Existe una peligrosa tendencia, en el mundo occidental, según la cual numerosas personas creen diversas teorías
perjudiciales para la salud. Se basan en supuestos estudios científicos (con mayor
o menor rigor; con mayor o menor consenso) y justifican, por ejemplo, la
inutilidad de las vacunas o el engaño de proteger nuestros ojos de la radiación
ultravioleta (UV).
Ignoro todo lo relacionado sobre las vacunas pero,
respecto a los rayos UV si puedo indicar algunas cosas interesantes a las
personas profanas. ¿Os interesa documentaros un poco más sobre el tema?
Existen dos razones básicas que esgrimen las personas que
opinan en contra de la protección que nos ofrecen las gafas de sol para nuestros
ojos:
-
La primera es un tanto conspiranoica en
esencia: diversos fabricantes utilizan estudios comprados para engañarnos.
Si bien es cierto que se han producido escándalos de este tipo, veremos que la
variedad de estudios tendentes a confirmar la relación entre daño ocular y
rayos UV es enorme y variada (y en ningún modo se circunscribe a un fabricante
determinado).
-
La segunda es un retorcimiento del
método científico: escudándose en el puritanismo más extremo niegan la
mayor hasta tener estudios totalmente concluyentes. Dado que la ética nos
impide experimentar con humanos directamente, la única forma reside en hacer
estudios epidemiológicos seleccionando cuidadosamente las muestras.
Lógicamente, los resultados habrá que tomarlos con precaución y sólo nos darán
una tendencia probable (más probable si varios estudios diferentes se encaminan
en la misma dirección).
Utilizando ambos argumentos, seleccionando estudios
científicos afines a su pensamiento preconcebido (e ignorando los opuestos al mismo) y envolviéndolo todo en un lenguaje culto y profesional nos
inoculan un mensaje falso y peligroso: no
se están previniendo enfermedades si se usan gafas de sol. No existe ningún daño crónico producido por
la radiación UV en nuestros ojos.
Básicamente, los estudios sobre el efecto crónico de
la radiación UV en los ojos se circunscriben a tres partes del mismo bien
diferenciadas: conjuntiva, cristalino y retina. Y se relaciona la exposición
crónica con tres enfermedades: pterigium, cataratas y DMAE.
Puntualizar que el daño agudo por el efecto de una
sobrexposición puntual a la radiación UV está de sobra experimentado y es
conocido por todas aquellas personas que pasan un día de nieve sin gafas de
sol.
En
primer lugar vamos a indicar lo que las principales
instituciones científicas opinan respecto al daño que generan los rayos UV en
nuestros ojos. Más que nada, por indicar
el consenso internacional en este tema y no confundir a las personas
profanas con ideas heterodoxas (muy válidas de expresar pero advirtiendo del
sesgo que contienen).
La Sociedad Española de Oftalmología (SEO) indica lo
siguiente respecto al pterigium: “Los
estudios epidemiológicos han demostrado la implicación de la radiación
ultravioleta (UV) en la patogénesis del pterigion, especialmente los rayos UVB.
El uso de gafas de sol con filtros UV (UVB) puede prevenir la aparición y
progresión del pterigion”. (Iradier Urrutia (Coord.) Cirugía del pterigión.
SEO).
La OMS, en un informe sobre las camas solares, indica
lo siguiente refiriéndose a los ojos: “La
exposición a la RUV se asocia con una variedad de trastornos oculares, que
incluyen daños en los párpados, la córnea y el cristalino. La exposición
repetida de los ojos a la RUV causa afecciones de corto plazo en los ojos y
daño ocular permanente. El ojo está estructurado para evitar que la mayor parte
de la RUV alcance y dañe la retina. Sin embargo, los rayos UV-A y la luz azul,
tanto del sol como de los dispositivos de bronceado artificial por RUV, pueden
alcanzar la retina y pueden causar afecciones agudas y crónicas”.
Respecto a las cataratas indica expresamente: “La exposición a UV-B crónica y a dosis
bajas, similares a los niveles emitidos por las camas solares, puede conducir a
la formación prematura de catarata”. (Aparatos de bronceado artificial:
intervenciones de salud pública para gestionar el uso de camas solares. Organización
Mundial de la Salud. (2018). Consultar aquí).
