Cuando preparamos un viaje a París, la ciudad de la
luz y del amor, lo primero que planeamos ver es la Torre Eiffel, la Catedral de
Notre-Dame, el Museo del Louvre o el Arco del Triunfo.
Las anteriores son paradas imprescindibles de
cualquier turista que visite la capital francesa, pero nuestro viaje no debería
olvidar otros rincones, menos frecuentados, pero igual de maravillosos y dignos
de visita.
En el post de hoy os mostraré tres de los rincones
menos visitados de París que bien merecen dejar de serlo.
Sainte-Chapelle
La Isla de la Cité es uno de los centros neurálgicos
de París. El origen de los primeros asentamientos celtas, hacia el año 52 a.C.
que supusieron la fundación de la ciudad. La sola presencia de la famosa Catedral
de la Notre-Dame es suficiente atractivo para que los turistas se acerquen en
masa hasta este lugar.
Ahora bien, muchos olvidan visitar la que para
algunos es una de las iglesias más bonitas de la ciudad. Me refiero a la
antigua capilla privada de los reyes de Francia, la Sainte-Chapelle.
Esta impresionante iglesia se encuentra situada en
el interior del recinto de los juzgados de París, razón por la cual suele pasar
desapercibida para los turistas.
Este monumental edificio fue construido a mediados
del siglo XIII con el objetivo de conservar las reliquias de la Pasión
(fragmentos de la Cruz y de la corona de espinas) que había logrado reunir el
rey Luis IX.
El exterior del templo tiene una datación más
moderna. Tanto la virgen de la fachada como la aguja revestida de plomo
(auténtico faro para encontrarla) son del siglo XIX.
En su interior vamos a encontrar dos capillas
situadas una encima de la otra. En la inferior estaba destinada al personal de
servicio y lo único original y destacado de ella son las lápidas del pavimento.
Para los españoles tendrá un añadido extra fijarse en las columnas: las
columnas azules decoradas con flores de lis, son símbolo de la realeza
francesa, mientras las columnas rojas decoradas con castillos de oro, son símbolo
de Castilla, por ser Luis IX hijo de Blanca de Castilla.
La superior, en cambio, nos dejará sobrecogidos por
su belleza. Esta era la capilla reservada para la familia real y los
principales funcionarios de la corte, razón por la cual contiene la mejor
decoración. Lo más destacado son sus paredes, en donde la piedra fue sustituida
por unas inmensas vidrieras (15,40 x 4,25 metros) que otorga la irreal
sensación de adentrarse en una especie de caleidoscopio gigante.
El truco para poder sostener la estructura se
consiguió insertando refuerzos de metal en los muros de las bóvedas de ojiva.
El efecto logrado es realmente impresionante, llenando de color la estancia y
creando una ambiente mágico e irreal, entre azules, rojos y amarillos.
La iconografía de las vidrieras merece un punto
aparte. Reproduce escenas del Antiguo Testamento a la vez que consagra la
legitimidad sagrada de la monarquía.
En conclusión, una de las joyas más preciosas y
logradas del gótico francés.
Museo
de la Edad Media
En París existen multitud de museos importantes,
aunque tres son los que destacan por las visitas turísticas: Louvre, Orsay y
Pompidou. Esta magnífica e imprescindible tríada oculta la rica cantidad de
museos que alberga la capital francesa.
Son muchos los museos que merece la pena visitar en
París aunque yo os destacaría el MuséeNational du MoyenAge por varios
motivos.
En primer lugar, el museo se encuentra en la
construcción medieval más bella de la ciudad. El antiguo palacio medieval data
del siglo XV y fue construido en el lugar en el cual se fundó una abadía
cluniaciense en 1330. El escudo de armas de la familia Amboise, dispuesto sobre
el arco de la entrada, nos informa de los antiguos dueños del edificio.
Lo primero que veremos será un precioso patio,
bastante restaurado, pero que conserva ese gusto gótico en las ventanas, las
arcadas o la escalera. Visitar museos situados en edificios históricos es un
gusto doble para el turista. En este caso, además, el edificio se construyó
junto a unas antiguas termas romanas (Thermes de Cluny) cuyas salas forman
parte activa de la exposición.
Entre los objetos más destacados que conserva este
interesante museo están piezas escultóricas sobresalientes, tales como el Adán de Notre-Dame, las 21 cabezas de los reyes de Judea, que
decoraban una de las puertas de la catedral parisina, o cuatro estatuas de los Apóstoles procedentes de
la Sainte-Chapelle. Para los españoles la colección tiene su particular
interés, al incluir una parte del Tesoro visigodo de Guarrazar. Sí, aquí
también tienen algunas de las famosas coronas votivas de orfebrería visigoda.
Aunque, sin duda, las piezas más importantes de toda
la colección son los tapices flamencos, dedicados a los sentidos, que se
conocen como La dama del unicornio.Se
trata de una de las obras artísticas más importantes del medievo. La colección
consta de seis tapices, cinco que simbolizan los sentidos humanos (gusto,
tacto, vista , oído y olfato) y un último con el enigmático título de À monseuldésir (a mi sólo deseo). Una
dama, un unicornio y un león son los protagonistas de todos ellos.
En el dedicado a la vista (no olvidéis mi
deformación profesional) la dama está sentada, sosteniendo un espejo en su mano
derecha. El unicornio se arrodilla en el suelo, con las patas delanteras
apoyadas en el regazo de la dama, desde donde mira su reflejo en el espejo (un
reflejo irreal, dicho sea de paso). El león a la izquierda sostiene un
banderín.
Los objetos que se conservan en este museo
pertenecieron al coleccionista Alexandre de Sommerard, quién dedico buena parte
de su gran fortuna a reunir piezas medievales y renacentistas de enorme valor.
Les
Inválides
El gran complejo del Palacio Nacional de los
Inválidos no es un lugar desconocido para el turismo. Aunque para la gran
mayoría de turistas representa, únicamente, una bonita postal. Se bajan en el
metro ÉcoleMilitaire, o en la parada de autobús Vaubán- Hôtel des Invalides de
las líneas 82 y 92, y se hacen una fotografía frente a la magnífica cúpula
dorada barroca de la iglesia. Craso error.
Luis XIV mandó construir este gran complejo de
edificios para dar cobijo a todos los soldados veteranos inválidos. Tras 30
años de construcción fue inaugurado en el año 1706. Estos soldados debían
seguir un rígido reglamento y realizar trabajos en los talleres reales de
tapicería o cerámica. La planta del edificio y la distribución de las salas era
la típica que se utilizaba para la arquitectura hospitalaria y conventual de la
época.
El complejo alberga numerosos espacios de exposición
que nos permitirán pasar unas cuantas horas entretenidos. El más importante, el
Muséede l´ Armée. Este museo del
ejército contiene una de las mayores colecciones mundiales de armas,
destacando, irónicamente, su espléndida sala oriental. A través de su colección
impresionante de armas y armaduras podremos hacer un recorrido desde la Edad
Media hasta la Segunda Guerra Mundial, lo que nos permite ver, en un corto
espacio de tiempo, la evolución tan notoria de la guerra a través del tiempo.
Maquetas y soldados de plomo son otro de los atractivos que harán las delicias
a los más pequeños.
Secciones de este museo son el Museo de la Orden de
la Liberación (Musée de l'Ordre de la Libération), dedicado a la Segunda Guerra
Mundial, y el Museo de Planos y Relieves
(Musée de Plans et Reliefs), el cual acoge planos y maquetas militares
utilizados para planificar las batallas.
El otro gran atractivo de este lugar es poder
visitar el Mausoleo de Napoleón. Se encuentra en la cripta de la Iglesia de
los Inválidos. Los restos (cenizas) del célebre conquistador corso reposan en
un sarcófago de pórfido rojo de Finlandia en el centro de la sala. Las cenizas
están guardadas en un cilindro blanco de hierro, encerrado a su vez en un
sarcófago de madera de acacia, en dos de plomo, en otro de ébano y en un último
de encina. En la sala, rodeándole, encontraremos representados todos los logros
y hazañas de su reinado. Y, en lugares menos expuestos encontraremos los restos
de algunos de sus más destacados generales, así como los de sus hermanos José y
Jêrome y el de su hijo Napoleón II.
La cripta se encuentra en el subterráneo de la
Iglesia de Dôme. Inicialmente, el complejo tenía una iglesia, St Louis des
Invalides, compuesta por tres naves y que en su interior, en la zona de la
galería, conserva numerosas banderas confiscadas a los enemigos de Francia
(posteriores a 1814). Luis XIV deseaba una construcción que permitiera la
asistencia a la misma misa de los soldados y del propio rey, pero sin que el
soberano tuviera que mezclarse con los soldados. Jules Hardouin-Mansart dio
solución al problema dividiendo el proyecto original de templo en dos iglesias
separadas, aunque dotadas de continuidad arquitectónica: la iglesia
Saint-Louis-des-Invalides, llamada "iglesia de los soldados"; y la
iglesia del Domo (Église du Dôme), para la oración del monarca y la realeza.
Esta última iglesia de planta central es la que
tiene en su exterior la fotogénica cúpula. No obstante, su belleza exterior no
se basa solamente en este elemento, de por sí, emblemático.
El templo destaca, respecto al resto de las edificaciones
sobrias por su majestuosidad, lo que puede estar relacionado con la idea
original de realizar una entrada majestuosa para el rey así como utilizar la
cripta como mausoleo real. Lo último no se llevó finalmente a cabo, así como
tampoco la parte final del proyecto, que contaba con construir en la plaza
Vauban una columnata similar a la creada por Bernini en el Vaticano.
El complejo sistema de tres cúpulas utilizado por
Hardouin-Mansart aún sobrecoge a los expertos en arte. El primer piso de la cúpula
se encuentra horadado por numerosas y amplias ventanas en el tambor que otorgan
una correcta iluminación. En el segundo piso, internamente, se conservan las
pinturas de Charles Delafosse. Externamente tenemos otro conjunto de vanos que
sirven para iluminar el interior. Por último, la tercera cúpula se encuentra
recubierta por 12 kg. de oro de 24 quilates dispuestos en láminas y cubre
exteriormente a las dos anteriores.
Bonustrack
Un extra para todos los ópticos o personas
interesadas por conocer la evolución de las gafas a través del tiempo. En el
número 2 de la Avenida Mozart (junto al metro La Muette) se encuentra el Museé
des Lunettes et Lorgnettes, en el cual se pueden admirar más de 2.500
pares e gafas de variados estilos.
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