Una de las excusas esgrimidas por la dictadura
franquista para justificar la sublevación militar nacional de julio de 1936 en
España fue que las elecciones generales realizadas a mediados de febrero de aquel año fueron fraudulentas en el recuento de los resultados.
La cuestión no es fácil de dilucidar, pues el
gobierno nunca publicó los resultados en su totalidad y, debido a que la ley
electoral era por listas abiertas, no es posible decir cuántos votos obtuvo
cada candidatura, pues los votantes podían elegir candidatos de distintas
listas para cada uno de los escaños de su circunscripción.
Y siempre que existen vacíos documentales en
historia surgen las teorías conspirativas de los distintos sectores ideológicos
que se enfrentaron en la Guerra Civil y que parecen no haber tenido suficiente.
¿Qué dicen los historiadores sobre aquellas
elecciones?
El análisis que realizó la dictadura franquista
sobre las elecciones de 1936 quedó reflejado en el conocido Dictamen sobre ilegitimidad de poderes
actuantes en 18 de julio de 1936:
“Al realizarse el escrutinio general de las
elecciones se utilizó en diversas provincias el procedimiento delictivo de la
falsificación de actas, proclamándose diputados a quienes no habían sido
elegidos; con evidente arbitrariedad se anularon elecciones de diputados en
varias circunscripciones para verificarse de nuevo en condiciones de violencia
y coacción que las hacían inválidas; se declaró la incapacidad de diputados que
no estaban real y legalmente incursos en ella, apareciendo acreditado también
que, como consecuencia de tal fraude electoral, los partidos del llamado
“Frente Popular” aumentaron sus huestes parlamentarias y los partidos de
significación opuesta vieron ilegalmente mutilados sus grupos...”.
Estas conclusiones se
sustentaban en numerosos testimonios realizados por personas que vivieron
aquellos acontecimientos en primera persona. El más reproducido es del entonces presidente de
la República, Niceto Alcalá-Zamora que, en sus memorias, hablaba sobre las
irregularidades de las elecciones de la siguiente manera:
“Manuel Becerra (...)
conocedor como último ministro de Justicia y Trabajo de los datos que debían
escrutarse, calculó un 50% menos las actas, cuya adjudicación se ha variado
bajo la acción combinada del miedo y la crisis”.
“... A pesar de los refuerzos
sindicalistas, el Frente Popular obtenía solamente un poco más, muy poco, de
200 actas, en un Parlamento de 473 diputados. Resultó la minoría más
importante; pero la mayoría absoluta se le escapaba. Sin embargo, logró
conquistarla, consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los
escrúpulos de legalidad y de conciencia...”.
“... Primera etapa: Desde el 17 de
febrero, incluso desde la noche del 16, el Frente Popular, sin esperar al fin
del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados, la que debería
haber tenido lugar ante las Juntas Provinciales del Censo el jueves 20,
desencadenó en la calle la ofensiva del desorden...”.
“... Segunda etapa: Conquistada la
mayoría de este modo, le fue fácil hacerla aplastante. Reforzada con una
extraña alianza con los reaccionarios vascos, el Frente Popular eligió la
Comisión de validez de las actas parlamentarias...”.
Aunque es un testimonio
muy importante, debemos tener en cuenta que, ni es el único que valoró este
asunto, ni su autor fue una persona objetiva. Alcalá-Zamora, a pesar de ser
republicano, tenía un hijo casado con una hija de Queipo de Llano (lo que pudo
variar su objetividad en el asunto).
Un par de carteles electorales de la campaña electoral española de febrero de 1936 |
En 1963, Herbert R.
Southworth mostró otros testimonios que ponían en duda la versión franquista de
estas elecciones.
