La capital de Hungría es un destino que posee una gran
oferta turística, por lo que me parecía injusto circunscribir sus encantos a
sólo 5 lugares principales. Por tanto, como complemento del anterior post sobre
Budapest (aquí) voy a completarlo con esta segunda selección de atracciones
obligatorias para todo viajero que se acerque a la perla del Danubio.
El
Puente de las Cadenas
El Danubio parte en dos a la ciudad de Budapest. No en
vano su nombre proviene de la unión de los barrios de Buda y de Pest. Y si
existe un puente emblemático que sobresale como imagen icónica de la ciudad ese
es el llamado Puente de las Cadenas.
El Puente de las Cadenas de Budapest. |
Se le conoce como el Puente Széchenyi, en honor a su
creador, el conde István Széchenyi. En muchos lugares leeréis que es el más
antiguo de la ciudad, pues fue inaugurado, tras 20 años de trabajo, en el año
1849. No obstante, sólo las partes de piedra son de esa época pues el resto del
puente fue volado por los alemanes al final de la Segunda Guerra Mundial. La
reconstrucción se terminó para su centésimo aniversario, en 1949.
Se trata del primer puente construido en Hungría sobre
el Danubio y, actualmente, el segundo más grande de todo el tramo de este río.
Sus casi 400 metros de largo fueron una maravilla en su época y aún sigue
impresionando a todos aquellos que lo cruzan.
La particularidad de este puente colgante reside en
los famosos eslabones de cadenas que sustituyen a los típicos cables existentes
en este tipo de construcciones. Además, este tipo de cadenas poseen una
preciosa iluminación que hace que el puente cobre vida propia por las noches
con el Castillo de Buda al fondo.
El Puente de las Cadenas de Budapest. |
Una de las cosas que más llama la atención a los
visitantes son los leones que vigilan las entradas. Existe la leyenda que su
escultor, Janos Marschalko se suicidó cuando se burlaron de él por no hacerles
lengua. La realidad fue que ni se suicidó ni que los leones carecen de lengua.
La tienen, pero dentro de sus fauces, como buenos felinos que son (al jadear,
al contrario que los perros, no sacan la lengua).
La
Gran Sinagoga de Budapest (Dohány utcai Zsinagóga)
Elegir la Gran Sinagoga de Budapest como el templo
imprescindible a visitar de la ciudad por delante de la Catedral sorprenderá a
muchos, máxime tratándose de un país eminentemente católico. Pero no estamos
ante una sinagoga cualquiera. Se trata de la segunda sinagoga más grande del mundo (la primera está en New
York).
Este tamaño venía justificado por la gran cantidad de
población judía existente en Hungría en el siglo XX. Aunque en el país llegaban
únicamente al 5% en 1910, en Budapest constituían el 23% de la población. Con
una presencia eminentemente urbana y en puestos de gran importancia económica,
para 1930 los judíos suponían el 50% de los abogados, de los médicos o de las
personas dedicadas a las finanzas en el país. Ello provocaría un odio hacia el
judío desde los partidos de extrema derecha, el cual se convirtió en gobernante
del país de la mano de Gyula Gömbös. A las leyes antisemitas se sumaría, ya
bajo dominio nazi, la persecución y el exterminio de la comunidad judía en
Hungría. Se estima que en este periodo del Holocausto murieron unos 600.000
judíos. Alemanes y nacionalistas húngaros colaboraron activamente en las
matanzas, lo que aún provoca series conflictos en el país al asumir ese pasado
reciente.
Este pequeño resumen histórico creo que es necesario
para poder entender bien lo que vamos a visitar en la Sinagoga, pues no sólo se
trata de un templo religioso, sino en un monumento
al recuerdo de la persecución de los judíos en Hungría. No en vano, la
Sinagoga se levanta en la calle Dohány, que antaño constituía el límite del
gueto de Budapest.
Su exterior no es muy fotogénico, encajonado entre
calles y edificios. No obstante, sus dos torres gemelas de 43 metros son bien
visibles desde varios puntos de la ciudad gracias a esas características
cúpulas que las coronan.
La Gran Sinagoga de Budapest |
Pero al igual que pasaba con las sinagogas de Praga,
aquí lo mejor se encuentra en su interior. El edificio, levantado en 1859
(luego fue destruido durante la II WW y olvidado en el comunismo, siendo el
edificio actual una restauración de 1998), se realizó en un estilo morisco con
fuertes influencias de la arquitectura árabe de la Alhambra nazarí.
