Páginas

domingo, 11 de enero de 2015

Los castillos de cuentos de hadas son una ficción



Todos nos hemos imaginado alguna vez viviendo en un castillo. Y no me refiero a esos fríos y lúgubres castillos medievales, sino a los castillos mágicos que aparecen en los cuentos, llenos de salas enormes y luminosas, con multitud de obras de arte y habitaciones.

Muchas personas piensan que estos castillos sólo existen en los cuentos de los niños o en los parques temáticos de Disney, pero eso no es cierto. Existe un país que posee una gran nómina de castillos que nos recuerdan el lujo y la pomposidad palaciega que aparece en los cuentos infantiles. Se trata de Alemania y hoy descubriremos uno de esos castillos. En mi opinión, el más representativo de todos ellos.

¿Te apetece descubrir un lugar mágico?


Muchos estaréis pensando en el Castillo de Neuschwanstein ahora mismo. Todos aquellos que habéis planeado un viaje a Alemania seguro que, antes o después, os habéis encontrado con este sitio y planificado una visita a él.


En mi caso yo tuve que postergar su visita unos años, pues en mi primer viaje a Alemania el lugar que centró mi atención fue Rothenburg ob der Tauber (aquí tenéis un artículo sobre este maravilloso lugar si deseáis visitarlo). No obstante, me dejé la visita a Neuschwanstein como una tarea pendiente. Y en mi segundo viaje a Alemania conseguí, por fin, visitar el lugar.

No creo que exagere cuando afirmo que es un sitio que merece la pena visitarlo una vez en la vida, al menos. Resulta un sitio maravilloso, un rincón lleno de encanto, con unas vistas impresionantes y un entorno incomparable. Y el castillo es algo mágico, un edificio que te sorprende en cada rincón y que te devuelve al mundo de fantasía y ensueño propio de la infancia.

Para ayudaros en la visita y prepararos un poco sobre lo que os espera os voy a dar unos pequeños consejos.

¿Cómo llegar al Castillo de Neuschwanstein?

El Castillo de Neuschwanstein se encuentra próximo a la localidad de Füssen, un encantador pueblo al pie de los Alpes, junto a la frontera austríaca de Alemania.

Muchas personas realizan la visita al lugar desde Munich, pues existe una conexión directa por tren desde la capital del estado de Baviera. Aproximadamente cada hora salen trenes con dirección a Füssen y el trayecto apenas dura un par de horas. Lo justo para leeros alguna guía de viaje (y artículos como este) que os vayan abriendo boca de lo que os podéis encontrar.

Debéis fijaros en el tren que cogéis, pues también existen trenes que realizan un transbordo en mitad del recorrido. Os aconsejo conocer de antemano los horarios tanto de ida como de vuelta para llevarlo todo bien planificado. En la misma estación de tren o por Internet podéis realizar todas las previsiones de ruta necesarias. Más información en http://www.reiseauskunft.bahn.de/bin/query.exe/hn?S=M%FCnchen&Z=F%FCssen%20Bahnhof&timeSel=arrive&start=1&lang=es&country=ESP.

También os recomiendo adquirir el Bayern Ticket, pues resulta la opción más económica. Por unos 26 podréis viajar, hasta 5 personas y entre semana, en trenes regionales entre las 9:00 a.m. y las 3:00 a.m. del día siguiente. Además, el ticket incluye el trayecto en autobús entre Füssen y los castillos. Más información en http://www.bahn.de/i/view/ESP/es/prices/germany/bayernticket.shtml.

Dada la facilidad y cercanía, muchas personas deciden realizar la visita en el día desde Munich. En mi opinión eso es un error, pues de esta forma nos perdemos el encanto de descubrir un pueblo encantador como es Füssen.

Nada más bajar del tren puede que la estación os resulte vagamente familiar. Ello se debe a que en ella se rodaron algunas escenas de la película La Gran Evasión.