El primero fue la opinión
de José Venegas, quién estudió las elecciones celebradas durante la República
en su obra Las elecciones del Frente Popular (Buenos Aires, 1942). Venegas
cita diversas declaraciones de Monseñor Gustavo J. Franceschi, quien el 18 de
junio de 1936 escribía: «Todas las noticias que llegan de España demuestran
que las derechas fueron derrotadas ante todo por sus divisiones internas, su
inercia, su tardanza en resolver problemas fundamentales relativos a la vida
económica, por la incomprensión de que dieron muestra la mayor parte de sus
dirigentes». Después de estallar la guerra la Iglesia tuvo que buscar una
justificación para su actitud en favor de los rebeldes y Franceschi contradijo
todas sus afirmaciones anteriores a la guerra y sostuvo que las agencias de
prensa eran responsables de su error.
Cattell, en su obra Communism
and the Spanish Civil War, indica lo siguiente: “En los cinco meses
anteriores al comienzo de las hostilidades abiertas, la derecha apenas habló de
fraude”. En realidad, la derrota se asumió y se criticó a Gil Robles del
fracaso electoral.
Otro importante
testimonio es el de Portela Valladares, el primer ministro que «hizo» las
elecciones (y las perdió); en septiembre de 1938 decía: «Las elecciones
realizadas en febrero de 1936 con todo orden dieron el triunfo al Frente
Popular; tengo para afirmarlo la autoridad de haber presidido aquel gobierno.
Ni un solo diputado de las tendencias fascistas logró la elección. La gestión
electoral fue reconocida por los partidos de la derecha como una legalidad de
su derrota. No puede hablarse en justicia de que se falseó el sufragio, porque
ello significaría un alegre embuste. Estoy dispuesto a afirmarlo en todo
momento, para que la conducta de cada cual quede en su lugar».
Al día siguiente los periódicos recogen ya la victoria del Frente Popular (Datos gobierno Portella Valladares) |
Vistas las posturas que
defienden el fraude y la legalidad de las elecciones veamos que tienen que
decir los historiadores que analizaron los resultados electorales. Primero
vayamos con los resultados teóricos:
·
Javier
Tussell da un teórico empate a
derechas e izquierdas. Según sus estimaciones, en números redondos, 4.650.000
votos para las izquierdas, 4.500.000 para las derechas y 500.000 votos para el
centro.
·
Ramón
Salas Larrazábal, historiador
militar, da como resultado para el Frente Popular 4.430.322 votos y 4.511.031
para las derechas.
·
Salvador
de Madariaga reparte el
porcentaje de la totalidad de votos emitidos en este sentido: socialistas y
comunistas, 1.793.000; izquierda no marxista, 2.512.000; centro, 681.000;
derecha, 3.783.601.
·
Hugh
Thomas refleja de la siguiente
manera los votos emitidos: Frente Popular, 4.176.156; Nacionalistas vascos,
130.000; Centro, 681.047; Frente Nacional, 3.783.601.
·
Gabriel
Jackson
indica que la Izquierda obtuvo 4.700.000 votos, la Derecha 3.997.000, el Centro
449.000 y los Nacionalistas vascos (concentrados en cuatro distritos
electorales) 130.000.
El día 18 ya empiezan a mostrarse los resultados del escrutinio oficial del gobierno |
En general, la mayor
parte de los historiadores coinciden en mostrar
que los partidos de centro obtuvieron una derrota sin paliativos,
mientras que la izquierda y la derecha se repartieron la mayoría de los votos
en un virtual empate técnico inclinado ligeramente hacia la izquierda.
Como comenta Paul Preston
en su Guerra Civil Española: “Las elecciones celebradas el 16 de
febrero dieron una victoria por estrecho margen al Frente Popular en cuanto a
votos, pero un masivo triunfo en cuanto a poder en las Cortes”.
En efecto, debido a que
las izquierdas se presentaron unidas en el Frente Popular y las derechas
hicieron la campaña cada partido por su cuenta el reparto de escaños fue muy
negativo para los últimos. La Ley
Electoral de entonces favorecía a las mayorías, razón por la cual el Frente
Popular logró un total de 278 escaños
del Parlamento y las derechas sólo 130.