De
su interior me sorprendió el uso de hierro fundido en las columnas,
que contrasta poderosamente con el resto de decoración, la vidriera de la
entrada o el altar, emulando la fisonomía de muchas iglesias cristianas, o el
órgano del interior, bastante excepcional. En general tenemos una mezcolanza de
estilos que ejemplifica la variedad de lugares por la que los judíos han
transitado a lo largo de su historia.
Interior de la Gran Sinagoga de Budapest |
También sorprende la magnitud de asientos existentes
en el edificio. Su aforo, de unas 3.000 personas, se encuentra dividido entre
hombres y mujeres (planta superior), los cuales no se podían mezclar. Los
observadores se percatarán de la existencia de banderas en muchas de las filas
de los bancos. Se trata de la manera de que los numerosos guías expliquen a los
turistas las particularidades de este colosal edificio en cada uno de sus
idiomas.
La visita a la Sinagoga no termina con el templo. Al
contrario, a su alrededor encontramos otros puntos de interés. Anexo a la
Sinagoga se encuentra el Museo judío,
que ocupa la antigua casa de dos pisos donde nació Theodor Herzl, fundador del
sionismo político moderno y padre del actual Estado de Israel. Aquí se muestran
tanto objetos religiosos y como otros utilizados en las grandes festividades de
esta comunidad. Y, por supuesto, una zona dedicada al recuerdo del Holocausto.
No es la única referencia al exterminio judío que
vamos a encontrar aquí. Justo en el jardín trasero del Templo de los Héroes (Memorial a los judíos húngaros que perecieron
en la I WW), también se encuentra el cementerio
judío. Este cementerio no tiene la extensión ni la fama del de Praga, pero
resulta especial por encontrarse junto a la Sinagoga (algo inusual y prohibido
por el judaísmo). Su excepcional ubicación se debió a que fue el único lugar en
el que se pudieron enterrar a todos los judíos que fallecieron durante el duro
invierno de 1944-45, en el que la hambruna a la que fue sometido el gueto
supuso la muerte de 2000 personas.
El otro elemento alusivo al Holocausto es el conocido
como Árbol de la Vida, situado en el
Memorial Park Raoul Wallenberg. Se trata de una construcción en metal que
semeja a un sauce llorón y que contiene, en cada una de sus hojas, el nombre de
un judío muerto en el Holocausto. También se recuerdan aquí a los llamados Justos
entre las Naciones, personas que ayudaron a salvar a muchos judíos arriesgando
sus vidas. Un monumento está dedicado a Raoul Wallenberg, diplomático sueco
conocido como el Schindler de Hungría. No obstante, a mí me gustaría destacar
la figura de Ángel Sanz Briz, denominado el Ángel de Budapest. Gracias a la
tramitación, desde la embajada española de Budapest, de diversos pasaportes a
judíos sefardíes logró salvar a unos 5.000 judíos húngaros del Holocausto.
Cementerio y jardín de la Gran Sinagoga de Budapest |
La visita a la Gran Sinagoga de Budapest se puede
visitar del 28 de abril al 28 de septiembre de 10.00 a 20.00H y los viernes de
10.00 a 16.0H. Los sábados está cerrada. El precio de la entrada completa
(Sinagoga, Museo, Templo de los Héroes, Lapidarium y Parque Memorial Raoul
Wallenberg) son 4.500 HUF.
La
Basílica de San Esteban (Szent István-bazilika)
Se trata del edificio
religioso más grande de Hungría y no en vano es capaz de
acoger a unos 8.500 feligreses en su interior. Sus enormes dimensiones (55
metros de ancho X 87 de largo) se magnifican al observarla al fondo de la plaza
Szent István debido a la perspectiva que le otorgan los dos edificios que la
flanquean.
Basílica de San Esteban. Budapest. |
Aunque nadie lo diría, se comenzó a construir en el
año 1851 y las obras finalizaron en 1905. Un tiempo excesivo para la
arquitectura moderna pero que tiene fácil explicación: la gran cúpula tuvo que
ser derruida y vuelta a levantarse en el transcurso de las obras. En estilo
neoclásico, posee dos torres simétricas a modo de campanarios y una gran cúpula
central de 96 metros de altura. Sus finas líneas arquitectónicas externas,
desprovistas de decoración escultórica (salvo en el frontón), no nos avisan del
suntuoso interior que vamos a encontrar al atravesar las puertas del templo.
La entrada debería ser gratuita, pero existe una
especie de hucha gigante y un vigilante que se encarga de que ningún turista
entre sin realizar la donación correspondiente (al cambio no llega a dos
euros). Aunque no es dinero para ver este monumento, la obligatoriedad del
donativo me pareció de muy mal gusto.
Frescos, mosaicos, lujosos altares y el uso de mármol
negro, blanco y rojo hacen de este templo una auténtica belleza. Recorrer su
amplio espacio, deteniéndose en las diferentes capillas os mostrará rincones
encantadores.
