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domingo, 20 de septiembre de 2015

La Capadocia no merece la pena



Muchos de vosotros me habéis preguntado, a raíz del artículo que escribí sobre las mezquitas de Estambul, si en un viaje a Turquía merece la pena gastar unos días visitando la zona de la Capadocia.

Siempre os he contestado lo mismo: todos los destinos de este lugar llamado mundo merecen la pena para ser visitados por cualquier persona. Todos los rincones tienen su encanto y si viajamos hasta el continente asiático no deberíamos perder la ocasión de admirar un lugar tan maravilloso.

Ahora bien, aunque el viaje que realicé a Turquía me dejó el agradable sabor dulce que te inocula en el cerebro la necesidad de un regreso, la próxima vez que visite el país me detendré exclusivamente en Estambul. Con ello no quiero decir que la Capadocia no valga la pena, sino que es de esos lugares que, una vez conocidos, nuestra curiosidad queda complacida.

¿Os interesa descubrir los secretos que esconde la Capadocia?

Las personas que me conocéis un poco sabéis de mi espíritu aventurero por el continente europeo. Ahora bien, es salir de la vieja Europa y ya no soy tan valiente. Por ello, salvo en Túnez (siempre existe una excepción), en el resto de destinos planeé un viaje organizado con un turoperador. 

Aunque era bastante reacio a este tipo de viajes organizados, lo cierto es que no nos fue tan mal después de todo. Y si hacemos un poco la vista gorda respecto a la costumbre de visitar, como en un pack, ruinas y tiendas, la conclusión será que vimos todo lo que debíamos ver.

A continuación os voy a relatar mi viaje a la Capadocia, en donde vais a descubrir los lugares más interesantes que visitar, mi opinión sobre ellos y las ventajas e inconvenientes que surgen cuando realizas todas estas visitas con un grupo de turistas.
A Turquía viajé con el turoperador Transrutas y lo primero que tuvimos que hacer al llegar al aeropuerto de Barajas fue recoger nuestros bonos del hotel y las visitas en su oficina.

Salimos de la T1 de Barajas a las 8:30 h y llegamos a Neveshir, en la Capadocia, a eso de las 14:00h (Atención: hora local +1 respecto a España). El recoleto aeropuerto de Neveshir os sorprenderá si no habéis salido del primer mundo, pues más que de pueblo parece de barrio. Lo primero que tendréis que hacer será pasar por caja (15€ os costará el visado).

Tras recoger las maletas el guía de Transrutas os estará esperando y os distribuirá en diferentes autobuses, según el hotel asignado a cada persona. Nuestro guía se llamaba Adnan, un turco de unos 50 años curtido en mil batallas y sin la alegría de otros guías más jóvenes. Aunque su trabajo no fue todo lo bueno que debería esperarse, tampoco podemos catalogarlo de malo. El hecho de hablar castellano bastante bien es lo más destacable, lo que no es poco para un guía (si habéis viajado a otros continentes en viajes organizados sabréis de lo que os estoy hablando).

Mientras vamos camino de nuestra primera y única visita del día, Adnan nos cuenta algo de historia de Turquía. Lo más destacable es el interés que pone en dejarnos claro que ellos no son árabes (ni hablan árabe), así como indicarnos la correcta pronunciación de las palabras turcas: debemos colocar el acento en la primera sílaba: Ístanbul, Ánkara…

La primera visita que realizamos fue a la ciudad de Uchisar, donde el guía nos dejó una hora para que investigáramos tranquilamente. Lo más destacado del lugar es su imponente castillo construido en el interior de una gran roca. Se trata de un ejemplo de lo que encontraremos en Capadocia. Rocas moldeadas por la erosión y horadadas por la acción del hombre, el cual creó lugares de vivienda trogloditas, es decir, auténticas cuevas habitables. El castillo de Uchisar es precisamente eso, una mole impresionante de piedra agujereada como un queso gruyere por la acción del hombre.

Castillo de Uchisar, Turquía.

El resto del pueblo tiene escaso interés y sólo os pararéis en alguna tienda de turistas. El hecho de que no os agobien los tenderos es la mejor demostración de que no estamos en un país árabe.

A las 16:30h comienza a anochecer (estábamos en el mes de noviembre) por lo que nos trasladan al hotel Kapadokya Inn (Ortahisar), teóricamente un 4 estrellas que apenas llega a 3 obviando la decoración típica de los primeros capítulos de la serie Cuéntame. Irónicamente la TVE1 es la única cadena española que podemos sintonizar.

