Córdoba es una de las ciudades más encantadoras que
conozco. Si en otro post os hablé de mi encanto por Mérida, por su gran pasado
romano, aquí cambiamos de tercio y nos adentramos en los tiempos medievales,
cuando esta ciudad era una de las más importantes del mundo.
Ese pasado califal está muy presente aún en su
callejero y monumentos, razón por la cual su visita detenida resulta
imprescindible para poder empaparse de las maravillas de aquella cultura
fosilizada en la arquitectura y el ambiente que posee esta pequeña ciudad.
¿Os apetece daros un paseo por Córdoba?
A continuación, voy a detallar mis visitas
imprescindibles a la ciudad, un paseo subjetivo por esta preciosa ciudad
andaluza.
1-
La
Mezquita de Córdoba
Se trata del monumento más importante de la ciudad y,
en mi opinión, uno de los más importantes de toda España. Para muchas personas
es el primer contacto que tienen con la cultura musulmana lo que les impide
valorar la Mezquita en su justa medida; esto es, como uno de los principales
monumentos religiosos musulmanes de todo el mundo. Con más de 20.000 metros
cuadrados de superficie, es la tercera mundial en dimensiones (tras la de la
Meca y la Mezquita Azul de Estambul).
Antes de entrar a su interior os aconsejo rodearla
tranquilamente, admirando su aspecto de fortaleza. Los muros sobrios y las
escasas ventanas no parecen presagiar nada de su belleza interior. Pero cuando
nos topamos con alguna de sus decoradas puertas nuestra imaginación comienza a
abrirse.
En la fachada oeste destacar la Puerta de San Esteban, la más antigua (S. VIII) y que sirvió de
modelo a las posteriores, y la Puerta del
Espíritu Santo, realizada en la ampliación de Alhakén II y que me parece
una de las más bellas de todas gracias a sus dovelas, su decoración vegetal y
geométrica, su policromía, y el típico arco de herradura. En la fachada este
cabe destacar la excepcional sucesión de puertas, muy similares a las
anteriores, cuyo conjunto resulta hipnotizador en cuanto a la gran cantidad de
detalles decorativos.
La entrada a la mezquita se realizada por la fachada
norte, a través de la Puerta del Perdón,
anexa a la Torre - Campanario de la
Catedral y antiguo Alminar de la Mezquita. Realizada en estilo mudéjar,
destacar la decoración pictórica cristiana existente en los vanos de los arcos
polilobulados musulmanes. Un anticipo de la fusión religiosa que contiene este
monumento.
El campanario fue reformado en su parte superior para
acoger las campanas con las que los cristianos llaman a la oración, por lo que
su función no varió a pesar del cambio de aspecto.
El patio de los
naranjos es la antesala a la visita al interior de la mezquita. En época
musulmana era el lugar de las abluciones, aunque también se utilizó como
escuela infantil, mientras que los cristianos lo adaptaron como hospital y
orfanato. Lugar de relajación y esparcimiento, conviene pasear tranquilamente
escuchando el rumor de las fuentes o por la sombra de las galerías
laterales.
La primera sensación que obtenemos al entrar al
interior de la mezquita es la de oscuridad. De repente se hizo la noche y
nuestros ojos tardan unos cuantos segundos en adaptarse a la escasa
iluminación. Nada del exterior nos prepara para el tesoro que nos aguarda. Un
bosque de ordenadas columnas, arcadas bicolores y arcos superpuestos se abre
ante nosotros sumiéndonos en una especie de agradable desorientación. Las
exclamaciones de admiración acaban de comenzar.
En verdad nunca vamos a estar perdidos, pues la
sucesión de arcadas nos dirige, irremediablemente hacia la quibla, el lugar más
sagrado del templo. Por lo tanto, dejemos que nuestros pasos nos guíen
relajadamente.
Resulta interesante, en el camino, admirar las
columnas. Una enorme variedad de capiteles, fustes y basas nos recuerda que
fueron reaprovechadas de anteriores construcciones romanas y visigodas. El
bicromatismo de los arcos se consiguió al alternar piedra caliza y ladrillos
rojizos.