Una de las paradas principales en nuestro recorrido
por el interior del templo debe ser en el relicario que conserva la mano
derecha momificada de San Esteban I, el primer rey húngaro canonizado tras su muerte.
El lugar no tiene pérdida, pues está a nuestra derecha nada más entrar.
Interior de la Basílica de San Esteban. Budapest. |
Y otra, si os gusta el fútbol, debe ser honrar la
tumba de uno de los mejores goleadores de todos los tiempos, Ferenc Puskás,
delantero húngaro del Real Madrid con el que conquistó 3 Copas de Europa (entre
otros títulos). Cañoncito Pum, como
era apodado en Chamartín, murió en 2006 y fue enterrado aquí con todos los
honores de Estado. No obstante, al hallarse en la cripta, sólo podréis acceder
con un permiso especial.
Es posible, por unos 500 HUF, subir a la torre sur
(tanto por escaleras como por ascensor) y admirar unas excelentes vistas de la
ciudad a vista de pájaro. Sin duda, en mi opinión, mucho mejor opción que
visitar su tesoro, también de pago.
Por último, enfrente de este templo se encuentra la
famosa heladería Gelarto Rosa, una parada imprescindible para los golosos por
sus originales helados con forma de rosa.
Mercado
Central de Budapest (Központi Vásárcsarnok)
Este mercado cubierto es el más grande del país y se
ha convertido en un auténtico emblema de la ciudad. No en vano, en el año 2013,
fue elegido como el mercado más bello de Europa por la CNN. Encontrarlo es
relativamente sencillo, pues está al final de la comercial calle Váci, junto al
puente de Szabadsag (Libertad) y la estación de metro de la línea M4 Fővám tér.
En tranvía se puede llegar tomando los números 2, 47, 48 y 49.
Se comenzó a levantar en 1894 y tras tres años de
trabajo fue inaugurado convirtiéndose en uno de los más modernos de su época.
No sólo por su construcción en hierro, sino por las estrictas normas para
acabar con la plaga de enfermedades de los habitantes. Aunque las medidas
fueron discutidas por los comerciantes y por los compradores, que se quejaron
de que el precio de los alimentos subió mucho, la efectividad de todas ellas
terminó por dar la razón al organizador, Nandor Ziegler.
Como era costumbre entonces, se utilizó profusamente
el acero, aunque mezclado con el ladrillo y el azulejo de Zsolnay, algo muy
patente en su imponente fachada.
Mercado Central de Budapest. |
La Despensa de Budapest, como suelen llamarle los
locales a este mercado, es el lugar idóneo para encontrar cualquier tipo de
producto. En el sótano se encuentra los puestos de pescado; en la planta baja
se encuentran los puestos de frutas, verduras, carne o leche. Para comodidad
del usuario los puestos se encuentran divididos en bloques temáticos. E incluso
en rango de precio. Según se entra por la puerta principal, a la izquierda se
encuentran los puestos de precio más económico, mientras que a la derecha los
más caros con productos más especiales.
En la primera planta vamos a encontrar los típicos
puestos de souvenirs enfocados al turista, con una notable muestra de
artesanía, destacando los bordados. También se encuentran aquí puestos que
sirven típica comida húngara por módicos precios.
Y aunque es un lugar invadido por el turismo de masas
(en épocas álgidas pasan 25.000 personas al día por aquí), los locales siguen
comprando y consumiendo en este emblemático lugar por tener la más variada
oferta de productos de toda la ciudad.
Interior del Mercado Central de Budapest. |
La importancia de este mercado reside en que vamos a
poder encontrar todo tipo de alimentos típicos de Hungría. De mi primer viaje
traje el famoso pimentón (Paprika), aunque también podemos consumir allí mismo
productos típicos como los lángos
(especie de pan frito plano al que añadir sabores dulces y/o salados); la kolbász sült (salchicha frita); la hurka (carne de cerdo con sangre); y
como dulce un pastel denominado kürtőskalác,
que me pareció algo similar al que comí en Praga (Trdelník), por lo que deduzco se trata de una receta de esta zona
de Europa oriental.
Como curiosidad indicar que existe un desnivel de
metro y medio entre los extremos del mercado, lo que antaño servía para
transportar más fácilmente las mercancías desde el Danubio hasta los puestos de
venta.
El mercado actual es una reconstrucción del año 1994,
pues el original quedó muy dañado en la Segunda Guerra Mundial y terminó siendo
abandonado durante la época comunista.
El horario de apertura es de martes a viernes: de 6:00
a 18:00 horas. Lunes: de 6:00 a 17:00 horas. Sábados: de 6:00 a 15:00 horas.
