En el anterior post que realicé comentando los
primeros 10 capítulos de la cuarta temporada de Vikingos mostraba mi sorpresa
sobre algunos aspectos escasamente históricos en los que estaba derivando la
serie.
Ahora, tras haber visto la segunda mitad de esta
cuarta temporada debo indicar que mis temores se han confirmado soberanamente.
Lo que empezó siendo una serie con un gran componente histórico sobre la vida
de los vikingos se ha convertido, gracias al éxito de su audiencia, en un
formato de ficción con escasos retazos históricos. Paradójico y desilusionante.
¿Te apetece leer el análisis de la segunda parte de la cuarta temporada de
Vikings?
¡¡¡¡¡Atención Spoilers!!!!!
Uno de los aciertos que comentaba en el post
anterior era el exquisito trato que se daba a los personajes y a su experiencia
vital. La evolución verídica de los
personajes era, en mi opinión, la esencia de la serie. Era uno de los aspectos
que más me gustaban de la serie. Es un aspecto que ha desaparecido.
Si en el post anterior manifestaba mi pesar por
mostrarnos a un Ragnar drogadicto, ahora el sinsentido se amplió al resto de
los personajes principales. Ninguno (o casi ninguno) se comporta como un
vikingo del siglo IX, sino que parecen ser personas del siglo XXI trasplantadas
al pasado. Vamos a los casos concretos.
Puedo entender que Ragnar Lothbrok quiera ser el
dueño de su destino. Me parecía acertado su coqueteo con la religión cristiana
y ese choque de cultura y religión (no olvidemos que los vikingos terminaron
cristianizándose). Ahora bien, llegar a pensar que un vikingo del siglo IX se
vuelve ateo es faltar a toda realidad histórica.
La conversación alcoholizada entre Ragnar y el rey
Ecbert resultó tan innecesaria como engreída (históricamente hablando) y
muestra más el sentir de una persona actual que la de unos antepasados
medievales. Del rey Ecbert mejor ni hablo, pues es una sombra decrépita de lo
que fue, tanto física como simbólicamente.
Ambos, los archienemigos en los que se basaron las
primeras temporadas, no obstante, coinciden en algo. Son capaces de elegir su
destino final. Ragnar en el pozo de serpientes al que le lanzó el rey Aela (coincidente
con lo que indican las sagas nórdicas) y el rey Ecbert en los baños de su
palacio, en el lugar en el que tantos sucesos importantes ocurrieron.
Me parece correcto que Lagertha desee recuperar Kattegat,
pero, ¿debía hacerlo de esa forma?; es decir, asesinando por la espalda a Aslaug
tras darle el beneplácito de marcharse en paz. ¿Tan poco vale la palabra de
esta valerosa vikinga? Con todo, no es el peor caso.
Rollo, nuestro vikingo convertido en conde franco
tiene morriña al ver a sus amigos
volver en sus drakkars. ¿Acaso en la Alta Edad Media los nobles no tenían
ocasiones de ejercitarse en el arte de la guerra? Resulta, cuanto menos curioso,
esa llamada al saqueo y la guerra. Máxime, cuando se trata de unirse a aquellos
vikingos a los que derrotó.
Podemos aceptar pulpo como animal de compañía. Pero,
¿luego vuelve a casa y ya está? ¿Quién en su sano juicio arriesga su noble
posición por una aventura de saqueo (al alcance de sus medios cuando quisiera)
y luego se reintegra nuevamente en la corte franca? Incomprensible para este
humilde mortal.
El loco Flocki, con sus actitudes incomprensibles en
cuanto a la religión, y el temible Ivar, el deshuesado, son los dos personajes
más logrados, históricamente hablando. Y eso dice muy poco de una serie con
tanto potencial y personajes tan sumamente carismáticos.
Personalmente tenía muchas esperanzas en esta
temporada, pues estaba previsto el ataque
vikingo a la Península Ibérica. Esperaba ansioso ver en la pantalla los
ataques por sorpresa a la cornisa norte, a Lisboa y, como no, a Sevilla tras
remontar el Guadalquivir. Esperaba, iluso, que los guionistas, tan fieles a las
sagas nórdicas, tomaran como base para la serie los Annales Bertiniani o la Crónica
Rotense. Me equivoqué. Nada de esto tuvieron en cuenta. Rollo, indicando
que en la Península Ibérica vivían musulmanes, ya nos advertía del futuro
estropicio que se gestaba.