El CNOO (Colegio Nacional de Ópticos Optometristas) se
refiere a la radiación UV del siguiente modo: “Existe una relación directa entre la radiación solar: visible,
ultravioleta e infrarroja, y distintos problemas visuales y oculares, como por
ejemplo cataratas, queratitis o conjuntivitis. Aunque la mayoría de las
radiaciones solares son eficazmente filtradas por los ojos, la exposición
crónica a las mismas o una alta y selectiva cantidad de ellas en un corto
periodo de tiempo, como una jornada en la playa sin gafas de sol, puede dar
lugar a graves problemas oculares”.
Por último, en la página The College of Optometrist
(Inglaterra), en un artículo del año 2016 titulado College of Optometrists offers advice to skiers and snowboarders to
protect their eyes on the slopes, podemos leer lo siguiente (perdonen si mi
traducción no es muy purista. Para ver el texto original pinchar aquí:
“El Colegio de
Optometristas está instando a los fanáticos de los deportes de invierno a
asegurarse de que estén protegiendo adecuadamente sus ojos cuando salgan a las
pistas este invierno. Aunque el cielo despejado y el polvo profundo
proporcionan condiciones perfectas para el esquí; la nieve es reflectante, por
lo que los rayos ultravioleta (UV) del sol son mucho más potentes en las
pendientes que en cualquier otro lugar, lo que representa un riesgo para la
salud de los ojos.
La
Dra. Susan Blakeney, Asesora Clínica del Colegio explica: "Es importante
que cuando los snowboarders y esquiadores se equipan para las pistas, se pongan
gafas para protegerse los ojos. Como la nieve puede reflejar mucha más luz que
las superficies de suelo normales, es vital que protejas tus ojos usando gafas
o anteojos de sol diseñados específicamente para deportes de invierno, y que
estén fabricados de acuerdo con las normas de seguridad pertinentes para
garantizar que absorben suficiente radiación UV.
La
exposición a los rayos UV es acumulativa, por lo que, aunque no sienta ningún
efecto inmediato, podría correr el riesgo de sufrir daños a largo plazo, ya que
la luz solar puede dañar sus ojos y aumentar el riesgo a largo plazo de
desarrollar enfermedades como cataratas y posiblemente AMD (Edad Degeneración
Macular Relacionada). Si no está seguro de las mejores gafas de protección para
usted, pregúntele a su optometrista antes de viajar”.
No creo necesario extenderme más en esta cuestión. La
totalidad de instituciones sanitarias que se ocupan de la salud ocular
aconsejan el uso de gafas de sol para proteger los ojos de la radiación UV.
Pasemos a analizar, punto por punto, cada daño ocular
relacionado con la radiación UV.
PTERIGIUM
Durante muchos años diversos profesionales, en un
desmedido exceso de celo, han desaconsejado el uso de gafas de sol como medida
preventiva para prevenir el pterigium. Escudándose en la falta de estudios
concluyentes al respecto, obviaban de manera consciente toda la literatura
científica que mostraba, con una evidencia cada vez mayor, esa relación causal.
En mi opinión, ante estudios cada vez más
concluyentes, los profesionales no debemos posicionarnos en ninguna posición extrema;
y mucho menos basando esa posición en ideas preconcebidas. Una cosa es abstenerse
de recomendar gafas de sol sin una investigación científica concluyente que
avale su eficacia y otra, bien distinta, es incitar a no utilizar gafas de sol
porque los resultados no son tan concluyentes como desearíamos personalmente.
De ser tan extremadamente puristas las mujeres
embarazadas jamás podrían tomar un medicamento, pues ignoramos sus efectos
secundarios al no poder estudiar en humanos sus efectos. La realidad es que
existen estudios de laboratorio, en animales y la experiencia en humanos y se
realizan tablas donde valorar riesgos y beneficios de suministrar o no tales
medicamentos.