Domingos cerrados.
Museo
Nacional de Hungría (Magyar Nemzeti Múzeum)
Se trata del segundo museo más interesante que
descubrí en Budapest. Situado entre la Gran Sinagoga y el Mercado Central, el
edificio clasicista resulta muy similar al del otro gran museo de la ciudad (El
Museo de Bellas Artes): un templo griego clásico octástilo con columnas
corintias y frontón con decoración escultórica.
Museo Nacional de Hungría. |
En el interior vamos a descubrir la mayor colección
pública de Hungría, la cual nos va a llevar desde la fundación del Reino
húngaro hasta 1990 a través de importantes piezas históricas.
La exposición permanente se compone de siete secciones
diferentes, insertas en el interior de un bello edificio decorado con frescos y
estucos.
Os recomiendo comenzar por la parte Prehistórica, a la
cual se accede por una pequeña entrada situada a nuestra derecha nada más
entrar en el museo. Existen diversas piezas y reconstrucciones de viviendas que
nos ofrecen una visión muy rica de este periodo histórico.
También en esta parte del museo vamos a encontrar las antigüedades
celtas, romanas, y las pertenecientes a los ávaros, a los carolingios y a la
conquista húngara. Entre las piezas a destacar, los numerosos tesoros de oro o
las reconstrucciones de viviendas o armas antiguas. También me gustó el
recargado Vaso bizantino para agua santa,
el cual posee la inscripción “Cristo, la fuente viviente de la curación” junto
a una profusa decoración a base de flores, hojas y figuras mitológicas.
Exposición del Museo Nacional de Hungría. |
Puede que ya os esté apeteciendo subir las preciosas
escaleras, pero aún os queda ver algo sorprendente en esta primera planta. Se
encuentra en una pequeña habitación situada a la izquierda según accedemos al
museo, justo detrás de la tienda de souvenirs y la librería. Suele estar
cerrada, por lo que es posible que tengáis que pedir a un conserje o vigilante
permiso para acceder. Pero la insistencia vale la pena, pues encontraréis las
piezas más importantes del primer reino húngaro.
Entre estos objetos fundamentales de la historia
húngara voy a destacar El manto de la coronación, una prenda
utilizada en la coronación de los reyes húngaros que se realizó en el año 1031
y fue utilizada por el rey San Esteban I. Está realizado en seda bizantina y
decorado con bordados de hilos de oro. La decoración muestra a Cristo en dos de
sus versiones, como el conquistador de la muerte con sus pies en dos dragones y
como juez del mundo. Se acompaña de los Apóstoles y los Profetas del Antiguo
Testamento junto al rey Esteban I y su mujer Gisela.
Manto de la coronación de Esteban I. Museo Nacional de Hungría. Foto Web del museo. |
Una parte interesante es el Lapidarium romano, situado en el sótano, al que llegamos tras
atravesare el guardarropa, los servicios y la cafetería que se sitúan en la
planta baja. Aquí encontraremos una muestra excelente de numerosos ejemplos de
urnas, lápidas y sarcófagos con los que conocer la evolución de los
enterramientos romanos.
Lapidarium romano. Museo Nacional de Hungría. |
En la planta superior del museo vamos a realizar un
recorrido cronológico por la historia de Hungría, la cual está dividida en
diversos periodos. Comprobaremos la vida que llevaban y los objetos
pertenecientes a diversos monarcas medievales, el periodo de dominación otomana
en los siglos XVI-XVII, la guerra de independencia, la conformación de una
identidad nacional al inicio del siglo XIX o las épocas de ocupación alemana y
soviética en el siglo XX.
Entre los objetos que encontraremos me sorprendió
toparme con un retrato de Segismundo de Luxemburgo como emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, obra de Durero y copia del original que se encuentra
en el Germanisches
Nationalmuseum de Nuremberg; numerosos vestidos de época; instrumentos
musicales variados, entre los que destaca un piano de Beethoven; o una escuela
de principios del siglo XX que me recordó a la que pudo utilizar aquí mi padre
en su niñez.
Exposición del Museo Nacional de Hungría. |
Respecto al fin de la época comunista destacar la mano rota de la estatua de Stalin,
derribada y rota por la enervada población en la revolución de octubre de 1956,
o la escena del típico salón con la televisión antigua.
Exposición época comunista. Museo Nacional de Hungría. |
En definitiva, un museo muy atractivo, que se recorre
en unas 2-3 horas, y que nos va a permitir empaparnos de la historia de este
país a través de sus principales reliquias. Algo muy recomendable si tenéis
tiempo suficiente y os gusta la arqueología y el arte.
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