Se suele indicar que la representación
no era válida, pues si el 47% votó por el Frente popular, un 53% lo hizo en
sentido contrario. Pero esta perogrullada no es válida en el sentido de que ese
53% no puede considerarse un frente único (al contrario que el Frente Popular),
sino multitud de opciones políticas distintas. El Frente Popular se impuso en
32 circunscripciones y en todas las grandes ciudades, razón por la cual su
legitimidad era bastante importante.
Entre los motivos de la victoria del Frente Popular
estuvieron: el descenso de la abstención
(un 27%, la más baja en todo el periodo republicano), el haber captado, con su
programa moderado, muchos votos que en 1933 habían ido al Partido Radical. Y, por último, la CNT, alentada por la amnistía prometida, recomendó a sus afiliados
apoyarlo, es decir, no se abstuvo como había ocurrido en 1931 y 1933.
Esto último lo expresó
Tussell, en su obra Historia de España del siglo XX: La crisis de los años
30. República y Guerra Civil: “Pórtela Valladares fue consciente por vez
primera de la derrota de centro y derecha cuando vio que, en Cádiz, donde los
votos de centro y derecha habían crecido algo, los anarquistas, con su voto,
habían dado una ventaja considerable al Frente Popular”.
Muchos pueden pensar que
las elecciones reflejaron la realidad de dos Españas enfrentadas
irreconciliablemente, pero tal como indicó en su día Tussell, esa lectura no es válida:
“En general, da la sensación de que el
electorado mostró su predilección, en cada candidatura, por los más moderados
aunque también es posible que éstos fueran más indisciplinados. De cualquier
modo, la lista de Madrid del Frente Popular quedó encabezada por Besteiro,
mientras que el último puesto lo ocupaba Largo Caballero. Es posible, además,
que una razón complementaria para el triunfo del Frente Popular resultara,
precisamente, de esa condición moderada de su propaganda y de sus candidatos en
este momento. Con toda probabilidad los partidos situados en el extremo del
arco político partidista acabaron penalizados por el elector. Falange, por
ejemplo, apenas obtuvo entre 40 000 y 60 000 votos sobre un electorado de trece
millones de personas. Incluso es probable que los comunistas no hubieran
obtenido ningún escaño de no haber ido sus candidatos incluidos en las listas del
Frente Popular;”.
En Madrid Largo Caballero ocupa el nº 12 de las listas de los 13 diputados logrados |
Por tanto, la composición del Parlamento no reflejaba la polarización hacia los
extremos tantas veces subrayada. De hecho, comunistas y falangistas seguían
siendo minoritarios. El PCE obtuvo 17 escaños, el Bloque Nacional 12 y Falange
ninguno. Los partidos mayoritarios fueron PSOE 99 escaños, Izquierda Republicana
87 (+ 38 de Unión Republicana) y la CEDA con 88 escaños. La evolución parlamentaria de las tres legislaturas republicanas no
permite pensar que estaban abocadas a una ruptura radical, como ocurriría en
julio de 1936.
Un aspecto que se suele olvidar en la composición posterior del gobierno fue que los partidos que
formaban el Frente Popular no formaron gobierno conjunto. Azaña formó un
gobierno integrado exclusivamente por dos partidos: Izquierda Republicana y
Unión Republicana. Como indicó Hugh Thomas en su clásica obra La Guerra
Civil Española:
“No todos los partidos que habían integrado la alianza electoral
formaban parte del gobierno. En realidad, el gobierno estaba compuesto por
republicanos liberales, mientras que su mayoría dependía de las organizaciones
de las clases trabajadoras. Esta nunca es una buena fórmula para un gobierno
fuerte”.
Por tanto, pensar que el gobierno surgido de las elecciones de febrero
de 1936 era un gobierno tendente al comunismo más radical es una auténtica
falsedad. Los extremos más radicales de la izquierda ni eran mayoritarios ni
estaban en el gobierno, el cual pretendió proseguir el camino que se cortó de
raíz en 1933 con la victoria de las derechas.
