Uno de los capítulos de mi último libro Mis mentiras favoritas. Edad Media trata
sobre los diversos mitos y leyendas que rodean a la gran epidemia que asoló a
la Humanidad en el siglo XIV. Su poder de destrucción fue tal que sesgó la vida
del 60% de los europeos de la época, una cifra terrible y sobrecogedora.
Para completar un poco más el tema voy a diseccionar
otra de las leyendas que suelen acompañar a la Peste Negra: la de su misma
eficacia entre ricos y pobres. ¿Te interesa el tema?
La Peste Negra fue una epidemia que causó una gran
mortandad por los lugares en los que se propagó. Numerosas crónicas
contemporáneas nos lo indican con una crudeza difícil de ignorar. Por ejemplo,
en una crónica de los papas de Aviñón podemos leer: “No se había conocido nada semejante. Los vivos apenas eran suficientes
para enterrar a los muertos”.
De forma habitual, los historiadores se hicieron eco
de diversos cronistas contemporáneos que cifraron los muertos en un tercio de
la población. Es el caso de, por ejemplo, Jean Froissart, quién nos contó que “en este tiempo por todo el mundo corría una
enfermedad, llamada epidemia, de la que murió un tercio de la humanidad”.
Afortunadamente, los historiadores actuales han
investigado, a nivel local, numerosas poblaciones, tanto urbanas como del
campo, para comprobar si esas estimaciones generales eran ciertas. Y la
sorpresa ha sido descubrir una generalidad abrumadora entre estudios realizados
en zonas muy diversas de Europa. En todas ellas se ha podido comprobar que la población
sufrió una mortandad enorme, tendente a una media del 60% del total. En
términos generales estamos hablando que. Sólo en Europa, la Peste Negra se
llevó a unos 50 millones de personas entre 1346 y 1353. Se pasó de 80 a 30
millones de personas.
La Peste Negra arrasaba todos los lugares que
atravesaba, aunque en el campo los estragos fueron mayores que en las ciudades.
Esta afirmación suele sorprender a muchas personas profanas pero los estudios
no dejan ninguna duda: la Peste Negra ralentizaba su expansión al atravesar
ciudades.
Lo anterior se debe a que la Peste Negra era una
epidemia bacteriana que se transmitía a través de las pulgas infectadas de rata
común. Es decir, no tenía una transmisión cruzada entre humanos, al modo de una
gripe, sino que dependía de la inicial epidemia entre la colonia de ratas.
Cuando no existían ratas a las que infectar, las pulgas pasaban a los humanos,
desencadenándose la epidemia. Y eran esas mismas pulgas, cuando fallecía su huésped,
las que pasaban a otra persona, infectándola. Por tanto, en una ciudad más
poblada, el número de personas a infectar por las pulgas era mayor y se
ralentizaba el proceso contagioso. En el campo, en cambio, había menos humanos
para el número de pulgas infectadas, razón por la cual el contagio estaba casi
asegurado en la mayoría de los miembros de la localidad.
Los casos de infección cruzada entre humanos, con
casos de contagios a través de expectoraciones de sangre, fueron escasos y poco
propagadores de la epidemia. Las personas contagiadas de esta manera solían
morir fulminantemente en unas pocas horas, razón por la cual apenas podían ser
focos transmisores.
En la Edad Media el 90% de las personas vivían en el
ámbito rural, razón por la cual se explica la enorme criba que realizó la peste
con su guadaña de muerte.
Uno de los mitos que rodean a la Peste Negra es su
eficacia con todo tipo de personas, fueran ricas o pobres. En uno de los
cuadros más evocadores sobre el tema que tratamos, El triunfo de la muerte, de Pieter Brueghel, podemos ver que la
muerte vence a todo tipo de personas; desde los enamorados, a los nobles, a los
campesinos, a los guerreros e incluso a los reyes. La muerte no parece hacer
distinciones. Pero los estudios históricos han descubierto otra cosa.
El triunfo de la muerte. Pieter Brueghel. 1562. Museo del Prado (Madrid) |
Como suele ser habitual en todos los ámbitos de la
vida, los pobres fueron uno de los escalones sociales que más mortandad
sufrieron con la Peste Negra, al igual que los niños y las mujeres. Veamos el
porqué.
En primer lugar, las condiciones higiénicas en donde
vivían los pobres no eran las más adecuada para librarse del contagio. Sus casas
eran lugares ideales para que las ratas comunes anidaran, razón por la cual
siempre estuvieron más expuestos que el resto de personas a ser contaminados
por las pulgas de rata infectadas. En las casas de los nobles, realizadas con
piedra, era muy complicado que una colonia de ratas estableciera su hogar. Por tanto,
la exposición de los nobles a ser contagiados fue siempre menor, lo que
conllevó a una menor proporción de mortandad.
