodísticas,
tanto actuales como de época romana, era su evidente objetividad. En las
noticias de sucesos los periodistas se limitan a contar los hechos sin dar su
opinión al respecto. Y esta regla no escrita se ha mantenido siempre igual.
Luego, existirán artículos de opinión comentando esas noticias, siempre
cargados de subjetividad; pero la noticia de sucesos, en su esencia, no es
subjetiva. Y con las fuentes históricas pasaba un poco lo mismo. Un historiador
podía adular a cierto gobernante, pero al trasmitirnos una notica concreta su
subjetividad quedaba anulada en multitud de ocasiones. Y cuando no lo era, el
contraste con otras fuentes solía compensarlo.
Por tanto, ante una notica de sucesos impactante
como, por ejemplo, la de disturbios en un espectáculo deportivo, la primera
noticia siempre tendrá una objetividad impoluta. Se han producido estos
disturbios y hay tantas víctimas. Objetivo.
El siguiente paso era el más difícil.
Encontrar noticias iguales con tantos siglos de diferencia. Aquí fue donde
empezó lo más arduo (y más bonito a la vez) de la investigación. Para ello tuve
que recurrir tanto a numerosas fuentes históricas romanas como a numerosa
bibliografía actual que abordaba la parte social de nuestros antepasados
romanos. Y, poco a poco, fueron surgiendo multitud de asociaciones por sí
solas.
¿Qué
vamos a encontrar en este libro?
Lo primero, vamos a comprobar que a los
romanos les pasaban cosas muy similares a las nuestras. Si un romano leyera un
periódico actual os puedo asegurar que no estaría muy sorprendido de lo que se
publica.
Sin duda, no podría digerir cosas obvias
como los aviones, los cohetes espaciales o internet. Avances tecnológicos que
no podría ni imaginar en su época. No obstante, en otros aspectos, no tendría
sorpresa alguna.
En las páginas del libro aparecen noticias
sobre corrupción política, fraudes al seguro, disturbios en eventos deportivos,
violencia de género, padres que no merecen serlo, alumnos que agreden a sus
profesores, desastres naturales, problemas sanitarios, deportistas millonarios…
Vamos a descubrir que los romanos también tenían su ciudad del pecado, como Las
Vegas. Que utilizaban prácticas sanitarias muy modernas, como la electroterapia
o la operación de cataratas. O que usaban elementos como biberones, ventanas o
prótesis dentales. Los romanos también tenían problemas con el alquiler en las
grandes ciudades o tuvieron una importante polémica sobre los piropos a las
mujeres.
Todo lo anterior ha sido y sigue siendo
noticia hoy en día. Y aquí podemos comprobar que nuestra sociedad, en lo que ha
mentalidad se refiere, no ha avanzado mucho. Por ejemplo, sigue existiendo la
lacra de la violencia de género. Y aunque hoy en día luchamos contra ella, su
persistencia nos recuerda lo complicado que resulta eliminar de manera
definitiva costumbres que poseen amplias raíces temporales.
En conclusión, vamos a leer noticias
actuales y noticias romanas. Todas ellas similares, interconectadas a través
del tiempo y que nos sitúan en perspectiva sobre nuestra pretendida modernidad.
Comprobaremos que, en muchos casos, nos pasan las mismas cosas, tenemos los
mismos problemas y actuamos de manera muy similar ante ellos.
El formato que elegí para transmitir todos
estos testimonios no podía ser otro que el periodístico. Y por ello el libro se
compone de diferentes secciones, como un periódico al uso. Tendremos una
sección política, otra de sucesos, una sanitaria e incluso otra deportiva.
Todos los capítulos tienen un mismo
formato. Se muestra una noticia periodística actual para, a continuación,
mostrar su equivalente en la antigua Roma. Y aquí no hablo en primera persona,
pues no deseaba ser quien relatara tal noticia. Al contrario, dejo que sean las
mismas fuentes romanas las que hablen, por lo que doy voz a todos esos
historiadores que nos legaron tan tamaña información.
Mi única labor en esta obra fue unir
temporalmente noticias y sucesos separados por siglos de diferencia. Y dejar
que sea el lector quien saque sus propias conclusiones al respecto. Seguro que
en algunos casos la asociación le sorprenderá, mientras que en otros la asumirá
sin mayor problema. Pero, en todos ellos, descubrirá que nosotros y los romanos
no fuimos tan diferentes.
Y si gracias a esta lectura logro abrir la
puerta de su curiosidad hacia el mundo romano y animo a realizar investigaciones
más profundas me daré ampliamente por satisfecho.
¿Dónde
se puede encontrar este libro?
Como es habitual en mis publicaciones, he
decidido auto-publicar en formato de libro electrónico. Lo primero, porque
ninguna oferta editorial me satisfacía para declinarme por ella. De las pocas
que contactaron conmigo ninguna me ofrecía garantías reales de una buena
distribución (además de unas condiciones leoninas). Y lo segundo, porque de
esta manera tengo total libertad para tratar los temas que deseo.
Hasta ahora siempre había publicado en La
Casa del Libro. Su sistema no era muy económico, pero me aportaba una
visibilidad adecuada y tenía posibilidad de tener diferentes extras de valor
añadido.
Pero en esta ocasión decidí cambiar y
probar suerte con Amazon, pues creo que a nivel global no tiene comparación.
Debido al blog tengo muchos clientes del otro lado del océano y creo que de
esta forma será mucho más sencillo para ellos obtener este libro.
Por tanto, si deseáis leer este libro y
pasar un rato divertido con las anécdotas y noticias más curiosas del mundo
romano os animo a adquirir CIVIS ROMANUS SUM.
https://www.amazon.es/dp/B07XZ8V7S5/ref=sr_1_2?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&keywords=civis+romanus+sum&qid=1568804681&s=books&sr=1-2
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