El yacimiento arqueológico de Numancia es uno de los
más famosos de nuestro país debido al mito de su defensa a ultranza ante el
imperio romano. Su heroico final, glosado por los escritores romanos, hizo que
este pequeño poblado celtibérico pasara a la historia como ejemplo de lucha por
la libertad ante un enemigo superior.
¿Os apetece descubrir este lugar?
¿Cómo llegar al yacimiento arqueológico de
Numancia?
Al yacimiento arqueológico de Numancia se accede desde
la localidad de Garray, situada a 7 Km. de Soria capital por la N-111 (salida
Garray). La carretera que sube a Numancia parte desde el centro del mismo
pueblo en dirección suroeste, por la que se deben recorrer unos 800 metros
hasta la entrada al yacimiento. Un amplio aparcamiento nos espera.
La visita puede ser libre (con una audioguía desde
nuestro móvil) o con un técnico especializado que nos explicará lo más
interesante (necesaria reserva).
¿Qué vamos a descubrir en el yacimiento
arqueológico de Numancia?
Este yacimiento celtíbero es el icono de la lucha por
la libertad de un pequeño pueblo ante un gran imperio como fue el romano.
Precisamente fueron los romanos los que, con sus descripciones de los sucesos
acaecidos aquí, otorgaron a los numantinos su dimensión universal de defensa a
ultranza.
Numancia es el yacimiento del pueblo celtíbero más
excavado y estudiado, proporcionando a los arqueólogos el mayor número de
restos, como cerámicas pintadas, armas y otros objetos personales. Todo ello ha
permitido hacernos una idea sobre las costumbres y modos de vida de este
pueblo.
En el yacimiento no sólo vais a encontrar piedras,
sino también la reconstrucción de zonas de la ciudad, lo que os servirá para
haceros una idea más real de lo que allí existió. Un buen ejemplo lo tenemos en
la reconstrucción de un tramo de la muralla y una de las puertas (norte),
defendida por dos torres cuadradas de piedra y madera rematadas por un parapeto
de adobe y madera con paseo de ronda. El mismo vamos a encontrarlo justo a la
entrada de la zona del yacimiento.
Numancia había logrado defenderse de los romanos
durante veinte años (desde el 153 a.C.). Pero su suerte se acabó cuando el
Senado romano decidió enviar a su general más famoso, Publio Cornelio Escipión
Emiliano (destructor de la ciudad de Cartago), para terminar la guerra.
Una vez llegó Escipión, lo primero que hizo fue poner
en orden a las tropas, bastante desmoralizadas por las continuas derrotas.
Contaba con un ejército de unos 60.000 hombres (frente a los 4.000 numantinos),
con los que asoló los campos vacceos circundantes (privando a Numancia del
suministro de grano), para, más tarde, aislar la ciudad con un férreo cerco
constituido por campamentos levantados sobre los cerros que rodean la ciudad,
unidos entre sí por una muralla de 9 kilómetros de perímetro. Incluso dispuso
fortines con rastrillos para controlar el paso fluvial. Manteniendo esta
presión y sin posible ayuda exterior, la caída de Numancia sólo era cuestión de
tiempo.
En concreto, los defensores aguantaron 11 meses,
durante los cuales, debido al hambre que sufrieron. En su desesperación
llegaron a tener que cocer los cueros y las pieles para comer e incluso consumieron
carne humana de los fallecidos.
Los guerreros intentaron romper el cerco en varias
ocasiones. Sólo una vez lo logró el jefe Retogenes y otros cinco numantinos.
Pero sus intentos de obtener ayuda de los pueblos circundantes fracasaron
debido al temor de las represalias romanas. Sólo los jóvenes de la ciudad de
Lutia estaban dispuestos a acudir en ayuda de Numancia, pero la asamblea de
ancianos, tratando de evitar las represalias romanas, avisaron a Escipión, que
respondió trasladándose a la ciudad y cortando las manos a los 400
jóvenes.
