Hace unos días pude ver la última película de Christopher
Nolan sobre el mitificado episodio de Dunkerke, en el contexto de la II Guerra
Mundial. Y debo decir que tuve sensaciones encontradas al respecto de él.
Por un lado me gustó mucho de lo que vi y la forma
en la que el director trató diversos temas. Por otro lado, hubo varios momentos
en los que me chirrió la veracidad histórica o lo que daba a entender a un
espectador profano. No en vano, se trata de una visión partidista y actual de
un suceso pasado. Una visión acorde a nuestros tiempos en los que existe una
situación de ruptura entre Inglaterra y Europa. El famoso Brexit ha intervenido
en algunos aspectos de la película, así como la visión del director
(descendiente de un soldado inglés muerto en aquellas playas). ¿Os interesa
conocer una crítica histórica de la película?
En primer lugar quiero recordar las razones por las que una película no puede
sustituir a un libro de historia:
-
El cine es un medio de entretenimiento
al que no se le puede pedir un rigor histórico científico. Por ejemplo,
Dunkerke es más parecido a una novela basada en sucesos reales que a un libro
histórico.
-
El cine se mueve por criterios tales
como el entretenimiento, la belleza de la imagen, las conclusiones sencillas,
los tiempos limitados… Con estos mimbres resulta difícil hacer películas
históricas cuya esencia es, eminentemente, compleja.
-
Las películas históricas no cuentan
verdades históricas, sino recreaciones del pasado desde el punto de vista
actual. Nolan, al plasmar en Dunkerke una visión excesivamente patriótica del
suceso, no deja de estar influenciado por el Brexit actual con Europa.
-
Hasta la fecha, las películas históricas
no dejan de ser visiones personales de un director sobre un suceso histórico,
el cual se encuentra aconsejado por novelistas más que por historiadores. Ese
primer filtro deslegitimiza el producto final como producto de enseñanza
histórica en sus conclusiones (no en los decorados, por ejemplo).
Abordado el primer asunto conflictivo del cine
actual vamos a repasar los pros y los contras que tiene la película de
Dunkerke.
Lo
que me ha gustado de la película
Poder contemplar en imágenes cinematográficas lo que
anteriormente sólo podía haber visto en instantáneas borrosas, en blanco y
negro, es algo que me fascina. Las filas de soldados en las playas, los
disparos contra los aviones alemanes tumbados en la arena, la espera en el
malecón… Se nota que Nolan se ha
documentado gráficamente y ha reproducido fielmente muchas instantáneas de la
época.
Esa sensación de verismo fue confirmada por un
veterano de aquel episodio. Ken Sturdy
de 97 años, al ver la película manifestó “Nunca
pensé que pudiera ver eso de nuevo. Fue como si hubiera vuelto a estar ahí”.
También resulta encomiable la presentación de esos
embarques desesperados en un espigón improvisado (el puerto estaba destruido
por los bombardeos alemanes) y la necesidad de utilizar la marea alta para
realizar el embarque.
La sensación de peligro constante, aunque no se vea
al enemigo, que tenían aquellos hombres, la sensación de indefensión ante la
aviación alemana, el peligro del viaje hasta Inglaterra, las pérdidas de vidas
o la situación desesperada que se vivió en aquella playa creo que ha sido
llevada a la pantalla de manera magistral.
Lo
que no me ha gustado de la película
Nolan utiliza una visión muy patriótica (inglesa) de este episodio histórico. Parece
que fueran ingleses los que realizaran toda la evacuación, ingleses los únicos
que se salvaran, embarcaciones inglesas particulares las que salvaran la
jornada. En definitiva, una visión muy poco real de un suceso en el que
participaron numerosos contingentes, tanto ingleses como franceses.
Puedo entender que no resulte sencillo transmitir al
espectador el contexto de Dunkerke. La evacuación no hubiera sido imposible sin
la heroica defensa de Lille por los franceses, la de Boulogne por irlandeses y
galeses o la de Calais por parte de la 30ª Brigada de Infantería Británica.
Todas estas acciones encomiables proporcionaron al comandante Gort el tiempo
necesario para preparar el perímetro defensivo de Dunkerke.