Respecto al fraude cometido en
estas elecciones es interesante leer la siguiente conclusión en Historia
política 1875- 1939 (VVAA) Editorial Istmo: “A pesar de la intensidad
del enfrentamiento político, la violencia fue relativamente escasa durante el
periodo electoral, aunque se produjeron algunos incidentes que provocaron
muertes. El fraude fue también reducido: se dio sobre todo en la provincia de
Granada, por parte de las derechas, y en algunos lugares de Galicia, por parte
del gobierno y de los republicanos de izquierda”.
Extracto del ABC asumiendo con normalidad la mayoría parlamentaria del Frente Popular el 19 de febrero |
Respecto al supuesto
fraude electoral de aquellas elecciones son varios los historiadores que se
muestran en contra de tal afirmación. Os pongo dos opiniones de historiadores
bastante opuestos, ideológicamente hablando:
·
Julián
Casanova (España partida en dos): En febrero de 1936 hubo elecciones
libres y democráticas. (Aquí apuntaría que nuestra visión actual de unas
elecciones libres no es la misma que la que tenían en 1936).
·
Stanley Payne
(40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil): “En general, las
condiciones del sufragio del 16 de febrero fueron buenas y las elecciones, en
la mayoría de los casos, libres y justas y, en su momento, no se llegaron a
cuestionar sus resultados. Las únicas zonas donde se produjeron notables
evidencias de corrupción o coerción fueron Galicia (La Coruña se vio sometida a
la manipulación del Gobierno y a la de los republicanos de izquierda) y
Granada, donde la derecha dominó por la fuerza las votaciones en ciertas áreas
rurales”.
Stanley Payne pone el
dedo en la llaga al indicar que “En la primera vuelta del 16 de febrero, la
CEDA siguió siendo el partido mayoritario, logrando 101 escaños, pero sus
aliados potenciales eran mucho más débiles. Los socialistas obtuvieron 88
escaños y el partido Izquierda Republicana, de Azaña, 79, mientras que el resto
de los republicanos de izquierda obtuvieron mejores resultados que los partidos
derechistas más pequeños. Gracias a esa ley electoral tan sesgada, el Frente
Popular se hizo con el 60 por ciento de los escaños”.
El fraude, en realidad,
no estuvo en la victoria del Frente Popular, que fue innegable y reconocida por
todos los partidos del momento, sino en la Comisión de Actas encargada de
revisar los resultados, pues tras su acción partidista el Frente Popular pasó
del 60 al 67% de los escaños (según indica Stanley Payne).
No obstante, tal acción
no hubiera significado una victoria de la CEDA, por lo que no cambió el
panorama general de las Cortes. Al final, fue como el dicho: “quién reparte
se queda con la mejor parte”. La comisión de Actas, dirigida por la
izquierda, investigó principalmente las irregularidades cometidas en las zonas
donde las derechas ganaron, razón por la cual era lógico cierto reajuste a su
favor. Cambiaron de mano 32 escaños en total. Según los datos finales oficiales
el Frente Popular se hizo con 263 escaños (17 el PCE) y 156 las derechas (de
ellos sólo un fascista).
No quería terminar este
largo artículo sin citar de nuevo las palabras de Southworth sobre la importancia
de estas elecciones en relación al golpe de Estado posterior:
Los numerosos trabajos aparecidos en la
España de Franco sobre los preparativos de la revuelta, indican que algunos de
los planes para el alzamiento militar habían comenzado a organizarse incluso
antes de la victoria del Frente Popular, y que fueron escasamente condicionados
por los desórdenes subsiguientes.
El historiador
estadounidense se refiere tanto a carlistas, falangistas (presuntamente
preparados desde 1935) y monárquicos (que negociaron con Mussolini desde 1933
ayuda diplomática y militar para llevar a cabo la sublevación militar).