El guía nos aconsejó no salir del hotel e infundió un poco de miedo diciendo que existían perros callejeros peligrosos. Una burda intimidación para inducir a comprar los servicios que ofrece el hotel (baños turcos, masajes…) y evitar que pudiéramos contratar alguna excursión ajena a su persona.

Al día siguiente nuestra visita comienza a las 9:30h. Para todos aquellos que contrataran la excursión en globo el madrugón fue considerable, pues de esta forma se podía ver amanecer. Si os sobran 150€ /persona y deseáis ver las formaciones geológicas a vista de pájaro esta es vuestra excursión. Eso sí, abrigaros mucho, pues de madrugada hace mucho frío, y con la altura más.

La primera visita que realizamos es a la ciudad subterránea de Özkonak, una especie de hormiguero excavado bajo tierra por antiguos cristianos que deseaban esconderse de los ataques árabes. Podréis recorrer tranquilamente las galerías excavadas en la roca, las cuales tienen diferentes anchuras y alturas. Grandes piedras redondas sirven para bloquear las entradas y diversas partes del complejo, y la existencia de una especie de chimeneas permitían tener la ventilación adecuada. No os esperéis ningún tipo de decoración parietal.

La siguiente visita nos lleva a un mirador (Avcilar) desde el que contemplamos, con gran amplitud, el paisaje volcánico que constituye la Capadocia: las llamadas chimeneas de las hadas, con cuevas en su interior, y las diversas formaciones geológicas erosionadas por el paso del tiempo configuran un auténtico paisaje lunar. Junto al mirador se ubican numerosos tenderetes donde poder comprar todos los típicos recuerdos que se suelen llevar los turistas (y no son caros).

Vistas desde el mirador de Avcilar, en la Capadocia, Turquía.

Antes de comer debemos pasar por el peaje de la tienda metida con calzador en la visita del día. Se trata de una joyería de precios desorbitados donde aprenderemos que la piedra turquesa se llama así por ser una piedra turca. Esta tienda está justo enfrente del Valle de las palomas (Güvercinlik), desde donde se tiene una bonita visión de diversas cuevas excavadas en el acantilado y del castillo de Uchisar al fondo. Todo está muy cerca de nuestro hotel, así como el restaurante al que nos llevan a comer. Aunque con los entremeses pensamos que quedaríamos con hambre, el Kebab a la tinaja (nada que ver con las tiendas de Kebab de nuestro país, pues se trata de carne de ternera con verduras) fue más que suficiente para salir contentos del lugar.

Por la tarde visitamos el Valle de Göreme, un lugar impresionante donde se ubicaron dos monasterios trogloditas. En este lugar existen diferentes iglesias, las cuales fueron excavadas en las cavidades de las rocas y poseen decoración mural. Ésta es de muy diferente signo; por ejemplo, en la Iglesia de la Manzana podremos admirar una de las obras maestras del arte bizantino. Por el contrario, en otros lugares, más bien parecen dibujos de niños por su simpleza.

Tenemos una hora para recorrer el lugar y es tiempo más que suficiente para visitar todas las cuevas. No debéis perderos la Iglesia de Tokali, en mi opinión la que posee los frescos más increíbles.

Iglesia rupestre del Valle de Göreme, Turquía.

Para terminar el día el guía nos lleva a una tienda de cuero donde antes de enseñarnos el género nos hacen una especie de pase de modelos con música y una bebida (té). Puesto que ninguno decidimos comprar nada el guía comienza a poner mala cara (bye bye comisiones).

En nuestro tercer día en Capadocia el guía planea una visita que incluye el gran cañón de la Capadocia, el Valle de Ihlara.

Tenemos una hora desde el hotel, aunque antes de llegar realizamos una parada en los restos de lo que fue una iglesia ortodoxa. Lo mejor del lugar son las vistas, pues se encuentra en lo alto de una gran meseta natural.

En el Valle de Ihlara nos dejan una hora para visitarlo por nuestra cuenta, algo tremendamente injusto. Hasta ahora no habíamos tenido sensación de perdernos cosas por ir con guía, pero este valle necesita al menos un par de horas para disfrutarlo en condiciones. Máxime teniendo en cuenta las pronunciadas escaleras que debes bajar (y luego subir), pues el guía se quedó en el bar de arriba tan a gusto.

El río que cruza el valle es el causante del mismo, debido a miles de años de erosión. En este entorno natural tan especial y aislado habitaron monjes bizantinos dedicados a la meditación, los cuales dejaron para la posteridad varias iglesias rupestres decoradas con frescos en su interior.