Pero resumir la participación francesa en diez
segundos de metraje me resulta extraño. Y, como es de esperar, humillante para
los franceses. La crítica realizada por Jacques Mandelbaum en Le Monde resulta
particularmente adecuada para comprobar el sentimiento de engaño que han tenido
los franceses:
“La batalla de
Dunkerque está presentada en la película como una historia puramente inglesa,
con diez segundos dedicados a un grupo de soldados franceses, No representa la
participación esencial francesa en la evacuación. Nadie puede negar el derecho
de un director a enfocar su punto de vista en lo que cree conveniente, siempre
y cuando no niegue la realidad que pretende representar. ¿Dónde están los
120,000 soldados franceses que también fueron evacuados de Dunkerque? ¿Dónde
están los 40,000 que sacrificaron su vida para defender la ciudad contra un
enemigo superior en armamento y número?”.
Si en 1940 los franceses tuvieron la sensación de
ser traicionados por los ingleses en su huida del continente, 77 años después Nolan
vuelve a recrear ese mismo sentimiento. Aquí si tenemos un ejemplo de veracidad
histórica, ¿verdad?
Dunkerke
también fue posible gracias a que los alemanes frenaron el avance de sus
divisiones acorazadas. Nolan, ante la situación más controvertida de Dunkerke,
pasa como de puntillas utilizando el cliché de la aviación alemana.
“¿Por qué? ¿Por qué desperdiciar tanques
preciosos cuando nos pueden coger del aire como un pez en un barril?”. Esta
visión, además de simplista, resulta engañosa y tendente a perpetuar una visión
tergiversada de la historia. Nunca en la historia la aviación había acabado con
la infantería.
La detención de los panzer alemanes cuando estaban a
punto de cercar Dunkerke, a posteriori uno de los errores militares más
importantes de la contienda, se suele atribuir exclusivamente a Hitler. En ello
son coincidentes todos sus generales, lo que ya nos debería hacer sospechar. La
versión oficial es más o menos la siguiente: Hitler, en contra de todos sus comandantes
de campo decidió parar el ataque terrestre y dejar que fuera la aviación quién
asestara el golpe final. Supuestamente habría sido influenciado por el mariscal
H. Göring, quién le convenció de que sería mucho más práctico dejar que fuese
la Lufwaffe, más leal y nazi que el ejército,
quién se llevara la gloria de la victoria. Todo ello casa con la versión
clásica de un Hitler fanático y falto de experiencia militar.
Ahora bien, la historia es algo más compleja que
unas sencillas explicaciones para alumnos de primaria. Y, para enterarse un
poco de lo que pudo pasar es necesario leer muchos libros de historia. En la
decisión tomada por el Estado Alemán, del que Hitler era su comandante en jefe,
pesaron varios factores que la hicieron bastante comprensible en aquel momento.
Enumeremos algunos factores que pesaron en la decisión:
-
el terreno pantanoso de Flandes era poco
adecuado para los panzer, según informó Keitel a Hitler;
-
la marcha forzada y el tiempo que
llevaban en combate los tanques alemanes aconsejaban una detención para una
necesaria puesta a punto, según indicó a Hitler Von Rundsdedt;
-
el principal objetivo era acabar con
Francia y tomar París, razón por la cual no era tan perentorio arriesgar los
blindados en una acción ya ganada (las fuerzas enemigas se retiran);
-
la decisión de parar el ataque con
tanques surge de Von Kleist el 23 de mayo, alegando desgaste en sus divisiones.
Von
Kluge está de acuerdo y así informa a Von Rundsdedt. Este apoya la decisión y
Von Kluge ordena detener los panzer con una orden emitida a las 8:00PM del 23
de Mayo. Hitler no firma la orden hasta las 11:30, y lo hace a sugerencia de
Von Runsdedt. Hitler lo único que hizo fue ratificar las órdenes de sus
militares. Otra cosa fue que, pasada la guerra, todos ellos culparan Hitler de los errores en sus memorias;
-
el plan Fall Gelb, que consistía en
aislar a los ejércitos aliados se había cumplido perfectamente;
-
existía la posibilidad futura de
negociar la paz con Inglaterra una vez tomada Francia, razón por la cual no
hacer mucha sangre en Dunkerke podía ayudar a negociaciones futuras. Esta razón
es una de las que ofrece Von Manstein en sus memorias para explicar la polémica
decisión;
Como vemos, en la polémica decisión pesaron egos
personales, desconocimiento de las tácticas modernas de combate con acorazados,
situaciones estratégicas, decisiones políticas… De haber existido un comandante
francés de blindados a la altura de los alemanes la decisión de conservar los
panzer se interpretaría hoy como una de las más decisivas de la toma de
Francia. Es lo que tiene analizar la historia dese el presente: saber cómo
acaban las cosas nos mediatiza mucho la opinión favorable o desfavorable de
ciertas situaciones.