A los guerreros numantinos, privados del honor de
morir luchando en batalla, no le quedó otra que suicidarse antes de verse
convertidos en esclavos.
Escipión arrasó Numancia y convirtió a los pocos
supervivientes que quedaron en esclavos. Sobre la ciudad celtibérica se edificó
una romana, donde podremos ver casas de grandes dimensiones en el centro,
termas, desagües de agua…
Todo lo anterior vamos a descubrirlo en un vídeo
introductorio que veremos a la entrada de las ruinas. Podéis realizar la visita
con una audioguía descargable en el móvil o apuntándoos a una visita guiada
(muy recomendable).
La disposición escalonada de los diferentes tramos de
las calles nos indica que era su forma de defenderse del frío viento del norte
que asolaba la ciudad en invierno. En estas calles podremos observar grandes
piedras dispuestas en el centro que actuaban como pasos de cebra modernos,
ayudando además a no enfangarse cuando se cruzaba de acera, pues los desagües
de las casas iban a las calles directamente.
El agua de lluvia y la acarreada desde los ríos, en
caso de necesidad, se recogía en aljibes o depósitos, excavados en el manto
natural y reforzados con piedra. Los hay de forma circular o cuadrada, situados
en los patios de las casas para uso particular, o en las esquinas de las
manzanas. Incluso existían aljibes con peldaños de escaleras, como uno situado
en una casa particular.
En el yacimiento podremos comparar entre las casas de
los celtíberos y las construidas posteriormente por los romanos.
La vivienda celtibérica tenía las paredes de base de
piedra y recrecidos de postes de madera y adobes, rematada con un techado de
vigas de madera, cubiertas de paja. La casa reconstruida en Numancia es de
planta rectangular y está dividida en tres estancias: una delantera dedicada a
labores artesanales (molienda de cereal y tejido), con una trampilla en el
suelo para acceder a la bodega; una habitación central o lugar de reunión
familiar en torno al hogar, donde dormían y comían; en la parte trasera otra más
pequeña, destinada a almacén o despensa. Por una puerta lateral se accede al
corral con un pequeño cobertizo para los animales.
La bodega o estancia subterránea, situada junto a la
entrada, estaba destinada a la conservación de los alimentos En la dieta
alimenticia de los numantinos predominaban los vegetales, con un peso
específico de frutos secos (bellota o nueces) y, ante la falta de vino, bebían
“caelia”, cerveza que extraían del trigo fermentado y que era bastante
fuerte y amarga. No obstante, su riqueza era la ganadería.
Como curiosidad indicar que no tenían chimenea. El
humo del hogar se filtraba por la paja de la cubierta y servía para impermeabilizarla.
Las romanas eran más grandes, con fachada en piedra,
aunque mantenían la cubierta vegetal. A la casa se accede por un patio abierto
con aljibe y horno de pan, la puerta, de madera (incluida la cerradura) da
acceso a un pequeño vestíbulo (con los molinos de mano y el telar) que facilita
la entrada a la cocina (con la boca del horno, el hogar, la mesa con el banco
corrido y el utillaje) y a las habitaciones (con la cama y el arcón). La última
estancia está destinada a granero y almacén de los utillajes agrícolas, estando
comunicada, a través de una pequeña puerta, con un corral para los animales.
En el barrio sur se asentaron los personajes más
importantes de la ciudad romana. Aquí existe un ejemplo de casa con pórtico de
columnas, para protegerse del sol, que es un magnífico ejemplo de cómo estas
residencias intentaron imitar el gusto romano. Aquí la techumbre era de tejas.
En definitiva, una muy interesante visita para conocer
este episodio heroico de nuestro pasado.
Os dejo su Web para consultar horarios y poder
reservar entradas: https://entradas.numanciaonline.es/
Y si deseáis más información sobre lo que os vais a
encontrar os dejo esta web: https://numanciasoria.es/
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