Con la mosca ya detrás de la oreja vemos un plan de
ataque sacado de una tarde de fumeteo con droga de calidad. Obviamos la navegación
vikinga por la costa (de cabotaje se denomina) y dejamos a nuestros vikingos en
mar abierto sufriendo las penurias del desabastecimiento. Y cuando la
tripulación anda más enfadada que los que acompañaron a Colón, resulta que
logran llegar a tierra y realizar su saqueo en Algeciras. No es broma, habéis leído
bien. ¡Algeciras! Esa población enfrentada a Gibraltar, para que la mayor parte
de las persona sepan de lo que hablamos. ¿El increíble viaje desde París se resume
en “parece que nos hemos perdido” y vemos tierra en Algeciras?
Al sinsentido histórico de todo ello se une el
incomprensible ataque vikingo. Llegan a la ciudad tranquilamente, atracan sus
barcos en el mismo puerto con total impunidad y saquean a su antojo una ciudad
portuaria medieval. ¿No existen soldados o algún vigía? Luego nos enteramos que
estaban rezando en la mezquita. Claro, ya sabemos lo fieles que son los
musulmanes. El rezo es lo primero, aunque los vikingos estén matando a la
población y saqueando la ciudad. Nosotros rezamos y ya cuando terminemos
veremos qué pasa. Matan a nuestro imán en pleno rezo y no se mueve nadie.
Quietos como estatuas esperando convertirse en mártires por nuestra fe. Pero, ¿Qué
demonios es esto? ¿Qué clase de visión tergiversada tienen en EEUU sobre los
musulmanes, sobre la mentalidad medieval o sobre la Península Ibérica?
El ataque anterior me sirve de excusa para hablar de
las batallas de esta temporada.
Batallas por decir algo, pues resulta una burla para el espectador.
La derrota del rey Aela frente al gran ejército
vikingo de los hijos de Ragnar se encuentra recogida en varios testimonios,
como la Crónica Anglosajona. El Gran
Ejército pagano (así se denominaba entonces) derrotó a Aela en noviembre de 866,
en la ciudad de York. Las crónicas coinciden en afirmar que Aela murió en
combate, pero era mucho mejor mostrar un castigo acorde al sufrido por Ragnar,
haciendo más caso a las sagas nórdicas que describen tal suceso que a las
crónicas inglesas. Es una elección más ficticia y, sin duda, más televisiva.
Nada que objetar.
Lo más grave es comprobar los esmerados preparativos de Aela ante el inminente ataque vengativo
de los vikingos. ¡Menos mal que estaba preparado!
Se presenta en el campo de combate ignorante del
número de sus enemigos y sin haber previsto otro campo de batalla que el más
favorable para una gran hueste vikinga. Gracias a los guionistas que la batalla
fue obviada y pasamos directamente al castigo dado al rey de Northumbria.
Si esta no
batalla fue pésima, la que enfrentó a los vikingos y al hijo del rey
Ecbert, Aethelwulf, fue hilarante. Aethelwulf tuvo la buena idea de enviar a un
espía para saber el número del ejército vikingo. Debió enviar al más analfabeto
de sus soldados. En algo tan sencillo como contar barcos y multiplicar por 30
le ofrece una cifra con un margen de error de un millar. ¡Un millar! Eso, en la
Edad Media, es no decir nada.
Dejando a un lado estos alucinantes detalles, la
batalla fue irrisoria. Creo que intentaron llevar a cabo algo similar a lo que
las crónicas nos cuentan sobre la batalla de York. Los vikingos engañaron a sus
enemigos haciendo creer que huían y les rodearon. El mayor componente numérico
vikingo hizo el resto. Ahora bien, la forma de plasmarlo en la pantalla fue
nefasta e hilarante. Una broma pesada.
En el Medievo las mayores bajas en las batallas se
producían cuando un ejército era derrotado y huía de la batalla
desordenadamente. Pensar que Aethelwulf sería capaz de escapar, al igual que
muchos de sus soldados, es imposible en un contexto de guerra total de
conquista.
Luego, pensar que unos vikingos aceptan un documento
de cesión de tierras de un rey al que
han abandonado sus vasallos es tan irrisorio como si hubiera salido a la luz un
documento de compraventa de terrenos en Irak firmado por Sadam Hussein en el
contexto de la invasión estadounidense.