Con las gafas de sol ocurre lo mismo. Existen
evidencias que muestran, cada vez más, el daño crónico en nuestros ojos por
exposición a los rayos UV. Y aunque falte más investigación, la medida
preventiva de utilizar gafas de sol supera con creces la posibilidad de no
hacerlo y que ocurran problemas mayores en un futuro.
Pero, además, en el caso del pterigium ya sabemos,
desde el año 2018, que las gafas de sol previenen dicha enfermedad gracias al
siguiente estudio: Farhad Rezvan, MD, Mehdi Khabazkhoob, PhD, Elham Hooshmand,
MSc, Abbasali Yekta, PhD, Mohammad Saatchi, PhD, Hassan Hashemi, MD. Prevalence
and risk factors of pterygium: a systematic review and meta-analysis. Survey of
Opthalmology. September–October, 2018Volume 63, Issue 5, Pages 719–735.
En el estudio se indica claramente la relación directa
entre radiación UV y el pterigium al igual que la disminución en la
probabilidad de sufrirlo en caso de utilizar gafas de sol.
CONCLUSIÓN: Por primera vez tenemos un estudio científico
que muestra tanto la relación directa entre rayos UV y pterigium así como la
protección que ofrecen las gafas de sol respecto a las personas que no las
utilizan.
CATARATAS
Debo reconocer que tengo debilidad por las tesis
doctorales, pues en muchas ocasiones encontramos un magnífico estado de la
cuestión sobre muchos temas. A continuación voy a reproducir ciertas
afirmaciones extraídas de la tesis doctoral de Gloria López Valverde. Estudio
genético de la catarata presenil. Universidad de Salamanca. Departamento de
cirugía.
Los
componentes de la luz solar más dañinos para la salud son las radiaciones
ultravioleta (UV) tipo A y B. Debido a la pérdida de
la capa de ozono, se ha producido un aumento en el componente UV- B de
radiación ultravioleta (UV-R) que alcanza la superficie terrestre de entre
280-315 nm.
Los tejidos y órganos que se ven afectados de forma
más negativa son la piel, el globo ocular y el sistema inmunológico.
A
nivel ocular los efectos de la radiación pueden ser de tipo agudo o aparecer a
largo plazo; bien tras una corta exposición a radiación de gran intensidad o
bien por exposición prolongada a intensidades de radiación menores. Estas
radiaciones pueden condicionar el desarrollo de queratitis, pterigion o
cataratas (Bochow TW, West SK, Azar A, Muñoz B, Sommer A,
Taylor HR. Ultraviolet Light Exposure and Risks of Posterior Subcapsular
Cataracts. Arch Ophthalmol 1989; 107 (3): 369-372; Cruickshanks KJ, Klein BE,
Klein R. Ultraviolet Light Exposure and Lens Opacities: The Beaver Dam Eye
Study. Am J Public Health 1992; 82 (12): 1658-1662; Keith R. Solomon KR.
Effects of ozone depletion and UV‐B
radiation on humans and the environment, Atmosphere-Ocean 2008; 46 (1): 185-202),
sobre todo de tipo cortical (Kwok L
S, Daszynski DC, Kuznetsov VA, Pham T, Ho A, Coroneo MT. Peripheral Light
Focusing As A Potential Mechanism For Phakic Dysphotopsia And Lens
Phototoxicity. Ophthalmic Physiol. Optics 2004; 24: 119-129).
En Estados Unidos se realizó un estudio que estimaba
el riesgo de catarata en una zona que presentaba una disminución en la capa de
ozono de entre un 5 y un 20% y se encontró un aumento de las cataratas
corticales de un 1,3% en las zonas con una disminución del 5% de la capa de
ozono y un aumento del 6,9% de las cataratas corticales en aquellas zonas en
las que la capa de ozono se había visto disminuida un 20%. (West SK, Longstreth
JD, Muñoz BE, Pitcher HM, Duncan DD. Model of risk of cortical cataract in the
US population with exposure to increased ultraviolet radiation due to stratospheric
ozone depletion. Am. J. Epidemiol. 2005; 162: 1080-1088).