Igualmente, la
conspiración militar que dio origen a la sublevación de julio de 1936 “comenzó
a actuar semanas antes de las elecciones que dieron el triunfo al Frente
Popular. El primer movimiento fue la reunión convocada en el domicilio
madrileño del general retirado Emilio Barrera nada más conocerse la formación
de la coalición electoral, a la que acudieron los generales Emilio Fernández
Pérez, Manuel González Carrasco, Luis Orgaz, Miguel Ponte y Rafael Villegas,
más algunos miembros de la junta central y de las regionales de la UME. Los
reunidos, en su mayoría ligados a la trama alfonsina, acordaron dar un golpe de
Estado el miércoles 19 de febrero, en caso de que triunfase el Frente Popular,
pero Goded, a quien se le encomendó la tarea, la consideró inviable y el plan
se desactivó” (VVAA Los mitos del 18 de Julio. )
Como conclusión personal
(yo también tengo una propia) a todo el asunto de la justificación del golpe de
Estado en base a la ilegalidad de las elecciones de febrero de 1936 indicaré
que tanto las derrotas de 1933 y 1936 tienen algo en común.
En 1933, la derrota de
las izquierdas provocó un miedo en los sectores más radicales, pensando que la
CEDA destruiría la República e impondría las bases para un estado de corte
fautoritario. La Revolución de 1934 llevada a cabo, entre otros, por la facción del
PSOE de Largo Caballero, tuvo su justificación “teórica” precisamente en esta
teoría. Según los socialistas, el objetivo revolucionario fue simplemente
defensivo, pues estaban convencidos de que la CEDA instauraría una dictadura.
Como el tiempo mostró después, Gil Robles, líder de la CEDA, estaba mucho más
próximo a la legalidad vigente de lo que le presuponían y no estableció ningún
régimen autoritario.
Del mismo modo, la
victoria de la izquierda en 1936 no significaba el triunfo de la dictadura del
proletariado. Estoy convencido de que el gobierno republicano se habría
mantenido firme en la legalidad y habría respetado las leyes. Pero, al igual
que antaño el PSOE, la CEDA tampoco quiso darle un voto de confianza al nuevo
gobierno y conspiró un golpe de estado, en teoría defensivo, contra unos miedos
ideológicos imaginarios.
Al final, el miedo al
contrario ideológico, no al moderado, sino al radical que se ocultaba en la
sombra, fue lo que provocó un nuevo alzamiento contra la legalidad republicana.
En esta ocasión no fue la izquierda radical, sino la derecha extremista quién
lo organizó, contando con ello con parte de los militares. Si en 1934 la
revolución había sido abortada gracias a los militares, en 1936 no pudo
cercenarse debido a la complicidad de muchos de ellos. No obstante, como no
estaban todos los militares implicados España se partió en dos zonas
enfrentadas, llevando el fracaso de la sublevación a la Guerra Civil.
En ella se enfrentaron
dos bandos autoritarios, dos ideologías no democráticas, comunismo y fascismo.
Ningún bando fue inocente. Todos cometieron atrocidades. Pero esta barbarie se
inició debido a un golpe de Estado. De no haber sucedido dudo mucho que en
España la democracia hubiese caído tan sangrientamente pues, no lo olvidemos,
ni la Falange ni el PCE eran fuerzas políticas mayoritarias ni demasiado
influyentes.
Nota agregada tras la aparición del libro: “1936: Fraude y violencia en las elecciones
del Frente Popular” Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa (Ed.: Espasa,
2017)
Este libro aporta numerosos datos nuevos tras el
estudio pormenorizado de las actas de aquellos comicios, lo que por sí solo ya
merece la pena leerlo y recomendarlo para conocer aquellas elecciones. No
obstante, debo realizar algunas puntualizaciones que los autores han encubierto
o, directamente, tergiversado.
En primer lugar indicar que el fraude electoral no
era algo oculto ni poco conocido. En el post dejo constancia de todos los
estudios realizados por los especialistas en la cuestión, siendo uno de los
pioneros en estudiarlo el gran Javier Tussell.