Nosotros decidimos aprovechar el tiempo al máximo, viendo cuatro de las seis iglesias existentes (si habéis estado esto es toda una plusmarca mundial). De todas ellas la más impresionante es la llamada Yilanli, pues posee los frescos mejor conservados. Es un lujo poder admirarlos aún en su estado natural, por lo que os pediría que las fotos fuesen sin flash (para que podamos seguir admirándolos en un futuro).

Fresco rupestre bizantino en el Valle de Ihlara, Turquía
 
El entorno natural del valle es precioso, con el rumor del agua del río corriendo y los pájaros cantando. Nos hubiera gustado poder sentarnos en un banco y descansar media hora, pero lo tendremos que dejar para otro día.

Tras comer en un restaurante buffet próximo al hotel vamos al Valle de Pasabag, donde tenemos otra horita para recorrerlo. Aquí lo más destacado son las “Chimeneas de las hadas”, unas formaciones geológicas con forma de champiñones en las que antiguamente vivían los lugareños. Toda la zona sigue siendo una especie de paisaje lunar, con escasa vegetación y el suelo de color blanco.

Chimeneas de las Hadas, en el Valle de Pasabag, Capadocia, Turquía.

Nos hubiera gustado pasar un poco más de tiempo en el sitio pero debíamos ver un taller de alfombras, con su tienda correspondiente. Nos explican el proceso de realización manual y lo laborioso de la tarea. Las más caras son las de seda, pues además del trabajo, para conseguir un hilo hacen falta 180 capullos de seda. Como curiosidad indicaros que las alfombras son más caras cuanto más pisadas están, ya que de esta forma el nudo se aplasta y el color es más vivo. Eso sí, una de estas alfombras artesanales duran en perfecto estado unos 100 años. A pesar de tal indicación nadie compra, por lo que el guía nos lleva de regreso al hotel mosqueado.

Tal vez lo anterior influyera en el hecho de que en vez de ofrecernos un espectáculo de Derviches (el cual queríamos la mayoría) nos propusiera únicamente otro de la Danza del vientre (resulta que ahora si son árabes, ¿no?).

En general, la labor del guía podemos catalogarla de mala. Las explicaciones fueron las justas; sólo nos acompañó en Göreme, y fue un momento; las visitas fueron en ocasiones escasas de tiempo, mientras que el tiempo dedicado a las visitas obligadas a las tiendas era excesivo; al contrario que en otros viajes organizados aquí tuve la sensación de perder el tiempo, algo incomprensible teniendo en cuenta la proximidad de todos los lugares de la Capadocia. Concluyendo, todo lo que vi me gustó mucho, a pesar del guía tan nefasto que tuvimos.

El último día que amanecimos en la Capadocia lo dedicábamos a trasladarnos a Estambul, aunque pasando por Ankara, la capital del país (aunque muchos no se lo crean). Para llegar a Ankara nos montan en un autobús, en el cual pasamos 4 horas de viaje. Hacemos una parada de descanso en el gran lago salado, un lugar totalmente prescindible.

Tras comer en el Hotel Barceló de Ankara (bastante bien para lo que acostumbrábamos) el guía nos lleva al Museo de las civilizaciones de Anatolia. Aunque es un museo bastante pequeño, tiene diversas joyas arqueológicas que sólo yo puedo admirar en su justo valor (el guía pasó de explicar nada). 

No perderse la parte dedicada a Çatalhöyük, el conjunto urbano más grande y mejor preservado de la época neolítica en el Oriente Próximo. Las cabezas de toro o la figurilla de la Mujer sentada de Çatalhöyük, una especie de Venus paleolítica, son los objetos más destacados. También es muy importante la colección de piezas de la civilización Hitita, así como la reconstrucción de la tumba del rey Midas.

Mujer sentada de Çatalhöyük


Como teníamos bastante tiempo libre decidimos dar una vuelta por la ciudadela antigua de Ankara con unos compañeros de viaje. Unos altos muros, puertas fortificadas y callejas estrechas confieren al lugar un aspecto medieval único y atractivo.

El vuelo hasta Estambul se retrasó bastante (algo típico en estos destinos) y no despegamos hasta las 21:30 h (a esa hora ya debíamos haber estado instalados en los hoteles de Estambul). Aunque el vuelo apenas dura 45 minutos, el caótico traslado al hotel hace que no dejemos las maletas en nuestra habitación hasta las 00:30h.
Por delante tenemos tres días en Estambul, los cuales son libres para visitar lo que nosotros queramos. Pero esto prefiero contarlo en otro artículo, pues debo comentar muchas más cosas que hasta ahora.

Espero que mi experiencia os sirva para planear vuestros futuros viajes a este lugar tan encantador. Os animo a ello encarecidamente.





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