Diferentes
estudios epidemiológicos abundan en esta relación entre cataratas y exposición
crónica a la radiación UV-B. Los siguientes datos están
extraídos de la Tesis Doctoral de Cristina Artigas Felipe. Efectos de la
radiación ultravioleta sobre la transmisión espectral del cristalino del cerdo
común. Universidad Cardenal Herrera. CEU. 2015.
Uno de los estudios epidemiológicos más significativos
es el Chesapeake Bay Study (Taylor et al 1988), un estudio transversal sobre
pescadores en el que se desarrolló un elaborado modelo para cuantificar la
exposición ocular a la radiación UVB. Teniendo en cuenta la exposición en el
trabajo y en el tiempo o de ocio, así como el uso de sombreros y gafas de sol
los resultados concluyeron una relación causal directa entre radiación UVB y
cataratas corticales.
Posteriormente, el Beaver Dam Eye Study (Cruickshanks
et al., 1992), realizado sobre una población de Wisconsin también halló esa
realción directa entre RUV-B y cataratas corticales (en esta ocasión sólo en
hombres, algo que se explicó por el tipo de trabajo).
En el año 2000 se realizó un estudio similar en
Australia (McCarty et al., 2000), en la que la muestra era de personas entre
40-98 años de la ciudad de Victoria, tanto afincadas en el medio rural como en
el urbano. Según sus conclusiones, el 10% de las cataratas corticales se podían
explicar por la incidencia de RUV-B.
En el año 2003, un estudio realizado por Sasaki et al
indicó que existía una mayor prevalencia de cataratas corticales en el
cuadrante nasal inferior, siendo la prevalencia más acusada en individuos que
vivían en latitudes bajas. La mejor explicación para este fenómeno reside en la
acción de los RUV-B, los cuales son enfocados en ese sector por la córnea, que actúa
como una lente convergente con la luz lateral que incide en nuestros ojos.
Aunque existen otros estudios epidemiológicos que no
han encontrado una relación causal directa (en caso de no haberlos el consenso
científico sería total), si es cierto que la evidencia, aunque limitada, invita
a pensar con bastante certeza que la radiación más energética que llega a la
Tierra es capaz de generar efectos dañinos en los ojos. Por ello, la World
Health Organization (WHO) se expresa de la siguiente manera a la hora de
mostrar su preocupación por el daño de esta radiación sobre nuestros ojos: “El índice global de UV solar describe el
nivel de radiación UV solar en la superficie terrestre. El valor de este índice
va de cero en aumento, y cuanto más alto es el valor del índice, existe un
mayor daño potencial para la piel y el ojo, y es menor el tiempo que se
necesita para producir dicho daño”.
Por último, me
gustaría destacar el siguiente estudio: Linetsky M, Raghavan CT et al. “UVA
light-excited kynurenines oxidize ascorbate and modify lens proteins through
the formation of advanced glycation end products: implications for human lens
aging and cataract formation.” Journal of Biological Chemistry, May 2014. DOI:
10.1074/jbc.M114.554410.
El estudio confirma la relación entre los rayos
dañinos del sol y un proceso llamado estrés oxidativo. El estudio demuestra que la luz UV puede dañar las proteínas del
cristalino de una manera específica (llamada glicación) y típica en las
cataratas y en las células dañadas por el estrés oxidativo. En otras
palabras, la luz UV puede subsistir al oxígeno y provocar reacciones oxidativas
dañinas en el cristalino.
“Nuestro estudio
demuestra como la luz UV puede promover el desarrollo de cataratas y enfatiza
la importancia de usar gafas de sol para proteger los ojo de los rayos solares
dañinos” dijo el Dr. Nagaraj, autor principal del estudio.
Por otra parte, existen
numerosos estudios en animales que muestran una correlación entre radiación UV
y la formación de cataratas. A saber. Galichanin et al., 2010; Kim and Koh,
2011; Michael, 2000; Varma et al., 2011…
Y, por cierto, en el estudio sobre el ojo del cerdo se
concluía el daño ocular provocado por la RUV-B así como algo muy importante, el
cumplimiento de la ley de reciprocidad de Bunsen-Roscoe (es decir, se obtenían
lso mismos resultados irradiando 10 minutos con una intensidad determinada y 5
minutos con el doble de intensidad). En conclusión, el daño venía provocado por la cantidad de energía total recibida.
CONCLUSIÓN:
Aunque desconocemos las diferentes causas que provocan las cataratas, una de
las mismas parece estar relacionada, con bastante probabilidad, con la
radiación UV-B. Por tanto, protegernos con unas gafas de sol será una excelente
medida preventiva para evitar las cataratas corticales provocadas por radiación UV-B.
Ello no quiere decir que una persona no vaya a sufrir
cataratas en su vida adulta pues, el proceso de su formación no es desconocido
en su totalidad. Los científicos coinciden en indicar que existen diferentes
causas para desarrollar una catarata. Una de ellas es la radiación UV-B y las
gafas de sol permiten evitar ese daño acumulativo.
DMAE
Sin duda, la asociación entre radiación UV y la
Degeneración Macular asociada a la edad es la parte más problemática de todas
las tratadas. Ello se debe a que es un problema del que hemos tenido constancia
hace, relativamente, un corto espacio de tiempo. Por ello, la certeza sobre la
relación es aún más débil que en los casos anteriores.
Respecto a estudios que muestran esta relación
destacaría, en primer lugar, el estudio
de laboratorio de Hyun-Yi Youn et al. In vitro ultraviolet-induced damage
in human corneal, lens, and retinal pigment epithelial cells. School of
Optometry, University of Waterloo, Waterloo, Ontario, Canada. Molecular Vision
2011; 17:237-246.
Respecto al estudio
en animales voy a destacar sólo unos pocos:
-
Ham, W. T., Jr., Ruffolo, J. J., Jr.,
Mueller, H. A., &Guerry, D., III (1980): La naturaleza del daño a la retina
causado por la radiación: longitud de las ondas, nivel de fuerza y tiempo de
exposición; las dimensiones cuantiosas del daño intenso de acuerdo a estudios
de animales, Sección II. AppliedResearch, 20. 2005-1111
En este estudio los monos
Rhesus fueron expuestos a luz azul de alta intensidad, y diagnosticados con
lesiones en la retina (Epitelio pigmentario de la retina = RPE) debido a la
sobreexposición. Como la melanina (un común componente de pigmentación presente
en el RPE) absorbe considerablemente luz azul, hay una razón para estar
preocupados porque la retina esté sometida al daño de la luz azul.
-
Ham, W. T., Jr. (1983): Las fuentes de luz
y los peligros al ojo. Journal of Occupational Medicine, 25(2), 101-103.
De este trabajo destaco
esta conclusión: “La mayoría de las autoridades en esta materia ahora creen que
la radiación UV cercana al ojo que el cristalino absorbe en el transcurso de la
vida es un factor que contribuye al envejecimiento y a las cataratas de
anciano. Consecuencia: al proteger la retina, el cristalino desarrolla
cataratas. Mi opinión personal es que tanto la retina como el cristalino deben
ser protegidos en contra de la luz azul y la radiación UV.” (p. 101)
- Pautler, E. L., Morita,
M., &Beezley, D. (1989): Daños reversibles e irreversibles causados por la
luz azul al mammalianpigmentepithelium. Procedimientos del Simposio Internacional
sobre la Degeneración Retinal. (pp.555-567) New York: Liss
- Sánchez-Ramos Roda,
Celia: FILTROS ÓPTICOS CONTRA EL EFECTOFOTOTÓXICO DEL ESPECTRO VISIBLEENLA
RETINA:Experimentación animal.Tesis Doctoral UCM. 2010. En la red: http://www.celiasanchezramos.com/archivos/investigacion/segunda-tesis-CeliaSanchezRamosRoda.pdf
La tesis se centró en
estudiar la acción de la luz azul en varios grupos de conejos, unos con lentes
intraoculares de filtro a la luz azul y otros sin él. En sus conclusiones, tras
un estudio de dos años, la doctora Celia apunta que “La mayor pérdida de células retinianas se observa en los animales
sometidos a luz azul y este déficit se
evita parcialmente con el filtrado de las longitudes de onda corta”.