La genialidad de esta construcción está, precisamente,
en los arcos. ¿Cómo esas frágiles columnas pueden sostener la enorme techumbre?
Colocando los arcos de herradura por debajo de los arcos de medio punto que,
sin tener ninguna misión de sostenimiento, actúan como tirantes de hierro o
madera. Se trata de una solución similar a la de los acueductos romanos aunque,
aquí, para lograr que los fieles tuvieran más espacio para la oración, se
colocaron los elementos de más peso en la zona superior (al contrario de lo que
dicta la lógica).
A mitad de camino hacia la quibla nos toparemos con
una Catedral cristiana de golpe. Se trata de un auténtico añadido de
cuestionable valor estético pero que, a la larga, sirvió para mantener con vida
el resto de edificio musulmán. De no haberse realizado así, la suerte de la
mezquita hubiera sido derruirse y sustituirse por una esplendorosa catedral
cristiana, tal como ocurrió en otros lugares como, por ejemplo, Sevilla. Por
tanto, dejemos ideas negativas a un lado y admiremos la belleza de poder
encontrarnos, en un mismo lugar, arcos cristianos y musulmanes.
Este templo, llamado el Corazón de la Catedral, fue
construido en 1523 bajo la dirección de los arquitectos Hernán Ruiz, el Viejo y
su hijo. Se trata de una colosal basílica cruciforme renacentista de estilo
plateresco.
Resulta muy gratificante poder detenerse en la simbiosis de dos estilos tan diferentes y fijarse en detalles y perspectivas realmente bellas.
Resulta muy gratificante poder detenerse en la simbiosis de dos estilos tan diferentes y fijarse en detalles y perspectivas realmente bellas.
Tras admirar esta magnífica obra cristiana avanzamos hacia el lugar
más decorado del edificio musulmán: la maqsura, lugar reservado al califa, y el
mihrab, lugar más sagrado de la mezquita.
Construidos durante la ampliación de Alhakén II, esta
zona se encuentra rodeada y dividida en tres por columnatas de arcos
polibulados entrecruzados. El pabellón central, situado frente al mihrab, es la
zona más recargada en cuanto a decoración. Tiene planta octogonal (una
originalidad andalusí) y una preciosa cúpula con forma de concha.
El muro frontal posee una rica decoración en yesería y con mosaicos bizantinos dorados que os dejarán obnubilados.
Arcos polilobulados y cúpulas de la Mezquita de Córdoba |
El muro frontal posee una rica decoración en yesería y con mosaicos bizantinos dorados que os dejarán obnubilados.
Como curiosidad indicar que el habitáculo del mihrab,
que se halla incrustado en el muro de la quibla, tiene como una de sus
principales características que no fue orientado hacia La Meca, sino 51º grados
más hacia el sur, algo habitual en las mezquitas de al-Ándalus.
2-
Plaza
del Potro
La plaza del Potro es una de las más encantadoras de
la ciudad. Un auténtico monumento en sí mismo. En el Siglo de Oro era centro de
reunión de mercaderes (aquí se celebraban ferias de ganado, de ahí su nombre) y
lugar de encuentro de numerosos trúhanes y meretrices, pues aquí se ubicaban
media docena de posadas. Lamentablemente sólo queda una de aquellas, hoy
reconvertida en la Casa del Flamenco de
Córdoba. Reconstruida como la típica corrala de vecinos del siglo XV, una
visita a su interior es recomendable para aquellos que no conozcan este tipo de
arquitectura. Indicar también que esta casa, la otrora famosa Posada del Potro,
fue citada por Cervantes en su inmortal obra de El Quijote.
Destacar la fuente
que se encuentra en el centro de la plaza, coronada por la figura de un caballo
que sostiene, entre sus patas delanteras, el escudo de la ciudad y uno de los
muchos triunfos de San Rafael que
encontraremos diseminados por la ciudad, muestra de la particular devoción
popular por el Arcángel Rafael, custodio de la ciudad.