Luego, paseando por sus callejuelas medievales, os encontraréis numerosos edificios encantadores, con las fachadas pintadas en distintos colores. Para visitar tenéis unas cuantas iglesias y, principalmente, el Monasterio benedictino de de St. Mang, en lo alto de la ciudad. En su exterior vais a descubrir el trampantojo, una decoración pictórica que simula ilusiones ópticas. En este caso veremos muchas ventanas con balcones que parecen reales pero que en realidad son pintados. En el interior del monasterio se ubica el museo de la Ciudad, donde se exponen, entre otras cosas, una gran colección de laúdes y violines. Ello se debe a que esta zona fue una de las más importantes en cuanto a la fabricación de instrumentos musicales en la antigüedad. También es de destacar la iglesia del monasterio, en cuya cripta se conserva el fresco más antiguo de Baviera (980).


En sus alrededores podréis hacer numerosas rutas de senderismo o visitar los numerosos lagos que rodean la localidad e incluso bañaros en ellos si el tiempo acompaña.

Aunque os podéis dar la paliza de ver Füssen y los castillos próximos en el mismo día, yo os aconsejo pernoctar una noche al menos en este lugar. De esta forma podréis apreciar su encanto mucho mejor y disfrutar realmente de este lugar. Yo me alojé en el Altstadt-Hotel Zum Hechten, situado en Ritterstraße 6,  y acabé contento. Está limpio, tiene una bonita decoración, las habitaciones, sin ser espaciosas, tienen lo suficiente y el desayuno es más que correcto. Además, se encuentra muy céntrico.

Para todos aquellos que ya estéis nerviosos por llegar al Castillo de Neuschwanstein os debo decir que Füssen se localiza a unos 4 kilómetros, por lo que os aconsejo coger un autobús para llegar. Tenéis dos autobuses que os pueden llevar y yo os aconsejo estudiar los horarios y sacar el billete de ida y vuelta (aunque no hay descuento por ello os evitaréis perder tiempo en el regreso).

Los autobuses son:

RVA/OVG 73, en dirección a Steingaden / Garmisch-Partenkirchen y el autobús RVA/OVG 78, en dirección a Schwangau hasta la parada Hohenschwangau / Alpseestraße.

Los autobuses los podéis coger en la estación, su precio es muy modesto (1,55 por trayecto) y el viaje apenas dura 10 minutos. Más información en http://www.rvo-bus.de.

Los autobuses os dejarán en el Ticket Center, donde deberéis comprar las entradas.

¿Dónde puedo sacar las entradas?

Cuando llegáis a Hohenschwangau, la localidad al pie del Castillo de Neuschwanstein, os llevaréis una sorpresa. Existe otro castillo más en esta localidad y no tiene mala pinta. Se trata del Castillo de Hohenschwangau, el cual reconoceréis inmediatamente por sus tonos amarillos.

En el Ticket Center (Alpseestraße 12, 87645 Hohenschwangau. Teléfono +49 (0) 83 62 - 9 30 83 - 0, www.ticket-center-hohenschwangau.de) podréis adquirir las entradas para visitar ambos castillos, así como también para el Museo de los Reyes Bávaros.
Existen todo tipo de combinaciones para visitar cada monumento por separado o combinados. Para haceros una idea el billete combinado que permite visitar ambos castillos cuesta unos 25€ (King’s Ticket).

Al sacar los billetes tenemos que tener una importante precaución. Las visitas se realizan en horas fijadas, por lo que tendremos que contar con el trayecto para llegar a los castillos y visitarlos.

¿Cuánto puedo tardar en llegar y visitar los castillos?

Llegar al Castillo de Hohenschwangau apenas requiere un cuarto de hora andando, pues se encuentra muy próximo a la localidad. Mientras subimos hasta donde se encuentra podremos admirar las vistas maravillosas del lago Alpsee. En su visita podemos perder alrededor de una hora, pues además de pasear por sus murallas y jardines a nuestro aire la entrada incluye una visita guiada por su interior (con audioguía incluida para los castellano-hablantes) de treinta minutos, donde podremos ver numerosas habitaciones con decoración antigua. Sin duda, la sala más destacada es el gran salón de baile, por su magnitud y preciosa decoración mural, aunque personalmente me gustó la Habitación Oriental, decorada con motivos árabes en recuerdo del viaje que el rey Maximiliano II hizo por Grecia y Turquía, y el dormitorio real, Tassozimmer, con su cielo estrellado representado en el techo. También, al salir por las murallas en varios puntos, podréis tener las primeras panorámicas del Castillo de Neuschwanstein.