Nolan, en su versión fiel y británica del suceso
muestra el enfado de los soldados ante la ausencia de la aviación inglesa. Esa
sensación la tuvieron los soldados evacuados en la playa, que apenas vieron
Spitfire y si muchos Stukas alemanes. Ahora bien, esa visión incompleta de la
historia no hace honor a la realidad de la aviación británica (RAF), a pesar de
dedicarle Nolan gran parte del metraje.
La evacuación del contingente atrapado en Dunkerke
hubiera sido imposible sin la intervención
de la RAF que, a pesar de su inferioridad, luchó con gran coraje. Y más que
en la playa de Dunkerke, la RAF apretó en la frontera con los Países Bajos,
bastante más al este, intentando interceptar a los bombarderos alemanes antes
de llegar a la zona de combate. Sin esta barrera, atravesada por muchos
bombarderos no obstante, la evacuación hubiera sido imposible. Bien está que se
les recuerde y no solo a los que llegaron a las playas o protegieron a los
navíos en su vuelta a Inglaterra (cuya labor fue también fundamental, tal como
Nolan acierta a mostrar).
La Operación Dinamo, que así se llamaba a la evacuación,
fue aprobada el 20 de mayo e iniciada el 26 de mayo a las 23:30 horas. La
Marina Británica había preparado una flota de 40 destructores y 130 barcos
mercantes y de pasajeros con los que se realizó la mayor parte del traslado de
tropas. El último día de mayo fueron evacuados 68.000 hombres.
La
ayuda civil con sus propias embarcaciones sólo ocurrió a
partir del 1 de junio (las noticias sobre la evacuación se conocieron, por el
gran público, el 31 de mayo por la tarde) y su ayuda en el total de supervivientes rescatados fue bastante menor que lo que
la película de Nolan parece dar a entender.
Los evacuados
totales fueron, a grandes rasgos, 200.000
británicos y unos 100.000 franceses y belgas, algo que no queda nada claro
en la película, la cual parece mostrar únicamente el rescate de soldados
ingleses.
El 2 de junio a las 3:30 a.m. partía el último barco
hacia Inglaterra. Las tropas aliadas que quedaron
sin embarcar en Dunkerke se rindieron ante los alemanes. Fueron,
aproximadamente, unos 35.000 soldados,
aunque lo más grave fue el abandono de todo el equipo de guerra. Nada de eso
parece intuirse en la película, pues el único prisionero es el piloto que se
quedó sin combustible y aterrizó en la playa.
Por último, debo concluir realizando una reflexión
personal sobre el carácter inglés. Siempre me ha maravillado una cosa de su
personalidad: la de sacar algo positivo
de cualquier derrota.
Inglaterra es el único país que conozco capaz de
convertir una derrota (como lo fue Dunkerke) en una victoria épica. Nolan
muestra con exactitud esta esencia del pueblo inglés. Las tropas fueron
recibidas con vítores. Sobrevivir ya es
suficiente, como diría el viejo ciego que repartía mantas a los recién
llegados. Pero ese sentimiento fue potenciado por una figura fundamental de la
historia inglesa de ese momento. Muchos políticos eran pesimistas respecto a la
posibilidad de resistencia ante los nazis. Y fue un viejo político, tradicional
y desfasado quién decidió desafiar a la historia y aunar el sentimiento de
resistencia inquebrantable. Sí, fue el mítico Winston Churchill, a quién podemos “escuchar” al final de la
película a través de la noticia del periódico: “Llegaremos hasta el final; lucharemos en Francia; lucharemos en los
mares y océanos; lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el
aire; defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el coste; lucharemos en las
playas; lucharemos en los aeródromos; lucharemos en los campos y en las calles;
lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos...”.
Estas palabras fueron pronunciadas por Churchill el
4 de junio, por lo que podemos pensar que, al leerlas en un periódico, el final
de la película se sitúa en el 5 de junio. Todo ello nos deja la posibilidad de
encuadrar la película en un marco temporal más concreto. El de las últimas
horas del rescate de tropas. Y si es así, ¡ahora sí que ya no entiendo nada! El
4 de junio no había 400.000 hombres en las playas de Dunkerke. Será por los
tiempos cinematográficos, que poco o nada tienen que ver con los históricos.
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