Entre los edificios que rodean esta plaza destaca la casa museo del pintor cordobés Julio Romero
de Torres. El museo contiene casi un centenar de obras de este gran
artistas, cuyo conocimiento suele ser bastante escaso por parte de las personas
que visitan la ciudad.
En una placa a la entrada del edificio vamos a empezar
a descubrir el arte pictórico de Romero de Torres: “en esta casa nació, vivió y murió Julio Romero de Torres, el cordobés
insigne, que enamorado de su tierra supo sentir y exaltar, en los fondos de sus
cuadros y en los ojos de sus mujeres, toda el alma de la ciudad".
En efecto, lo más característico del arte de este
pintor fue el retrato de la mujer andaluza de su época, la cual representa
sensual, fuerte, altiva y con mirada penetrante en numerosas escenas de la vida
cotidiana (La chiquita piconera).
Otras facetas que descubriremos de Romero de Torres
fue la de cartelista (moda importada de París), la de retratista, o la de
realizar particulares bodegones de exquisito realismo y llenos de sensualidad (Naranjas y limones).
Una visita impagable para conocer la obra de este
excepcional artista. Y si aún os queda tiempo podéis visitar el anexo Museo de Bellas Artes. Se trata de la
pinacoteca de la ciudad, con obras desde el siglo XIV en adelante y especial
presencia de artistas cordobeses. Destacar, entre las muchas obras que atesora,
el Calvario de la Inquisición, de
Antonio del Castillo o el Bodegón de
naranjas de Rafael Romero Barros.
3-
El
Alcázar de los Reyes Cristianos
El Alcázar de los Reyes Cristianos es otra de las
visitas obligadas en la ciudad. Y que no
os confunda el nombre, pues este lugar fue habitado desde época romana, la cual
se encuentra representada, al igual que la época andalusí.
El sobrio aspecto exterior no deja adivinar la riqueza
interior que posee, tal como les gustaba construir a los musulmanes. Se entra a través de una puerta situada bajo
la magnífica Torre de los Leones, la
más antigua de todas las del edificio (S. XIII) y que recibe su nombre de las
gárgolas que posee. Nos da la bienvenida la escultura de Alfonso X el Sabio.
Otras destacables son la Torre octogonal del Homenaje y la Torre circular de la
Inquisición (llamada así por conservar durante años los archivos del Santo
Oficio).
Una visita obligada es el Salón de los mosaicos, el cual contiene una rica colección de
mosaicos, de gran calidad, extraídos de la Plaza de la Corredera. Destacar el
gran mosaico del Océano, en el que
aparece representado el hijo de Urano y Gea, el dios de las aguas, rodeado de
animales marinos. Otros mosaicos importantes son el referido a la fábula de
Psique y Cupido, el de Polifemo y Galatea
o en el que aparece la actuación de un mimo. Sin duda un espacio
increíble y bello que actualmente suele ser lugar típico de celebración de
bodas civiles.
En el lado occidental del Alcázar se encuentra el Patio morisco o mudéjar. De planta
cuadrangular y rodeado de galerías porticadas en tres de sus lados, posee una
fuente, dos estanques y numerosos árboles frutales provenientes de Persia
(limoneros, granados) que ofrecen un conjunto bucólico. Una columna encontrada
en el subsuelo nos recuerda que en este lugar estuvo la Aduana y el palacio del
Cuestor romano.
Otro curioso lugar son los conocidos como Baños reales
de Doña Leonor, unos baños privados de aire andalusí que fueron construidos en
1328 por el rey Alfonso XI en honor a su amante. Poseen cuatro salas
(vestuario, sala fría, templada y caliente) y el agua provenía de una cisterna
situada en la Torre del Homenaje.
Pero sin duda, lo mejor de este edificio es pasear
tranquilamente por sus Jardines reales.
Lo que antaño ocupaba la huerta del Alcázar fue transformado en unos bellos
jardines poblados por palmeras, limoneros y naranjos que dan sombra a fuentes y
estanques de inspiración andalusí. No os extrañéis si veis alguna novia
haciéndose fotos pues el lugar es sumamente apropiado, máxime en la primavera.