Aquí quiero hacer un inciso para comentar una frase
realizada por Pío Moa respecto a la publicación de esta obra. Es la siguiente:
“El fraude seguirá sin reconocido por los
historiadores que viven del cuento”. Debo admirar su capacidad de síntesis
para mostrarnos de una tacada todo su bagaje histórico. Tal vez, por no ser
historiador, desconoce los estudios llevados a cabo por los mismos. Pero en
ellos, tal como reproduzco, queda de manifiesto que el fraude era conocido y
cuantificado. Lo que no mantienen los historiadores es su particular visión del
mismo. Ni la CEDA hubiera obtenido mayoría absoluta ni las elecciones
justificaban el Golpe de Estado (ni tampoco la revolución de 1934). Del cuento
viven personajes como este, incapaces de sacarse un título oficial de
Historiador pero que les encanta sermonear a los mismos con sus partidistas
teorías.
En segundo lugar, los autores del presente libro
colocan todos los votos fraudulentos a la CEDA, lo que supone una
tergiversación histórica. Mientras que las izquierdas, en su totalidad, se
presentaron unidas en el llamado Frente Popular, el resto de agrupaciones no
hicieron lo mismo: centristas, radicales, conservadores, liberaldemócratas,
agrarios, alfonsinos o tradicionalistas no formaban ningún bloque
antirrevolucionario con la CEDA.
Por tanto, la conclusión a la que llegan los autores
es falsa. No se pueden quitar los votos fraudulentos y dárselos a un supuesto
bloque de derechas que no existía. No se puede argumentar que la mayoría
absoluta pasó de las derechas a las izquierdas fraudulentamente, pues a pesar
de los fraudes la CEDA no habría obtenido mayoría absoluta. Y esto ya se ha
estudiado anteriormente y es conocido por multitud de historiadores. Sólo el
interés de seguir juzgando aquellas elecciones como el primer enfrentamiento de
los actores que luego lucharon en la Guerra Civil puede explicar tal enfoque y
conclusiones. Y eso es una tergiversación histórica, pues la República no era
comunista ni se habría convertido en una dictadura del mismo signo. Podremos
debatir en el ámbito teórico sobre ello, pero ignoramos la certeza de tales
teorías al romperse tal Estado el 18 de julio de 1936.
Por último, los autores culpabilizan en última
instancia a Alcalá Zamora de permitir el fraude. Un juicio bastante oportunista
realizado con la libertad que otorga la visión desde el presente de un suceso
acaecido hace 81 años. Debemos tener en cuenta que Portela huyó espantado al
conocer la victoria de las izquierdas y que Gil Robles tomó el mismo camino.
Azaña era el único que parecía dispuesto a contener tanto a los extremistas del
Frente Popular como a hacer frente los cantos de rebelión militar que se
escuchaban por doquier. A los primeros parecía empezar a tenerlos controlados
en junio de 1936. Con los segundos se equivocó en su confianza. El resto ya es
historia conocida.
Pues claro que fue un fraude, dices en tu segundo párrafo :"el gobierno nunca publicó los datos en su totalidad y no es posible decir cuantos votos obtuvo cada candidatura. Esto demuestra un fraude manifiesto de facto.
ResponderEliminarHola Jesús. Tal como indica Stanley Paine (al que difícilmente se le puede clasificar de historiador izquierdista), "El fraude, en realidad, no estuvo en la victoria del Frente Popular, que fue innegable y reconocida por todos los partidos del momento, sino en la Comisión de Actas encargada de revisar los resultados, pues tras su acción partidista el Frente Popular pasó del 60 al 67% de los escaños".
EliminarEl Sr Payne opina que hubo alteraciones en 6 provincias y fraude en todas las fases. Minuto 11.30. De nada.
Eliminarhttps://youtu.be/BniZZf90ATQ
Hola Anónimo.
EliminarCreo que el asunto está más que comentado en el post pero vuelvo a explicar el asunto.
Los criterios actuales sobre el fraude electoral no son los mismos que en 1936. Bajo nuestros criterios actuales podemos indicar que todas las elecciones del siglo XX antes de 1976 son, en algún sentido, fraudulentas, pues aparecen diversos métodos que provocan fraude, tal como influir en el voto por parte de los señores sobre sus empleados o coaccionar a ciertos votantes por medio de sindicatos.
Contextualizando las elecciones del 36 en su marco histórico no podemos indicar que existiera un fraude de mayor calibre que en otros momentos y que, gracias a ello, el Frente Popular ganara unas elecciones cuando en realidad las hubiera perdido. Como coinciden todos los historiadores que han profundizado en el tema la victoria del Frente Popular se debió a ir unido a las elecciones, lo que le supuso tener gran número de escaños en relación a sus votos (que rondarían el 50%). El resto de fuerzas (no todas eran de derechas), al estar divididas, vieron sus escaños disminuidos por las normas del sistema electoral de entonces.
Tal vez, en un futuro, se vea como una aberración que el voto de un castellano actual valga menos que el de un catalán de hoy día, pero es así como están definidas las elecciones actuales.
El fraude del 36, lo único que conllevó fue que la mayoría absoluta fuese más amplia.
De todas formas el asunto carece de la más mínima importancia pues los militares que gestaron el golpe de Estado lo hicieron nada más conocerse los primeros resultados de las votaciones y sin conocer nada sobre el fraude electoral. Es decir, existía una planificación para iniciar un golpe de Estado en caso de que el Frente Popular ganara las elecciones. Intentar justificar ese golpe en el fraude electoral supone crear una razón a posteriori, desde el presente, totalmente ficticia.
Diversos militares consideraron que el Estado que intentaba crear la República no era el que querían y decidieron acabar con él mediante el uso de las armas (algo propio de la política española de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX). Esa es la única realidad y no debemos intentar justificarla. Sólo entenderla y contextualizarla. Nunca juzgarla desde el presente.
Saludos
Y según los datos que dan a posteriori los historiadores el centro derecha obtuvo más votos que el Frente Popular. Como se puede dudar del fraude?
ResponderEliminarHola Jesús. En 1936 no existía ningún bloque de centro derecha y, por supuesto, no podía obtener más votos.
EliminarRespecto al tema del fraude electoral te recomiendo la obra de Tussell, uno de los primeros historiadores que trató el tema con bastante objetividad.
En cuanto al tema de los fraudes electorales en España, en el siglo XIX y XX hubo diferentes formas de hacer trampas en las elecciones. La democracia se estaba configurando y aún existían prácticas fraudulentas como las de presionar a los empleados a votar por el partido del patrón o a presionar a pueblos enteros con piquetes revolucionarios.
Vistas desde el presente todas eran fraudulentas, aunque realizando ese juicio cometeríamos un anacronismo que falsearía la historia.
Lo que no se puede afirmar es que el Frente Popular ganara de forma fraudulenta (según el estandard de la época no se cometieron grandes ni significativos fraudes, salvo en provincias concretas, y en ningún caso hubieran podido dar la victoria a otra formación) ni que esas elecciones o el clima posterior justificara el Golpe de Estado.
Saludos
mentiroso
ResponderEliminarHola de nuevo. Tus argumentos aplastantes te retratan.
EliminarUn saludo
Un gobierno que no publica los datos en su totalidad y no es posible decir los votos de cada candidatura ,demuestra un fraude manifiesto. Y según tus historiadores demuestran que el centro derecha obtuvo más votos que Frente Popular.
ResponderEliminarTe aconsejo ver los periódicos de la época del día siguiente a las elecciones para comprobar la publicación de los resultados. El ABC los dio sin problema en Madrid, por poner un ejemplo. Hubo casos en los que la revisión hizo que no se publicaran en esos días siguientes.
EliminarSi quieres conocer los datos de aquellas elecciones tienes, a distancia de un clic, la Wikipedia. Y si tienes ganas la obra de HISTORIADORES especializados en el tema.
Saludos
MENTIROSO .
ResponderEliminar¿Qué quiere decir eso de...?