Llegar al Castillo de Neuschwanstein nos llevará algo más de tiempo, pues se encuentra algo alejado de la zona donde adquirimos los tickets. Existen tres formas de llegar:

-         Una es andando, lo que supone un trayecto de subida de unos tres cuartos de hora. El paisaje que atravesamos es muy bonito pero podéis admirarlo a la bajada si aún os quedan fuerzas.

-         La segunda opción es coger un autobús enfrente del Hotel Lisl, el cual os acercará al castillo por otro camino. El viaje de ida cuesta 2 y tras un breve trayecto os dejará a unos diez minutos de la entrada, en la zona del Puente de María (Marienbrücke), desde donde tendréis unas vistas maravillosas del castillo. El trayecto hasta la entrada del castillo es corto pero pedregoso, por lo que no es aconsejable para personas con problemas de movilidad.



-         La última opción, y la más pintoresca, es coger un coche de caballos enfrente del Hotel Müller. Por 6 os dejan a 300 metros de la entrada al castillo.

Junto a la entrada del Castillo de Neuschwanstein tendréis unas maravillosas vistas del Castillo de Hohenschwangau y de su entorno, idílico al estar junto al lago Alpsee. Hasta que se haga la hora de entrar podemos disfrutar de los detalles decorativos que encierra el castillo en su exterior y en el patio de entrada.

Al igual que en el anterior castillo, las visitas son guiadas y duran poco más de treinta minutos. Una audioguía nos permitirá conocer las salas que nos vayan mostrando en nuestro idioma. Las fotos no están permitidas en su interior, pero siempre podremos luego comprar una guía o postales. Dedicaros a admirar lo que tenéis delante.

Como adelanto a la visita os voy a mostrar unos cuentos datos curiosos sobre este castillo y algunas de las salas que podréis visitar.

Datos curiosos sobre el Castillo de Neuschwanstein

-         El castillo tiene una superficie construida de 2.557 metros cuadrados. Tiene un largo máximo de 130 metros y una altura máxima de 79,16 metros (torre principal).
-         Si no os gustan los escalones será mejor que no visitéis este lugar. En una visita estándar tendréis que subir 169 escalones y bajar 183. Es decir, tenéis un total de 352 escalones.
-         El castillo era propiedad del rey Luis II quién lo habitó muy poco. Primero del 27 de mayo al 28 de junio de 1884. Luego, en los dos últimos años de su vida, apenas pasó en él 172 días.
-         El personal a cargo del castillo constaba de 60 personas cuando estaba presente el rey y de la mitad en los periodos de ausencia.
-         El rey Luis II no despilfarró el dinero estatal en la construcción de sus castillos, sino que fueron financiados mediante su patrimonio personal y su asignación anual (su sueldo). Cuando fue necesario también pidió créditos, los cuales fueron pagados por él y por sus familiares tras su muerte. En total, este castillo costó 6.180.047 marcos de oro de la época.
-         Los planos del castillo fueron modificados constantemente por el rey, por lo que el resultado final es una creación original suya.
-         La primera piedra se colocó el 5 de septiembre de 1869. Los planos eran obra del arquitecto Eduardo Riedel. Mientras que el pintor Christian Jank fue el encargado de realizar los dibujos. Las obras no terminaron hasta 1884.
-         Los materiales de construcción fueron transportados mediante tiros de caballos y yunques de bueyes hasta el lugar, aunque también existía una grúa a vapor para elevar las piedras más pesadas.
-         En 1880 trabajaban en el castillo 209 picapedreros, albañiles, carpinteros y ayudantes. Y a ello se debía sumar a todos los conductores, agricultores, comerciantes, suministradores y hoteleros que vivían indirectamente de los trabajos. En resumen, toda la comarca vivió de la construcción del castillo y, hoy día, la mayoría viven de la explotación turística del mismo.
-         La muerte del rey supuso la suspensión de las obras y parte del proyecto planificado no pudo ser acabado. Así, el segundo piso del Palacio (que debía tener una sala mora tipo Alhambra) y el edificio de los caballeros quedó en bruto. El edificio de dormitorios destinado a las damas se construyó, posteriormente, de forma simplificada. La terraza oeste no se construyó, ni tampoco el baño del rey. 
-         Richard Wagner nunca estuvo aquí, pues murió (13/02/1883) antes de tener las habitaciones acondicionadas (1884).
-         El castillo se abrió al público el 1 de agosto de 1886, tan sólo unas pocas semanas después de la muerte del monarca. Entrar en el castillo costaba 2 marcos y durante el primer semestre hubo 18.000 visitantes.
-         Es el monumento más visitado de Alemania, con más de un millón de visitas anuales.
-         Los cisnes son uno de los motivos decorativos más repetidos en las habitaciones del castillo. Ello se debe a que era el animal preferido del rey, pues representaba la pureza. Además, jugaba un papel muy importante en la ópera de Wagner Lohegrin y era parte del escudo de los Señores de Schwangau.
-         La famosa sala de los cantores, sala de fiesta del castillo, nunca fue utilizada. La primera fiesta que se realizó en ella fue en 1933 con motivo del quincuagésimo aniversario de la muerte de Wagner.

