Hoy os voy a
proponer un viaje totalmente relajante y desestresante al máximo. En otras
ocasiones, en las entradas que tienen este encabezamiento, os he recomendado
localidades más o menos importantes que eran en sí mismas un núcleo histórico y
tranquilo.
En esta ocasión pensaba hacer lo mismo, centrándome
en Carrión de los Condes, famosa localidad gracias al Cantar del Mío Cid y por
ser una parada importante del Camino de Santiago. Pero he preferido aconsejaros
un alojamiento muy próximo en el que estuve muy a gusto. ¿Os apetece descubrir
este pequeño rincón de tranquilidad?
Quintanilla
de Onsoña es una pequeñísima localidad palentina situada a
las orillas del río Carrión y muy próxima a Saldaña. Tiene menos de 200
habitantes y el único interés turístico es su iglesia de piedra dedicada a San
Andrés. El resto de construcciones de la localidad son antiguas casas de adobe
y modernas casas de ladrillo edificadas como un retiro agradable lejano del
mundanal ruido urbano. En las más antiguas cabe destacar la existencia de la
gloria, una especie de sistema de calefacción bajo el suelo que proviene del hypocaustum romano.
Quintanilla tiene una larga historia. En la
Prehistoria estuvo habitado desde la Edad de Bronce (1800-800 a. C.),
y luego fue poblado por el pueblo vacceo. En época romana aquí se asentó una
villa, hoy desaparecida, denominada Las Quintanas y en sus proximidades sabemos
que existió una calzada romana que unía Abia de las torres con Saldaña. Más
tarde, tras la invasión musulmana la zona no quedó totalmente despoblada y fue
en este momento cuando parece ser que adquirió su nombre actual. Quintanilla de
Onsoña significa pequeña quinta de Don Soña, un infanzón que pudo fundar o ser propietario de la localidad. Con
todo, el primer documento histórico en el cual aparece la localidad es una
carta de 16 de febrero de 1072, que se encuentra en la catedral de León, por la
que Fernán Soñaze donaba una heredad a Juan Vita y a su esposa Condesa en Quintanilla.
Su evolución, a partir de entonces, fue la típica de muchos pequeños pueblos
palentinos dedicados a la agricultura de subsistencia: su vida se fue apagando
en el siglo XX en cuanto los jóvenes buscaron fortuna en las grandes ciudades.
Hoy día se trata de un
lugar en el cual descansar y olvidarse de la rutina diaria observando los
amplios campos de cultivo, los numerosos palomares o, por la noche, el cielo
estrellado. Y si decidí recomendaros este lugar fue por la casa rural en la que
estuve hospedado, La Casa del Recaudador. Se trata de una casa con origen en el siglo XIX y
que perteneció al recaudador de impuestos de la zona. Originalmente se trataba
de una edificación con vivienda en la planta alta y palomar en la superior,
siendo posteriormente reformada con materiales tradicionales y acondicionada
para el siglo XXI. Un agradable porche en el patio posterior es el añadido más
acertado y agradable de la casa de dos plantas, con salón, cocina y baño en la
planta baja y tres habitaciones (una con
baño y cama de matrimonio) en la superior. Sin duda, un lugar ideal para
descansar y disfrutar de la paz que solo un pequeño pueblo puede ofrecer.
Ahora bien, no todo va a
ser descansar. Si elegí este lugar fue por tener numeroso atractivos turísticos
que ocuparán vuestro tiempo según las ganas que tengáis de disfrutar de una
estancia más o menos descansada. Yo os voy a proponer tres planes que seguro os
agradarán.
A escasos diez minutos en coche tenéis el impresionante
yacimiento arqueológico de La Olmeda.
Se trata de una villa romana cuyo
mayor atractivo es la gran cantidad y calidad de mosaicos que conserva in
situ. Tenéis un artículo entero sobre ella en este blog (aquí) si deseáis
acercaros y admirar sus preciosos tesoros arqueológicos.
El Museo Monográfico
de la Villa Romana La Olmeda se encuentra en la Iglesia de San Pedro de
Saldaña (bueno, cuando yo la visité estaba en el edificio de enfrente,
denominado La Casona, por reformas en la Iglesia) y se puede visitar con la
misma entrada. Sin duda os aconsejo encarecidamente hacerlo, pues os vais a
llevar una visión más completa de la villa, al tener expuestos los numerosos
objetos que en ella se encontraron. Además de poder admirarlos, se aprovechó la
ocasión para acercar diversos aspectos del mundo romano con paneles
explicativos.
Un ejemplo es el ocio, el
cual explican a través de un cubilete para jugar a los dados. Este cubilete
tenía varias palabras labradas. Sólo se conservan dos, VINARI LETARI, aunque
por analogía en otros descubrimientos similares se supone que la frase completa
debía ser la siguiente: VINARI LETARI LUDERE RIDERE HOC EST VIVERE, que
significa beber o cazar, alegrarse, jugar, reír, esto es vivir.
Saldaña,
la localidad entre la villa romana y nuestro alojamiento en Quintanilla tiene
varios atractivos turísticos que nos van a permitir pasar un rato muy agradable
paseando por su reducido casco urbano. Además del museo antes citado, el otro
punto fundamental de la localidad es la Plaza Vieja. Sus numerosos
soportales son los más característico, destacando las diferentes basas de
piedra y capiteles (unos jónicos y otros dóricos), sin duda piezas
reaprovechadas de otras construcciones antiguas. Las viviendas están realizadas
con ladrillos y entramados de madera que les otorgan un característico aspecto
castellano. Además, quien visita esta plaza debe fijarse bien en los ostentosos
escudos de armas que poseen algunas viviendas, los cuales datan del siglo XVIII
y representan a familias importantes del municipio, tales como las familias
Santander, Calderón o Mendoza.
Muy próxima a la plaza se encuentra la Casa
Solariega del Marqués de la Valdavia, reconocible por su magnífico escudo
de armas nobiliar de la familia Santander-Osorio. Y en la misma plaza una
curiosa edificación tradicional, hoy convertida en restaurante, que se llama la
Casa Torcida. La descubriréis por tener la viga de madera que separa el
piso superior del inferior con escasa horizontalidad.
Si seguimos desde este último punto hacia la Casa
del Marqués de Valdavia, llegaremos sin dejar la calle hasta el Museo
Monográfico de la Villa Romana. Situado en La Casona mientras acondicionan la
iglesia en la que habitualmente se encuentra, tiene su interés tanto por las
piezas expuestas como por el conjunto donde se ubica, una excepcional casa
castellana con patio y dos plantas.
En caso de tomar el sentido contrario alcanzaremos
la Iglesia de San Miguel, el cual conservaba interesantes obras de arte
sacro cuando lo visité; en concreto, obras religiosas tales como códices y
sepulcros, así como otras artesanías relacionadas con el arte sacro.
Por último, un lugar de esparcimiento lo constituye
el Parque Javier Cortés, así denominado en honor al descubridor de la
Villa Romana de La Olmeda que donó al municipio la magnífica verja,
anteriormente ubicuada en su propiedad. Se sitúa junto al río Carrión y en la
zona se integran magníficamente zonas para juegos infantiles, paseos
ajardinados y un pequeño lago con patos y pavos reales. Diversas pasarelas y
puentes de madera cruzan los arroyos que forman el río y nos adentran en una
frondosa vegetación autóctona que desemboca en el mirador del Puente Viejo. Un
magnífico paseo que agradará a grandes y pequeños.
Si deseáis
conocer más profundamente el patrimonio de Saldaña os recomiendo visitar su
página web: http://saldana.es/index.php/turismo/lugares-de-interes/
La otra gran localidad turística que queda a tiro de
piedra de nuestro alojamiento es Carrión
de los Condes. Apenas a 15 kilómetros, lo primero que nos encontraremos al
entrar en la localidad será el enorme e imprescindible Monasterio de San
Zolio.
Perteneciente a la orden cisterciense, fue un famoso
lugar de peregrinación en el Medievo gracias a poseer las reliquias de San
Zoilo, un mártir cordobés. Las reliquias del patrono de la ciudad pueden hoy
día observarse en la iglesia de este monasterio, así como las lujosas telas
árabes en la que estaban envueltos, a modo de sudario, los huesos del santo.
De la iglesia románica del monasterio apenas queda
hoy una vidriera y la portada de entrada, con bellos capiteles figurados. El
resto del templo fue reconstruido en el renacimiento. En ella debemos fijarnos
en los sepulcros de los condes de Carrión y en el impresionante retablo
renacentista, proveniente del pueblo de Baquerín de Campos.
Pero sin duda, lo mejor del monasterio es su
excelente claustro renacentista de dos plantas. La superior no se puede visitar
por ser parte de la hospedería actual, aunque lo principal nos lo vamos a
encontrar en la planta baja. Más de 300 figuras, relativas al Antiguo y Nuevo
Testamento, decoran las bóvedas y las columnas de este impresionante claustro.
Cruzando el río Carrión nos adentraremos en el
centro de esta pequeña localidad. Destacar que la zona del río ha sido
acondicionada con un precioso paseo y parque infantil que hará las delicias de
los más pequeños (sobre todo con la tirolina).
En la ciudad destacan dos iglesias como lugares
principales de visita. Por un lado, en la misma Plaza Mayor, se encuentra la Iglesia
de Santiago. Un incendio provocado por los franceses en 1811 destruyó el
que era un gran templo y hospital para peregrinos. De la construcción románica,
no obstante, queda una excepcional fachada ricamente decorada con
esculturas. Debajo del alero del tejado
vamos a encontrarnos a Cristo en Majestad rodeado de los doce apóstoles y los
símbolos de los cuatro evangelistas. Debajo, en la arquivolta que daba acceso
al templo, encontramos 24 figuras escultóricas que representan diferentes
oficios medievales (no perderse la bailarina contorsionista o el judío
herrero). En el interior de la iglesia existe un museo parroquial de arte
sacro.
El otro gran templo de la ciudad es la Iglesia de
Santa María del Camino. Se trata de un edificio románico, aunque con
numerosos añadidos posteriores góticos y barrocos. En el exterior son
destacables sus dos portadas. En la principal podemos ver un friso que
representa el viaje de los Reyes Magos y la adoración al niño Jesús. En el
interior destacaré la Virgen del Camino, titular del templo y que data del
siglo XIII, así como el Cristo del Amparo, una talla gótica de acusado
dramatismo.
Otros puntos de interés de la ciudad, para aquellos
a los que todavía les siga apeteciendo visitar iglesias, son la Iglesia de San
Andrés (denominada la catedral de Carrión por su gran volumen), el Santuario de
Nuestra Señora de Belén (ubicado en el lugar donde antiguamente residían los
condes), o el Convento de las Clarisas (que atesora un museo de belenes
bastante enorme). No obstante, pasear por su escueto entramado urbano y
empaparse del espíritu del Camino de Santiago son motivos suficientes como para
pasar una tranquila tarde en esta ciudad.
Por último, en el día que volváis para casa, es
obligado realizar una parada en Frómista.
El nombre os sonará del colegio, pues una de las iglesias que posee este
pequeño municipio siempre se estudia como uno de los ejemplos más
característicos del románico castellano.
Me estoy refiriendo a la Iglesia de san Martín,
templo románico que data del siglo XI. El aspecto actual, exento y libre de
construcciones anejas, es el resultado de haber “limpiado” todos los añadidos
que se realizaron en los siglos siguientes a su construcción, tales como
capillas, sacristías y hasta un campanario anejo a su cimborrio. Una maqueta en
el interior del templo muestra el estado que tenía antes de la restauración
realizada entre 1896 y 1904.
Del exterior del templo debemos fijarnos en tres
interesantes zonas. En primer lugar su cabecera, formada por tres ábsides
semicirculares, siendo mayor el central que los laterales. Nos informan de las
tres naves que nos encontraremos en el interior, así como por el gusto estético
del románico por decorar escultóricamente los muros de piedra. En este caso destacar
la imposta con ajedrezado horizontal y las columnas adosadas que enfatizan la
verticalidad del templo, las profundas ventanas con columnas laterales y ricos
capiteles labrados con temas tanto vegetales como figurados y, junto al tejado,
los canecillos figurados (309) en los cuales los artesanos románicos expresaban
toda una serie de figuras cuyo significado exacto muchas veces se nos escapa.
Aunque, sin duda, remitían a cuentos y enseñanzas bíblicas muy útiles en un
pueblo eminentemente analfabeto.
El cimborrio, por su forma octogonal, es una novedad
en este tipo de iglesias palentinas y remarca la verticalidad que el arquitecto
quiso dotar al templo. Verticalidad también reforzada por el par de torres
construidas a los pies del templo y que denotan influencias alemanas.
Por último, del exterior, destacar las portadas.
Bastante sobrias y sin apenas decoración. La única diferente es la portada
norte, aunque los rigores del tiempo han deteriorado considerablemente los
elementos decorativos escultóricos.
En el interior del templo nos encontraremos con una
planta basilical, con una nave central mucho más alta y ancha que las dos
laterales. Todas ellas se cubren con bóvedas de cañón, divididas por arcos
fajones en distintos tramos, cuya función es trasladar el peso de la cubierta a
los pilares y muros exteriores. Ello explica el grosor de los muros, apreciable
si nos fijamos en el derrame de las ventanas. Indicar también el recurso a la
decoración con líneas horizontales de ajedrezado, las cuales parecen indicarnos
el comienzo de los distintos elementos arquitectónicos.
Aunque de planta basilical, como hemos indicado, la
iglesia muestra una transición hacia la cruz latina, apareciendo un eje
perpendicular que corta al eje longitudinal constituido por las naves y el
ábside. En donde se cruzan ambas naves se levanta el cimborrio. Aquí debemos
fijarnos en la original solución adoptada para pasar de un cuadrado a un octógono,
mediante un recurso arquitectónico llamado trompa (unas conchas situadas en los
vértices del cuadrado y, que en esta ocasión, se decoran con figuras de los evangelistas).