4-
La
Judería
Situada al noroeste de la Mezquita Catedral, en la
zona comprendida entre las calles Deanes, Manríquez, Tomás Conde, Judíos,
Almanzor y Romero, se trata de una de las zonas más visitadas de la ciudad,
tanto por el encanto de sus calles como por los monumentos que contiene. Tengo
un recuerdo especialmente agradable de este lugar pues fue el primer viaje que
hice cuando cobré algo de dinero y me alojé en este particular barrio cordobés.
La judería funcionó desde el siglo X al XV, momento de
la expulsión. Anteriormente, desde época romana, en este barrio se había situado
el poder religioso y civil.
El corazón de la judería es la plaza de Maimónides, en
la cual se sitúa actualmente el Museo taurino. Otro rincón especial es la Plaza
de Tiberíades, la cual contiene la famosa escultura
de Maimónides, médico y teólogo judío cordobés. Resulta embriagador pasear
por esas calles estrechas y sinuosas, herencia de la urbanización medieval, en
la que nos iremos encontrando, casi sin querer, los diferentes edificios a
visitar en la zona.
El más importante, a mi entender, es la Sinagoga. Se trata del único edificio en
su tipología conservado en Andalucía. Se sitúa en el número 20 de la calle
Judíos. A través de un recoleto patio accederemos a la sala de oración,
constituida en dos plantas (la superior para las mujeres) y que contiene una
importante decoración con yeserías de motivos geométricos y vegetales y grafía
judía. En el muro oeste un precioso arco ojival lobulado marca el lugar en el
cual se encontraba el púlpito del rabino. La cruz negra pintada sobre el muro
data de la época cristiana en la cual funcionó como hospital. En el muro
oriental se encontraba la Torá, guardada en unas alacenas, mientras que el muro
norte es el más decorado y el que mejor se conserva. El muro sur era la tribuna
de las mujeres y se diferencia por los tres vanos con arcos profusamente
decorados.
Sin duda, uno de los monumentos más señeros y que
mejor impresión nos causarán de todos los de la ciudad y que viene a completar
la idea de la convivencia pacífica entre las tres grandes religiones monoteístas.
Como curiosidad indicar que tras la expulsión de los
judíos en 1492 el edificio fue utilizado como hospital, ermita y hasta escuela
de parvulario. El descubrimiento de las grafías judías por parte del padre del
pintor Julio Romero de Torres permitiría al edificio recobrar su antigua
importancia.
Otro lugar de parada obligada en la judería es el Zoco municipal, construido en los
jardines de la antigua casa de las bulas. Accedemos a él a través de un
estrecho callejón que se abre en la plaza de Tiberíades. Nos sorprenderá
encontrarnos una especie de patio con galerías porticadas a doble altura que
tiene la disposición de una antigua casa mudéjar del siglo XVI. Varias tiendas
dedicadas a promover la artesanía tradicional cordobesa se ubican en este
lugar, pudiendo adquirir cerámicas, objetos de plata y otros realizados con
cordobán (piel de ternero).
5-
Rincones
encantadores en la ciudad
En la ciudad existen multitud de lugares de
incomparable belleza que son una visita inexcusable para cualquier persona que
se acerque a la ciudad. Por tanto, con el objeto de no olvidarme de ninguno de
ellos voy a enumerar unos cuantos de los más representativos en esta especie de
cajón desastre.
Cristo
de los faroles
El Cristo de los Faroles, fue realizado por el
escultor Juan Navarro León en el año 1794. En realidad se denomina El Cristo de
los Desagravios y Misericordia, aunque terminó por imponerse el descriptivo
apelativo popular.
Iluminado por ocho faroles, su visión nocturna es
totalmente evocadora. Además, para los creyentes, quienes recen delante suya un
credo parece que tendrán 360 días de indulgencia.
Este particular cristo se sitúa en la Plaza de los
capuchinos, antiguo patio del Convento del Santo Ángel donado a la ciudad para
comunicar fácilmente dos populares barrios. Sus típicas paredes pintadas de un
inmaculado blanco dan un contexto perfecto a la escultura que preside la plaza.