A continuación os voy a realizar un pequeño paseo turístico por el interior del castillo de Neuschwanstein.

En el tercer piso, dedicado a los hombres, lo primero que veréis es la Antesala a las habitaciones del Rey. Impresiona la bóveda de crucería. Y si os fijáis en los cruces de los nervios descubriréis dibujados los escudos de Schwangau, Baviera y Wittelsbach. Además de lo anterior, la belleza de este lugar se encuentra en las paredes. Acostumbraros a verlas recubiertas de pinturas de gran tamaño y colorido. Entre las escenas representadas veremos partes de la Leyenda de Sigurd, el relato más antiguo del cántico de los Nibelungos, que Richard Wagner, gran amigo del Rey Luis II, utilizó para su Anillo de los Nibelungos. Me gustó especialmente la escena de “Sigurd en lucha con el dragón”, tal vez por su parecido a nuestro San Jorge.

La siguiente sala es la más impresionante de todas las existentes en el castillo. Se trata del Salón del trono. Aquí Luis II deseaba glorificar el Reinado de la gracia de Dios y, por ello, la sala tiene forma basilical y posee una especie de ábside para el trono, como en una iglesia. Sin duda se deseaba aludir a la unión religiosa entre el Rey y Dios. Pero en el siglo XIX alemán este tipo de ideas antiguas no tenían cabida. No os sorprenda, por tanto, la falta del trono en sí, pues la muerte del monarca impidió realizarlo. Tampoco hubiera podido usarlo como lo hacían los reyes medievales.
En el ábside podremos ver a Cristo, con la Virgen a su derecha y San Juan a su izquierda.  Debajo, entre palmas, se representan a seis Reyes canonizados: Casimiro de Polonia, Esteban de Hungría, Enrique II de Alemania, Luis IX de Francia, Fernando de España y Eduardo de Inglaterra. También reconoceréis a los doce apóstoles en los laterales de la escalera. En el resto del salón veremos cuadros sobre distintos aspectos de los Reyes canonizados y un curioso Cuadro de San Jorge y el Dragón. Dejando a un lado el significado simbólico de la lucha del bien contra el mal, si nos fijamos en la parte superior izquierda veremos la representación del castillo que se debía haber levantado en Falkenstein y que la muerte del rey impidió. En el suelo está representado, mediante un mosaico, el círculo terrestre, simbolizando la vida de los animales y las plantas. Y en la cúpula se representa un cielo estrellado. También es de destacar la gran araña de latón chapado en oro que tiene piedras de cristal y 96 velas.