El espectáculo, no obstante, no decae. Para
compensar la pérdida de personajes, que en esta temporada ha sido notable, a
las figuras de Björn o Ivar se va a contraponer la del obispo Heahmund, un
clérigo que en el minuto en el cual nos lo presentan oficia un entierro y rompe
su voto de castidad fornicando con la viuda. ¿De verdad era necesario mostrar
así al obispo?
Lo voy a dejar, pues no quiero continuar escribiendo
sobre esta serie que, a pesar de todo, es una serie de ficción notable para la
media de lo que se emite.
Esta cuarta temporada, como habréis comprobado por
mis palabras, no ha llegado a colmar mis expectativas. Expectativas históricas,
que son por las que empecé a ver la serie. Y, por ello, por alejarse de la
historia y convertirse en un producto de ficción, creo que no merece la pena
continuar escribiendo sobre ella. Al igual que Juego de Tronos, por indicar una serie de ficción medieval, Vikingos
se ha convertido en un producto de ficción que no necesita un post de carácter
histórico. Mucho debe cambiar la serie para que vuelva a escribir sobre ella.
Hace tiempo leí que el guionista de la serie,
Michael Hirst no pretendía realizar un producto de historia real, aunque se
basaba para la creación en los datos históricos. Según sus palabras, “el que sea absolutamente preciso desde un
punto histórico no es lo más importante. Estamos contando una historia, y lo
que más me interesa es que suene auténtica”. Siento indicar que en esta
cuarta temporada el acierto de las anteriores se ha diluido.
Podemos hacer la vista gorda y permitir tomar la
licencia de mezclar historia con leyenda. Podemos hacer la vista gorda y
permitir que Ragnar una aventuras de diversos vikingos y etapas históricas.
Pero lo que hemos visto en esta cuarta temporada dista mucho de “sonar real”.
Mucho debe cambiar la serie para que vuelva a darle
la oportunidad de aburrirme otros 20 capítulos. Son más de 800 minutos de mi
tiempo que no creo merezca la pena perder otra vez.
Ragnar ha muerto. Y con él, el gran atractivo de la
serie. Ragnar representaba muchas cosas y nadie está a su altura para suplir
esa magia que desprendía en la pantalla. Sin Ragnar todo se resume en saqueo,
muerte y venganza repetidos hasta la saciedad. Entramos en un bucle, el cual
durará lo que desee la audiencia. Pero, para mí, la serie acabó con Ragnar.
Ragnar siempre supo trascender de la leyenda y de la
historia. La frase que se atribuye a Ragnar a la hora de morir es la siguiente,
recogida en el poema Krákumal: “La ira de
mis jóvenes hijos crecerá, al escuchar cómo murió su padre”.
Sin duda, aunque poética, no es comparable a la
escuchada en la serie:
“Como gruñirán
los cerditos cuando escuchen cómo el viejo jabalí sufrió”.
¡Qué gran serie de ficción estamos perdiendo! ¡Qué
gran serie histórico-legendaria hemos perdido!
Hola, no soy historiador pero no hace falta para ver las cosas que vos comentabas, me paso exactamente tal cual describis vos, a partir de la 4ta temprada senti que decayó muchisimo, por lo que busque otras opiniones y di con la tuya.
ResponderEliminarMuy buen analisis corroborando algunas dudas historicas que yo tenia, que entiendo que no tiene porque ser absolutamente fiel a la historia pero tampoco me agrada que sea tan grotesco. Lo peor para mi son las METRA-BALLESTAS semiautomaticas (parece que se las robaron a van helsing XD)
Y que desperdicio de un buen final para ragnar con su drogadiccion, no parece ser digno de su personalidad.
Y las batallas ya dejaron mucho que desear, a duras penas estoy terminando de ver la 5ta temporada.
Un Abrazo muy buen articulo
Hola Iván, gracias por tu comentario.
EliminarEntiendo que la serie se alejó definitivamente de la parte histórica que un día tuvo por decisión comercial. Es aceptable tomar ese camino como cualquier otro.
Ahora bien, no resulta lógico hacer pasar la serie por lugares históricos reales y engañar así al espectador, pues hoy día son más los que ven series históricas que los que leen libros de historia.
Si se utiliza un contexto histórico que menos que ser lo más fiel al mismo y no introducir cosas raras como las ballestas mortales que comentas. Y si lo haces especificar claramente que se trata de una ficción alejada de cualquier parecido con la realidad. Pues la serie empezó precisamente con una historicidad más que fuerte.
Saludos