Puente
romano y Torre de la Calahorra
Uno de los paseos más encantadores que podemos
realizar en Córdoba es aquel en el que cruzamos el río Guadalquivir por el Puente romano, pues vamos a obtener una
preciosa vista de la mezquita y del Alcázar.
El puente actual tiene poco del edificado por los
romanos y su aspecto es fruto de una polémica reforma llevada a cabo en el año
2008. Con la pretensión de reformarlo para
devolverle un aspecto más primitivo del que tenía entonces, el resultado
fue un monumento bastante alejado de su pasado, tanto romano como califal.
Este puente nos lleva directamente a la Torre de la
Calahorra, baluarte medieval destinado a proteger el único puente que tuvo la
ciudad durante 20 siglos. El foso, las troneras y su aspecto macizo nos
confirman su función defensiva. Aunque debido a su carácter de fortaleza
aislada también funcionó como cárcel o como zona de cuarentena para enfermos.
Hoy día su interior está dedicado a una exposición
permanente que nos habla de la convivencia de las tres culturas monoteístas en
la ciudad durante los tiempos califales. Diversos paneles y audiovisuales nos
recrean aquella época de tolerancia.
Palacio
de los Marqueses de Viana
Existe en Córdoba una gran tradición a la hora de
decorar los patios con flores. En diferentes puntos de la ciudad es posible
toparnos con preciosos patios que nos alegrarán los sentidos con su delicada
decoración. Ahora bien, si os gustan este tipo de tradiciones es obligado
visitar este palacio, pues de los 6.500 metros cuadrados que posee, dos tercios
son patios de excepcional belleza. Su recorrido a través de ellos nos mostrará
la elegancia y el buen gusto de los moradores de este palacio. Personalmente me
encantó el patio de las Columnas, con su fuente y sus plantas de jazmín de olor
tan agradable.
Igualmente, la visita se completa con el recorrido por
las principales habitaciones de esta especie de casa- museo, siendo paradas
importantes la cocina, el Salón de Tobías, cubierto de frescos, la sala de Goya,
con tapices del pintor, o los diferentes dormitorios.
Córdoba
romana
Ya habremos descubierto en nuestro recorrido por los
distintos monumentos principales de la ciudad numerosos lugares que nos
recuerdan la importancia de la dominación romana en esta ciudad. Ahora bien, la
presencia romana tiene también sus monumentos exentos, los cuales son dignos de
ser visitados.
Tal vez, el principal, sea el Templo romano de Claudio Marcelo. Un templo hexástilo de grandes
dimensiones del que se conservan las impresionantes columnas. En el subsuelo
también podremos visitar los restos del Teatro
romano, uno de los mayores de la Península dadas las dimensiones de su
cávea. Y próximo a los jardines del duque de Rivas se encuentran los monumentos funerarios de Puerta Gallegos,
unas tumbas de aspecto cilíndrico que nos remiten a la moda creada por el
mausoleo de Augusto en Roma.
Calleja
de las flores
Auténtico icono y postal típica de Córdoba, este
pequeño callejón tiene la particularidad de mostrarnos la torre campanario de
la Mezquita- Catedral enmarcada por las numerosas macetas de flores que cuelgan
de las blancas paredes de la estrecha calleja.
En la plaza del fondo, antiguo patio de vecinos, se
sitúa una fuente y numerosas tiendas de venta de souvenirs que no han logrado
anular el encanto de este lugar.
Bonus
track: Medina Azahara
Y para finalizar nuestro recorrido por los principales
lugares de Córdoba no podía olvidarme de otro punto de gran interés histórico y
turístico. Me refiero al yacimiento arqueológico de Medina Azahara, un colosal
complejo que posee los restos de un precioso palacio andalusí.
Existe en este blog una entrada particular referente a
este yacimiento por lo que si estáis interesados en su visita os recomiendo que
la consultéis antes pinchando aquí.
Para obtener más información pormenorizada de la
mezquita os recomiendo visitar la siguiente página:
Muy buen Artículo, Gracias por compartir.
ResponderEliminarColchones baratos
Me alegro que fuera de utilidad. Saludos
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