ResponderEliminar“En 1933, la derrota de las izquierdas provocó un miedo en los sectores más radicales, pensando que la CEDA destruiría la República e impondría las bases para un estado de corte fautoritario. La Revolución de 1934 llevada a cabo, entre otros, por la facción del PSOE de Largo Caballero, tuvo su justificación “teórica” precisamente en esta teoría. Según los socialistas, el objetivo revolucionario fue simplemente defensivo, pues estaban convencidos de que la CEDA instauraría una dictadura. Como el tiempo mostró después, Gil Robles, líder de la CEDA, estaba mucho más próximo a la legalidad vigente de lo que le presuponían y no estableció ningún régimen autoritario.“
¿Qué es eso de "teórica"? Mire, don Diego Garrote. La cuestión se puede resumir de manera mucho más sencilla de la siguiente manera: A la izquierda no le gustaron los resultados de noviembre del 33, con lo que se pasó meses organizando un GOLPE DE ESTADO (no una "revolución"), que trató de llevar a cabo once meses después con la excusa de la inclusión -totalmente legal- de tres ministros de la Ceda en el gobierno. No trate de hacernos ver blanco lo que es negro.
Hola, gracias por comentar.
EliminarTodos los ataques contra un gobierno democrático tienen su justificación teórica, la cual pasa a ser la historia oficial si quienes llevan a cabo el golpe de Estado salen vencedores. Un buen ejemplo lo tenemos en la justificación teórica del bando franquista tras la victoria del Frente Nacional en las elecciones que comentamos aquí. Durante décadas la excusa de haber impedido el Estado del proletariado en España fue la justificación teórica del golpe de julio de 1936. Pero todos sabemos que el Partido Comunista tenía un peso muy residual en el gobierno de la II República.
Personalmente no intento blanquear la historia de nadie y ningún bando me es afín. Lo que nos llevó a la Guerra Civil fue el extremismo de dos facciones contrarias, políticamente insignificantes. Y creo que el artículo lo deja bastante claro al respecto.
Estaría muy bien sacar conclusiones de este episodio para aplicarlas en la actualidad en vez de seguir discutiendo y alinearse con uno u otro bando que, en lo que a mí respecta, me producen la misma indiferencia. Tal vez, por ello, mi visión sea bastante más objetiva que la de otros historiadores más afines a uno u otra ideología.
Saludos
A propósito de este tema y del reciente libro, recomiendo estos artículos:
ResponderEliminarhttps://www.ehu.eus/ojs/index.php/HC/article/view/19831/18135
https://vientosur.info/spip.php?article12504
https://ctxt.es/es/20170503/Firmas/12537/II-republica-frente-popular-golpe-de-estado-alvarez-tardio-roberto-villa.htm
Gracias por la aportación.
EliminarSaludos
Hubo fraude pero como yo soy de Izquierdas digo que no lo hubo y si lo hubo fue justificado XD
ResponderEliminarHola, gracias por comentar.
EliminarEn aquellas elecciones hubo un fraude similar al realizado la vez anterior, cuando vencieron las derechas. Y tanto unos como otros lo realizaban por sistema una vez que estaban en el poder.
Por ello, el mismo aparece como irrelevante en la globalidad de los resultados. Y eso no lo digo yo. Lo dicen la mayor parte de historiadores. Entre ellos un señor como Payne que no es ningún sospechoso de ser de izquierdas.
Pero vamos, si tu quieres seguir creyendo las mentiras del régimen franquista con las que justificaron el alzamiento nacional eres libre de hacerlo. Lo que no es de recibo es realizar proselitismo de una mentira desde el anonimato. En qué te convierte a ti como persona tu actitud?
También comentas en otros foros que Putin invade Ucrania porque EEUU quería colocar misiles en el país? Acaso no se encuentra más cerca de Rusia en Letonia, Estonia o Lituania?
Las mentiras interesadas de los regímenes totalitarios o dictatoriales son poderosas y traspasan generaciones. Pero es la labor de los historiadores desenmascararlas y mostrarlas al público que no tiene el tiempo, los medios o la suerte de leer a los profesionales.
No obstante, siempre habrá personas que seguirán creyendo la mentira por motivos ideológicos, haciendo bueno el refrán de: no hay más sordo que el que no quiere escuchar.
Saludos