CONCLUSIÓN:
Existen trabajos realizados en diversos animales (monos, ratones,
conejos…) que nos informan de un daño
retiniano cierto con exposiciones a la radiación UV. Tanto exposiciones, agudas
y cortas, como continuadas y largas.
Respecto a los estudios
llevados a cabo teniendo como objeto a los humanos, las conclusiones son polémicas. Mientras que algunos estudios
avalan dicha relación:
Taylor HR., West S., Muñoz B., Rosenthal FS., Bressler
SB., Bressler NM. “The long-term effects of visible light on the eye”. Arch
Ophthalmol., 1992;110:99-104;
Nilsson SE. “Are there advantages in implanting a
yellow IOL to reduce the risk of AMD?” Acta Ophthalmol Scand., 2004;82:123-5; Margrain
TH., Boulton M., Marshall J., Sliney DH. “Do blue light filters confer
protection against age-relatedmacular degeneration?” Prog Retin Eye Res.,
2004;23:523-31;
Hirakawa M., Tanaka M., Tanaka Y., et al. “Age-related
maculopathy and sunlight exposure evaluated by objective measurement”. Br J
Ophthalmol., 2008;92:630-4.
Cruickshanks KJ., Klein R., Klein BE. “Sunlight and age-related
macular degeneration. The Beaver Dam Eye Study”. Arch Ophthalmol.,
1993;111:514-8 (halló pocas relaciones significativas);
Cruickshanks KJ., Klein R., Klein BE., Nondahl DM. “Sunlight
and the 5-year incidence of early age-related maculopathy: the Beaver Dam Eye
Study”. Arch Ophthalmol., 2001;119:246-50;
Tomany SC., Cruickshanks KJ., Klein
R., Klein BE., Knudtson MD. “Sunlight and the 10-year incidence of age-related
maculopathy: the Beaver Dam Eye Study”. Arch Ophthalmol., 2004;122:750-7.
Y otros importantes estudios epidemiológicos no encontraron ninguna asociación:
“Risk factors for neovascular age-related macular degeneration. The Eye Disease
Case-Control Study Group”. Arch Ophthalmol., 1992;110:1701-8; Hirvelä H.,
Luukinen H., Läärä E., Sc L., Laatikainen L. “Risk factors of age-related
maculopathy in a population 70 years of age or older”. Ophthalmology,
1996;103:871-7;
Darzins P., Mitchell P., Heller RF. “Sun exposure and
age-related macular degeneration. An Australian casecontrol study”.
Ophthalmology, 1997;104:770-6;
McCarty CA., Mukesh BN., Fu CL., Mitchell P.,
Wang JJ., Taylor HR. “Risk factors for age-related maculopathy: the Visual
Impairment Project”. Arch Ophthalmol., 2001; 119:1455-62.
CONCLUSION:
Aún falta por avanzar en los estudios sobre la relación entre radiación UV (e
infrarroja, IR) en nuestra retina para poder concluir que existe una relación
directa. La investigación en humanos no es concluyente pero, si somos
precavidos, podemos protegernos como medida preventiva con lentes que filtren
la radiación por debajo de 400 nm. En caso de no tener efecto protector en
retina (si los estudios concluyen eso en las siguientes décadas), si sabemos
que lo tendrán en otras partes de nuestros ojos: cristalino y conjuntiva, tal
como hemos visto anteriormente.
Espero que con este post tan sumamente largo y tedioso
no os hayáis aburrido en exceso. Seguro que existen formas más amenas de
informar sobre este tipo de cuestiones pero la ciencia tiene su lenguaje
específico y he querido mostrar el mismo nivel de profesionalidad que utilizan
otros medios que intentan condicionarnos de manera negativa respecto a las
gafas de sol.
En mi caso me gusta dar la información y que sea cada
cual quién decida, bajo su criterio personal, si es conveniente o no protegerse
de la radiación UV. Lo que no veo lógico
es elegir la información que nos interesa y, de manera cicatera, dirigir la
opinión de personas profanas hacia unas ideas descabelladas que no apoya ningún
estamento científico internacional.
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