Respecto a la decoración escultórica del interior
del templo vamos a destacar, en primer lugar, las esculturas exentas de la cabecera central.
La más antigua es el Cristo crucificado, que data del siglo XIII, y le siguen
un San Martín (S. XIV) y un Santiago (S. XVI).
No obstante, lo más destacado de la decoración del
templo son los capiteles decorados escultóricamente. Al igual que en el
exterior podemos dividir su decoración en tres grupos atendiendo a los
diferentes elementos labrados:
-
Vegetales: Son los más abundantes y tienen
una función meramente decorativa. Si nos fijamos bien podremos observar
distintos niveles de ejecución, desde los labrados con gran detalle hasta otros
con un acabado más tosco.
-
Animales: Tienen un carácter simbólico,
pues unos representan aspectos positivos (pelícanos, palomas, águilas…) y
otros, negativos (serpientes, lobos, lechuzas, animales fantásticos). Poseían
una función claramente doctrinal y, en algunos casos, servían para explicar
fábulas, tal como es el caso de la zorra y el cuervo, muy típico del Medievo.
Sin duda, un claro ejemplo de adaptación del cristianismo a las creencias
paganas existentes aún en la sociedad, variando su significado para fusionar la
doctrina.
-
Historiados: Nuevamente tenemos una
clara función doctrinal en este tipo de capiteles que representan escenas
bíblicas, tales como Adán y Eva tomando la fruta del Paraíso o la Adoración de
los Reyes Magos.
Si nos situamos en la cara norte del templo y
tomamos la calle del Milagro, que está justo en frente, hallaremos una curiosa
piedra denominada Piedra del Milagro.
Se levanta justo en el lugar en donde
vivía Pedro Fernández de Teresa, protagonista de un supuesto milagro que tuvo
bastante fama en la zona. Resulta que este cristiano viejo pidió dinero
prestado a un judío y luego no pudo devolverlo en el plazo acordado. Denunciado
a la Iglesia, Pedro fue excomulgado, algo realmente grave en el Medievo. Ante
tales circunstancias Pedro devolvió el dinero, aunque olvidó avisar a la
Iglesia para que le levantaran el castigo. Más tarde, enfermo de muerte, pidió
la confesión y comunión a un sacerdote. Pero al ir a darle la Sagrada Forma,
aquella se quedó pegada a la patena de forma milagrosa. Recordó entonces Pedro
su excomunión y comunicó al sacerdote que ya había liquidado aquella cuestión.
Comprobada su afirmación, el sacerdote pudo levantarle la excomunión y darle la
comunión, aunque la primera de todas siguió pegada a la patena y jamás pudieron
despegarse. Aunque el paso del tiempo provocó que la Sagrada Forma se
consumiera, la patena del milagro aún se conserva en el Museo parroquial de la
Iglesia de San Pedro.
La Iglesia de San Pedro está muy próxima a la
Piedra del Milagro. Tan solo debemos seguir la calle hasta el final y doblar a
nuestra derecha. Nos encontraremos con un gran templo gótico de portada
renacentista que recuerda los antiguos arcos del triunfo romanos.
Del interior, de gran tamaño, caben destacar sus
bóvedas de crucería, más decoradas las de los pies que las de la cabecera (lo
que nos informa sobre el camino que tuvieron los trabajos de construcción, pues
a mayor decoración menor antigüedad), así como el retablo de su cabecera. El
eje de la iglesia está desviado debido a la presencia de un arroyo que
comprometía la estabilidad del templo. En el museo encontraremos varios objetos
sacros, destacando sobre los demás el retablo mayor de la Iglesia de Santa
María del Castillo, compuesto por varias láminas pintadas con escenas bíblicas.
Como museos, en esta villa destaca el Museo
Histórico-Etnográfico, muy próximo a la iglesia anterior y que muestra
objetos cotidianos utilizados en la zona hasta mediados del siglo pasado, tales
como aperos de labranza, herramientas de la forja del herrero…
También podemos considerar una visita museística
adentrarse en la Iglesia de Santa María del Castillo. En el interior de
sus muros se encuentra Vestigia, una exposición temática sobre el Camino
de Santiago. En los distintos espacios en los que se divide la exposición descubriéremos,
junto al acompañamiento virtual de San Telmo, la historia de Frómista,
numerosas leyendas que rodean al Camino, los artistas que pintaron el Retablo
Mayor de Santa María y la importancia de
la Vía Láctea, pues no olvidemos que Compostela significa Campo de Estrellas.
En definitiva, una localidad pequeña pero llena de
encanto que bien os puede ocupar una entretenida mañana.
Espero que os animéis a visitar esta zona palentina.
Seguro que no os defraudará lo más mínimo.
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