Desde el salón del trono podemos asomarnos al exterior en el balcón cubierto, pudiendo admirar el lago Alpestre, el lago de los cisnes, el castillo de Hohenschwangau y la localidad anexa donde sacamos las entradas. Una vista realmente preciosa.

En el Comedor veremos que los cuadros representan escenas del castillo de Wartburg en el contexto de la Guerra de los Cantantes (1207). De nuevo este fue un tema escogido por R. Wagner para una de sus óperas. Aquí es de destacar la estufa oculta realizada en latón simulando el revestimiento de madera de la sala. Esta estufa era cargada por su parte posterior, por lo que el Rey no era molestado por sus criados.

En la siguiente sala, la alcoba, veremos el recargado estilo postgótico en los muebles de madera que componen la sala. Destaca la gran cama, debido a que el Rey medía 1,91 metros. Las pinturas murales representan escenas de Tristán e Isolda, otra famosa obra de Wagner. Las telas de las cortinas, la cama y las sillas fueron bordadas en color azul, el preferido del Rey, y con el cisne y el león de los Wittelsbach. Por último, indicar que en el lavabo había agua corriente.

Junto a la alcoba se encuentra la Capilla, lugar de oración del Rey. La decoración de esta sala muestra escenas de la vida de Luis IX de Francia.

En el Vestíbulo vamos a encontrar la única sala donde el techo de madera ha sido sustituido por una pintura que simula un ambiente de vegetación. Las pinturas murales representan distintas escenas del trovador Gualterio de la Pajarera y sobre la estufa vemos otro tema relacionado con Wagner, Los Maestros Cantores de Nuremberg. Si os fijáis bien en esta pintura podréis reconocer, en el fondo, al pintor Alberto Durero (o eso me pareció a mí).

En la Sala de estar veremos pinturas relacionadas con la leyenda de Lohengrin, de quién también realizó una ópera nuestro conocido Wagner. En esta sala, separada por columnas, se encuentra el llamado “rincón del cisne”, donde se conserva una de las pocas alfombras originales.

Entre esta sala y la siguiente nos encontramos con una gruta de estalactitas típica del romanticismo. Está equipada con una fuente de agua artificial y servía de preludio al despacho, según la ópera de Wagner Thannhäuser.

En el despacho veremos las escenas que representan la ópera citada anteriormente. Como curiosidad decir que el escritorio de lRey se encintraba originalmente junto a la ventana y no en el lugar donde actualmente nos lo muestran. Pero la visita turística a esta sala obligó a cambiar la disposición original de los muebles, y a guardar muchos de ellos también. Junto a esta sala se encuentra la llamada “habitación del ayudante”.

A continuación veremos la antecámara a la sala de los cantores, donde se muestran distintas escenas de la leyenda de Sigurd. Luego, a través del “pasillo de la galería”, donde varios murales representan las leyendas de Gawan y Gahmuret, llegaremos a la impresionante Sala de los cantores. El castillo entero está confeccionado en torno a este salón de fiestas. Destaca la techumbre de madera, el suelo del mismo material y los cuadros representando la leyenda de Parzifal.



Por último quiero destacar la cocina. Aunque no encontraréis decoración alguna en esta sala resulta ser importante, pues se encuentra en un estado de conservación perfecto (al contrario que en otros castillos). Se trataba de una cocina muy avanzada para la época, pues constaba de agua corriente, caliente y fría, y asadores giratorios automáticos para asados de venado y aves. Además, el humo de la chimenea era desviado subterráneamente y el calor de la estufa servía para mantener los platos calientes en un mueble de pared fabricado a tal efecto. La cocina estaba conectada al comedor mediante un elevador por donde se hacían llegar los platos a la mesa.

Espero que este artículo os anime a visitar este maravilloso y encantador lugar.

Nadie de los que aconsejé ir hasta allí volvieron defraudados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario