Roma, la ciudad eterna, es uno de los destinos principales
del turismo Italiano. Se trata de una ciudad en donde conviven, en perfecta
simbiosis, las distintas y gloriosas
etapas históricas que atravesó la otrora capital del mundo.
Dado el inmenso legado cultural de la capital italiana
voy a partir en dos mitades la visita cultural. En esta primera aproximación
nos centraremos en los cinco lugares imprescindibles que debemos visitar si
queremos hacernos una idea aproximada del legado cultural del antiguo imperio
romano.
Una difícil selección dado que se trata de una
ciudad en la que, al igual que Atenas, si das una patada sale una ruina
antigua. ¿Os animáis a conocer mis cinco rincones preferidos?
Foro
romano y Palatino
El Foro romano fue, desde época de los reyes
Tarquinos, el eje de la vida política, religiosa y comercial. Su
construcción conllevó una importante labor de ingeniería, pues el lugar era un
valle pantanoso que debió ser desecado. Su mayor esplendor se consiguió al
final de la República, cuando la victoria sobre Cartago pobló al lugar de
monumentales templos.
Su aspecto actual, bastante ruinoso en algunas
zonas, se debe tanto a accidentes naturales en la antigüedad (incendio del
siglo III, terremotos) como a la destrucción que sufrió el lugar en la Edad Media,
siendo utilizado como cantera para la construcción de otros edificios.
La entrada al Foro Romano se realiza junto al
Templo de Antonino y Faustina, hoy transformado en la Iglesia de Santo Lorenzo
in Miranda. Lo más destacado de este templo son las majestuosas columnas
corintias de la pronaos.
Os recomiendo iniciar el recorrido hacia vuestra
derecha, dirigiéndoos hacia la Curia, sede del famoso Senado Romano. Como
edificios notables que no debéis perderos en vuestro recorrido destacaría, en
primer lugar, la Basílica de Majencio,
un colosal edificio de tres naves cuyo mayor atractivo son las tres bóvedas de
artesonado de la nave central.
El otro punto destacado es el Arco de Tito, erigido en el año 81 d.C. como conmemoración de la
victoria de Tito sobre los judíos. Lo más destacado del arco son sus relieves
situados en el interior del arco, en donde veremos el Cortejo triunfal con el
botín de guerra y la Cuadriga imperial guiada por Roma y la diosa Victoria
coronando a Tito.
Desde este punto podéis continuar la visita hacia la
colina del Palatino. Según la tradición fue aquí en donde Rómulo fundó
la ciudad y durante la República fue el lugar de residencia de las más
importantes familias. Luego, en el Imperio, fue la residencia oficial de los
emperadores.
Las vistas desde el Palatino son impresionantes y
comparables al otro lugar desde donde poder ver el Foro Romano en toda su
amplitud (la plaza de la Iglesia de los Santos Lucas y Martina).
En el Palatino las visitas imprescindibles son el Palacio de los Flavios, sede
representativa de los emperadores, la Domus
Augustana, residencia privada del emperador, y las termas severianas.
Foro
imperial y Coliseo
Iniciando nuestro recorrido por la Via de los Foros
Imperiales desde la Plaza Venecia lo primero que podremos observar será el Foro de Trajano, el más grandioso de
todos. Dominando el espacio se alza majestuosa la impresionante Columna Trajana, construida como
conmemoración de las victorias de este emperador en Dacia. Tiene 30 metros de
altura y está decorada con un friso de relieves dignos de admiración, a modo de
pergamino. En la base está la tumba de Trajano y en lo alto, subiendo por una
estrecha escalera de caracol, tendremos unas magníficas vistas y la visión de una
estatua de San Pedro que parece fuera de lugar.
Anexo al foro se encuentra, excavado en la ladera
contigua de forma magistral, el llamado Mercado
de Trajano. Un conjunto de tiendas antiguas de las que poco queda hoy día
para hacernos una idea de su esplendor. Y, a continuación, el Foro de Augusto, construido en memoria
de la batalla de Filipos y en donde destacaba el templo de Marte Vengador
(vengaba la muerte de su padre adoptivo, el famoso Julio César). Por último, el
Foro de Nerva conserva los restos del Templo de Minerva.
Avanzando un poco más llegaremos a una de las
visitas estrella de Roma, el Coliseo
romano. También se denomina Anfiteatro Flavio debido a que su construcción
se debió a Vespasiano, ilustre representante de esta familia que llegó al poder
tras la guerra civil que ocasionó la muerte de Nerón.
Inaugurado en el año 80 d.C. se trataba de un
recinto dedicado a los combates de gladiadores y fieras salvajes. Su actual
estado de conservación se debe a que en la Edad Media fue tanto fortaleza como
cantera para otros edificios, costumbre que fue erradicada gracias al Papa
Benedicto XIV.
En su exterior, de forma elíptica, lo más destacada
es la decoración arquitectónica de las arcadas, en donde se utilizaron los tres
órdenes decorativos clásicos (dórico, jónico y corintio). Las arcadas se asientan
sobre pilares recuadrados por medias columnas y un cuarto piso con ventanas,
listones decorativos y ménsulas. Las cuatro entradas que posee el edificio
llevan directamente a la arena central.
El interior resulta algo pequeño para la imagen
mental que nos ha inoculado Hollywood. No obstante, sus gradas podían albergar
hasta 50.000 espectadores, lo que resulta impresionante (en comparación con el
Estadio de Futbol de mi localidad, Leganés, supone unas cinco veces más).
Además de poder recorrer el graderío comprobaremos
como debajo de la arena existía todo un complejo de habitaciones, celdas y
corredores que servía para introducir a las fieras en el espectáculo. Una
visita que no os defraudará.
Por último, no olvidéis admirar el cercano Arco de Constantino, erigido para
celebrar su victoria ante Majencio. Tiene tres arcos y una sobresaliente
decoración a base de relieves y esculturas.
El
Panteón
En la Plaza de la Rotonda se alza majestuosamente el
Panteón de Agripa. Se trata del monumento mejor conservado de la Roma antigua.
Y aunque fue levantado por Agripa en el año 27 a.C., tal como podemos leer en
su fachada, el aspecto actual se lo debemos al emperador Adriano.
El edificio está construido en ladrillo y
arquitectónicamente destaca el uso de arcos de descarga insertos en el espesor
del muro. El gran bloque cilíndrico, al contrario de lo que pueda parecer,
posee igual altura que anchura (43,30 metros) y se cubre por un casquete
semiesférico. La entrada se realiza por una pronaos que contiene 16 colosales
columnas corintias y un enorme frontón triangular de herencia griega.
El interior, a pesar de su escasa decoración,
resulta majestuoso. Nada más entrar la vista se elevará para poder observar la
cúpula artesonada abierta en el centro con un óculo de 9 metros de diámetro.
En las paredes interiores se encuentran siete nichos
o capillas, entre las cuales podremos encontrar la tumba del famoso pintor
Rafael.
Museo
Capitolino
La fachada del edificio del Palacio que alberga el Museo Capitolino, al igual que la Plaza
del Campidoglio en donde se ubica, o la monumental escalinata de Santa María
d´Aracoeli, por la que accedemos a lo alto de la colina, tienen el sello del
gran Miguel Ángel.
Pero incluir este edificio dentro de la parte de la
Roma antigua no se debe al continente, sino al contenido. El Museo Capitolino
alberga una rica exposición de escultura clásica digna de mención. La Estatua
ecuestre de Marco Aurelio, la Venus capitolina o el Galo moribundo son unos
simples ejemplos de las obras maestras que conserva. No dejéis pasar la ocasión
de admirar también el famoso Mosaico de las Palomas.
La visita continúa accediendo al Palazzo dei Conservatori, en donde los
turistas se arremolinan en torno a la famosa Loba Capitolina, un bronce etrusco
con las figuras de los bebes amamantados añadidas en el siglo XV. En el segundo
piso se exponen numerosas esculturas grecorromanas y en la Pinacoteca
capitolina tenemos la ocasión de admirar obras maestras de maestros italianos
como Tiziano, Lotto o Tintoretto.
Las
catacumbas
Los que me conocéis de post anteriores sabéis mi
gusto por introducir una visita a algún lugar que se salga de las rutas de
turismo convencionales y no se aleje demasiado del centro. En esta ocasión, y
como forma de tener una visión global del inicio del cristianismo en Roma,
elegí la visita a una de las más famosas catacumbas de Roma: las catacumbas de San Calixto.
Se las conoce como el Pequeño Vaticano, por ser las
más monumentales de todas las catacumbas existente en Roma. Su gran extensión,
con diferentes plantas, os dejará anonadados. Debido a que hasta nueve papas
fueron enterrados aquí, la decoración de algunas capillas, con maravillosos
frescos, resulta excepcional.
En la visita guiada podréis observar lo
claustrofóbico que resulta el lugar en algunos tramos así como conocer los
distintos símbolos que utilizaban los primeros cristianos, sus significados y
diversas inscripciones y decoración pictórica de las capillas más lujosas.
En uno de los capítulos de mi libro, Mis mentiras
favoritas. Historia antigua, trato pormenorizadamente sobre este tipo de construcciones,
por lo que os remito a él para conocer a fondo el sentido de las catacumbas.
Por comentaros algunos detalles indicaré aspectos
curiosos:
-
La denominación de catacumbas proviene
del lugar en donde se construyeron estos primeros túneles subterráneos
dedicados a enterrar cristianos, una localidad situada a lo largo de la Vía
Appia Antica que servía para obtener piedra. En efecto, catacumba significa “el
lugar cerca de las canteras”.
-
Aunque muchas personas piensan, aún hoy
día, que las catacumbas eran lugares ocultos en donde los cristianos se
escondían de las persecuciones periódicas que sufrían, lo cierto es que las
autoridades conocían sus paraderos perfectamente. Nunca fueron lugares de
refugio ni habitación, y tan sólo se usaron como lugar de culto en muy contadas
ocasiones.
-
Básicamente eran lugares de
enterramiento de mártires. Y su extensión se configuró tras siglos de
existencia, dado el deseo de los cristianos de yacer lo más cerca a sus
mártires.
-
Inicialmente se construyeron hipogeos en
fincas particulares y luego, poco a poco se excavaron los túneles y se fueron
uniendo unos con otros, así como realizando distintas plantas.
Y hasta aquí mis cinco visitas imprescindibles de la
Roma antigua, aunque el legado que conserva la ciudad no acaba aquí.
Si os gustó la columna de Trajano debéis acercaros a
la también descomunal Columna de Marco
Aurelio. No llega a los 30 metros de la primera por muy poco (29,60), pero
posee una decoración escultórica similar (ahora se relatan las campañas
germánica y sarmática del emperador) y un añadido religioso en la cúspide (San
Pablo).
Otro monumento digno de mención debido a su profusa
decoración escultórica es el Ara Pacis
Augustae, un monumento conmemorativo de la paz impuesta en todo el Imperio
por este emperador. Su muro de mármol decorado con relieves es impresionante.
Si os gusta la escultura clásica y la arqueología el
otro museo de obligada visita es el Museo
Nacional Romano, situado en las antiguas Termas de Diocleciano. La
reconstrucción de una sala con frescos de la villa de Livia en Prima Porta es
lo más destacado del museo.
Junto a la iglesia altomedieval de Santa María in
Cosmedin (la de la famosa Bocca della Veritá) se alzan majestuosos dos pequeños
templos de gran belleza
arquitectónica: el de Portuno y el de
Hércules, este último circular.
Por último, las grandiosas Termas de Caracalla nos obligan a valorar la arquitectura romana en
toda su magnitud. Estas termas estaban rodeadas de múltiples edificios de ocio
que se asemejan a lo que hoy día pueden ser los grandes centros comerciales. Tal
fue la magnitud del complejo que se tuvo que construir un acueducto propio para
surtir de agua a las termas, llegando al día 80.000 litros.
Al final me salieron diez visitas sólo de la Roma
Antigua. Como comprobaréis, si os animáis a visitar Roma, se trata de una
ciudad para recorrerla tranquilamente durante días y días. Y siempre tendréis
la sensación de ser inabarcable en su totalidad.
Para un futuro post dejamos la parte más moderna de
Roma.
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