En segundo lugar, la malnutrición endémica que
sufrían las clases más pobres produjo que sus sistemas inmunes estuvieran
debilitados. Aunque la inmunidad en el caso de una epidemia como la Peste Negra
no tuvo mucha influencia, pues hacía siglos que no había aparecido en Europa (desde
la gran peste de Justiniano en el siglo VI).
En tercer lugar y, tal vez, el más importante, la
principal causa de hipermortalidad entre las clases pobres estuvo en la
incapacidad para superar los diversos efectos secundarios que provocó la Peste
Negra.
La gran mortandad que se cernió sobre la sociedad
medieval la paralizó económica y socialmente. Los pobres no pudieron acceder a
los alimentos y el cuidado de enfermos se colapsó. Puesto que la mayoría de miembros
de una familia contraían la enfermedad al unísono, nadie podía hacerse cargo
del cuidado de los demás. En esta situación muchas personas que podrían haber
superado la enfermedad murieron irremediablemente por abandono.
Esta situación se volvió especialmente cruel con los
niños, muchos de los cuales fallecieron no por el contagio directo de la Peste
Negra, sino por la imposibilidad de llevarse algo a la boca. Esta situación ya
la relató el florentino Marchionne di Coppo Stefani, quién escribió que “muchos morían solos, y otros más de hambre”.
En comparación, las personas ricas podían afrontar
mucho mejor las consecuencias secundarias dramáticas del paso de la Peste
Negra. En primer lugar tenían la posibilidad de aguantar con las reservas de
alimentos que solían tener accesibles en todo momento o bien, conseguir lo que
quedara en base a su poder e influencia.
En segundo lugar, sus viviendas eran mucho más
higiénicas que la media y sus vestidos mucho más limpios. En pocas palabras,
las mejores condiciones higiénicas que frecuentaban minimizaban su contacto con
las ratas.
En tercer lugar, el contingente de sirvientes que
albergaban sus hogares hacía que el cuidado de las personas enfermas fuera
mucho más adecuado, logrando que muchos infectados superaran la enfermedad.
La importancia del cuidado de los enfermos para la
supervivencia de los pacientes se vio claramente en las plagas de peste que
asolaron la India y China a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. En
ellas se observó que la tasa de mortalidad entre los europeos era un 30% menor
que entre los nativos, siendo la única diferencia entre ambos los mejores
cuidados de los pacientes.
Por último, los niños, además de por abandono y
falta de alimentos, sufrían una mortalidad mayor respecto a los adultos en la
onfección de peste. Por lo que se ha podido comprobar, la peste tiene un carácter
verdaderamente fulminante en niños y adolescentes, razón por la cual era
difícil que ningno sobreviviera si era infectado.
Y las mujeres también sufrieron una hipermortalidad
mucho mayor que los hombres debido a diversas circunstancias. La más habitual
fue que eran las personas encargadas del cuidado de enfermos, los que aumentaba
exponencialmente sus posibilidades de contagio al estar muy cerca de las pulgas
de rata infectadas.
Pero además se produce el caso de que si una mujer
embarazada contrae la peste la muerte es segura e ineludible. Y dada la alta
tasa de natalidad medieval podemos suponer que la mayoría de las mujeres
pasaban muchos años de su periodo fértil en ese estado. Ole J. Benedictow,
especialista en el tema de la Peste Negra y fuente primordial de este artículo,
calculó que la mujer medieval pasaba un 30% de su tiempo embarazada.
Al final se termina demostrando que las clases sociales influyen tanto en la vida como en la muerte.
Me puedes explicar sobre la pirámide de la estructura de la población por edades, en Europa Occidental antes y después de la peste negra.
ResponderEliminarHola Toni.
EliminarLa verdad es que no tengo ningún manual a mano que trate sobre demografía medieval con ese nivel de detalle.
Supongo que, una vez pasada la crisis, la población se siguió comportando de la misma manera, por lo que seguirían altos los valores de natalidad.
Las crónicas indican que existió una falta de mano de obra importante, aunque dudo que la peste incidierá mucho más en la mano de obra productiva respecto a otros sectores.
Como en todas las catástrofes, los más débiles fueron los más afectados: niños, ancianos y pobres. Pero dada la alta natalidad posterior pronto se recuperaron todas las cohortes.
Para el estudio detallado de la peste negra la mejor obra es la de Ole Benedictow. Allí encontrarás también referencias a estudios locales en donde existirán estudios demográficos concretos utilizados para sacar las diversas conclusiones.
Saludos